jueves, 31 de mayo de 2012

Como Odio Amarte; Parte 18.

Por culpa de ese idiota, había perdido a su mejor amiga... como lo odiaba! Quiso irle a pegar, pero no... esperaría a que estuviera solo y le patearía el trasero. Le restregaría todo en esa cara de galán que tenia.
Odiaba a Nick Jonas, lo odiaba.
Lo único que pudo hacer ese ese momento fue respirar y tranquilizarse un poco. Cerró los ojos y se masajeó su nuca... Nicholas la volvía loca.
Trató de encontrar a Demi, tenia que desaugarse con alguien. Por lo menos aun tenia a Demi, se dijo.
La encontró abrazando a Joe, cuando la chica vio que cara tenia Miley, lo soltó y fue a su ayuda.


—¿Que pasa Miley?
—Selena acaba de decirme que ni se me ocurra acercarme a Nick —Demi la miró sorprendida— y a ella igual. No quiere verme... no sé que demonios le ocurre.
—En serio? —Demi hizo una mueca— Así no es Sel...
—Lo sé! Nick tiene la culpa de que este cambiando! Ese idiota...
—Mira, no sé porqué pero algo me dice que Nick no le dijo nada... —Demi la miro— Nick podrá ser todo menos bocón. 
—No sé que pensar.
—Olvidalo, ok? Te prometo que hablaré con Selena y le preguntaré que le pasa. Tal vez solo este un poco enfadada, pero verás que ya se le pasara.
—Ojalá, no soporto estar enojada con ella. A pesar de todo, es mi amiga.


Demi le sonrió. La tomo del brazo y la arrastró hacia la multitud.


—Verás que pronto se le pasará. —le repitió. ¡¡Vamos a divertirnos!!


Alguien se encargo de poner algo de música y todos empezaron a ponerle ambiente a la playa.
Demi trató de estar todo el tiempo con Miley, bailaban y se reían juntas. 
Estaba apunto de anochecer cuando un grupo de personas, la mayoría eran chicos de último año, bajaron de una camioneta con una hielera. Todos haciendo escándalo y riéndose.


—¡Ya llego lo mejor! —dijo un chico rubio mientras sostenía una lata de cerveza en la mano, mientras todos los presentes le aplaudían y tomaban algunas latas.
—Solo era de esperarse —dijo Demi con una sonrisa, mientras iba por dos latas, dejando un momento a solas a Miley.
—¡Demi! —le gritó Miley
—¿Que pasa? —dijo volteando a verla.
—Trae varias... —contestó con una tímida sonrisa, mientras Demi se reía alegremente. Esa noche rompería las reglas, se dijo.


Demi tomo 5 latas y se fue con Miley, que la esperaba sentada en la arena. Se había quitado su playera para quedar con la parte superior del bikini. Aún tenia sus shorts.
Su amiga se sentó a lado de ella, e hizo lo mismo, ambas solo tenían su bikini debajo y sus shorts.


—¿Sabes Demz? Hoy pienso divertirme lo más que pueda. —comentó con una sonrisa mientras le tomaba a su lata— No pienso pasarme toda la noche aburrida.
—¡Eso es lo que quería escuchar Miles! Y no te preocupes, yo te cuidaré y conduciré a casa. No pienso beber mucho el día de hoy.


Miley se rió y le dio un abrazo.
Empezó a beber más y más de su lata, hasta que se dio cuenta que se había acabado una lata en solo 10 minutos. De repente volteo hacia otra dirección.
Sí, ahí estaba Selena... con Nick. Aferrándose a él, como siempre. Ahora que lo pensaba, ¿que le había visto Nick a ella? Era bonita, claro. Pero ni siquiera eran su tipo. Selena era demasiado ingenia para él, y él... bueno era Nick. El tipo de chico con quien no podrás pasar toda tu vida enamorados o algo por el estilo. A Nick le gustaba la libertad, así de simple. Selena no... creía en los cuentos de hadas, y pensaba que sí existían los finales felices.


—Miley... —dijo Demi al cabo de un rato.
—¿Que pasa? —notó que arrastraba las palabras.
—Vamos a meternos al mar... Sé que es una idea loca, pero siempre he deseado hacerlo en noche... Anda, vamos. —temió que Miley la rechazara pero fue todo lo contrario.
—¡Vamos! —Miley se levantó con algo de esfuerzo, tomo la mano de Demi, tiró la 2da lata de cerveza que había bebido y se dirigió al mar.
—¡Estás loca, Miles! —ambas no dejaron de reír y empezaron a echarse agua como unas niñas pequeñas. Miley no podía recordar la última vez que se había sentido tan libre y feliz.
—Esto es maravilloso Demi! —comentó 15 minutos después de haberse empapado con su amiga.— Deberíamos hacerlo más seguido.
—¿Qué? ¿Estas hablando de emborracharte? —contestó riéndose. Mientras la ayudaba a sentarse.
—Estoy completamente sobria, Demi.
—Como digas...
—Ja ja ja! Bueno, hay que romper las reglas por lo menos una vez en la vida, no? —Demi giró los ojos, al parecer su amiga ya estaba de filosofa.
—Hola chicas... —dijo Jake. Al parecer el también estaba un poco tomado.— ¿Que hacen acá tan solas?
—Hola Jake. —contestó Miley sonriente, Jake se acerco a darle un beso en la mejilla, igual con Demi.
—Miley, vamos a bailar un rato. Estoy seguro que Demi le gustará tener un momento a solas con Joe. —Demi hizo una mueca, estaba segura que Miley no aceptaría.
—¡Vamos! —se rió, mientras Jake la levantaba del suelo y se la llevaba donde varias estaban bailando.
—¿¡Qué!? —gritó Demi. Confundida, se fue con Joe. Que platicaba con Kevin, Nick & Selena.
—Hola chicos... —los saludó. Todos le sonrieron.
—Vaya, hasta que te separas de Miley... —le susurró Joe, mientras le pasaba su brazo por los hombros.
—Jake me la robo. Esta bailando con ella.


Todos voltearon a buscar a Miley, veían que bailaba torpemente con Jake, riéndose.


—¿Parece que a Miley se le pasaron las copas, no? —dijo Selena, viéndola seriamente.
—Ay Selena, déjala. Solo quiere divertirse.
—Si, pero hay maneras Demi. —soltó Nick en susurró. Él también los veía atentamente, y sintió de nuevo esos celos... ¿Que le estaba pasando?
—Bueno, olvidemoslo... Nick, vamos por algo de tomar. —dijo rápidamente Selena, tomando la mano de éste.
—Creo que se esta divirtiendo y eso es lo importante... aunque a mi tampoco me gusta que tome. —le dijo Joe a Demi. Entonces, la abrazó y le dio un beso.
—Los dejaré solos... —rió Kevin al verlos.


                                                                             ***


Jake poco a poco tomaba más a Miley de la cintura y se la pegaba a él. Aunque estuviese algo borracho, estaba consiente de todo. Sabia que no tenia que tener tan cerca a Miley, por Liam pero... ¿que importaba ahora? Ni que fuera a besarla... bueno, solo si tenia la oportunidad, claro.


—¿Sabes Miley? —le susurró al oído, tomándola de su cintura.
—¿Qué?
—Desde hace un tiempo que me gustas... no sé, pero estás muy guapa. —Miley se rió, al parecer todo le parecia divertido.
—Ay Jake... estás loquito.
—Es en serio.
—¿No sabes que hora es? —de repente preguntó, para no hablar de ese tema.
—No sé, como las diez, supongo...
—Vaya, pensé que era más temprano. —Jake se detuvo en seco, y la alejo de todos.
—Miley, quiero que me escuches.
—Lo estoy haciendo Jake.
—Me estas oyendo, pero me escuchas... Miley, yo te quiero.
—¿Qué? —Miley hizo una mueca... eso no podía ser verdad. Jake era su amigo y ya. Estaba muy borracha por eso alucinaba, se dijo. 
—¡Es en serio! Sé que ahora estás con Liam, pero me gustas mucho y yo siempre estaré aquí para ti.


                                                                       ***


En lugar no muy lejos donde estaban Miley y Jake, también estaban Nick y Selena.


—¿Viste a Miley? —dijo Selena con cizaña.
Sí, ¿qué con ella? —Nick la vio con su ceño fruncido, al escuchar el tono de su voz
—Se me hizo muy extraño que estuviera bailando así con Jake... se supone que esta con Liam.
—¿Sí? —él ni siquiera los había visto bailar, solo con ver que Miley estaba con su amigo, no le daban ganas de verlos— Pues, no los vi mucho.
—Hace rato vi como la tomaba de la cintura y la alejaba de la gente. Esos dos traen algo.
—¿Qué? —las imágenes de Jake tomando a Miley, y llevándosela a otro lugar llenaron su mente... sabia que Jake era incapaz de hacerle algo malo a Miley, pero si tuviera la oportunidad de tener algo con ella no la dejaría pasar.
—Sí. Miley esta de rebelde el día de hoy. —se rió con dulzura.


Nick tenia que detener lo que pretendía hacer Jake. Pero, ¿como se quitaría de encima a Selena?
Desde que habían llegado no hacia nada que no apartarse de él. Pensó una excusa creíble... a ver... de repente vio a Demi.


—Creo que te habla Demi, Selena... —trató de escucharse lo más casual posible.
¿En serio? —dudó.
—Sí, mira... 
—Bueno, entonces no tardo... No te muevas. —Selena se acercó a darle un pequeño beso y salio tras de Demi.


Nick espero a que Selena estuviera lejos de él, para ir buscar a Miley. 
Le había preguntado a varios chicos si la habían visto, nadie sabia nada. Un poco desesperado, se alejo de ahí y empezó a vagar por la playa. No veía nada... hasta que escucho la risa de Miley. Siguió su risa, hasta que vio que habían varios troncos sobre la arena. Lo cual era bastante extraño... no había bosques por ahí... solo la carretera que estaba a unos km. Ignoro el hecho de los enormes troncos y continuo su camino.
Al parecer Jake y Miley estaban escondidos detrás de los troncos.


—Basta Jake, estás loco. Yo no te gusto.
—Claro que sí. Eres muy linda, Miley...
—Jake, aléjate de mí... tengo novio.
—Vamos Miley...


Nick furioso, hizo su aparición. Poniéndose de pie frente a ellos, que estaban sentados.
Vio como Jake sostenía la cintura de Miley, y estaba bastante cerca de ella. Miley subió su mirada al igual que Jake.


—Nick...—dijo Miley.
—Hola Nick! Hermano... —con algo de dificultad, Jake se levantó sonriente. Como si nada hubiese pasado.
—Hola, me podrías permitir un momento a Miley?
—¿Qué? —dijo Miley, sin entender nada.
—Sí, necesito hablar con ella.
—Bueno, es que esta algo ocupada Nick...
—No importa Jake. Tengo que hablar con ella. —Jake no movió ni un solo musculo, en cambio Miley se trato de levantar. Dándose golpes con los troncos.— A solas.
—Si tu lo dices... ahorita vengo linda.


Jake le lanzo una mirada a Nick de duda y se marchó.
Nick espero a que estuviera lo suficientemente lejos para que no los escuchara hablar.


—¿Que quieres? —por fin Miley habló, de nuevo, arrastrando las palabras.
—¿Si puede saber que hacías aquí escondida con él? —le preguntó demasiado serio.
—Eso no te importa, chismoso. —Miley empezó a caminar, ignorándolo. Algo le decia que no era bueno estar a solas con Nick, y menos en su estado.
—Miley, escúchame... —dijo Nick enojado, tomándola del brazo. Impidiendo que se fuera.
—¡Suéltame!
—Escúchame muy bien Miley. No puedes estar así sola... ¿No piensas que pueden hacerte algo?
—¿Algo como qué? —Miley trató de soltarse de él, pero como siempre, fue imposible. Sin conciencia iba dirigiéndose a la orilla del mar.
—Tu sabes de lo que hablo... mírate. No sabes tomar, Miley.
—Bueno, déjame, no? Es mi vida, y yo haré lo que quiera con ella. —Miley se volteó a verlo. Wow, jamás lo había visto tan guapo. A pesar de no tener mucha luz. Nick la desconocía.
—Miley... —le susurró Nick, como una suplica... observando sus ojos.
—¿Qué? —le contestó con el mismo tono, observándolo también.
—¿No hagas esto, de acuerdo?
—¿Hacer qué? —Miley sintió como Nick poco a poco le soltaba el brazo, y la tomaba con más delicadeza— Nick, mira... quiero ser yo esta noche.
—Esta no eres tú Miley... tu eres más que esto. —Nick no podía alejar sus ojos de los de ella. Observó como Miley se pegaba más a él.
—¿Déjame en paz, quieres? Ya tengo bastantes problemas por tu culpa.
—No. No te voy a dejar sola.
—Nick... —dijo desesperada, no quería estar cerca de él. Su cercanía le hacia daño.— ¿Porque haces esto?
—¿Qué?
—Esto... 
—No te entiendo.
—Sabes de lo que hablo... te pasaste los últimos días ignorándome y ahora estas aquí.
—Estoy aquí porque me.... —de repente se calló.
—¿Nick?
—No puedo. ¿De acuerdo? —y era la verdad. Ni el mismo sabia porque sentía que debía cuidarla. Miley quiso buscar la respuesta en sus ojos, pero no podía ver nada. Nick estaba protegiendo demasiado bien sus sentimientos.
—Entonces, no me la digas...


Miley tomo el cuello de Nick y lo besó.
Nick demasiado sorprendido, no pudo ni cerrar los ojos. Se quedo en shock.
Miley empezó a protestar con sus labios. De porqué no le contestaba el beso. Herida, se alejo poco a poco. Estando a pocos centímetros de la boca de Nick, bajo la cabeza, apenada.
Soltó su cuello y empezó a retroceder de su cuerpo.
Nick vio como Miley ni siquiera podía voltear a verlo y como sus mejillas desprendían un rojo de la vergüenza. Se había atrevido a besarlo.
En el momento en que Miley, se dio media vuelta... Nick tomo su mano y la jalo hacia él, ahora él besándola.
Posando una mano en la mejilla, y la otra en su cintura, la beso con todas sus fuerzas.
Miley respondió al beso y lo abrazó por la cintura.
Nick no quería nunca dejarla de besar, jamás se cansaría de ella. Miley se sintió feliz, sin saber porqué. 


—No te vayas Miley... —le susurró a pocos milímetros de su boca, necesitando más de ella.
—Aquí estoy Nick...


                                                                         ***
Hola! ¿Como están?[:
La pregunta del millón, ¿les gustó? :D
En verdad espero que sí! Disfrute mucho escribirlo :3 


Gracias por leer & su paciencia, las amo!


En un rato subiré los demás capis de mi nueva nove 'Amigos & Amantes' que por cierto veo que les gusto mucho :P
Échenle un vistazo si no lo han visto (:
http://ily-forever-always.blogspot.mx/2012/05/amigos-y-amantes-cap-1.html

No olviden comentar, ok? jaja Gracias por sus comentarios!!
Muchos besos, Ale.

sábado, 26 de mayo de 2012

Amigos y Amantes; Cap 6.


Miley y Douglas alzaron las cabezas al unísono. Fue solo un instante, pero durante ese breve momento, la joven no reconoció a Nick, del mismo modo que no había reconocido el tono áspero y amenazador en su voz. Sus facciones estaban rígidas, y parecían haberse oscurecido por los celos.

—Ah, Jonas… Lo siento, no lo había visto —farfulló Douglas quitando la mano del hombro de Miley y levantándose—. Simplemente estaba saludando a Miley y diciéndole lo bien que le sienta ese traje de baño.

Nick dio un paso hacia él, con el agua chorreándole por todo el cuerpo.

—Pues la próxima vez que se le ocurra decírselo con las manos, tendrá que vérselas conmigo, ¿me ha entendido? —masculló
.
Miley se puso de pie como un resorte. ¿A qué venía aquel númerito?

—¡Nick! Eso ha sido una grosería.

Douglas se había quedado mirando a Nick con una sonrisa burlona en los labios, pero cuando Miley intervino en su defensa, se volvió hacia ella y la sonrisa se tornó empalagosa.

—Está bien, Miley, no pasa nada, lo comprendo —se giró otra vez hacia Nick—. Obviamente él siente la necesidad de defender su territorio: he captado el mensaje.
—Más le vale —masculló Nick mirándolo con frialdad.
—¡Nicholas! —volvió a reprenderlo Miley.
—¿Qué? —le espetó él irritado—. ¿Este tipo se pone a sobarte y me dices que no te importa? Pues a mí sí que me importa.

Miley estaba poniéndose roja como un tomate y, olvidándose de Booth, agarró a Nick de la mano y lo arrastró hasta una arboleda alejada de la orilla, donde no podrían oírlos ni verlos.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —le gritó a Nick. Estaba furiosa, y no había pasado tanta vergüenza en toda su vida.
—Todo el mundo cree que somos pareja, ¿no? Bueno, pues no creo que esperen que me quede mirando mientras un pervertido toquetea a mi novia.

Miley quería estrangularlo.

—Idiota —masculló—. Si fueras mi novio de verdad te mataría por comportarte como un Neandertal.
—Bueno, no te pongas así, lo siento. La verdad es que me hizo saltar. No me gusta que te manoseen así, aunque sea solo tu amigo —Miley aún no le había soltado la mano, y Nick se la apretó suavemente.

La joven al fin sonrió un poco.

—Están todos esperando que salgamos, ¿verdad? —inquirió sin atreverse a asomarse fuera de la arboleda.
—Me temo que sí.
—¿Qué hacemos? ¿Esperamos un poco?
—Probablemente lo más acertado sería un beso de reconciliación antes de volver a nuestro sitio.
—Nick… —protestó ella frunciendo los labios.
—¿Qué? Es lo que estarán esperando, que cuando salgamos parezca que hemos hecho las paces. Además, necesitamos practicar un poco antes de hacerlo en público. Y para que realmente parezca que nos hemos estado besando, tendremos que…
—Me hago una idea, Jonas —lo interrumpió ella azorada. Por alguna razón de repente se había vuelto muy consciente del hecho de que Nick solo llevaba puesto un bañador, y se notaba la boca seca—, así que cierra la boca y bésame antes de que me arrepienta.
—Y dicen que el romanticismo ha muerto… —murmuró él sarcástico.

Aquella vez Miley estaba preparada para el beso. Incluso se humedeció los labios automáticamente antes de que él inclinara la cabeza. «Es solo Nick, es solo Nick, Nick…», se repetía mentalmente una y otra vez. Sin embargo, muy pronto le resultó imposible seguir concentrándose en aquellas palabras.
A Nick lo pilló desprevenido el que Miley empezara a responderle. Era increíble hasta qué punto lo excitaba, y la facilidad con que sus labios encajaban, como las piezas de un rompecabezas. Cada vez que había besado a una mujer, había tardado un rato en encontrar el «ajuste» correcto, pero no en esa ocasión. Aquel beso fue perfecto desde el primer momento.
Sin darse cuenta siquiera de lo que hacía, Miley le soltó la mano y rodeó el cuello de Nick con sus brazos, poniéndose de puntillas para pegarse contra su cuerpo húmedo. El a su vez la tomó por la cintura, maravillándose al sentir hasta qué punto parecían ser dos partes de un todo que se habían encontrado al fin.

En cuanto la lengua de Nick tocó la suya, Miley se perdió en las sensaciones que la inundaban y se dejó llevar, apartando todo pensamiento de su mente. No recordaba que en toda su vida la hubiese besado nadie tan apasionadamente. Y pensar que era Nick quien… ¡Nick! Oh, no… Aquello no podía estar pasando. No podía estar disfrutando con un beso de Nick… ¡por amor de Dios, era su mejor amigo! Se suponía que no debería sentirse así con un amigo.

Nick se apartó despacio de ella, esperando un momento antes de alzar la vista para mirarla a la cara. Miley tenía los ojos muy abiertos y no pestañeaba, como si fuera la primera vez que lo veía. Sus labios estaban hinchados y enrojecidos por el beso, y las mejillas estaban teñidas de rubor. Estaba preciosa. ¿Cuándo se había vuelto tan bonita? De pronto se había dado cuenta de que aquello era lo que había cambiado, lo que le había parecido distinto desde que ella volviera de Estados Unidos. Había crecido y madurado, convirtiéndose en una mujer muy hermosa.

—Con eso bastará. No creo que les quede duda de qué hemos estado haciendo. Vamos —y la tomó de la mano, dándose la vuelta para salir de la arboleda.
Miley tardó aún unos segundos en volver a reaccionar, mientras lo seguía como una autómata.
«Al menos uno de los dos no se ha olvidado dé por qué estamos haciendo esto».

                                                                    ***
Cuando llegó el fin de semana siguiente, Miley estaba al borde de un ataque de nervios. Todo el pueblo estaba hablando del «maravilloso romance entre Nick Jonas y esa adorable chica de los Cyrus», y. por si fuera poco, Douglas Booth había ido un par de veces a visitarla a la tienda. Y encima estaba Demi, que aprovechaba cualquier ocasión para someterla al tercer grado. y ese sábado no fue una excepción.

—Bueno, y entonces, ¿cómo va? —inquirió. Miley suspiró y meneó la cabeza.
—Demi, me preguntas eso cada día, y cada día te digo lo mismo: bien.

Su amiga se sentó junto a ella y escrutó su rostro.

—Si todo estuviera bien no tendrías puesta esa cara. Pareces exhausta, Miley, a mí no me engañas. ¿No van bien las cosas entre Nick y tú?
—No es eso. Es solo que… —la joven se esforzó por encontrar una excusa, pero no se le ocurría ninguna—. Supongo que estoy algo confundida, eso es todo.
—¿Sobre lo tuyo con Nick, o es por Douglas? —preguntó Demi. Miley dejó escapar una risa amarga.
—¿Sabes?, tiene gracia porque al principio creía que Douglas Booth me gustaba, pero cuanto más lo veo más me molesta… me parece que no es más que un adulador.
—Sí, bueno, yo diría que es un lobo con piel de cordero —sonrió Demi frotando el brazo de su amiga en un gesto comprensivo—. ¿Y qué me dices de Nick?
—Eso es otra historia completamente distinta —murmuró masajeándose las sienes—. No sé ni por dónde podría empezar a explicarte.
—¿Te ha besado otra vez? —inquirió Demi.

¡Vaya que si lo había hecho…! Miley asintió con la cabeza.

—¡Cielos! —exclamó Demi con una amplia sonrisa—. Y tú no sabes qué hacer ahora, ¿verdad?

Aun sin saber toda la historia, su amiga había dado en el clavo, como de costumbre.

—Es que… las cosas ya no son lo que eran, y odio eso. Echo de menos lo bien que lo pasábamos juntos, y quisiera que todo volviera a ser como antes.
—¿Y cómo fue? En una escala del uno al diez, quiero decir.
—¿Qué? —inquirió Miley, mirándola confusa.
—Que qué tal fue el beso, en una escala del uno al diez.
—Demi, si vas a reírte de mí, me voy —le dijo. Su amiga sacudió la cabeza.
—Te lo estoy preguntando completamente en serio. Necesito saberlo para darme una idea de la magnitud del problema. Además, no puedes irte, porque esta tienda también es tuya.

Miley parpadeó incrédula, pero finalmente se encogió de hombros y se mordió el labio inferior, considerando la pregunta. Había pensado tanto en ese beso durante toda la semana que no le llevó mucho dar una respuesta:

—Un quince —contestó en un tono tan abstraído como la expresión en su rostro.
—¡Ja, lo sabía! Siempre pensé que sería más de un diez.
—¡Demi! No me estás ayudando nada.
—Lo siento. ¿Te habían besado alguna vez por encima de un ocho? —murmuró su amiga poniéndose seria. La expresión abstraída volvió al rostro de Miley.
—No —musitó.
—Um… Estás ante el típico dilema. Puedes arriesgarte a perder una gran amistad por un amante increíble, o aferrarte a esa amistad y pasarte el resto de tu vida preguntándote cómo habría sido si lo hubieran hecho como amantes.
—Genial, corrígeme si me equivoco, pero me parece que con las dos opciones salgo perdiendo. Creía que querías ayudarme.
—Lo intento —contestó Demi—, solo estaba pensando en voz alta. Dime, ¿lo amas?

Miley se quedó abierta y dejó escapar una risa temblorosa.

—Demi, ¿estás preguntándome si lo amo? Estamos hablando de Nick, por amor de Dios, no de un tío con el que haya tenido una cita a ciegas.

Demi levantó las manos en un gesto aplacador.

—De acuerdo, de acuerdo, cálmate. Las dos sabemos muy bien que te importa, pero, ¿crees que podrías sentir algo más por él?
—No seas ridícula. Me ha besado un par de veces… ¿y esperas que caiga rendida ante él? Estamos hablando de Nick. No puedo enamorarme de Nick. Sería como… Dios, no sé, sería como enamorarme de un hermano mayor.
—Nick no es tu hermano, Miley —le dijo Demi ladeando la cabeza—. ¿Quieres mi consejo? Deja que las cosas fluyan, que ocurran con naturalidad si tienen que ocurrir. Si están hechos el uno para el otro no hay nada que puedas hacer para evitarlo excepto mentirte a ti misma. Es un tipo estupendo, Miley, y creo que se merece que le des una oportunidad. Nada es estático, ni siquiera la amistad, todo está sujeto a constantes cambios. Espera un poco para ver cómo se desarrollan los acontecimientos y deja de atormentarte.

Miley se mordió el labio inferior. ¿Qué pensaría Demi si se enterase de toda la historia? Era un poco difícil dejar que las cosas fluyesen por sí mismas cuando, para empezar, lo que estaban haciendo era parte de una apuesta. Solo en ese momento se dio cuenta de lo mal que podía acabar aquel juego. Estaba arriesgándose a perder para siempre a su mejor amigo.

                                                             ***

Después de la fiesta de cumpleaños, doce años atrás

Nick estaba harto de salir con Barbies, pero eran las únicas chicas que no buscaban nada serio y, desde el cumpleaños de Miley, era el único modo que se le había ocurrido para ocultar el hecho de que estaba obsesionado por su relación con Liam. Aquello no era natural, haber empezado a fijarse en su mejor amiga, haberse dado cuenta, de repente, de lo sexy y atractiva que era. ¿Por qué sus malditas hormonas tenían que alborotarlo cada vez que Miley pasaba por su lado?
Además, últimamente apenas pasaban tiempo juntos, ni hablaban por teléfono. «Ahora es con Liam con quien habla por teléfono, y a quien le manda notas». Claro que era lo normal, después de todo, porque estaban saliendo. Entonces, ¿por qué diablos se sentía tan celoso?

—¡Eh, Jonas! —lo llamó una voz familiar detrás de él.

Dio un respingo y se volvió, encontrándose con el rostro sonriente de Miley, y recibiendo un cálido abrazo que lo hizo sentir como un miserable.

—Miley… ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vaya, qué recibimiento tan agradable —murmuró ella torciendo la sonrisa, y sentándose junto a él en el borde de la mesa del estudio de su padre— Recuérdame que venga a visitarte más a menudo.

Nick se sintió mal. No era culpa de Miley que él fuera un inmaduro. Tenía que intentar controlarse. Después de todo, ella no era de su propiedad, ni él era su guardián. ¿Quién era él para negarle la felicidad que pudiera hallar al lado de Liam? Además, prefería que fuera él antes que cualquier otra persona quien le robase a su mejor amiga. Sí, comportarse con el firmeza de un mártir siempre sería mejor que verse como una víctima.

—Lo siento. Es solo que… bueno, últimamente no sueles venir mucho por aquí, Cyrus —le dijo. Se fijó en que llevaba puesta una faldita de tenis, zapatillas de deporte, y que tenía una raqueta en la mano derecha—. ¿Vas a apuntarte al torneo de Wimbledon?
—Ja, ja —dijo ella frunciendo los labios ante su tono burlón—. No, he quedado con Liam para jugar un partido. Y pienso darle una paliza.
—Oh, ya veo —murmuró él, sintiendo una punzada al escuchar el nombre de su amigo.

 Se levantó y le dio la espalda, colocándose frente a un fichero para que ella no pudiera ver la expresión de su rostro, y abrió un cajón, poniéndose a ordenar las carpetas que contenía.
Miley lo miró extrañada. Tal vez estuviese paranoica, pero le había parecido que el tono de Nick había sonado frío. De hecho, desde la semana pasada no parecía él.

—¿Qué te ocurre, Jonas? ¿He hecho algo que te haya molestado?

Nick intentó por segunda vez poner una carpeta en su sitio, y no fue capaz de contestar.
Miley se quedó callada, preguntándose qué podía pasarle. Quizá fuera el hecho de que últimamente estaba pasando menos tiempo con él y más con Liam.

—Nick, ¿crees que he estado ignorándote o…?

Nick inspiró profundamente y se dio la vuelta. Observó la preocupación en los ojos de Miley, y volvió a sentirse la criatura más vil del universo.

—No pasa nada. Estás loca por ese idiota amigo mío, y él cuenta con mi simpatía, así que… —le dijo esbozando una sonrisa con dificultad—. Es solo que… Bueno, no recuerdo cuándo fue la última vez que hablamos.
—Hablamos ayer.
—Sí, claro, yo te dije «hola» antes de poner a Liam al aparato —dijo él con cierto sarcasmo.

Miley bajó la cabeza.

—Bueno, ahora podemos hablar —murmuró. Alzó el rostro hacia él—. ¿Cómo te va? ¿Sigues saliendo con la encantadora Susie? —inquirió pestañeando de un modo burlón. Nick no pudo evitar reírse.
—Tiene algunas cosas buenas —la defendió Nick frotándose la nuca.
—Oh, sí, he oído a muchos chicos hablar de un par de cosas suyas en particular —contestó ella enarcando las cejas—. Pero dime, ¿tiene madera de esposa o no? Porque si quieres tener esos doce hijos antes de los treinta, tendrás que darte prisa.

Nick sonrió ante el recuerdo de aquella apuesta que habían hecho años atrás. Miley le había asegurado que cuando cumpliera los treinta estaría casado, con doce niños, y llevaría el negocio familiar, como sus padres siempre habían soñado. De pronto, sin embargo, su mirada se ensombreció y apartó el rostro, volviéndose de nuevo hacia el fichero.

—No lo creo.
—Pues entonces tendrás que buscar con más ahínco si quieres darle un heredero a la dinastía Jonas.

El dejó escapar una risa amarga.

—No creo que se pueda decir que es una dinastía.
—Oh, venga, Nick —insistió Miley sonriendo maliciosa— Por donde quiera que pases ves una casa que está siendo construida por Jonas e Hijo.
—El negocio va bien, eso es todo.

Miley advirtió de nuevo la frialdad en su voz.

—No sé por qué, pero me da la impresión de que a ti eso no parece que te haga muy feliz —murmuró.
—No lo quiero, Mi...—contestó Nick, exhalando otro suspiro.

Las palabras de su amigo la dejaron momentáneamente sin habla.

—¿Es una broma?
—Ojalá lo fuera —contestó él, aún sin volverse.
—Mírame, Nick.

Despacio, muy despacio, su amigo se giró hacia ella. Se metió las manos en los bolsillos, cerrando los puños, y la miró a los ojos.

—Creía que tú ya lo habrías imaginado —murmuró. Ella negó con la cabeza.
—No tenía ni idea —contestó—. De hecho pensé que era lo que querías. Te matriculaste en Gestión Empresarial, estás estudiando los exámenes… ¿Por qué estás haciéndolo si no es para tomar las riendas del negocio de tu padre cuando llegue el momento?
—Supongo que quería hacerlo feliz —respondió él—. Deberías ver cómo le resplandece el rostro de satisfacción cuando habla de Jonas e Hijo. Es toda su vida.

A Miley se le encogió el corazón.

—Debes decírselo, Nick.
—¿Cómo? —inquirió él, mirándola angustiado. La joven se quedó callada— ¿Lo ves? No hay salida. No puedo decírselo sin hacerle daño —murmuró Nick—. Lo único que me queda es hacerme a la idea.

Miley sabía cuánto quería Nick a sus padres, y cuánto se había esforzado por ellos. De hecho, a la joven sus padres con frecuencia la habían picado con que él era el hijo perfecto, y que tenía que tomar ejemplo.
En muchos sentidos era cierto que Nick era el hijo perfecto. Sus padres habían esperado largo tiempo por él, y Nick parecía sentir el deber de compensarlos por la ilusión y dedicación con que lo habían criado. Conociéndolo como lo conocía, Miley sabía que, a pesar de lo que desease para sí, su amigo sería incapaz de herir a sus padres o de decepcionarlos.
Se acercó a él y le puso una mano en el brazo.

—Nick, no creo que tus padres quieran que te pases el resto de tu vida haciendo algo con lo que te sientes desgraciado.
— ¿Y sería mejor que les tirase a la cara el trabajo de años, como algo que no quieres?
—Ellos te quieren, Nick —dijo Miley abrazándolo—. Lo superarán. Debes averiguar qué es lo que quieres tú para ti.

Su amigo se quedó dudando un momento antes de responder al abrazo.

—No puedo hacerlo, Miley, esto significa tanto para ellos…

La joven levantó la cabeza de su pecho y lo miró a los tristes ojos.

—Todo se arreglará, ya lo verás.

Nick la miró también, hallando consuelo y comprensión en su mirada esmeralda. Miley era muy especial para él. Era la única persona a la que le había contado aquello, porque sabía que, decidiera lo que decidiera, ella siempre estaría a su lado. Eso era la amistad. Todas aquellas ideas ridículas que había estado teniendo no se debían más que a sus hormonas, se dijo. En esa etapa de la vida era difícil que un chico no se sintiera atraído por una chica bonita. Sí, era simplemente química. Lo que tenían en ese momento era lo único que importaba.
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¿Les gustó? Espero que sí(:
Paciencia con las otras noves, es que no he tenido tiempo para escribirlas :3 pero les prometo que la proxima semana solo me centraré en Como Odio Amarte & en Malas Intenciones[;

Gracias por sus comentarios, como siempre, me sacan una sonrisa y me motivan a subir más & más de mis noves y las adaptadas... las amo!
Un beso, ale.

Amigos y Amantes; Cap 5.

Tras pasar toda la mañana intentando rehuir las preguntas de la curiosona de Demi, Miley se escapó a la orilla del lago a la hora del almuerzo para estar un rato a solas. Se compró en un puestecillo un par de sándwiches y un bote de zumo, y se sentó en la orilla, al calor del sol de principios de junio.
Se puso las gafas de sol, y miró en derredor, inspirando profundamente. Del embarcadero iban y venían las embarcaciones de recreo, repletas de turistas. De pronto, en medio de un grupo de veraneantes, divisó a Nick, aparentemente dándoles indicaciones sobre un mapa, y se acordó de su conversación con Demi. «Increíblemente guapo» no era precisamente la forma en que ella lo habría descrito si alguien le hubiera preguntado cómo era. Alguien como Brad Pitt… pues sí, pero… ¿Nick Jonas? La sola idea casi le daba risa. Bueno, no era feo desde luego, pero… ¿Nick… increíblemente guapo?
Se quedó observándolo en la distancia, fijándose en sus anchos hombros y tórax. No estaba muy fornido, pero sí en buena forma, se dijo abriendo un sándwich y dándole un mordisco. ¿Y el cabello? Tenía el cabello castaño oscuro, nada excepcional, pero no podía imaginárselo rubio o pelirrojo, y lo cierto era que el modo en que le caía sobre los ojos era bastante sexy.
El rostro… Tal vez no fuera perfecto, pero los rasgos en conjunto eran armoniosos, y le daban un aire honesto. Además era muy expresivo. Eso siempre le había gustado, el modo en que podía leer sus emociones al instante.

Los labios de Miley se curvaron en una dulce sonrisa al verlo acariciar la cabecita de una niña. Estaba hablando con ella y la chiquilla se reía. Nick era así. Siempre conseguía hacer sonreír a las personas. Y era un buenazo además, un pedazo de pan. Miley sabía que él detestaba que lo llamaran así, pero era la verdad.
Sus ojos verdes lo siguieron hasta que lo perdió de vista. Demi tenía razón: Nick era un hombre maravilloso. Sí, era amable, y simpático, y cariñoso… Lástima que no fuera su tipo. Aunque, bien pensado, era más bien un alivio, porque si se hubiera sentido atraída por él, podría acabar haciéndose daño con aquella apuesta que habían iniciado

El decimoctavo cumpleaños de Miley.

Finalmente Nick no tuvo que besar a Miley cuando cumplió los dieciocho años. Desde que le hiciera aquella promesa, los dos habían crecido, y sus mundos habían cambiado mucho. Se había unido a ellos Liam Hermsworth. Un compañero de universidad de Nick, convirtiéndose en «los tres mosqueteros», inseparables, y al poco tiempo ella y Liam habían empezado a salir juntos.
—No puedo creer que me ocultaras durante tanto tiempo que tenías un amigo así —acusó Miley a Nick con una sonrisa durante la fiesta—. ¿Lo hiciste para torturarme, o estabas esperando a que me quitaran el aparato de los dientes? —inquirió enarcando una ceja.
—Es que me parecía cruel exponer a mis amigos a la terrible Cyrus —la picó Nick sonriendo también.

Miley lo sorprendió, besándolo de repente en la mejilla y dándole un abrazo.

—Gracias por presentarme a Liam, Jonas, eres encantador.

Nick meneó las cejas de un modo ridículo.

—Ya lo sé, es lo que piensan la mitad de las mujeres de por aquí —dijo. Miley se echó a reír.
—Pero yo te conocí antes que ninguna, no lo olvides —le dijo, dándole un toque en la punta de la nariz con el índice, y tambaleándose ligeramente. Nick la sostuvo.
—Me parece, mi pelirroja amiga, que ha tomado usted alguna copa de más.
—Bueno, es mi cumpleaños —replicó ella rodeándole la cintura y echándose a reír otra vez.
Ryan la llevó hasta un asiento libre, abriéndose paso con dificultad entre la gente, y la ayudó a sentarse.
—Ahora vas a quedarte aquí, e iré a buscarte un poco de café, ¿de acuerdo?

Miley sacudió la cabeza y, frunciendo los labios, dio unas palmaditas en la silla junto a la suya.

—No, ven, siéntate. Quiero hablar contigo, Jonas.
—Bien, pero primero iré a por ese café —dijo él dándose la vuelta.
—¡No! —exclamó ella agarrándolo de la manga—. Siéntate… ahora.

Nick se giró, y la encontró mirándolo entre las espesas pestañas con aire de niña caprichosa. Diablos, sí que había crecido. Y desde luego no era la ausencia del aparato dental lo que había hecho que Liam se fijara en ella. Era como si hubiera florecido de la noche a la mañana. Se sentó a su lado sin poder despegar sus ojos de los de ella.

—¿De qué querías hablar? —inquirió. Miley sonrió satisfecha, y luego se puso muy seria.
—Dime, ¿te parezco bonita?

La pregunta lo pilló con la guardia baja, sobre todo teniendo en cuenta que en ese mismo momento había estado diciéndose lo guapa que se había vuelto.

—No puedo creerlo, he logrado que Nick Jonas se quede sin palabras —dijo Miley prorrumpiendo en risitas.

Por primera vez Nick se sentía incómodo con su mejor amiga.

—Em… será mejor que vaya a por ese café —hizo ademán de levantarse, pero Miley se lo impidió, poniendo una mano en su muslo y haciendo que volviera a sentarse.
—¿Estás evitando la pregunta, Jonas? —inquirió con una sonrisa peligrosa.

Nick estaba demasiado ocupado tratando de evitar los incómodos pensamientos que estaban acudiendo en tropel a su mente como para recordar siquiera la pregunta. Sentía como si la piel lo quemase donde ella tenía puesta la mano. ¿No le había dicho nadie lo que le pasaba a los chicos de veintiún años cuando una chica guapa los tocaba tan cerca de…?
Apartó con cuidado la mano de Miley, colocándola sobre su regazo.

—Qué… qué tontería —balbució—. ¿Por qué iba a evitar esa pregunta? Por supuesto que eres bonita. Has ganado mucho desde que te quitaron el aparato.
—¿Solo por el aparato? —murmuró ella, haciendo un mohín quejoso e inclinándose hacia él—. ¿No me ves cambiada en… nada más?

Nick parpadeó, y volvió a parpadear, logrando que por fin su cerebro volviera a dar muestras de actividad.

—Um… ¿a qué te refieres? —inquirió haciéndose el inocente.
—Pues… ¿no has notado nada nuevo en mí desde la última vez que me viste? —insistió ella, acercándose aún más.

Nick tragó saliva. Se notaba la garganta terriblemente seca. Miley olía tan bien… «¿Qué diablos estás pensando? Alerta hormonal, Jonas, contrólate».

—¿En… en qué sentido?

Miley se puso de pie y giró sobre sí misma, tambaleándose un poco, y quedándose frente a él con los brazos en cruz.

—Vamos, mírame bien.

Nick no tuvo que hacerse de rogar, y la observó largo rato, embelesado. Hasta entonces ni se había dado cuenta de que Miley tenía piernas. La había visto cientos de veces con pantalones cortos, y hasta en bañador, pero jamás se había fijado en ellas. Quizá la diferencia estaba en la ridícula minifalda que llevaba puesta ese día, y en los zapatos de tacón.

—¿Y bien? —inquirió ella poniendo los brazos en jarras.
—¿Eh?
—¿Qué ves?
—Espera un momento, aún no he acabado de mirarte.

Nick se fijó en su cintura. Era la cintura más estrecha que había visto. Sus ojos ascendieron un poco. Otra diferencia era que… bueno, tenía pecho. Eran unos senos más bien pequeños, pero tenían una forma bonita, y se marcaban de un modo indiscutiblemente sensual bajo el ajustado top que llevaba. Después de todo tal vez le gustaban aún más que las piernas, se dijo, pero al bajar la vista meneó la cabeza mentalmente. No, seguía siendo un fetichista de las piernas.
Entonces alzó la vista hacia el rostro de su amiga. Las pecas habían desaparecido, dejando en su lugar una piel tersa y de textura cremosa. Y los labios… no recordaba que hubieran sido siempre tan carnosos. Sin embargo, sus ojos verdes siempre le habían parecido muy bonitos, eso no era nada nuevo, y la naricilla respingona, eso tampoco había cambiado.
Miley agitó la mano delante de su cara para llamar su atención.

—Jonas… ¿lo ves o no?
—Diablos, Cyrus, ¿ver qué? —inquirió él exasperado, sonrojándose ligeramente. Ya había visto más que suficiente, y lo que había visto lo hacía sentirse bastante incómodo—. No sé, a mí me parece que no estás… mal.
—¿Mal? ¿Que no estoy mal? —repitió ella frunciendo el entrecejo contrariada—. Vaya, muchas gracias.
—¿Qué quieres que te diga? —gruñó Nick revolviéndose el cabello con la mano—, ¿qué se supone que tengo que ver?

Miley suspiró, como si le diese lástima, y tomó el rostro de su amigo entre sus manos, sonriéndole.

—¿No lo ves, Jonas? ¡Estoy enamorada! Por primera vez en mi vida estoy enamorada. Y es del hombre más maravilloso del mundo. Al fin voy a averiguar lo que se siente al estar con ese alguien que una chica se pasa esperando toda su vida.

Por alguna razón, Nick sintió que el estómago le daba un vuelco. Se alegraba por ella y por Liam, ¿por qué entonces…? Tal vez era porque jamás había imaginado que sus dos amigos pudieran acabar juntos. Después de todo no era tan incomprensible. Liam era un gran tipo; le había caído bien desde el día que lo conoció en la universidad, en Dublin, y era natural que a Miley le hubiese gustado, porque era guapo, y extrovertido. Además era capitán del equipo de rugby, el primero de la clase, pertenecía a una rica familia de Galway… Lo tenía todo, era la clase de hombre que cualquiera querría para su hermana, y así era como se había sentido él siempre hacia Miley, como un hermano protector. Entonces, ¿por qué de pronto deseaba que no se hubieran conocido?

                                                                       ***

Nick había estado en lo cierto. Aquella tarde, cuando fueron a la orilla del lago, el tiempo no podía ser mejor. La orilla en la que estaban era la más alejada del complejo turístico, por lo que solía estar más tranquila, aunque ese día había allí bastante gente, sobre todo del pueblo. Miley pensó que debían de ser imaginaciones suyas, pero le dio la impresión de que los vecinos con los que se encontraban los saludaban con más efusividad que de costumbre, dedicándoles amplias sonrisas.
Pusieron las toallas sobre el césped, y se sentaron, seguidos por varios pares de ojos. Miley se puso las gafas a modo de diadema y se giró para mirar a Nick, pero él se había tumbado y había cerrado los ojos.

—Ese chisme sobre nosotros parece que se está extendiendo rápidamente —le dijo— Nunca antes habíamos despertado tanto interés.
—No lo creas. Es que tú llevas fuera mucho tiempo. Desde que yo regresé he tenido esta clase de atención. Son los gajes de ser soltero en un pequeño pueblo como este. No puedes saludar a una mujer bonita sin que empiecen a murmurar. En fin, no tienen nada más que hacer, es normal —concluyó encogiéndose de hombros.

Miley se quedó pensativa, y Nick, que intuyó algo en su silencio, le dijo:

—Sé que quieres preguntarme algo, así que hazlo.

La joven lo miró sorprendida.

—Bueno, iba a preguntarte si… ¿has salido con alguien desde que me marché?

Nick abrió los ojos y la miró con una sonrisa maliciosa.

—¿Por qué? ¿No estarás celosa?
—Jajaja. Quiero decir que… bueno, desde que he vuelto que yo sepa no te has citado con ninguna mujer. En fin, me preguntaba si… ¿no te estaré entorpeciendo viviendo contigo?

Nick la miró sorprendido.

—Bueno —continuó Miley—, siempre hemos sido honestos el uno con el otro, y lo cierto es que ahora mismo parece que la mitad de la gente del pueblo piense que yo soy tu vida sexual. Era solo curiosidad —dijo encogiéndose de hombros.

Nick se puso de lado, incorporándose sobre el codo para ponerse al nivel de sus ojos. Vio que en la mirada de Miley había una sincera preocupación y, sin pensar lo que hacía, extendió la mano y apartó un mechón de su rostro.

—Aunque estuviera viendo a una mujer, cosa que los dos sabemos que no está ocurriendo, nunca la llevaría a casa mientras tú estés allí.

Miley advirtió una clara nota de afecto en su voz, y sonrió. Verdaderamente era una buena persona. Sin embargo, no pudo resistir la tentación de pincharlo.

—¿Por qué? ¿Tanto ruido haces?

Nick abrió los ojos como platos, pero al instante reconoció por la mirada de sus ojos que estaba tratando de azorarlo, y le pagó con la misma moneda.

—Cariño, no sería yo precisamente el que haría ruido —le dijo, echándose su aliento en las uñas y haciendo que les daba brillo con la camiseta. Miley se echó a reír.
—¡Serás arrogante! —le espetó. Miley se rio también.
—¿Y tú?, si la situación fuera al revés…
—Ni hablar, nunca haría el amor contigo en la casa —se rió Miley, sonrojándose profusamente.
—Por que tú sí haces mucho ruido, ¿eh? —la pinchó Nick. Sin embargo, a pesar de que no era más que una broma, el solo pensarlo hizo que su imaginación se disparase.

Miley se había echado boca abajo en la toalla para ahogar sus risas, y Nick tuvo que inclinarse para escuchar su respuesta:

—Dudo que pudiera concentrarme sabiendo que tú podías oír algo.

Los celos, ese monstruo de ojos verdes, atenazaron de repente las entrañas de Nick. No tenía derecho a tener celos; Miley era libre y, sin embargo, la sola idea de pensar que había estado con otros hombres o que pudiera estarlo… Se puso de pie y se quitó la camiseta.

—Mejor, porque, fuera quien fuera el tipo, creo que lo machacaría —le dijo sin mirarla— Voy a nadar un poco.

Miley había alzado la cabeza confundida, pero no pudo ver la expresión de su rostro, y observó con el ceño fruncido cómo se alejaba en dirección al agua. ¿A qué había venido aquel arranque? Siempre se había mostrado muy protector con ella, pero…
Su relación estaba cambiando, se dijo la joven con un suspiro. De hecho, nada había sido igual desde que volviera a Irlanda. Últimamente Nick no hacía más que mirarla de un modo extraño, como si nunca antes la hubiera visto. ¿Por qué estaría actuando así?

—Una chica tan bonita como tú no debería fruncir el ceño de esa manera.

Miley se volvió sobresaltada y se encontró con Douglas Booth, de pie junto a ella. Llevaba puesta una prístina camisa blanca abierta y remangada y unos pantalones cortos de color caqui, y sonreía mostrando sus brillantes y perfectos dientes. Parecía uno de esos modelos de los catálogos de verano.

—Trataré de recordarlo —contestó ella, devolviéndole la sonrisa.
—Deberías ir siempre en traje de baño, Miley —le dijo Douglas en un tono seductor, devorando con los ojos su esbelta figura.

La joven se sentó más derecha, sonrojándose ligeramente, y, sin darse cuenta, miró en dirección al lago.

—Sigue en el agua —dijo él.
—¿Quién? —inquirió ella mirándolo y pestañeando. Douglas sonrió.
—Tu «amigo», el señor Guardabosques.
—Oh, te refieres a Nick… Sí, es como un pez —respondió ella vagamente, girando la cabeza otra vez hacia el agua—. Cuando éramos niños hacíamos carreras en el lago, y él siempre ganaba.
—Parece que tenéis una larga historia en común —dijo Douglas, acuclillándose a su lado.

Miley lo miró, dando un ligero respingo al encontrar su rostro tan cerca del suyo.

—Sí, bueno, como te decía el otro día nos conocemos desde hace años, y estamos muy unidos. Y, la verdad —añadió al ver la mirada desaprobadora de la señora Collins—, es que creo que el que estés aquí ahora va a hacer que la gente empiece a murmurar.

A Booth no parecía importarle demasiado.

—No creo que pudiera competir con tu Nick. Por lo que he oído parece que es muy querido en la comunidad.
—Pues por lo que yo he oído, parece que tú no eres de los que se intimidan ante la idea de tener que competir por una mujer —le espetó Miley. Las palabras habían salido de su boca antes de que pudiera detenerlas. Douglas estaba mirándola boquiabierto, y como dolido. Miley quería que se la tragara la tierra.— Lo… lo siento. No debería haber dicho eso. La verdad es que creo firmemente en eso de «inocente hasta que se demuestre lo contrario».
—Miley, yo… —murmuró Douglas inclinándose hacia ella y mirándola a los ojos. Con el índice, le acarició el brazo, subiendo hacia el hombro, y…
—Está usted ocupando mi sitio, señor.