Miley caminó por delante de la salida de viajeros
del aeropuerto de Las Vegas esperando ver a su hermana y a su cuñado. La idea
de salir de viaje los tres juntos, solos, en barco por el lago Lake Mead, era
estupenda. Tenía que agradecérselo a Demi. Por una parte iba a poder ver a su
hermana antes de que ésta diera a luz a una niña en el plazo de dos meses, y
por otra Demi iba a poder darle algunos consejos en cuanto a los esfuerzos
que estaba haciendo para sacar adelante su vida.
La idea de convertirse en tía le había hecho sentir
inseguridad en su estilo de vida. Deseaba más estabilidad. Quizá encontrara
algo valioso por lo que luchar en su última aventura de convertirse en
profesora de yoga, pero tampoco estaba del todo segura. Necesitaba
desesperadamente el apoyo de Demi. Era, pensó con una sonrisa, como cuando de
niña corría con sus ejercicios sin terminar. Demi sabría qué hacer.
Miley llevaba bastante tiempo pensando en ese asunto,
desde antes de la boda. Pero no era un momento propicio para grandes charlas
con Demi. Después del desastre y la vergüenza de lo ocurrido con Nick Jefferson había intentado mantenerse discreta.
De hecho estaba tratando de evitarlo cuando,
durante el banquete, tropezó y se cayó en la fuente del hotel.
Él seguramente pensó entonces que estaba borracha, pero
lo cierto era que no había bebido nada. No quería sentirse violenta de nuevo. Tampoco
tenía la culpa de que dos camareros con bandejas de bebidas se quedaran
absortos mirándola salir de la fuente y tropezaran el uno con el otro. ¿Es que
acaso habría podido evitar que fuera precisamente Nick Jefferson quien
estuviera a tiro en ese momento? Las bandejas fueron a aterrizar justo sobre
él. Gracias a Dios no iba a verlo mucho. Aparte de sentirse atraída hacia él e
intimidada al mismo tiempo por su eficacia, según parecía cada vez que estaba en
su presencia ocurría un desastre.
Se concentró en la riada de gente que salía por la puerta
del aeropuerto y por fin vio a Demi. Sintió un escalofrío recorrer su espalda
y se apresuró hacia ella con los brazos abiertos.
—¡Ven aquí, gordinflona!
—¡No soy una gordinflona! —contestó Demi abrazándola
con fuerza—. Es sólo que me he tragado una sandía.
—Estás encantadora con tu sandía.
—Es cierto, ¿a que sí?- dijo Joe acercándose a ella
con una bolsa de viaje.
Su rostro, por lo general de buen humor, estaba
algo más rollizo. Probablemente se debiera a las artes culinarias de Demi,
pensó. Soltó a su hermana y abrazó a Joe.
—¿Eh, qué es eso de encestar en mi hermana?
—Es lo que suelen hacer los chicos. —contestó él—.
Ya veo que vamos a necesitar hablar de la vida. ¿Qué tal estás? ¿Te has caído
en alguna fuente últimamente?
Miley lo agarró de la cabeza y tiró de él para
susurrarle:
—Ese comentario puede resultar peligroso cuando vamos a ir a navegar juntos una semana. A veces ocurren accidentes, ya sabes.
—Miley... —la llamó Demi con voz algo trémula—, tenemos
una sorpresa
—¿Gemelos? —preguntó ella volviéndose hacia su
hermana.
—No. —contestó Demi indicándole que mirara a su
espalda.
Por primera vez, Miley amplió su campo de visión para
ver quién estaba detrás de su hermana y de su cuñado. Al ver quién era, vestido
con un traje como si fuera a hacer negocios por la Michigan Avenue con el
maletín en la mano, tragó.
—Viene con nosotros a navegar. Podremos organizar
un baile los cuatro. ¿No crees? —añadió Demi.
Miley pudo ver en los ojos marrones de Nick Jefferson
la misma sorpresa que debía reflejarse en los suyos.
—¿Miley viene con nosotros? —preguntó Nick.
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