Un
par de horas después yacían aún juntos en la cama, abrazados el uno al otro, y
finalmente Nick levantó la cabeza del pecho de Miley y la miró a los ojos.
—Buenos días —murmuró con una sonrisa seductora. Miley no pudo evitar sonreír también.
Miley apenas esperó a verlo
cerrar la puerta de su dormitorio antes de cerrar la suya, y segundos después
escuchaba los pasos de Liam y Neave por el pasillo.
***
—Tenemos que hablar, Miley.
—Buenos días —murmuró con una sonrisa seductora. Miley no pudo evitar sonreír también.
—Será más bien «buenas
noches» —dijo señalando la ventana. Fuera ya había oscurecido.
—Mmm… Pues yo me siento
como si hubiera despertado a un nuevo y maravilloso día —dijo él besándola.
De pronto, sin embargo,
se oyó el ruido de un coche deteniéndose frente a la casa, cómo se abrían y
cerraban sus puertas, y las voces de Neave y Liam. Miley se separó de Nick y
abrió los ojos como platos.
—¡Oh, cielos! ¡Ya han
vuelto! Tienes que irte, Nick.
—Mmm… ¿y si no quiero?
—murmuró él juguetón.
Miley se bajó de la cama
y fue a ponerse la bata.
—No seas ridículo, Nick,
no pueden encontrarnos así. Además, Ya hablamos de esto, ¿recuerdas?
Él rodó hasta el borde de
la cama, y empezó a recoger su ropa con parsimonia.
—¡Date prisa, Nick!
—siseó la joven nerviosa, yendo a abrir la puerta del dormitorio.
Sin abrocharse los
vaqueros, Nick se echó la camiseta sobre el hombro y se quedó mirándola.
—No hemos hecho nada
malo, Miley. ¿Por qué vamos a tener que escondernos como dos adolescentes? Lo
digo en serio.
Miley gimió desesperada.
—Ahora no, Nick, por
favor… —masculló empujándolo al pasillo—. Ya hablaremos de eso mañana.
Nick se detuvo
obstinadamente en el quicio de la puerta.
—¿Y por qué no ahora?
Se escuchó la llave
girando en la cerradura de la puerta principal y, tras lanzar una mirada
nerviosa a las escaleras, la joven lo miró, y la sorprendió la expresión que
vio en su rostro. ¿Acaso sentía que lo estaba rechazando de alguna manera?
¿Cómo podía pensar eso después de lo que acababa de ocurrir entre ellos?, se
preguntó parpadeando confusa. Si había estado de acuerdo en que aún no podían
decírselo a Liam, ¿cuál era entonces el problema?
—Nick —siseó—, ¿es que
quieres que nos descubra?
—Bueno, no, pero…
—¿Pero qué? —lo cortó
ella desesperada.
Miley volvió a girar la
cabeza hacia las escaleras, y Nick se quedó mirándola, observando encantado que
sus cabellos aún estaban revueltos y sus mejillas teñidas de rubor. Contuvo el
aliento en su pecho, recordando lo que acababan de compartir, y de pronto, como
si hubiese tenido una revelación, supo que estaba enamorado de ella. O quizá,
le susurró una vocecilla en lo más hondo de su alma, quizá siempre lo había
estado. Dios, ¿era eso posible?
Cuando Miley volvió de
nuevo la cabeza hacia él, sus ojos verdes le imploraban que entrara en razón.
—Por favor, Nick, ¿no
podemos discutir esto luego? No querría que arruinásemos ya lo que acaba de
suceder.
Los dos dieron un
respingo al escuchar un crujido en el primer escalón y, tras mirarla un
instante, Nick finalmente asintió.
—Nada podría arruinarlo
—murmuró.
—Lo sé —dijo Miley,
sonriendo con dulzura—. Se lo diremos, Nick, juntos, pero no ahora, ¿de
acuerdo?
Él pareció dudar de nuevo
por un instante, pero volvió a asentir con la cabeza.
—De acuerdo.
Cuatro años antes
—Liam todavía no lo ha superado.
Miley suspiró ante las
palabras de Nick. Ya hacía dos años que había dejado atrás Irlanda y su
relación con Liam.
—No lo creo.
—Bueno, es normal, Miley,
él te amaba. ¿Es que a ti no te está costando seguir adelante?
La joven se cambió el
teléfono de mano antes de contestar.
—Nick, yo lo amaba, pero…
no lo suficiente, eso es todo.
—No te escudes en eso, Miley. En el amor no puede haber medias tintas. O se ama, o no se ama —replicó
su amigo.
Miley se removió incómoda
en su sillón.
—Pues yo sí lo amaba,
pero simplemente no salió bien —concluyó en un tono algo áspero.
—Ya, ¿y qué hay de ese tipo con el que estás saliendo?
Miley frunció los labios.
—Se llama Brad, y para tu
información es muy agradable.
—Pero no es el príncipe
azul, ¿verdad? —adivinó Nick—. Tal vez ya lo habías encontrado y lo dejaste
aquí en Irlanda.
Miley suspiró.
—Escucha, Jonas, sé
que es tu mejor amigo, y créeme que yo también siento que lo nuestro no
funcionara, pero eso no significa que me vaya a pasar el resto de mi vida
lamentándome, ni que no tenga tanto derecho como cualquiera a buscar la
felicidad junto a otra persona.
—Perdona. Tienes razón, y
yo quiero que seas feliz. Espero que algún día encuentres a esa persona.
Se quedaron los dos en
silencio un buen rato, antes de que Miley le preguntara:
—¿Y qué me dices de ti?
—¿De mí?
—Sí, de ti. ¿Crees en el
amor verdadero y todo eso?
—No sé. No estoy muy
seguro de que haya alguien predestinado para cada uno de nosotros.
Miley sonrió
al otro lado de la línea.
—Pues espera y verás, Jonas. El día menos pensado
llegará una mujer que te robe el corazón delante de tus narices.
—Y viviremos felices para
siempre en un palacio encantador —concluyó Nick echándose a reír—. Seguro.
Miley se rió también,
pero volvieron a quedarse callados, y finalmente la joven se decidió a retomar
el tema que hacía unos momentos había evitado. Nick era su mejor amigo. ¿Con
quién si no podría hablar de ello?
—Hablé con él… el otro
día.
Nick siguió callado un instante.
—¿Con Liam?
—Sí.
—¿Y qué tal fue?
—inquirió Nick, conteniendo el aliento.
—Bien, supongo —murmuró
ella—. Al menos pudimos hablar como dos adultos.
—¿Te pidió que volvieras?
—Jonas, por favor, no
insistas sobre eso —le rogó ella frunciendo el ceño—. Lo nuestro está acabado,
y no hay vuelta atrás.
—Entonces, ¿por qué lo
llamaste, después de todo este tiempo?
La joven exhaló un
profundo suspiro. Por el tono exasperado de Nick comprendió que no estaba
preparado para oír la verdad de lo que había ocurrido. Era mejor así. Sí,
prefería que creyera que la culpa de la ruptura había sido enteramente de ella.
—Liam me escribió una
carta… —murmuró—. Y, después de leerla… bueno, había cosas a las que tenía que
contestarle, asuntos que teníamos que tratar, eso es todo.
Nick frunció el entrecejo
extrañado, pero no hizo ninguna pregunta al respecto. No quería entrometerse.
—Nick, yo… también lo
siento por ti, que te quedaras en medio. Debe de ser muy incómodo para ti.
—Eh, vamos, Mi, no seas
boba, no vayas a preocuparte ahora por mí —la cortó él sonriendo—. Además, los
aprecio a ambos por igual, y no voy a tomar partido por ninguno de los dos, te
doy mi palabra.
—Gracias, Nick.***
—Tenemos que hablar, Miley.
La joven se dio la vuelta
al oír la voz de Liam, y esbozó una sonrisa irónica.
—Desde que llegaste me he
estado preguntando cuánto tardaría en escuchar esas palabras.
Liam la había
encontrado en su lugar favorito, el lugar al que iba a pensar, bajo unos árboles,
junto a la orilla del lago. Se acercó, y se sentó a su lado en el suelo.
—Te he echado mucho de
menos —murmuró—. ¿Por qué no has venido a verme? Ya hace meses que volviste de
Estados Unidos.
Miley lo miró a los ojos.
—Bueno, podría decirte lo
mismo.
—Es cierto —admitió él—.
Supongo que podría echarle la culpa al trabajo, o a que paso casi todo mi
tiempo libre con Neave, pero en el fondo solo serían excusas, ¿verdad? —añadió.
Se inclinó hacia ella y le susurró—. ¿Y si dijera simplemente que lo siento, y
que debería haber venido a verte?
Miley sonrió.
—Bueno, creo que
aceptaría la disculpa y te perdonaría.
Liam sonrió también.
—Es una de las cosas que
siempre me gustaron de ti. Lo comprensiva que eras.
La joven frunció los
labios.
—Sí, bueno, excepto en
algunas cosas que no te podía pasar —dijo girando la cabeza hacia la superficie
brillante del lago—. Por cierto, si aún no lo he dicho, me alegro mucho por
Neave y por ti.
—¿De veras?
Miley volvió el rostro
hacia él y lo miró a los ojos.
—El que lo nuestro no
funcionara no significa que haya dejado de importarme tu felicidad —le dijo—.
Sí, claro que me alegro. Neave es encantadora.
Liam bajó la cabeza.
—Sí que lo es.
—Pero…
—¿Cómo sabías que había
un «pero»? —inquirió él alzando la cabeza sorprendido.
Miley dejó escapar unas
risas algo ásperas.
—Porque te conozco, Liam, mejor que nadie.
Él se rascó la barbilla,
como incómodo por el modo en que podía leer sus pensamientos, y al cabo de un
rato prosiguió:
—Bueno, no sé, tal vez
sea el volver a estar aquí, donde Nick, tú y yo lo pasamos tan bien… Fueron
buenos tiempos.
—Es verdad —asintió ella
con una sonrisa sincera.
—O, no sé, quizá sea
cuando los observo a Nick y a ti…
El estómago de Miley dio
un vuelco. ¿Sospechaba algo?
—Creo que es envidia
—continuó Liam—. Los veo a los dos, y parece que se divierten tanto como en
nuestros años de universidad, todo el tiempo bromeando y picándose el uno con
el otro. Me parece que echo de menos eso.
—Liam, no podemos
seguir eternamente como hace diez años.
Él pareció sentirse
irritado ante sus palabras, como si hubiera tocado un punto sensible.
—Lo comprendo, pero… me
gustaría recuperar al menos un poco de la felicidad que nos envolvía entonces.
Estábamos tan bien juntos, Miley, tú y yo…
Aquello estaba tomando un
cariz que no le gustaba a la joven.
—Escucha, Liam, es
natural que tengas dudas ante la idea de casarte, es un paso muy importante,
pero cuando amas a alguien lo suficiente como para proponerle matrimonio…
—A ti te lo propuse una
vez.
Miley sintió una punzada en
el pecho. Era increíble cómo podía afectarla aún, pero de aquello hacía ya
muchos años, y la chiquilla que se había enamorado de él no era la misma que
había regresado a su país después de una huida de seis años, igual que él ya no
era el mismo Liam del que ella se había enamorado.
No, ella había crecido,
había aprendido de sus errores, y había seguido adelante. Sin embargo, aquel
capítulo de su vida jamás se había cerrado del todo, tal vez porque, antes
incluso de averiguar que él la estaba engañando, había empezado a tener dudas
acerca de su relación, de si lo amaba de verdad. Hasta entonces, había estado
culpándose a sí misma por el distanciamiento entre ellos, y después también,
con pensamientos paranoides sobre si ella no había sido suficiente para él y
eso lo había empujado a los brazos de las otras. La sola idea la enfureció en
ese instante.
—Aquello fue diferente
—contestó.
A Liam lo pilló
desprevenido la frialdad de su tono.
—¿Lo fue?
—Óyeme bien, Liam, si
tienes miedo de que Neave te abandone como te abandoné yo, no debes tenerlo, a
menos que seas tan idiota como para fastidiarlo otra vez, y espero que no sea
así, porque Neave te ama en el sentido de «hasta que la muerte nos separe»,
¿comprendes? Tienes que valorar eso en lo que vale. Te quiere por lo que eres
ahora, no por la persona que fuiste hace años.
—¿Y tú?
Miley suspiró.
—Liam…
—Si no te hubiera
engañado, ¿habrías seguido a mi lado?
—Liam, no me hagas
esto…
—Necesito saberlo, Miley
—insistió él repasándose la mano por el cabello—. Necesito asegurarme de que no
hay una segunda oportunidad para nosotros antes de dar el salto que voy a dar.
Miley se quedó mirándola
boquiabierta.
—Ya has dado ese salto, Liam. ¡Por amor de Dios, estás comprometido con Neave!
—Sí, pero necesito
saberlo antes de seguir adelante.
—Liam, basta, déjalo
ya, deja tranquilo el pasado. ¿No es suficiente milagro que aún sigamos
hablándonos que sigamos siendo amigos? Tú sigues importándome, porque lo que
hiciste no ha hecho que eso cambie, y a mí también me entristece que lo nuestro
no funcionara, pero eso pertenece al pasado, y está acabado.
—¿Y cómo explicas que
desde entonces no hayas tenido otra relación desde que cortamos? ¿No te lo has
planteado nunca?
Si él supiera…
—Eso no es asunto tuyo.
—Sí lo es si significa
que tal vez haya esperanzas para nosotros. ¿Y si resulta que estamos hechos el
uno para el otro a pesar de todo, Miley? Podríamos estar tirando por el desagüe
la felicidad de toda una vida sin saberlo.
La joven no podía dar
crédito a lo que estaba oyendo. ¿Cómo podía pensar siquiera esas cosas?
Obviamente Liam no solo no había superado su ruptura, sino que daba la
impresión de que hubiera seguido pensando en ellos todo aquel tiempo. Miley
quería ir a casa, meterse en la cama y taparse la cabeza. Se sentía capaz de
manejar aquello, sobre todo con lo que estaba ocurriendo entre Nick y ella.
Se llevó una mano a la
sien, desesperada. ¿Cómo podría seguir ocultándole a Liam ese secreto a
voces?, ¿y cómo podría contarle a Nick lo que Liam le había dicho?
Liam había extendido el
brazo y le había tomado la otra mano.
—Miley, por favor,
piénsalo al menos… Piensa en lo felices que seríamos… Como en los viejos
tiempos, los tres mosqueteros, ¿recuerdas?
No por mucho tiempo, se
dijo la joven mirándolo espantada, no si tenía que terminar pidiéndole a Nick que eligiera entre ella y su amistad con Liam.
—No puedo, Liam, no
sería justo para…
Pero él no le soltó la
mano.
—Solo piénsalo, Miley.
Podríamos poder retomar nuestra vida juntos…
—¡No!
La joven se apartó de él
con violencia, se puso de pie, y volvió a hacer lo mismo que había hecho seis
años atrás: salir corriendo.
Aquello era demasiado. Los sentimientos que estaban surgiendo
entre Nick y ella eran demasiado frágiles como para ponerlos a prueba. Odiaba a Liam, lo odiaba con toda su alma por hacer las cosas todavía más difíciles.
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Hola! Les subiré varios caps, porque no podré este fin de semana...
muchos besos!
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