sábado, 30 de junio de 2012

The DUFF ; Cap 9.

Después de pensarlo durante un rato, decidí que ser la “Duff” tenía muchos beneficios.


Beneficio número uno: no tiene sentido preocuparse por el pelo.
Beneficio número dos: ninguna presión para actuar de manera cool. Nadie se fija en ti...
Beneficio número tres: ningún drama con los chicos.


Me di cuenta del beneficio número tres mientras estábamos viendo Atonement en la habitación de Demi. En la película, la pobre Keira Knightley tiene que pasar por toda esa maldita tragedia con James McAvoy, pero si Keira no hubiera sido atractiva, el nunca se habría fijado en ella y no le habría roto el corazón. Al fin y al cabo todos sabemos eso de que “es mejor haber amado y perdido...”, todo ese rollo es una tontería.


Esta teoría se aplica a un montón de películas. Piensa en ello. Si Kate Winslet hubiese sido la “Duff”, Leonardo DiCaprio no se habría enamorado de ella en Titanic y nosotros nos habríamos ahorrado un montón de lágrimas. Si Nicole Kidman hubiese sido fea en Cold Mountain, no tendría que haberse preocupado por Jude Law cuando se fue a la guerra. La lista es interminable.


He visto a mis amigas pasarlo mal por un chico continuamente. Normalmente, las relaciones terminaban con ellas llorando (Demi) o gritando (Selena). A mi sólo me habían roto el corazón una vez, pero había sido más que suficiente. Así que, viendo Atonement con mis amigas, me di cuenta de lo agradecida que tenía que estar de ser la “Duff”. Bastante jodido ¿no?


Desafortunadamente, ser la “Duff” no me salvaba de experimentar dramas familiares.


Llegué a casa sobre la una y media de la tarde del día siguiente. Todavía me estaba recuperando de la fiesta de pijamas -donde ninguna habíamos dormido- y apenas podía mantener los ojos abiertos. Sin embargo, el ver mi casa en un estado de completa devastación, me espabiló al instante. Cristales rotos esparcidos por el suelo del salón, la mesita de café estaba boca abajo, como si le hubieran dado una patada y tardé más o menos un minuto en darme cuenta de que había botellas de cerveza dispersas por toda la habitación. Durante un segundo me quedé helada en la puerta pensando que nos habían robado. Entonces escuché los fuertes ronquidos de mi padre en su habitación a través del pasillo y supe que la verdad era aún peor.


No vivíamos en una casa museo por lo que se podía caminar con los zapatos puestos por la alfombra. Hoy era indispensable. Cristales, que suponía procedían de varios marcos de fotos rotos, crujían bajo mis pies mientras iba a la cocina a por una bolsa de basura. La necesitaría para limpiar todo este caos.
Me sentí extrañamente entumecida mientras me movía por la casa. Sabía que tenía que estar alucinando. Quiero decir, mi padre había estado sobrio al menos los últimos dieciocho años y las botellas de cerveza dejaban bastante claro que esa sobriedad estaba en peligro, pero yo no sentía nada, tal vez porque no sabía cómo debía sentirme. ¿Qué podría haber pasado que fuese tan grave como para que recayera después de tanto tiempo?


Encontré la respuesta en la mesa de la cocina, cuidadosamente disimulada en un sobre color manila.


—Papeles de divorcio —murmuré mientras examinaba el contenido del paquete abierto— ¿Qué demonios...? —me quedé mirando la firma de mi madre en estado de shock. Quiero decir, sí, ya me imaginaba que la cosa acabaría más o menos así. Cuando tu madre desaparece durante más de dos meses te lo acabas imaginando. Pero, ¿ahora?, ¿en serio? ¡Ni siquiera me había llamado para avisarme!, ni a papa— ¡Maldita sea! —susurré con los dedos temblorosos. 


Papá no lo había visto venir. ¡Dios!, no era de extrañar que se emborrachara de repente. ¿Cómo podía hacerle esto? ¿Cómo podía hacernos eso a ninguno de los dos?
A la mierda. En serio.
Aparté el sobre hacia un lado y cayó contra el armario donde guardamos las cosas de limpieza luchando contra las lágrimas que me ardían en los ojos. Cogí una bolsa de basura y me dirigí a la devastada sala de estar.
Todo me vino de repente. Sentí un nudo en la garganta mientras cogía una de las botellas de cerveza vacías.


Mamá no iba a regresar, papá había vuelto a beber y yo estaba recogiendo literalmente los pedazos.


Reuní los fragmentos de vidrio más grandes y las botellas vacías y los tiré a la bolsa intentando no pensar en mi madre. Tratando de no pensar en que probablemente tendría un bronceado perfecto. Intentando no pensar en el atractivo latino de veintidós años al que probablemente se estaba tirando. Tratando de no pensar en la perfecta firma que había utilizado en los papeles del divorcio.


Estaba enfadada con ella. Tan, tan enfadada... ¿Cómo podía haberles hecho esto? ¿Cómo podía haber enviado los papeles del divorcio sin venir a casa, ni avisarnos? ¿Acaso no sabía lo que le haría a papá? ¿Y ni siquiera había pensado en mí?, dejando a un lado que ni me había llamado para prepararme.


Justo entonces, mientras daba una vuelta alrededor de la sala, me di cuenta de que odiaba a mi madre. La odiaba por haberse ido para siempre. La odiaba por habernos dejado en estado de shock con esos papeles. La odiaba por haberle hecho daño a papá.


Mientras llevaba la bolsa de basura llena de marcos de fotos destrozados a la cocina, me pregunté si mi padre había querido de verdad romper aquellos recuerdos, aquellos que las fotos habían capturado de mi padre y mi madre juntos. Seguramente no. Esa es la razón por la cual necesitó beber. Cuando incluso eso no consiguió borrar la cara de mi madre de su mente, debió de destrozar la habitación como un borracho loco.


Nunca había visto a mi padre beber, pero sé por qué lo había dejado. Alguna vez, cuando era pequeña, les había oído hablar sobre ello. Supuestamente tenía mal genio cuando estaba borracho. Tan malo que mi madre se había asustado y le había rogado que dejara de beber. Lo cual explicaba la mesa de café volcada. Pero la idea de mi padre borracho...simplemente no tenía lógica. Quiero decir, ni siquiera podía imaginarme a mi padre usando una palabra más fuerte que otra ¡maldita sea!, ¿mal genio?, no me lo podía ni creer.


Esperaba que no se hubiera cortado con ningún cristal. Quiero decir, que yo no le culpaba por esto, culpaba a mi madre. Ella era la que le había hecho esto. Yéndose, desapareciendo, no llamando, no avisando. Mi padre no hubiera recaído si no hubiera visto esos estúpidos papeles. Estaría bien, viendo la televisión por cable y leyendo el Hamilton Journal, no durmiendo la borrachera.


Me dije a mí misma que no llorara mientras ponía la mesita de café de nuevo en su sitio y aspiraba los restos de cristales de la alfombra. No podía llorar, si lloraba no tendría nada que ver con el hecho de que mis padres se estuvieran divorciando. No era una sorpresa.


No tendría nada que ver con el hecho de haber perdido a mi madre, se había ido hace mucho tiempo como para llorar. No me pondría de luto por la familia que una vez tuve.


Era feliz con mi vida tal y como era, sólo mi padre y yo. No, si lloraba, sería de rabia, de miedo o por algo totalmente egoísta. Podría haber llorado por lo que significaba para mí.


Tendría que ser la adulta ahora. Tendría que cuidar de papá. Por el momento mi madre vivía como una estrella en el condado de Orange, ya estaba actuando egoístamente por las dos, así que tendría que echar a un lado las lágrimas.


Justo cuando estaba guardando la aspiradora en el cuarto de la lavadora, empezó a sonar el teléfono inalámbrico.


—¿Hola? —dije.
Buenas tardes Duffy.


¡Oh, demonios! Me había olvidado de que tenía que trabajar con Nick en el estúpido proyecto. De toda la gente que podría ver hoy, ¿por qué tenía que ser justamente él? ¿Por qué el día tenía que ir a peor?


—Son casi las tres —dijo ya estoy listo para ir hasta tu casa. Me dijiste que te llamara antes de salir... Estoy siendo considerado.
Ni siquiera sabes lo que significa eso. eché un vistazo hacia el pasillo, de donde venían los ronquidos de mi padre. El salón, aunque ya no era una trampa mortal, todavía se veía desordenada y no había forma de saber de qué humor se levantaría mi padre, sólo sabía que no iba a ser bueno Mira, pensándolo bien, mejor voy yo a la tuya. Te veo en veinte minutos.


En todos los pueblos había una casa de ese tipo. Ya sabes, la que es tan increíblemente bonita que no pega con el resto del pueblo. Esa casa que es tan fastuosa que parece como si los dueños estuviesen restregándote su dinero por la cara. Cualquier pueblo en el mundo tiene una casa como esa y en Hamilton, esa casa pertenecía a la familia Jonas.


No sé si técnicamente se le podría llamar una mansión, pero la casa tenía tres plantas y dos balcones.


¡Balcones!. Millones de veces me había quedado mirándola embobada mientras pasaba con el coche, pero nunca pensé que llegaría a entrar. Cualquier otro día habría estado un poco emocionada por ver el interior (por supuesto nunca le habría dicho esto a nadie), pero estaba tan ensimismada pensando en los papeles del divorcio que estaban en la mesa de la cocina que sólo podía sentirme ansiosa y miserable.


                                              ***


Nick se encontró conmigo en la puerta de la entrada, con un molesto gesto de confianza en su cara. Se apoyó contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su ancho pecho. Llevaba puesta una camisa azul oscuro de botones con las mangas subidas hasta los codos, y por supuesto había dejado unos cuantos botones sin abrochar.


—Hola Duffy.


¿Sabía cuánto me molestaba aquel nombre? Eché un vistazo hacia el camino de entrada que estaba vacío con la excepción de mi Saturn y su Porsche. 


—¿En dónde están tus padres? —pregunté.
Se han ido. contestó con un guiño— Parece que sólo estamos tú y yo.


Le empujé hacia dentro y pasé a un amplio recibidor poniendo los ojos en blanco del disgusto. Una vez puestos mis zapatos cuidadosamente en la esquina, me di la vuelta hacia Nick que me estaba mirando con vago interés. 


—Vamos a acabar con esto de una vez.
—¿No quieres hacer un tour por la casa?
En realidad no.


Nick se encogió de hombros. 


Tú te lo pierdes. Sígueme. —se dirigió hacia el enorme salón el cual, seguramente, era tan grande como la cafetería del Hamilton High. 


Dos grandes pilares sostenían el techo y tres sofás de color beige junto a dos adorables butacas estaban colocados por la habitación. En una pared vi una enorme televisión de pantalla plana y en la otra una gigantesca chimenea. El sol de enero entraba por las ventanas que se extendían desde el techo hasta el suelo iluminando toda la sala de una manera cálida y natural, pero Nick giró y empezó a subir las escaleras alejándose de la confortable habitación.


—¿A dónde vas? —pregunté.


Me miró por encima del hombro suspirando exasperado. 


—A mi habitación, por supuesto.
—¿No podemos hacer el trabajo abajo? —pregunté.


Los extremos de su boca se curvaron ligeramente hacia arriba mientras enganchaba un dedo en su cinturón. 


—Podríamos Duffy, pero iremos mucho más rápido si escribo en el teclado y mi ordenador está arriba. Tú eres la que dijo que quería acabar con esto de una vez.


Gemí y subí pisando fuerte. 


—De acuerdo.


La habitación de Nick estaba en el último piso, una de las habitaciones con balcón, y era más grande que mi sala de estar. Su cama gigante estaba sin hacer todavía y había caratulas de videojuegos tiradas por el suelo al lado de su PlayStation 3 la cual estaba enchufada a una tele grande. Sorprendentemente la habitación olía bien, a una mezcla entre su colonia Burberry y ropa recién lavada, como si hubiera dejado la colada por ahí o algo así. La estantería a la que Nick se dirigía estaba llena de libros de diferentes autores, desde James Patterson hasta Henry Fielding.


Nick se dobló por la cintura para mirar la estantería, aparté la mirada de sus pantalones Diésel mientras cogía La Letra Escarlata de la balda y se sentaba en su cama.


Me hizo un gesto para que me uniera a él y lo hice reacia.


—Bien —dijo ojeando distraídamente su libro de tapa dura— ¿Sobre qué escribimos el trabajo?, ¿alguna idea?
—No.
—Estaba pensando que podríamos hacer un análisis de Hester —sugirió—Suena a cliché, pero me refiero a un análisis más profundo del personaje. Principalmente, ¿por qué tiene el affaire? ¿Por qué se acuesta con Dimmesdale? ¿Le ama o simplemente es promiscua?


Puse los ojos en blanco. 


—¡Oh Dios mío! ¿Siempre vas a por las respuestas más fáciles? Hester es mucho más complicada que eso. Ninguna de esas opciones demuestra algo de imaginación.


Nick me miró con una ceja levantada. 


—De acuerdo —dijo lentamente —Si eres tan inteligente, ¿por qué lo hizo entonces? Iluminame.
—Por distracción.


Ok, tal vez era algo descabellado, pero yo seguía viendo ese maldito sobre manila.
Pensando en la egoísta de mi madre. Seguía preguntándome lo que significaba que mi padre estuviera borracho por primera vez en dieciocho años. Mi mente buscaba cualquier cosa, cualquiera, que me distrajera de esos pensamientos tan dolorosos, entonces, ¿era tan ridículo pensar que Hester se hubiera sentido de la misma manera?
Estaba sola, rodeada de puritanos hipócritas y casados con un chico inglés horrible y que estaba ausente.


—Sólo quería algo que la distrajera de toda la mierda que había en su vida— mascullé.— Una vía de escape...
—Si eso fue por eso, no funcionó muy bien. Le salió el tiro por la culata.


En realidad no le estaba escuchando. Mi mente había vuelto a una noche de no hace mucho cuando encontré una manera de apartar las preocupaciones de mi cabeza.


Recordé la manera en que mis pensamientos se habían vuelto silenciosos dejando a mi cuerpo que tomara el control. Recordé el éxtasis de la nada. Recordé cómo, antes de que acabara, estaba tan concentrada en lo que había hecho que mis preocupaciones apenas existían.


—...Supongo que tiene sentido. Definitivamente es un punto de vista diferente, y a Perkins le gusta la creatividad. Deberíamos sacar un sobresaliente —Nick se giró para mirarme y su expresión se volvió preocupada de repente— Duffy, ¿estás bien?, estás con la mirada perdida.
—No me llames Duffy.
—Ok. ¿Estás bien Mile...? —antes de que pudiera decir mi nombre, me acerqué a él. Rápidamente mis labios se acercaron a los suyos. 


El vacío mental y emocional tomó el control al instante, pero físicamente estaba más alerta que nunca. La sorpresa de Nick no duró mucho y en cuestión de segundos ya tenía sus manos en mi cuerpo. Mis dedos se enredaron en su suave pelo y su lengua se introdujo en mi boca y se convirtió en una nueva arma de guerra.


Una vez más, mi cuerpo tomó el control completo de todo. Nada más existía en mi mente ningún pensamiento irritante que me agobiara. Incluso el sonido del estéreo de Nick, que estaba tocando algún rock suave que no reconocí, se desvanecía mientras mi sentido del tacto se agudizaba.


Era plenamente consciente de la mano de Nick que subía por mi torso para tocar mi pecho. Con esfuerzo le aparté de mí. Sus ojos se abrieron mientras se inclinaba de nuevo hacia mí. 


Por favor, no me pegues otra vez. —dijo.
—¡Cállate!


Podría haber parado en ese momento. Podría haberme levantado y marchado de la habitación. Podría haber terminado con ese beso, pero no lo hice. La sensación de entumecimiento de mi mente que conseguí al besarle era tan eufórica, como si estuviera drogada, que no pude soportar que terminara tan rápido. Odiaría a Nick, pero él tenía la llave para escapar y en ese momento le quería...le necesitaba.


Sin hablar, sin dudar, me quité la camiseta y la tiré al suelo. No tuvo oportunidad de decir nada antes de que pusiera mis manos en sus hombros y lo empujara sobre su espalda. 
Un segundo más tarde estaba sentada a horcajadas sobre él y nos besábamos de nuevo. Sus dedos me desabrochaban el sujetador que se unió a mi camiseta en el suelo.


No me importaba. No era consciente ni me sentía tímida. Es decir, él ya sabía que yo era la Duff y no tenía que impresionarle.


Desabroché su camisa mientras él me quitaba el pasador de pelo con forma de lagarto y dejaba caer mis rizos caoba sobre nosotros. 
Selena tenía razón, Nick tenía un gran cuerpo. La piel se estiraba sobre su pecho esculpido y mis manos bajaban por sus musculosos brazos con asombro.
Sus labios se movieron por mi cuello dándome un respiro. Sólo podía oler su colonia estando tan cerca de él. Mientras su boca bajaba por mi hombro un pensamiento me vino a la cabeza. Me preguntaba por qué no me había rechazado, a mi, Duffy.


Entonces me dí cuenta. Nick no era precisamente conocido por rechazar a ninguna chica y yo era la que debería estar disgustada.


Pero su boca presionó la mía otra vez y ese pequeño y breve pensamiento desapareció.


Actuando por instinto, tiré del labio de Nick con mis dientes, él gimió suavemente. Sus manos se movieron sobre mis costillas, dándome escalofríos en la espalda. Éxtasis. Puro y auténtico éxtasis.


Sólo una vez, mientras Nick me daba la vuelta sobre mi espalda, pensé seriamente en parar. Miró hacía mí mientras su mano experta alcanzaba la cremallera de mis vaqueros.


Mi cerebro aletargado se despertó y me pregunté a mi misma si las cosas no habrían ido demasiado lejos. Pensé en quitármelo de encima y terminar justo en ese momento. ¿Pero, por qué tendría que parar? ¿Qué tenía que perder? ¿Qué podía ganar? ¿Cómo me sentiría dentro de una hora... o menos?


Antes de que pudiera contestar a esas preguntas, Nick me había quitado los vaqueros y las bragas. Sacó un condón de su bolsillo (ok, ahora que lo pienso, ¿quien lleva condones en los bolsillos? En la cartera vale, pero ¿en el bolsillo? Bastante presuntuoso, ¿no?).


Sus pantalones ya estaban en el suelo también. De repente, estábamos practicando sexo y mis pensamientos estaban en silencio otra vez.




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Ja, ya va a empezar lo bueno apartir de este cap... jaja
Espero les haya gustado, y gracias por sus comentarios de felicitación!!
Las amo!!!

Ya por fin tengo 16!! jaja
Me la pasé genial, y aunque no pude conectarme el jueves, les agradezco sus felicitaciones(:


No olviden comentar, las amo!!

5 comentarios:

  1. O.O ajjaja lo bueno es que se odian jajjaja si no ok ya buena novela sube pronto

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  2. OMG!! SE VOLVIO LOCA, NICK LA VUELVE LOCA, AKSAKSAJKSAJK VOY A MORIR LA DEJASTE EN LA MEJOR PARTE XD BUENO ESPERO QUE LA HAYAS PASADO EXCELENTE EN TU CUMPLE Y QUE HAYAS RECIBIDO MUCHO REGALOS ;D
    VOLVIENDO A LA NOVE, ME ENCANTO LA AME, OMG TODAVIA NO CAIGO! ODIO A LA MADRE DE MILEY EN ESTA NOVE, TMB SE LLAMABA TISH EN LA NOVE? NO ME ACUERDO LA VERDAD JAJAJA BUENO EN FIN, EN EL CAP ANTERIOR NMO ENTENDI MUCHO ESO DE LUCAS... LA HABITACION EN LA CASA DE DEMI... BUENO DSP EXPLICAME JAJAAJ, BESITOS ♥

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    Respuestas
    1. x lo que entndi Lucas es el ex de Miley que la traiciono x eso ella es asi y me imagino q es hermano de Demi o algo asi ;)

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    2. Miley entro al cuarto de Lucas (su ex, hermano de Demi) & recordó cuando hablo con él preguntándole que si tenia a otra y el lo negó, ya después le grita Selena y deja de recordar ese momento(:

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  3. hehe apoyo a Jeny se odian y como terminaron XD q se me hace q Nick le gusta Miley pero como ella lo "odia" x eso es asi con ella y es mas que obio q ya no perdera oportunidad para estar con Miley como amo Niley sube pronto y espero que te la haigas pasado super genialllll cuidate hermosa.

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