domingo, 3 de marzo de 2013

The DUFF ; Cap 33.

Mi buen humor duró hasta el lunes a la tarde. Quiero decir, ¿Cuál era el motivo para irritarse? Ninguno. Las cosas estaban volviendo a la normalidad en casa. Mis amigas no me habían presionado en semanas. Oh sí, y acabé por tener una cita con el chico perfecto.
¿Quién se quejaría?

—No creo que alguna vez te haya visto tan feliz —observó Selena cuando salíamos del estacionamiento estudiantil. Su voz estaba llena de ánimo, un desafortunado efecto secundario del ensayo de animadoras, y ella saltaba arriba y abajo en su asiento— Es tan refrescante.
—Dios, Selena me haces sonar suicida o algo así.
—No es eso —dijo— Es solo que no estas tan amargada como otras veces. Es un buen cambio.
—No soy una amargada.
—Sí lo eres —ella se acercó y me palmeó la rodilla— Pero está bien, Mi. Es sólo parte de tu personalidad. Lo aceptamos. Pero no estás amargada ahora, y eso es genial. No lo tomes como un insulto.
—Lo que sea. —sonreí.
—¡Lo ves! —chilló Selena— Estás sonriendo. No puedes parar ¿no? Como dije, estás más feliz de lo que nunca he visto.
—De acuerdo, quizás tengas razón. —admití. Era algo así como la verdad. Tenía a Sel y Demi de vuelta. Las cosas estaban bien con papá. ¿Por qué quejarme?
—Siempre la tengo. —se inclinó y cambió de emisora de radio era horrible “Los 40 principales”— Así que, ¿Qué hay de tú y Doug? ¿Algún chisme que valga la pena?
—No realmente. Él vendrá a casa esta tarde.
—¡Ooh! Ella se acomodó en el asiento y me guiñó un ojo— Eso suena a algo que vale la pena chismorrear. Habrás conseguido unos condones XL ¿verdad?
—¡Cállate! —dije No es ese tipo de relación, y lo sabes. Sólo vendrá para trabajar en nuestra redacción para Gobierno AP. Es…

Me interrumpí cuando mi móvil, el cual estaba en el porta vasos, comenzó a vibrar fuertemente. Mis dedos inmediatamente se cerraron sobre él. Sabía quien me llamaba, y esos pocos acordes fueron todo lo que necesitaba para arruinar mi tarde.

—¿Britney Spears? Tienes Womanizer como tono ¿en serio? Oh Dios Mío Miles, esa canción es del 2008. —rió Selena. No dije nada. ¿No vas a contestar?
—No
—¿Por qué no?
—Porque no quiero hablar con él.
—¿Con quién?

No respondí, así que Selena cogió mi teléfono y miró el identificador de llamadas. Le escuché su conocido suspiro. Unos pocos segundos después el teléfono dejo sonar, pero no pude forzar a mi cuerpo a que se relajara otra vez. Me sentía tensa y ansiosa, y no ayudaba que los ojos de Selena estuvieran fijos en mí.

—¿No has hablado con él?
—No. —dije entre dientes.
—¿Desde el día que te recogí en su casa?
—Mm-mm
—Oh, Miley... —suspiró.

El sonido paro, bueno, excepto por el molesto ruido de la cantante pop sin talento de la radio, pero ella estaba muy ocupada quejándose acerca de su novio que la había engañado, como para preocuparse por mis problemas.

—¿Qué crees que quiera? —preguntó cuando la canción terminó. Ella sonó un poco amargada.
—Conociendo a Nick… probablemente un consuelo sexual. —me quejé— No es nada más que eso.
—Bueno, entonces esta bien que no hayas contestado. —ella puso mi teléfono otra vez en el porta vasos y cruzó los brazos sobre su pecho Porque él no te merece, Miles. y tú estás con Douglas ahora, y él es perfecto para ti, y te trata de la forma en que deben tratarte… a diferencia del imbécil ese.

Parte de mi quería contestarle. 
Defender a Nick. 
Él realmente no me había tratado mal. Quiero decir, sí, al final me llamaba Duffy, lo que me molestaba, pero a pesar de todo, Nick había sido bueno conmigo.
Aunque no le dije eso a Selena. No dije nada en absoluto. Ella no sabía nada acerca de la última noche con Nick, había sido mi amigo por 12 horas completas. Ella no sabía acerca de la recaída de papá, o la forma en que él me había defendido. Esas eran cosas que nunca le podría decir.

Ella solo estaba enojada con él porque estaba asustada.

Asustada de que volvería con Nick y me olvidara de ella y de Demi otra vez. Haber defendido a Nick no hubiera ayudado mucho.

Douglas había ido de cerebrito a héroe en la mente de Selena. Simplemente porque no me había apartado de ella. No estaba pasando cada tarde con él de la manera que lo hacía con Nick. Y realmente no quería. Algunas veces eso me asustaba, pero me figuré que era normal. Eso era sano, una relación en la que yo no estaba escapando, a diferencia de lo que tenía con Nick. Y de momento estaba feliz por pasar algún tiempo con mis amigas.

Miré a Selena y pulsé el desbloqueo automático de su puerta.

—No te preocupes por mí. Tienes razón Douglas es genial, y ha hecho fácil que lo olvide. Ya lo he hecho. Las cosas están yendo bien para mí, así que no te preocupes.
—Está bien. —dijo— Dios, bueno, te veré mañana Mi.
—Adiós.

Ella salió del coche y yo me alejé conduciendo, preguntándome si le acababa de mentir.
Honestamente, no estaba segura.

De camino a casa, Nick volvió a llamar. Lo ignoré.

Porque las cosas estaban yendo bien para mí.

Porque ya lo había olvidado.

Porque hablar por teléfono y conducir al mismo tiempo no era seguro.

Saqué a Nick de mi cabeza cuando vi el coche de Douglas estacionado frente a mi casa.
Papá no había vuelto del trabajo todavía, así que estaba sentado en las escaleras, de la entrada, con un libro. El sol se reflejaba en la montura de sus gafas, haciendo que se vieran extra brillantes. Como si fueran un trofeo.
Salí del coche y camine y hacía él.

—Hola. —dije— Lo siento tenía que llevar a Selena a casa.

Me sonrió.
No con una sonrisa falsa…
Tenía que despabilarme. No iba a pensar en Nick. No iba a echarlo de menos. No cuando tenía a Douglas. El Douglas, dulce, normal y de brillante sonrisa.

—Está bien. —dijo— Estoy disfrutando del clima. Es muy impredecible en primavera.

Colocó un señalador entre las páginas de su novela

—Esta bien que luzca un poco el sol.
—¿Bronte? —pregunté, viendo la portada de su libro.
—¿Cumbres Borrascosas? ¿No es ese un libro para chicas, Douglas?
—¿Lo has leído?
Bueno, no. —admití—.¿ He leído a “Jane Eyre” que es definitivamente feminista. No estoy diciendo que eso sea un problema. Personalmente soy una feminista total, pero es un poco incompleto para un adolescente.

Él negó con la cabeza. 

—Jane Eyre no es Charlotte Bronte. Cumbres Borrascosas es de Emily. Las hermanas son muy, muy diferentes. Sí, “Cumbres Borrascosas” es usualmente considerada una historia de amor, pero no estoy de acuerdo con eso. Es casi una historia de fantasmas, y hay más odio que romance. Cada personaje es atroz, caprichoso y egoísta… es algo así como ver un episodio de “Gossip Girl” en mil ochocientos. Excepto claro, mucho menos ridículo.

—Interesante. —murmuré, disgustada ya que en secreto veía “Gossip Girl” regularmente.
—No es el favorito de la mayoría de los chicos de mi edad, supongo. —dijo— Pero se lee rápido. Deberías leerlo.
—Tal vez lo haga.
—Deberías.

Sonreí y negué con la cabeza. 

—¿Estás listo para entrar o qué?
—Absolutamente. —cerró el libro de golpe y se puso de pie—. Tú primero.

Abrí la puerta y lo dejé entrar delante de mí, donde inmediatamente se sacó los zapatos.
No es que viviéramos como cerdos o nada de eso, pero nunca nadie había hecho eso en mi casa. No pude evitar estar impresionada.

—¿Dónde trabajaremos? —preguntó.

Se dio cuenta de que lo estaba mirando y miré a otro lado.

— Oh —dije casualmente— Um… ¿mi habitación?

Dios, espero que no piense que soy una acosadora por mirarlo de esa manera.

—Si no te molesta. —dijo Douglas.
—No, está bien. Vamos.

Me siguió escaleras arriba. Cuando llegamos a mi habitación, abrí la puerta despacio mirando rápidamente los artículos vergonzosos (ropa interior, corpiños, etc.) que tal vez estuvieran en el suelo. No había moros en la costa, y recé para que eso no hubiera sido demasiado obvio. Abrí la puerta completamente y le hice un gesto a Douglas para que pasara.

Lo siento, está un poco desordenado. —dije mirando la pila de ropa desordenada, ropa limpia que siempre estaba al pie de mi cama y traté de no pensar en la última vez que un chico estuvo en mi habitación y como se rió de mi neurótica forma de doblar la ropa.

¿Qué pensaría Douglas de ello?

—Está bien. —Douglas y movió una pila de libros de la biblioteca cuyas fechas de entrega habían expirado en mi silla y los puso sobre el escritorio. Y luego se sentó— Tenemos diecisiete, nuestras habitaciones suelen ser desastrosas. No sería natural si no fuera así.
—Supongo que no —subí a mi cama y me senté con las piernas entrecruzadas— Yo solamente no quería molestarte.
—Nada acerca de ti podría molestarme Miley.

Necesité de todo lo que tenía para ignorar cuán cursi sonaba eso. Sonreí de todas maneras y miré mi edredón lila. Nunca recibí tantos cumplidos de una persona, y no era muy buena aceptándolos. Mayormente porque siempre estaba muy ocupada burlándome de lo cursi que sonaban. Pero estaba trabajando en eso.

Y luego, la verdad era que me estaba sonrojando.

Ni siquiera noté que Douglas se movió hasta que estuvo sentado a mi lado.

—Lo siento. —dijo— ¿Te avergoncé?
—No… Bueno, sí, pero no estoy molesta.
—Mientras sea así.

Se inclinó y me besó la mejilla, pero no dejé que parara ahí. Giré la cabeza y presioné mis labios contra los suyos, justo cuando estaba comenzando a retirarse. No fue tan natural como esperaba. Sus gafas se pegaron en la cara por un segundo, pero intente hacerle creer que no me había dado cuenta.

Sus labios eran tan suaves que me pregunté si usaba bálsamo labial. En serio, nadie tiene labios tan perfectos sin cuidárselos ¿no es así? Él debió de haberse sentido asqueado por los míos, que probablemente estaban escariados.

Pero si lo estaban, no lo demostró. Su mano se movió hacía mi brazo y descansó en mi hombro, empujándome hacia él. Nos sentamos en la cama y nos besamos por unos minutos, pero el sonido de mi teléfono rompió el momento. ¡Demonios!

Y por supuesto, era el mismo tono de Britney Spears. Él que menos quería escuchar en ese momento... parecía gritarme. Douglas se separó y miró hacia el suelo donde había lanzado mi bolso. Cuando no me moví, se volvió hacia mí con las cejas levantadas.

—¿Ignorando a alguien? —preguntó.
—Bueno…um, sí.
—¿Estás segura que no necesitas responder?
—Totalmente.

Antes de que pudiera hacer más preguntas, lo besé de nuevo. Duramente, esta vez. Y aunque él dudo por un momento, me lo devolvió. Busqué a tientas quitarle sus gafas y colocarlas en la mesita de noche, al lado de mi cama, antes de que nuestros brazos se entrelazaran alrededor nuestro en un beso más profundo.

Lo empujé hacia las almohadas conmigo. No había suficiente espacio para los dos en mi cama individual, por lo que él tuvo que recostarse parcialmente sobre mí. Una de sus manos estaba en mi pelo y la otra descansaba cerca de mi codo.

Él no estaba tratando de agarrar uno de mis pechos, no había deslizado sus manos debajo de mi camiseta, y no había tratado de desabrocharme los pantalones.

En verdad, Douglas no trató nada riesgoso. Tuve la sensación de que tendría que hacer todos los movimientos yo, como desabotonarle la camisa, y lo hice.

Por un instante, me pregunté si él estaba dudando porque era la Duff. Porque realmente no me encontraba atractiva. A pesar de todos esos cumplidos que me hizo, no se sentía atraído. No como Nick.

No. Sabía que eso no estaba bien. No, era que Douglas no quería las cosas rápidas. Él era un adolescente después de todo, pero él era un caballero. Un paciente, y respetuoso chico, que no quería cruzar ninguna línea. Y nosotros llevábamos poco tiempo.

¿Eso me hacia una ramera? ¿Por el hecho de que sólo lleváramos cuatro días y que yo ya estaba con él en mi pequeña cama? ¿Lo haría para olvidar a Nick?

¿O todas las chicas lo hacen?

Nicole se acostó con la mayoría de sus novios en la primera cita.

Aunque la escuela entera pensaba que Nicole era una zorra.

Selena durmió con David una semana después de que empezaran a salir.

Selena tenía quince años en aquel momento, y David fue su primer novio. Ella era ingenua y estúpida, y no dudó en admitir que fue un gran error.

Pero yo sabía que no me sentiría de esa manera con Douglas. Quiero decir, yo era la que estaba presionando esto. Yo quería ir más lejos con él. Porque me gustaba. Porque era dulce y lindo. Porque él no estaba avergonzado de salir conmigo. No podía pensar en una buena razón para no acostarme con él.

Dios, sólo quería dejar de pensar. Lo besé más fuerte, lo acerqué más, tratando de recrear ese adormecimiento mental que sentía antes… con Nick. Pero no estaba funcionando. No podía dejar de pensar.

Desabotoné el resto de los botones de la camisa de Douglas y lo ayudé a tirarla al suelo. Él era algo escuálido, con casi nada de músculo.
Selena lo hubiera llamado “flaco chic” o algo así. Tentativamente sus manos comenzaron a levantar la parte de abajo de mi camiseta.

Se movía despacio como si esperara que fuera a detenerlo. Me besó, siempre preocupado de que estuviera cruzando la línea. Enganché mi pierna alrededor de su cintura y apreté mi cuerpo contra el suyo.

Sólo Dios sabe cuánto tiempo pasamos besándonos en la cama, sacándonos la ropa al ritmo de un caracol. Estaba sin aliento para cuando tuvo las agallas de sacarme la camiseta y tirarla a la alfombra. Aunque parte de mi, apreciaba su paciencia, no podía evitar pensar.

Se tomó el tiempo suficiente.

Podía sentir su mano derecha avanzando poco a poco, como una tortuga, hacia el cierre de mi sostén. A este paso habría sido media noche antes de que se lo quitara, y por alguna razón, me sentía urgente y ansiosa. Quería que lo quitara. Quería sentirme atractiva y deseada. Quería dejar de pensar. Así que lo empujé y me senté, con mis piernas todavía envueltas alrededor de él. Ambos respirábamos pesadamente, mirándonos el uno al otro.

—¿Estás segura de esto? —susurró.
—Mucho.

Busqué el cierre, pero justo cuando mis dedos alcanzaron el gancho, hubo un golpe en mi puerta.

—¿Miley?

Douglas y yo saltamos, nuestros cuellos se giraron hacia la puerta que se abría.

Nick Jonas nos miró, paralizado en la entrada de la puerta.

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HEY :D
Creo que esta nove les gusta bastante así que hice un mini maratón >.<
Gracias por leer mi entrada ( http://ily-forever-always.blogspot.mx/2013/01/hey-lean-esto-por-favor.html ) y comentar, en serio lo aprecie mucho♥

No olviden comentar, espero que les haya gustado los capis...
Las quiero, Ale.

*Por cierto, espero que me tengan más paciencia con mi nove 'Como Odio Amarte', por el momento solo tengo 2 capis escritos :C y cuando vuelva a publicarla espero no atrasarme y tener capis de reserva, además, no tengo mucha inspiración y no me gustaría arruinar esa nove que tanto les gusta por mi falta de contracción... gracias por entender y esperar.♥

The DUFF ; Cap 32.

Estaba bastante segura que Nick no se me acercaría en el instituto. ¿Por qué iba a hacerlo? No era que me extrañara... o como si yo, realmente, realmente lo deseara. Él no perdía nada. Había un montón de chicas listas de reemplazo y dispuestas a llenar cualquier vacío que pudiera haber dejado en su agenda. Así que no había necesidad de un plan de evasión la mañana del lunes.

Sólo que no quería verlo. Si tuviera que verlo día tras día, nunca podría aspirar a olvidarlo. Nunca podría aspirar a seguir adelante. Por esta situación, era necesario tener un plan, y tenía varios en fila.

Paso uno: Mantenerme distraída en el pasillo en caso de que pasara.
Paso dos: Estar ocupada en Inglés y nunca buscarlo en las aulas.
Paso tres: Ir deprisa hacia el aparcamiento y no correr hacia él.

Papá hizo los tres pasos posibles arreglando mi coche el domingo, así que estaba segura que podía dejar de ver a Nick. En cuestión de semanas, sería capaz de superar nuestra relación, o la falta de ella. Si no, bueno, nos graduábamos en mayo y nunca más tendría que mirar esa sonrisa arrogante.

Esa era la teoría, de todos modos.

Pero en el momento en que la campana sonó el lunes, supe que mi plan se iba a arruinar.
No ver a Nick no necesariamente significaba no pensar en Nick. 
De hecho, pasé la mayor parte de mi día pensando en no mirarlo. Entonces pensé en todos las razones por las que no debía pensar en él. ¡Nunca malditamente iba a terminar! no tenia nada que pareciera distraerme.

Hasta ayer por la tarde.

Yo estaba de camino a la cafetería después de un tiempo insoportable en la clase de gobierno AP cuando sucedió algo que me dio la distracción que necesitaba. Algo increíble e impactante. Algo muy, muy impresionante.

Douglas se puso a caminar conmigo en el pasillo. 

—Oye, —dijo.
—Hola. —hice mi mejor esfuerzo para parecer al menos algo agradable— ¿Qué pasa, muchacho de Harvard?

Douglas sonrió y miró hacia abajo, arrastrando los pies. 

—No mucho —dijo— Sólo se trata de decidir sobre qué escribir para la tarea de redacción. El Sr. Chaucer no fue muy específico. ¿Sobre qué vas a escribir tú?
—No estoy segura. —admití— Estoy pensando en hacerlo sobre el matrimonio gay.
—¿En apoyo o en contra?
—Oh, definitivamente en apoyo. Quiero decir, el gobierno no tiene derecho a decidir quién puede y no puede declarar públicamente su amor el uno por el otro.
—Qué romántico por tu parte. —dijo Douglas.

Solté un bufido. 

—No lo creo. No soy romántica en absoluto, pero es lógico. Negar a los homosexuales el derecho al matrimonio infringe su libertad e igualdad. Ya están bastante jodidos.
—Mis pensamientos son ésos exactamente, —acordó Douglas— Parece que tenemos mucho en común.
—Creo que lo tenemos.

Caminamos un par de segundos en silencio antes de que preguntara: 

—Entonces, ¿Tienes algún plan para la fiesta de graduación?
—No —le dije— No voy a ir. ¿Por qué pagar doscientos dólares por un vestido, treinta y uno por una entrada, cuarenta por el peinado y maquillaje, y un puñado más por la cena, donde lo único que puedes comer es una ensalada sin aderezo porque hay que evitar ensuciarte el elegante vestido? Es un poco ridículo.
—Ya veo. —dijo él— Eso es un poco lamentable... Tenía la esperanza de que fueras conmigo.

Bueno, no lo había visto así. Para nada. Nunca. Douglas Booth, el chico al que había seguido durante años, ¿Quería pedirme que lo acompañara al baile de graduación? Oh, Dios mío.

Oh, Dios mío. Y había criticado totalmente la institución del baile de la escuela secundaria como una obstinada idiota. Prácticamente lo había rechazado sin siquiera quererlo. Oh, mierda. Era un idiota. Una completa idiota. Y ahora estaba sin palabras. ¿Qué había dicho?

Me disculparía o me arrepentiría de lo que había dicho o...

—Pero está bien si te sientes de esa manera, —dijo Douglas—Siempre he pensado que el baile era un rito sin sentido, así que estamos en la misma onda.
—Eh, sí. —dije sin convicción.

Oh, Dios mío. ¡Que alguien me ayudara ahora mismo!

—Pero, —Douglas presionó— ¿Te opones a otra clase de citas ? ¿Las que no incluyen vestidos elegantes o ensaladas de mierda?
—No. No tengo ningún problema con ellas.

La cabeza me daba vueltas. Douglas quería que saliera con él. ¡En una cita! No había estado en una cita real, ya que... infiernos, nunca me habían invitado a una cita real. A menos que cuente la de Lucas en la parte posterior de una sala de cine como una cita.

No había tenido ninguna.

Pero ¿por qué? ¿Por qué a Douglas le gustaría salir conmigo? Yo era la Duff. Las Duffs no tienen citas. No de verdad. Sin embargo, Douglas estaba desafiando las probabilidades. Tal vez era un hombre más maduro que la mayoría. Al igual que yo siempre lo imaginé en mis estúpidos, femeninos, sueños de clase media. No poco profundo. No vanidoso. No engreído o banal. Sino un perfecto caballero.

—Eso es bueno, —dijo— En ese caso... —me di cuenta que estaba nervioso. Sus mejillas se volvieron de color rosa, y estaba mirando sus zapatos y jugando con sus gafas.
—¿El viernes? ¿Te gustaría salir conmigo la noche del viernes?
—Me gustaría...

Entonces sucedió lo inevitable. Pensé en el ser despreciable. En el playboy. En el mujeriego. En la única persona que podía arruinar este momento para mí. 

Sí, me había enamorado de Douglas Booth.

¿Cómo no iba a hacerlo? Era dulce y encantador e inteligente... pero mis sentimientos por Nick iban mucho más allá de eso. Había saltado la piscina para chicos y saltado directo a las profundidad, infestada de tiburones del océano de emociones. Y, si me perdonan la dramática metáfora, era una pésima nadadora.

Pero Selena había dicho que debía seguir adelante, y aquí estaba Douglas, lanzándome un flotador y ofreciéndose para salvarme de morir ahogada. Sería muy estúpida al no aceptar. Sólo Dios sabía cuánto tiempo podría pasar antes de que otro grupo de rescate llegara.

Y, vamos, Douglas era adorable.

—Me gustaría —dije, esperando que mi pausa no lo había asustado demasiado.

—Genial. —pareció aliviado— Te recogeré a las siete el viernes.
—Bien.

Nos separamos en la cafetería, y creo que salté. Sí, salté como una pequeña niña, mi mal estado de ánimo estaba totalmente olvidado.
Y se quedó olvidado.
Para el resto de esa semana, no pensaba en como no debía estar pensando en Nick. No pensé en Nick en absoluto.
Ni una sola vez. Mi cerebro estaba demasiado lleno de cosas como lo que debía ponerme y como me peinaría. Todas las cosas de las que nunca me había preocupado antes.

Hablando surrealistamente.

Pero esas eran las cosas en que Selena Y Demi eran expertas, por lo que vinieron a mi casa la tarde del viernes, y estaban ansiosas de volverme su muñeca Barbie personal. Si no hubiera estado tan nerviosa por esta cita, tendría que haberme horrorizado y chillar por dejarme acicalar y por mi sensibilidad feminista ofendida.

Me obligaron a probarme, como, veinte conjuntos diferentes, todos los odié, antes de decidir sobre uno. Acabé en una falda negra y una blusa color turquesa de escote bajo, justo en la curva de mis pequeños senos.

Luego me pasé el resto de la hora con una plancha de hierro en mi rizado pelo. Les llevó dos horas, no es una exageración, por cierto, para ponerlo todo en orden.
Ya eran las seis cincuenta cuando me pusieron delante del espejo para examinar su trabajo.

—Perfecto. —anunció Selena.
—¡Lindo! —acordó Demi.
—Mira, Miles. —dijo Selena— Toda esa mierda de la Duff es ridícula. Te ves realmente genial, ahora mismo.
—¿Qué mierda es eso de la Duff? —preguntó Demi.
—Nada —le dije.
—Miley piensa que ella es fea.
—¿Qué? —exclamó Demi— Miley, ¿realmente piensas eso?
—No es para tanto.
—Si lo es, dijo Selena— Ella me lo dijo.
—Pero no lo eres, Miley. —insistió Demi— ¿Cómo puedes pensar eso?
—Demi, no te preocupes. le dije No es para tanto.
—Yo sé. —dijo Selena— ¿No seas estúpida? ¿No es atractiva, Dem?
—Es muy atractiva.
—Mira, Miley. Eres muy atractiva.

Suspiré. 

Gracias, chicas. —tiempo para un cambio de tema— Por lo tanto, eh, ¿cómo se irán a casa? No puedo llevarlas en caso que Douglas me recoja en diez minutos. ¿Sus padres vendrán a recogerlas?
—Oh, no. —dijo Demi— No nos iremos.
—¿Qué?
—Estaremos aquí cuando regreses de tu cita. —Selena informó— Entonces tendremos una fiesta ultra femenina, en honor a la gran cita de Miles.
—¡Sí! —chilló Demi.

Yo las miré boquiabierta. 

—No estás hablando en serio.
—¿Parece qué te estamos tomando el pelo? — Preguntó Selena.
—Pero, ¿qué van a hacer mientras estoy fuera? ¿No se aburrirán?
—Tienes televisión. Demi me recordó.
—Y eso es todo lo que necesitamos, —dijo Selena— Llama a tu padre. No tienes elección.

El timbre sonó antes de que pudiera argumentar algo más, y mis amigas prácticamente me empujaron por las escaleras. Una vez que estuve en la sala, empezaron a enderezar mi falda y ajustar el cuello de mi camisa, tratando de agrandar el escote. 

—Tendrás un gran momento. —suspiró Selena felizmente, empujando un poco de pelo detrás de mí oreja— Habrás terminado con lo de Nick rápidamente.

Se me hizo un nudo en el estómago.

—Shh... Sel... —murmuró Demi. Sabía que Selena le había contado toda la historia ahora, pero no me habría dicho nada, lo cual apreciaba. Realmente sólo quería mantener mi mente alejada de Nick como fuera posible.

No había hablado con él desde la mañana en que había dejado su casa. Había tratado de hablar conmigo una vez o dos veces después de inglés, sin embargo. Sólo lo había evitado, haciendo que hablaba con Demi ó Selena y saliendo corriendo de la clase lo más rápido que podía.

—OMG, lo siento, —dijo Selena, mordiéndose el labio— No lo pensé. —se aclaró la garganta con torpeza y se rascó la parte posterior de la cabeza, agitando su cabello.
—¡Diviértete! —intervino Demi, obligando a la incómoda pausa a alejarse—Pero, sabes, no demasiado. A mis padres tal vez no les gustará mucho si tengo que rescatarte de la cárcel.

Yo me reí. Sólo Demi podría salvarnos de esos momentos difíciles con su peculiar humor. Miré a Selena, y pude ver una chispa de miedo en sus ojos. Sabía que quería que superara lo de Nick, pero sabía que estaba preocupada. Preocupada de que la dejara atrás de nuevo. Preocupada porque Douglas la reemplazara.
Pero no tenía nada que temer. Esto era totalmente diferente a mi relación con Nick.
No estaría huyendo más. No de la realidad. No de mis amigos. No de cualquier cosa.
Le sonreí para tranquilizarla.

—¡Ve! ¡Ve! —chilló Demi, con su coleta rubia balanceándose mientras saltaba con entusiasmo.
—Sí. —dijo Selena, sonriéndome— No tengas al chico esperando.

Me empujó y desapareció en el piso de arriba con un ataque de risas y susurros.

—Raras. —murmuré, sacudiendo la cabeza y luchando con una pequeña risita. Respiré hondo y abrí la puerta.
—Hola Douglas.

Estaba de pie frente a la puerta, lucía muy atractivo con su chaqueta azul marino y pantalones color caqui. Parecía un Kennedy. Con un corte plano. Me sonrió mostrando sus dientes de marfil. 

—Hola. —dijo, caminando hacia mí— Había estado esperando a un lado de la puerta—Lo siento. Decidí esperar. Oí risas.
—Ah. —miré por encima del hombro— Sí. Lo siento.
—Wow. Te ves hermosa, Miley.
—No, no. —le dije, totalmente avergonzada. Ningún chico, excepto mi papá me había dicho eso antes.
—Por supuesto que sí. —dijo— ¿Por qué iba a mentir?
—No lo sé. —oh, me había atrapado. ¿Por qué no podía recibir un cumplido? ¿Qué pasaba si huía antes de que incluso comenzara la cita? Dios, eso sería una mierda. Me aclaré la garganta y traté de parecer como si no estuviera golpeándome internamente a mí misma.
—Entonces, ¿estás lista para irnos? —preguntó Douglas.
—Sí.

Salí y cerré la puerta detrás de mí. Douglas me cogió del brazo y me condujo por la acera hacia su Taurus color plata. Incluso abrió la puerta del pasajero para mí, al igual que los chicos hacen en las viejas películas. Muy elegante. No pude dejar de preguntarme, otra vez, por qué estaba interesado en mí. Puso la llave en el encendido y se volvió para sonreírme. Su sonrisa era sin duda su mejor característica. Así que se la devolví, sintiendo pequeñas mariposas revoloteando alrededor de la boca de mi estómago.

—Espero que tengas hambre —dijo.
—Estoy hambrienta —mentí, sabiendo muy bien que estaba demasiado nerviosa para comer.

Para cuando llegamos a Giovanni’s, un pequeño restaurante italiano en Oak Hill, me había sentía un poco más cómoda. Mis nervios se habían relajado, e incluso había conseguido comer un tazón de espagueti sin carne. Estábamos riendo y hablando, y estaba divirtiéndome tanto que no quería que la cita terminara cuando Douglas pagó la cuenta. Por suerte para mí, él sentía lo mismo.

—Sabes, —dijo, mientras las campanas sonaban en la puerta, detrás de nosotros— Son sólo las nueve y media. No tengo que llevarte a casa aún... a menos que quieras, que estaría muy bien, por supuesto.
—No. —dije— No tengo prisa por ir a casa. Pero, ¿Qué quieres hacer?
—Bueno, podemos caminar, —sugirió. Hizo un gesto hacia abajo, a la concurrida calle— No es muy emocionante, pero podemos mirar escaparates o hablar, o...

Le sonreí. 

—Caminar suena divertido.
—Maravilloso.

Él metió su brazo en el mío, y empezamos a caminar por la acera bien iluminada. Pasamos un par de tiendas pequeñas antes de que cualquiera de los dos hablara. Gracias a Dios abrió la boca primero porque, a pesar de que no estaba nerviosa, no tenía idea de lo que podía decir que no hubiera sonado como una completa tonta.

—Bueno, ya sabes todo acerca de mi situación en la universidad, quiero saber sobre la tuya. ¿Has solicitado plaza ya? —me preguntó.
—Sí. He solicitado un par, pero no he escogido ninguna, sin embargo. Creo que soy del tipo de última hora.
—¿Sabes que vas a estudiar?
—Probablemente periodismo, —le dije— No sé, sin embargo. Siempre he querido ser reportera del New York Times. Así que mirare en Manhattan.
—La Gran Manzana, —dijo, asintiendo— Ambicioso.
—Sí, bueno, tal vez me verás terminar como esa chica en “El diablo viste a la moda" —le dije— Una completa perdedora trabajando en alguna revista estúpida de moda cuando todo lo que realmente quieres hacer es escribir sobre los acontecimientos mundiales o entrevistar congresistas revolucionarios...

Él me miró. 

—Oh, no sería una total pérdida.
—Lo que sea. —me reí— ¿Me imaginas escribiendo sobre moda? ¿En un sector usar la talla cuatro es ser gorda? De ninguna manera. Me acabaría suicidando.
—Algo me dice que sería bueno que lo intentaras. —dijo.
—Algo me dice que me estás besando el trasero un poco, Douglas.

Se encogió de hombros. 

—Tal vez, pero no mucho. Eres genial, Miley. Dices las cosas como son, no pareces tener miedo de ser tu misma, y eres una demócrata. Eso te hace impresionante.

Bueno, me ruboricé. ¿Quién me podría culpar? 

—Gracias, Douglas.
—No hay nada que agradecerme.

Wow. Era perfecto ¿O no? Lindo, amable, divertido... y yo le gustaba por alguna desconocida razón. Era como si fuéramos el uno para el otro. Al igual que si él tuviera la pieza del rompecabezas que encajaba con la mía. ¿Podía tener algo de suerte?

Una fría brisa de marzo sopló, y empecé a lamentar haber dejado que Selena y Demi me vistieran. Nunca había estado estacionalmente sensible cuando de ropa se trataba. Mis piernas desnudas se congelaban, no me habían dejado usar medias, y la fina tela de la blusa definitivamente no era escudo contra el viento. Me estremecí y envolví mis brazos alrededor de mí misma en un esfuerzo por calentarme.

—Oh, aquí.  dijo Douglas. Se quitó la chaqueta, igual que los chicos tienen que hacerlo, y me la puso— Debiste haber dicho que tenías frío.
—Estoy bien.
—No seas tonta. —me ayudó a meterme las mangas.
—Honestamente, prefiero no estar saliendo con una paleta helada.

¿Saliendo? Es decir, se trataba de una cita, pero ¿Estábamos saliendo ahora? Nunca había salido con alguien, así que no estaba realmente segura. De cualquier manera, el oírle decirlo me hizo muy feliz... y extrañamente nerviosa al mismo tiempo.
Douglas me dio la vuelta y ajustó la chaqueta alrededor de mi cuello y hombros.

—Gracias. —murmuré.

Estábamos de pie frente a una tienda de antigüedades, con sus ventanas iluminadas por la luz de fantasía, con antiguas lámparas, como las que mi abuelo tenía en su sala de estar.

El resplandor se derramaba en la cara angular de Douglas, brillando fuera de los bordes de sus gafas y destacando sus almendrados ojos... que miraban hacia mí.
Sus dedos aún estaban en el cuello de la chaqueta. Entonces, su mano se movió hacia arriba, a mi hombro a mi mandíbula. Su pulgar rozó mi mejilla, acariciándola una y otra vez. Se inclinó lentamente hacia mí, dándome mucho tiempo para detenerlo si quería. ¡Sí, claro! Como si no hubiera soñado con esto. Y me besó. No como un beso pre-fabricado, ni sólo como un besito bien. Fue un beso real. Suave, dulce y largo. El tipo de beso que había querido compartir con Douglas Booth desde que tenía quince años, y se sentía exactamente como yo siempre había imaginado que lo haría. Sus labios eran suaves y cálidos, y la forma en que se movían sobre los míos hacía que las mariposas de mi vientre se volvieran locas.

Muy bien. Lo sé, lo sé. Creo que la PDA es bruta e inmadura, pero vamos. Estaba un poco distraída para poner atención en quién podría estar mirando. Así que, sí, si puse mis valores habituales de lado por un segundo y mis brazos alrededor de su cuello. Quiero decir, siempre podría volver a mi cruzada contra las muestras en público por la mañana.


***

Llegue a casa alrededor de las once de la noche y papá estaba esperándome en el sofá. Me sonrió y bajo el volumen del televisor. 

—Hola abejorro.
—Hola, papá. —entré y cerré la puerta de la entrada— ¿Cómo te fue la reunión?
—Extraña. admitió papá— Es raro estar de vuelta otra vez... pero voy a acostumbrarme. ¿Y tú? ¿Cómo fue tu cita?
—Increíble. —suspiré. Dios, no podía dejar de sonreír. Papá iba probablemente a pensar que había tenido una lobotomía o algo así.
—Eso es bueno. —dijo papá— Dime otra vez, ¿Con quién saliste? Lo siento. No puedo recordar su nombre.
—Douglas Booth.
—¿Booth? —repitió papá— ¿Quieres decir el hijo de Chaz Booth? ¡Oh, eso es genial, abejorro. Chaz es un buen tipo. Es el director de tecnología de una empresa del centro, por lo que viene a la tienda todo el tiempo. Una maravillosa familia. Me alegro de oír que su hijo es un chico agradable, también.
—Lo es. —le dije.

Un sonido vino de arriba, unos pies arrastrándose, y los dos miramos al techo. 

—Oh. —Papá sacudió la cabeza y me miro— Casi me olvido de ellas. Han estado sospechosamente tranquilas toda la noche.
—Sí. —dije— Debo ir antes de que Selena tenga un aneurisma. Nos vemos mañana, papá.
—De acuerdo. —dijo papá. Cogió el mando de la T.V. y subió el volumen — Buenas noches.

Yo estaba en a mitad de la escalera cuando papá me llamo otra vez. 
—Oye, abejorro.

Me detuve y me apoyé en la barandilla, mirando hacia la sala de estar. 

—¿Sí?
¿Qué pasó con Nick?

Me quedé inmóvil, sintiéndome que me ahogaba un poco. 

—¿Qué?
—Tu amigo. El que... estaba contigo esa noche. —me miró desde el sofá, reajustando sus gafas— No hablas mucho de él.
—No salimos más. —le dije, con esa voz que dejaba claro que no debía hacer preguntas.

Todas las chicas adolescentes conocen esa voz y la utilizan con sus padres con frecuencia.
Por lo general, la orden tácita es seguida. Mi padre me quería, pero sabía que no debía profundizar en el drama de mi alta experiencia escolar. Era un padre inteligente.

—Oh... sólo me lo estaba preguntando.

—Miley. —la puerta de mi habitación se abrió, y Demi, vestida con pijama color naranja neón, saltó de mi habitación. Corrió hasta la mitad de las escaleras y me agarró por el brazo.
—¡Deja de hacernos esperar! Ven y cuéntanoslo todo.

La forma radiante en que Demi casi la empujó sacó la mención de papá sobre Nick de mi mente.

Casi.

—¡Buenas noches, señor Cyrus! gritó Demi y me volvió a arrastrar a mi dormitorio.

Después de unos pasos, mis pies volvieron a subir y recordé que acababa de tener la mejor cita con el hombre de mis sueños. Me sentí sucumbir por la alegría vertiginosa que mis mejores amigas expresaban tan pronto como entré en la habitación.
Gritando, saltando, animadas...
Tenía derecho a sentirme feliz con esto. Incluso los cínicos merecían una noche libre de vez en cuando, ¿no?

The DUFF ; Cap 31.

Estaba parada en el porche cuando me di cuenta de que no tenía las llaves. Anoche Nick me había sacado de casa tan de prisa que ni siquiera había podido tomar el bolso.

Así que me vi a mi misma llamando a mi propia puerta, esperando que papá estuviera despierto para abrirme.

Temiendo, asustándome, recordando.

Di un paso atrás cuando el pomo giró y la puerta se abrió. Ahí estaba papá, con los ojos rojos detrás de sus gafas. Se veía realmente pálido, como si hubiese estado enfermo y podía ver que su mano temblaba en el pomo de la puerta.

—Miley.

No olía a whisky.
Dejé salir el aire que no sabía que estaba conteniendo. 

—Hola, papá. Yo, um, me dejé las llaves anoche, así que…

Se movió lentamente hacia adelante, como si tuviera miedo de que fuera a salir corriendo. Luego envolvió sus brazos alrededor de mí, apretándome contra su pecho y enterrando su cabeza en mi cabello. Nos quedamos así juntos durante un buen rato y cuando finalmente habló, me di cuenta de que las palabras salían como sollozos. 

—Lo siento tanto.
—Lo sé. —murmuré en su camiseta.

Yo también estaba llorando.
Papá y yo hablamos mucho más ese día de lo que habíamos hablado en diecisiete años. No es que no estuviéramos unidos antes. Es sólo que ninguno de los dos era muy expresivo.

No compartíamos pensamientos o sentimientos o hacíamos esa clase de cosas que la gente dice que es importante en esos anuncios de servicio público que ves en Nickelodeon.

Cuando cenábamos juntos, siempre lo hacíamos frente al televisor y no había manera que cualquiera de los dos interrumpiera el programa con alguna conversación tonta. Así es cómo éramos.

Pero ese día hablamos.

Hablamos sobre su trabajo.
Hablamos sobre mis calificaciones.
Hablamos sobre mamá.

—No va a regresar, ¿verdad? —papá se quitó las gafas y se frotó la cara con ambas manos.

Estábamos sentados en el sofá. Por una vez, el televisor estaba apagado. Nuestras voces eran las únicas que se oían en el cuarto. Estaba bien ese medio-silencio, pero era aterrador al mismo tiempo.

—No, papá. —dije tratando de coger su mano valientemente—No lo hará. Este ya no es el lugar adecuado para ella.

Él asintió. 

—Lo sé. Sabía desde hace tiempo que ella ya no era feliz… tal vez incluso antes que ella lo supiera. Sólo esperaba...
—¿Qué hubiera cambiado de idea? —sugerí—, creo que ella también lo quería. Es por eso que se seguía yendo y regresando ¿sabes? No quería encarar la verdad. No quería admitir que quería un… —hice una pausa antes de decir la siguiente palabra— … divorcio.

Divorcio sonaba tan definitivo. Más que una pelea. Más que una separación o una larga gira de conferencias. Significaba que su matrimonio, su vida juntos, estaba realmente acabada.

—Bueno, —suspiró apretando mi mano también— Creo que los dos seguimos diferentes caminos.
—¿Qué quieres decir?

Papá sacudió la cabeza. 

—Tu madre cogió un Mustang y yo una botella de whisky. —se puso de nuevo las gafas y se las ajustó, era un hábito inconsciente, siempre hacía eso cuando trataba de demostrar algo— Estaba tan devastado por lo que tu madre me hizo que olvidé lo terrible que es beber. Olvidé ver el lado bueno.
—Papá.. —dije— No creo que haya un lado bueno en un divorcio. Todo lo que tenga algo que ver con uno es horrible.

Él asintió. 

—Tal vez sea verdad, pero hay demasiadas cosas buenas en mi vida. Tengo un trabajo que me gusta, una bonita casa en un buen vecindario y una hija maravillosa.

Puse los ojos en blanco. 

—Oh, Dios. —murmuré— No me vengas con lo de la película Lifetime, en serio.
—Lo siento, —dijo sonriendo— pero lo digo en serio. Hay mucha gente que mataría por mi vida, pero ni siquiera me había dado cuenta. Lo daba por sentando y tú también. Lo siento mucho, mucho, cariño.

Quise apartar la mirada cuando vi las lágrimas brillando en sus ojos, pero me obligué a seguir mirándole. Había estado evitando la verdad durante mucho tiempo.
Se disculpó muchas veces por todo lo que había pasado durante las últimas semanas. Me prometió empezar a ir a Alcohólicos Anónimos cada semana de nuevo, intentarlo otra vez y a llamar a su padrino. Después tiramos juntos todas las botellas de whisky y cerveza por el desagüe, ambos estábamos ansiosos por empezar de nuevo.

—¿Tú estás bien? —preguntó un millón de veces aquel día.
—Estoy bien. —continúe respondiéndole.

Siempre sacudía la cabeza y murmuraba más disculpas por haberme abofeteado. Por haberme dicho lo que dijo. Después me abrazó.

Un montón de veces ese día, de verdad.

Casi a medianoche, le acompañe en su ritual nocturno de apagar las luces. 

—Cariño... dijo cuando apagó la luz de la cocina— Quiero que le des las gracias a tu amigo la próxima vez que lo veas.
—¿Mi amigo?
—Si. El chico que estaba contigo anoche. ¿Cómo se llama?
—Nick... —murmuré.
—Cierto. —dijo papá— Bueno, lo merezco. Fue valiente para hacer lo que hizo. No sé lo que hay entre ustedes, pero estoy feliz de que tengas un amigo que esté dispuesto a defenderte. Así que por favor agradéceselo.
—Claro. —me di la vuelta y subí las escaleras para ir a mi cuarto, rogando por llegar pronto.
—¿Pero, Miley? —hizo una mueca y se frotó la barbilla— La próxima vez dile que es libre de escribir una carta insultándome primero. Tiene un brazo muy fuerte.

Sonreí a pesar de mí misma. 

—No habrá una próxima vez. —le dije, dando los últimos pasos para entrar a mí cuarto.

Mis padres ya habían encarado la realidad, dejando atrás aquello que les distraía. Ahora era mi turno, y eso significaba dejar a Nick. Desafortunadamente, no habría reuniones semanales, no tendría tutores, ni un programa de doce pasos para aquello a lo que era adicta.



The DUFF ; Cap 30.

Selena aceleró el motor mientras me subía a la vieja camioneta de su madre. La señorita Teefey, antes Señora Gomez; volvió a utilizar su apellido de soltera después de su divorcio, podía tener un vehículo mucho más bonito. Cuando estaba casada con el padre de Selena, tenían un montón de dinero. El señor Gomez le había ofrecido comprarle un Lexus pero ella lo rechazó. A ella le encantaba el viejo y desvencijado Chevy, que adquirió durante el primer año de bachillerato. Su hija, por otro lado, lo odiaba. Especialmente desde el momento en que ese vehículo se convirtió en el único que podía conducir.

Definitivamente, Selena nunca hubiera rechazado el Lexus de su padre.

Desafortunadamente el señor Gomez había perdido todo lo que generosamente había poseído cuando concluyó el divorcio.

Ella estaba mirando a través del parabrisas hacia el caserón mientras me ponía el cinturón de seguridad. Tenía un pijama rosado decorado con ranas verdes debajo de su chaqueta, y su corto cabello sobresalía en todas direcciones. A diferencia de mí, Selena podía hacer que con aspecto desaliñado se viera linda y sexy. Y ni siquiera tenía que intentarlo.

—Hola. —le dije.

Me miró. Sus ojos repasaron mi cara en seguida, buscando algún signo revelador de problemas, y su frente se arrugó. Después de una corta pelea de miradas fijas, se giró y puso la camioneta en marcha, luchando un poco con la palanca de cambios.

—Está bien. —dijo mientras nos salíamos del camino de entrada— ¿Qué está pasando? Y no me digas que las cosas están bien porque levanté mi trasero a las siete de la mañana y muy bien podría retorcerte el cuello si no me das una respuesta sincera.
—Oh sí, porque las amenazas siempre son un buen recurso para animarme a hablar.
—No me vengas con esa mierda. —gruñó Selena— Solo estás evadiendo el tema, como siempre haces. Eso tal vez funcione con Demi, pero deberías saber muy bien que no funcionará conmigo. Ahora explícate. Empieza por contarme ¿por qué te estoy recogiendo en casa de Nick?
—Porque me quedé durante la noche.
—Claro, eso ya me lo había imaginado por mi cuenta.

Me mordí el labio, insegura de por que estaba ocultando la verdad. O sea, no era como si pudiera ocultarle la verdad a ella durante más tiempo. Ella podría averiguarlo todo pronto, así que ¿por qué no escupirlo ahora? Ahora que, de todas formas, Nick y yo habíamos terminado. 
¿Estaba mintiendo, o realmente lo estaba ocultando a propósito ahora? ¿Después de todas estas semanas de secretos había desarrollado un hábito? ¿Y si lo hice, no era hora de dejarlo ya?

Ella suspiró y disminuyó la velocidad de la camioneta un poco.

—Dime la verdad, Miley, porque estoy muy confundida ahora. Confundida y molesta. Se supone que tú odiabas a Nicholas Jonas, y lo odiabas mucho.
—Lo odiaba —dije— Y todavía lo hago… o algo así.
—¿Algo así? Dios mío, deja de darle vueltas al asunto. Mira, las últimas semanas nos has abandonado a mí y a Demi. Apenas te vemos por que ya no haces ni una mierda con nosotras. Demi no lo dirá, pero ella piensa que ya no te gusta estar con nosotras. Está molesta, y yo también, por que nos has abandonado por completo. Siempre estas distraída y abstraída. ¡Y tú siempre le das la vuelta a nuestras malditas preguntas! Diablos, Miley, dame algunas respuestas… por favor. —la ira en su voz se rompió con una pequeña suplica de desesperación. Bajó la voz— Por favor, dime qué está pasando contigo.

Mi corazón me dolió cuando la culpa apretó mi pecho como una boa constrictor. Dejé salir un largo suspiro, sabiendo que no podía mentir más. Al menos, no acerca de esto.

—Hemos estado durmiendo juntos.
—¿Quién? ¿Tú y Nick?
—Si.
—¿Desde cuándo?
—Finales de enero.

Selena se quedó quieta durante un largo momento. Entonces, después de que lo comprendió, pregunto. 

—Si tú lo odias, ¿por qué has estado con él?
—Por que… me hace sentir mejor. Con todo el drama de mis padres y también todo lo de Lucas… yo sólo necesitaba distraerme. Quería escapar de todo eso… ya sabes, de una forma que no fuera suicida. Dormir con Nick parecía una buena idea en su momento.

Me quedé mirando a través de la ventanilla, sin querer mirar la expresión de su cara.
Estaba segura que estaría decepcionada. O, de alguna manera retorcida, tal vez estaría orgullosa de mí.

—Así que… ¿ahí es donde has estado el último mes? —preguntó— ¿Has estado con Nick?
—Si. —murmuré— Cada vez que las cosas parecían ser demasiado, él simplemente estaba ahí. Podía aliviar el estrés sin volveros locas a ti y a Demi. Parecía una buena idea. Y de repente era una adicta… pero todo me atrapó, y ahora todo apesta más que antes.
—OH, DIOS MÍO, ¿estás embarazada?

Apreté los dientes y me giré para mirarla de frente. 

—No, Selena, no estoy embarazada. —¿hablaba en serio?— ¡Dios! Soy lo suficientemente inteligente para usar un condón y he estado en control de natalidad durante tres malditos años, ¿de acuerdo?
—Está bien, está bien. —dijo Selena— No estás embarazada… gracias a Dios. Pero si ese no es el problema, ¿por qué las cosas apestan más que nunca?
—Bueno, por ejemplo, por que tú estás enfadada conmigo… y me gusta Nick.
—Bueno, chica, te estás acostando con él.
—No, lo que quiero decir… —sacudí mi cabeza y me giré para mirar a través de la ventanilla otra vez. Las pequeñas casas suburbanas de Hamilton pasaron por delante de nosotras, simples y limpias. Rodeadas por sus inocentes cercas. Yo mataría por ser simple y limpia como esas pequeñas casas. En cambio, me sentía complicada, y sucia y manchada— No me gusta él. —le expliqué— Me molesta como el demonio el noventa y seis por ciento del tiempo, y a veces no hay nada que me gustaría más que ahorcarlo hasta la muerte. Pero al mismo tiempo yo… yo quiero que él esté feliz. Pienso en él mucho más de lo que debería y yo…
—Tú lo amas.
—¡No! —grité girando para encararla— No, no, ¡No! Yo no lo amo, ¿ok? El amor es raro y difícil de encontrar y toma años y años para que suceda. Los adolescentes no se enamoran. Yo no amo a Nick
—Bien. —dijo Selena— Pero tú sientes algo por él ¿verdad?
—Si.

Ella me miró antes de volver al camino, medio sonriendo. 

Lo sabía, o sea… todos esos chistes que hice sólo eran para tomarte el pelo, pero sabía que algo pasaba después de que lo besaras.
—Cállate. —murmuré— Esto apesta.
—¿Por qué?
—¿Por qué qué?
¿Por qué eso es algo malo? Y que si sientes algo por él. ¿No se supone que eso debería ser grandioso y emocionante y hacerte sentir mariposas en el estómago o lo que sea?
—No. —dije No es grandioso ni emocionante. Es terrible. Es insoportable.
—Pero, ¿por qué?
—Por que yo nunca le voy a gustar a él. —Dios, ¿es que no era obvio? ¿No podía sumar dos más dos?— Nunca se interesará por mí de esa manera, Selena. Estoy perdiendo mi tiempo por pensar en que eso pueda pasar.
—¿Por qué no le ibas a gustar a él? —preguntó ella.

¿Acaso tenía un millón de preguntas o qué?

—Detente.
—No, estoy hablando en serio, Miles. —presionó Selena— Estoy muy segura de que no puedes leer mentes o ver el futuro, así que no veo cómo sabes que nunca le gustarás. ¿Por qué no le gustarías?
—No me estás gustando mucho ahora mismo. —apunté.
—Lo superaré. —dijo— Bueno, tarde o temprano. Pero, en serio ¿qué es lo que impide que le gustes a Nick?
—Yo soy la DUFF.
—Perdón, ¿La qué?
—DUFF.
—¿Eso es solo un mote?
—Las siglas de designed ugly fat friend. —suspiré— La chica fea del grupo. Esa soy yo.
—Eso es estúpido.
—¿Lo es? —dije con voz rota— ¿Es realmente estúpido, Selena? Mírate, mira a Demi. Ustedes parecen como si hubieran salido de un anuncio de Teen Vogue. No puedo competir con eso. Así que sí, yo soy la maldita DUFF.
—No lo eres. ¿Quién te dijo eso?
—Nick.
—¡Me estas jodiendo!
—No.
—¿Antes o después de acostarte con él?
—Antes
—Bueno, entonces, él no lo dijo en serio. —dijo Selena— Él ha estado acostándose contigo, ¿cierto?. Así que debe encontrarte atractiva.

Yo bufé. 

—Mira de quien estás hablando, Selena. Nick no es particularmente quisquilloso cuando se trata de sexo. Podría verme como un gorila y aún así no vacilaría en acostarse conmigo, pero salir conmigo es una situación totalmente diferente. Él ni siquiera saldría con una chica de la Skinny Squad...
—Realmente odio cuando nos llamas así.
— … ¿Pero yo? Él nunca sería el novio de una DUFF.
—En serio, Miley. —dijo Selena— Tú no eres una DUFF. Si alguna de nosotras es la DUFF, esa soy yo.
—Que graciosa.
—No estoy bromeando. —insistió ella— Sigo molesta contigo, así que ¿por qué me mostraría amable contigo? O sea, yo soy como el horrible Bigfoot. Mido más de un metro setenta. Muchos de los chicos tienen que mirar hacia arriba para ver mi cara y a ningún chico le gusta ser más bajo que una chica. Al menos tú eres linda y bajita. Yo mataría por tener tu altura… y por tener tus ojos. Tienes unos ojos mucho más bonitos que los míos.

No dije nada. Estaba segura que ella se había vuelto loca. ¿Cómo diablos podría ser ella la DUFF? Incluso con su pijama de ranas lucía como si estuviera recién salida del certamen Miss USA.

—Si Nick no puede ver lo adorable que eres, él no te merece. —dijo— Sólo necesitas superarlo. Sácate a Nick de la cabeza.

Sí, claro. ¿Superarlo con quién? ¿Quién me querría? Nadie. Pero no podía decirle eso a Selena. Eso podría iniciar otra estúpida pelea y ni siquiera habíamos terminado la primera todavía, así que solo asentí.

—Y… ¿qué hay del chico Booth?

La miré, sorprendida. 

—¿Douglas? ¿Qué ocurre con él?
—Tú has sentido algo por él desde siempre. —me recordó— Y te vi encima de él en la cafetería ayer.
—Él me abrazo. —le interrumpí— Yo nunca estaría encima de él.

Ella puso los ojos en blanco. Dios, no nos poníamos de acuerdo en nada. 

—Lo que sea, la cuestión es que te estabas acercando a Douglas pero de repente tú estás…

Le lancé una mirada de advertencia.

—… de repente te gusta Nick. —concluyó.
—¿Cuál es el problema? —le pregunté.
—No lo sé. —suspiró— Es sólo que… siento que me has ocultado muchas cosas. Como si hubieras cambiado mucho y demasiado rápido. Me siento excluida ahora.

Más culpabilidad. Grandioso. Ella estaba echándome todo encima, pero creo que me lo merecía.

—No es mucho lo que he cambiado. —le aseguré. — Todavía siento algo por Douglas… pero no tiene importancia. Sólo somos amigos. Me abrazó ayer porque consiguió entrar en la escuela que quería y estaba muy feliz. Ojala hubiera pasado algo más que eso pero no pasó. Y lo de Nick sólo es…, es estúpido. Y eso es todo. Podemos hacer como si nunca hubiera pasado. Eso sería lo mejor, de verdad.
—¿Qué pasa con tus padres? ¿El divorcio? No has dicho nada sobre eso desde el día de San Valentín.
—Todo está bien. —le mentí— El divorcio sigue su curso. Mis padres están bien.

Me miró escéptica antes de volver la vista al camino. Sabía que yo estaba harta de todo pero, por una vez, no me presionó más.
Finalmente, después de un largo momento habló otra vez. Afortunadamente había cambiado de tema.

—Está bien ¿Y dónde demonios está tu coche?
—En la escuela. —dije— La batería está muerta.
—Que mal. Creo que tendrás que ir con tu padre para arreglarlo.
—Si. —murmuré. 

Si puedo encontrarlo sobrio por más de diez segundos.
Hubo un largo silencio. Después de unos minutos, decidí tragarme el poco orgullo que me quedaba. 

—Lamento haberte llamado perra ayer.
—Deberías hacerlo. También me llamaste presumida animadora snob.
—Lo siento, ¿sigues enfadada conmigo?
—Sí. —dijo— Quiero decir, no tanto como ayer, pero… realmente me dolió, Miley. Demiz y yo hemos estado tan preocupadas por ti, pero tú apenas nos hablabas a ninguna de nosotras. Te preguntaba y preguntaba si querías salir y tú siempre me evitabas. Entonces te vi hablando con Douglas cuando se supone que deberías estar hablando conmigo, y… yo estaba celosa o algo así. No pienses mal, pero… se supone que yo debo ser tu mejor amiga ¿sabes?, me sentí como si me hubieras echo a un lado. Y ahora, lo que de verdad me molesta es que durmieras con Nick en lugar de, simplemente, hablar conmigo.
—Lo siento. —murmuré.
—Deja de decir eso. No lo lamentes solamente. —dijo— El lamentarlo no cambiará las cosas. La próxima vez, piensa en mí. Y en Demi, también. Te necesitamos, Miles. Y sólo recuerda que estamos aquí para ti y nos preocupamos por ti… por alguna extraña razón.

Yo le sonreí. 

—Lo recordaré.
—Sólo no me abandones de nuevo, ¿está bien? —las palabras salieron en un débil murmullo— Aún con Demi, me sentía muy sola sin ti… y no tenía a nadie genial con quien estar. ¿Sabes cómo apesta tener a Nicole como tu chófer? El otro día casi choca contra un pobre señor en bicicleta. ¿Te conté esa historia?

Condujimos por Hamilton un rato, sólo gastando gasolina y poniéndonos al día con todo lo que nos habíamos perdido. Selena sentía algo por un jugador de baloncesto. Estaba mejorando en inglés. Nada demasiado personal. Selena sabía mi secreto ahora; al menos una parte de él, y ya no estaba enfadada conmigo… bueno no muy enfadada. Me aseguró que yo tenía mucho más que reparar antes de las cosas estuvieran realmente bien.

Condujimos hasta que su madre llamó a las diez, exigiendo saber dónde estaba su camioneta, y Selena tuvo que llevarme a casa.

—¿Le vas a hablar a Demi de esto? —preguntó ella tranquilamente mientras doblaba hacia mi calle— ¿Sobre Nick?
—No lo sé. —suspiré, decidiendo que guardar secretos, no era buena idea. Eso sólo había empeorado las cosas aún más— Mira, puedes contárselo, cuéntalo si quieres. Pero yo no quiero hablar de eso. Yo sólo quiero olvidarlo, si puedo.
—Entiendo. —dijo Selena— Creo que ella debería saberlo. Es decir, ella es nuestra mejor amiga… pero le diré que lo estás superando. Porque eso es lo que estás haciendo ¿cierto?
—Cierto. —murmuré.

No pude evitar sentirme ansiosa cuando ella llegó a la entrada de mi casa. Me quedé mirando hacia la puerta de roble, y a las ventanas cerradas que dejaban ver la sala, y a nuestro simple y limpio jardín con la cerca de puntas. Nunca me había dado cuenta bajo que máscara vivía mi familia. Luego pensé en papá.

—Te veré el lunes. —dije, mirando a lo lejos para que ella no viera la preocupación en mi cara.

Luego me baje de la camioneta y comencé a caminar hacia mi casa.