martes, 26 de junio de 2012

The DUFF : Cap 6.

Cuando estaba en el jardín de infancia, tuve una experiencia traumática. Estaba a mitad de camino, cuando mis piernas temblaron, mis manos sudorosas me hicieron resbalar. Y sentí que faltaba una milla para aterrizar contra el suelo. Todos los niños de cinco años se rieron de mí y de mi rodilla raspada y ensangrentada.


Todos excepto uno.


Selena Gomez salió del grupo de niños boquiabiertos y caminó hasta ponerse delante de mí. Incluso en aquel entonces, yo sabía que ella era hermosa. Su cabello castaño con reflejos negros, ojos color avellana, sus mejillas rosadas... era la imagen de la perfección a los cinco años de edad. Ella podría haber estado desfilando en una pasarela.


—¿Estás bien? —preguntó.
—Estoy bien —le dije con lágrimas gruesas y calientes. No estaba segura de si estaba llorando por el dolor en mis rodillas o debido a que todos los compañeros de clase se reían de mí.
—No, no lo estás, estás sangrando, déjame ayudarte —extendió una mano y tiró de mí hacia arriba. Luego se volvió y les gritó a los chicos que se burlaban de mí.


Después de eso, básicamente, se nombró mi guardaespaldas personal, no me dejaba ni a sol ni a sombra, decidida a mantenerme lejos de los problemas. A partir de ese momento, fuimos las mejores amigas.


Por supuesto, eso fue antes de su popularidad y de que estuviera involucrada en lo de Duff. Ella terminó siendo alta (¡la chica era una amazona!), delgada y hermosa. Terminé viéndome como... bueno, todo lo contrario. Pero al vernos por separado, nadie pensaría que fuéramos cercanas. Nadie diría que la linda reina de la fiesta estuviera con la chica que era la ratoncita gorda de cabello feo del rincón.


Pero fuimos las mejores amigas. Ella había estado allí para mí, a pesar de todo. Se había mantenido conmigo el primer año, después de que yo hubiera tenido el corazón roto por primera vez y aunque no hubiera nada que hacer, sólo darle tiempo. Ella nunca me dejó aislarme o ahogarme en mi propia miseria. A pesar de que ella podría encontrar fácilmente a alguien más lindo, más cool, tener amigas populares, pero ella se quedo conmigo.


Así que cuando me pidió que la llevara a su casa después de la práctica de las animadoras la tarde del miércoles, estuve de acuerdo.


Es decir, después de todo lo que ella había hecho por mí en los últimos doce años, lo menos que podía hacer era llevarla de vez en cuando.


Esperé en la cafetería, mirando fijamente las psicodélicas paredes azules y anaranjadas, la persona que escogió los colores de nuestra escuela debe haber tenido un serio problema con las drogas. 
Tratando de terminar mis deberes de matemáticas. Yo estaba preguntándome a mí misma la vieja cuestión 


—¿Dónde se utiliza esto en la vida real?.


Entonces sentí una mano en mi hombro.


Sentí una sensación espeluznante en mi piel, y supe exactamente quién estaba detrás de mí.


Genial. De puta madre.


Me moví apartándome la mano de Nick y me giré hacia su cara, agarrando mi lápiz como un dardo y apuntando directamente en su nuez de Adán.


Ni siquiera se inmutó. Sus ojos examinaron el lápiz con fingida curiosidad y dijo:


—Interesante. ¿Es así como saludas a todos los chicos que te gustan?
—Tú no me gustas.
— ¿Eso quiere decir que me amas, entonces?


Odiaba la forma suave, segura en que hablaba. Muchas chicas pensaban que era sexy, pero en realidad era un acosador.
Todo en él gritaba ¡violación en una cita!. Ugh.


—Esto quiere decir que te odio —le espeté—. Y si no te quedas lejos de mí, te acusaré de acoso sexual.
—Podría ser un caso difícil —reflexionó Nick. Quitándome el lápiz y comenzando a darle vueltas entre sus dedos—. Sobre todo teniendo en cuenta que fuiste tú quien me besó. Técnicamente, puedo acusarte de acoso.


Apreté los dientes. Seguía odiándolo a pesar de eso, no me molestaría siquiera en recordarle que él había estado más que dispuesto a participar. 


—Devuélveme mi lápiz. —murmuré.
—No lo sé —dijo. Contigo esto podría ser clasificado como un arma peligrosa... junto con los vasos de refresco de cereza. Interesante opción, por cierto. Yo siempre creí que eras una chica de Sprite. Sabías que... claro.


Lo fulmine con la mirada, esperando su combustión espontánea antes de que yo agarrara los libros de texto y los cuadernos de la mesa. Eludió mi intento de pisar su pie y se quedó mirándome mientras me marchaba por el pasillo. Estaba a medio camino de la gimnasio, donde Selena, la capitana de las animadoras, debía haber terminando su práctica, cuando me alcanzó.


—Oh, vamos, Duffy. Eso fue sólo una broma. Relájate.
—No fue divertido.
—Tu sentido del humor necesita algo de práctica, entonces —sugirió Nick— La mayoría de las chicas encuentran mis bromas divertidas.
—Esas chicas deben tener su coeficiente intelectual lo suficientemente bajo como para caer.


Se echó a reír. Al parecer, yo era la divertida.


—Oye, tú nunca me dijiste por qué te enfadaste la otra noche —dijo—. Estabas demasiado ocupada empujando tu lengua en mi garganta. Entonces, ¿cuál era el problema?
—Ninguno de tu...— empecé, pero me detuve de repente— ¡Oye! no... No hubo lengua!


Me recorrió un escalofrío de rabia, cuando me di cuenta de su sonrisa traviesa.


¡Estupido! ¡Lárgate de aquí. Dios, ¿por qué me acechas? Yo pensé que Nick Jonas no perseguía a las chicas. Pensé que ellas lo perseguían a él, ¿verdad?
—Tienes razón. Nick Jonas no persigue a las chicas, y no te estoy persiguiendo —dijo— Estoy aquí esperando a mi hermana. Ella está haciendo un examen del Sr. Rollins. Yo solamente te vi en la cafetería y pensé…
—¿Qué? ¿Pensaste en torturarme un poco más? —apreté mis puños— Déjame sola. Ya me has hecho bastante.
—¿Qué te he echo? —se preguntó, sonando un poco sorprendido. 


No le respondí. No quería darle la satisfacción de saber que lo de Duff me molestaba a causa de él. Disfrutaba demasiado de ello.
En su lugar, salí corriendo hacia las puertas del gimnasio tan rápido como pude. Esta vez no me siguió, gracias a Dios.
Me apresuré en entrar en el gimnasio azul y naranja .¡Oh, Dios!. Los colores brillantes...
Yo podía sentir el dolor de cabeza acercándose...y me senté en las gradas más cercanas.


—¡Muy bien el ensayo , chicas! —gritó Selena desde el otro lado del gimnasio— Bueno, el próximo partido de baloncesto es el viernes. Las quiero a todas practicando el baile, y Nicole trabaja las patadas altas. ¿De acuerdo? 
—¡El Escuadrón Skinny! murmuró en un acuerdo general.
—Impresionante —dijo Selena— Hasta luego, muchachas. ¡Vamos Panteras!
—¡Vamos Panteras! —corearon las otras animadoras, ya separadas. La mayoría de las chicas salieron corriendo hacia los vestuarios, unas pocas se dirigieron a las puertas, charlando entusiasmadas con sus amigas.


Selena salto sobre mí.


—Hola, Mi —dijo— lo siento se nos fue el tiempo. ¿Te importa si me cambio antes de salir de aquí? Me siento un poco sucia.
—No me importa. —murmuré.
—¿Qué pasa? —preguntó ella, sospechando inmediatamente.
—Nada, Selena. Ve a cambiarte.
—Miley, qué puedo hacer…
—No quiero hablar de ello. —yo no estaba de humor para entrar en otro debate sobre Nick con ella. Probablemente acabaría defendiéndolo como la última vez— Estoy bien, ¿de acuerdo? —le dije, suavizando mi voz—, un largo día. Dolor de cabeza. —Selena aún parecía escéptica cuando caminaba, bastante menos animada, hacia los vestuarios.


Fantástico. Me sentía como una desgraciada total. Ella sólo quería asegurarse de que yo estaba bien, y la alejé. No debería haberme irritado con ella a causa de Nick, aunque ella pensara que era un maldito príncipe.


Pero cuando salió del vestuario con su sudadera con capucha y los pantalones vaqueros, su alegría habitual había vuelto. Ella se acerco hasta donde estaba sentada con su mochila cargada en el hombro, con una sonrisa pegada en su rostro impecable, sin problemas.


—A veces, no puedo creer la mierda se escucha en los vestuarios —dijo— ¿Estás lista para irnos, Miles?
—Claro —recogí mis libros y comencé a caminar hacia las puertas del gimnasio, con la esperanza de que Nick no estuviera al acecho en los pasillos. 


Selena debió haber notado mi ansiedad. Pude ver la tensa mirada de preocupación en su rostro, pero ella no dejó que lo notara esta vez. En cambio, dijo 


—Así que, de acuerdo, Nicole realmente va a conseguir la reputación de ser una zorra.
—Ella ya la tiene.
—Bueno, sí —Selena admitió—, pero está a punto de empeorar. Ella está saliendo con un jugador de fútbol junior, ya sabes, como se llame, pero ella le dijo a un tipo de la escuela Oak Hill que quería llevarle a la Fiesta del Baloncesto. No sé por qué se hace estas cosas así misma. Tú, Demz, y yo tendremos asientos en la primera fila para el drama, cuando llegue la noche. Por cierto, ¿qué te pondrás para salir?
—Nada.
—Caliente, pero dudo que te dejen entrar desnuda, Mi. — estábamos caminando por el laberinto de mesas en la cafetería para llegar hacia el estacionamiento.
—No. Me refiero a que Demi y yo no vamos a ir a la Fiesta —dije.
—Por supuesto que sí, —protestó Selena.


Negué con la cabeza. 


—Demi está castigada. Yo le prometí que iba a ir y que veríamos unas películas para chicas.


Selena me miró atónita mientras se abrió paso entre la puerta azul y entró al frío estacionamiento de estudiantes. 


—¿Qué? Pero si a Demi le encanta la Fiesta del Baloncesto. Es su favorita después de la Fiesta del Fútbol.


Sonreí un poco, a pesar de mí misma. 


—Y Sadie Hawkins. (cuyo baile de la escuela secundaria, donde las chicas invitan a los chicos).
—¿Por qué no sabía yo esto? El baile de bienvenida está cerca. ¿Por qué nadie me lo dijo?


Me encogí de hombros. 


—Lo siento. Yo ni siquiera había pensado en ello. Y creo que Demi sigue estando batida. No quiere hablar de no poder ir.
—Pero…pero ¿con quién voy a ir al baile ahora?
—Um, un chico —sugerí— Sel, no es que sea difícil que tú puedas conseguir una cita.


Cogí las llaves del coche de mi bolsillo trasero y abrí las puertas de mi Saturn.


—Bien, ¿quién demonios quiere ir con una gorda peluda?
—Tú no eres eso.


Se subió en el asiento del copiloto y se envolvió en la manta que Demi había usado un par de noches antes. 


—Maldita sea, Miley. Tú, realmente, necesitas conseguir una calefacción de mierda.
—Y tú necesitas, realmente, conseguir tu propio coche.


Ella cambió de tema. 


—Está bien, de vuelta al baile. Si ustedes dos no van... ¿se molestarían si les estropeo la fiesta de películas? Podría ser una noche de chicas. No hemos hecho una desde hace mucho tiempo.


A pesar de mi estado de ánimo de mierda, le sonreí. Selena estaba en lo cierto. Nosotras no habíamos tenido una noche de películas juntas en mucho tiempo, y sería agradable pasar el rato sin el drama de los chicos o música tecno fuerte. Por una vez, en realidad podríamos divertirnos en la noche de viernes.


Así que, bajé el volumen de mi auto radio y le dije: 


—Una semana, a partir del viernes, es una cita.



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