—¿Qué
diablos crees que estás haciendo? —le gritó Miley a Liam cuando la soltó—.
¿Es que te has vuelto loco?
Liam al menos tuvo la
decencia de mostrarse avergonzado.
—El no te ama, Miley, no
del modo que tú quieres.
La joven cerró los ojos
con fuerza. Era increíble, se dijo, que los seres humanos, al estar dolidos,
fueran capaces de decir siempre lo que más daño podía hacer a los demás.
—Liam. por favor, no
sigas.
—No. tengo que decírtelo,
porque es necesario que abras los ojos a la realidad. ¿Crees que me habría
dicho que tenía el camino libre si te amara tanto como piensas? ¿Harías tú eso
si estuvieses en su lugar?, porque deja que te diga que yo no. No lo haría
jamás.
Miley volvió a abrir los
ojos, mirándolo espantada, y se apartó de él sacudiendo la cabeza. Ya había
escuchado bastante, pero Liam no parecía ser de la misma opinión.
—Si lo dejaras no iría
tras de ti, y lo sabes. Si le importaras de verdad, ¿no crees que me lo habría
dejado claro, que habría peleado por ti?
Miley no quería creerlo,
pero Nick se había comportado de un modo extraño momentos antes, cuando habían
estado bailando, diciéndole que tendría que saber que quería que fuera tras
ella.
—¿Y cuánto crees que
duraría lo suyo, Miley?, porque los dos sabemos que Nick no ha logrado tener
una relación de más de un mes en todos estos años. Sencillamente, es incapaz.
¡No!, gritaba el corazón
de la joven, ¡era mentira, todo mentira! Cuando a Nick le importaba algo, se
entregaba en cuerpo y alma, como había querido a sus padres, como hacía con
todas aquellas cruzadas en las que siempre andaba embarcado. Y ella necesitaba
que se entregara a ella del mismo modo, sin reservas, con toda la pasión que le
había demostrado.
—Acabarás haciéndote daño
y sola, Miley, y yo no quiero que eso ocurra.
La joven se volvió hacia
él con una mirada dura y fría, una mirada que Liam no había visto jamás en
sus ojos verdes.
—Cállate, no voy a
escuchar una palabra más. Lo que haga con mi vida ya no es asunto tuyo. Dejó de
serlo cuando traicionaste mi confianza. Yo superé aquello, y ahora tú tendrás
que aceptar que ya no siento nada por ti. Lo quieras o no. Y ruega por que
Neave no se entere de esto.
Miley dejó escapar un
suspiro tembloroso, y se quedó mirando a Liam. Probablemente no volvería a
verlo jamás. Una mezcla de rabia y lástima la invadió.
Había llegado el momento
de cerrar ese capítulo de su vida.
—Si yo fuera tú, iría
corriendo a su lado, y le mostraría todo el amor y atención que pudiera. No te
la mereces.
—Miley, escucha…
—No, escúchame tú, Liam —lo cortó ella, dando un paso más hacia él—. Ya has pasado bastante tiempo
compadeciéndote de ti mismo. Cualquiera daría lo que fuera por haber podido
tener las oportunidades que tú has tenido, pero para ti eso nunca ha tenido
ningún valor. Sal de mi vida, Liam, no quiero volver a verte. No va a haber
una segunda
oportunidad, y hazte a la idea de que nunca la habrá.
***
Nick estaba a punto de
ser «subastado» cuando Miley llegó a los escalones que subían al escenario. Le
dirigió una sonrisa de ánimo, pero él no se la devolvió. La joven se quedó
mirándolo confusa. Trató de leer en su rostro, pero era como si se hubiese
cerrado a ella.
—A por ellas, Jonas —le dijo el encargado del sonido, aún entre bastidores.
Nick frunció los labios y
se enderezó, caminando hacia el escenario sin volverse a mirar a Miley. Aquello
era lo último que le apetecía hacer después de lo que había presenciado, pero
estaba tan dolido que decidió dar a la joven un poco de su propia medicina.
—Señoras —saludó al
colocarse bajo el foco, esbozando su sonrisa más seductora—, me parece que las
presentaciones sobran. ¿A quién puedo tentar para pasar conmigo una cita en la
que disfrutará de toda mi atención?
En un gesto que casi
pareció ensayado, se quitó la chaqueta y se la colgó sobre un hombro,
desanudando a continuación el moño.
—¿A quién de ustedes,
damiselas, le gustaría pasar una noche conmigo?
Unas cuantas mujeres se
habían ido acercando al escenario, como hipnotizadas.
—¡Cincuenta libras!
—gritó Delta Goodrem.
Nick le dirigió una
sonrisa forzada.
—Delta, por favor, tú, de
entre todas las presentes, deberías saber que valgo mucho más que eso. Vamos,
señoras, ¿cuánto pagarían por mí?
Otra voz surgió de entre
el público:
—¡Setenta!
—¿Por tener toda mi
atención? —espetó Nick, desabrochándose los primeros botones de la camisa—. ¿No
les parece que valgo algo más que eso?
—¿Y cómo sabemos que
vales más que eso, Nick? —lo increpó Delta, alzando la barbilla y dirigiéndole
una sonrisa insolente.
Nick enarcó una ceja y
torció el gesto
.
—Bueno, si hay dudas, tal
vez debería demostrarles que valgo mucho más que setenta libras.
—¿Qué diablos estás
haciendo? —le siseó Miley entre bastidores. Pero Nick la ignoró.
—Nicole, ¿dónde estás? ¿No
está Nicole Anderson entre las asistentes?
Miley lo miró con los
ojos como platos.
—¡Jonas!
En ese mismo momento Nicole estaba siendo empujada por unas amigas hacia el escenario.
—¡Ah, ahí estás, Nicole!
—exclamó Nick, ayudándola a subir al escenario.
La joven se colocó a su
lado, roja como una amapola y sonriendo con timidez, sin saber qué se esperaba
de ella.
Miley no podía comprender
qué estaba tramando Nick, pero los celos hicieron presa de ella cuando vio que
tomaba a Nicole Anderson de la mano, mirándola a los ojos, y le decía con su voz
más dulce, hablando al micrófono en su otra mano:
—Nicole, debo decir que
estás preciosa esta noche. Te importaría ayudarme a demostrarle a estas
encantadoras damas cuál es mi verdadero valor?
Entre el público varias
féminas empezaron a jalearla: «¡Hazlo, Nicole!», «¡venga, Nicole!».
¿Hacer qué?, se preguntó
Miley angustiada. ¿No se atrevería a…?
Un silencio expectante se
apoderó del salón cuando Nick se inclinó hacia Nicole.
—¡Jonas, ni se te
ocurra hacerlo! —le gritó.
—¿Hacer qué? —le espetó
él con aspereza, girándose un instante hacia ella—. ¿Que no haga lo mismo que
has hecho tú?
Y, diciendo eso, Nick se
volvió de nuevo hacia Nicole Anderson, la tomó por la barbilla, y comenzó a
besarla como si le fuera la vida en ello. De pronto Miley comprendió de qué se
trataba todo aquello, por qué él estaba comportándose de aquel modo: había
visto a Liam besándola. Se sintió temblar de ira por dentro. ¿Había creído
que practicaba un doble juego? ¿Tan poco la conocía? Miley sintió una punzada
en el pecho. Nunca hubiera imaginado que Nick pudiera ser capaz de hacerle algo
así, pero allí estaba, sobre el escenario, besando a otra mujer delante de ella
y de más de cien personas.
—¡Cien libras! —pujó una
mujer al fondo de la sala, cuando los labios de Nick se hubieron despegado de
los de la sorprendida y azorada Nicole Anderson.
—¡Ciento veinte! —gritó
otra.
Miley no lo soportó más.
Sacó el monedero de su bolso y salió al escenario
.
—Cincuenta peniques.
Nick se volvió en
redondo.
—¿Qué has dicho?
—Cincuenta peniques
—repitió Miley esforzándose por contener las lágrimas—. Eso es todo lo que
vales ahora mismo —le dijo arrojando la moneda a sus pies.
Se giró sobre los
talones, y echó a correr sin parar hasta que estuvo fuera del hotel.
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Solo les aviso que esta nove ya casi se termina, espero que les haya gustado tanto como a mí :D
Besos!
No olviden comentar(:
me encanto sigelaaa plis C:
ResponderEliminarme gustarias que viera mi blog alex http://nileylovefor.blogspot.com/
Amo esta nove!!!!!!!!
ResponderEliminarlastima qe pronto se va acabar =,(
aii ese Nick hace qe me de corajes
y bn echo Miley tiene dignidad juumm
Me facino espero el siguente besitos!!!