La
primera vez que Nick volvió a ver a Miley tras el incidente del festival, fue
en un baile organizado por el gobierno local. El primer evento público al que se
decidía a ir en semanas, y tenía que ir a encontrársela allí… ¡bailando con
aquel condenado Booth!
Sin pensar lo que hacía,
se dirigió derecho a ellos, abriéndose camino entre las parejas que bailaban, y
con los ojos de toda la comunidad fijos en él.
—¿Se puede saber qué
diablos estás haciendo aquí? —le espetó a Miley.
La joven y Douglas se
detuvieron.
—Creo que lo llaman
bailar —masculló ella, enarcando una ceja.
Nick se quedó mirándola,
entre atónito y furibundo.
—Déjame tranquila, Nick.
No es asunto tuyo lo que esté haciendo o con quién.
—¡Ya lo creo que lo es!
—Escuche, Jonas —le
dijo Booth en un tono conciliador—, la señorita le ha pedido que la deje en
paz. Me parece que está muy claro que no quiere hablar con usted.
Si hubiera podido, Nick lo habría fulminado con la mirada.
—No se meta donde no lo
llaman, Booth, a menos que quiera que le parta los dientes.
—¡Nick!
—Lo digo en serio. Como
vuelva a decir otra palabra te juro que lo tumbo aquí mismo —le aseguró Nick.
Miró en derredor, ignorando las miradas de los demás asistentes—. ¿Dónde está?
—¿Dónde está quién?
—contestó Miley frunciendo el ceño.
—Sabes muy bien a quién
me refiero. ¿Dónde está Liam?
Miley se cruzó de brazos
y frunció los labios.
—Oh, te refieres al
hombre en cuyos brazos prácticamente me echaste. Pues no sé, supongo que estará
en Dublín… con su prometida—y girándose hacia Booth, entrelazó su brazo con
el de él y le dijo—: Douglas, ¿te importa si vamos a otro sitio? La verdad es que
detesto los lugares atestados de gente.
Nick se había quedado paralizado,
pero al verla alejarse la agarró por el brazo para retenerla.
—¡Espera un momento! ¿No
te fuiste con Liam?
Douglas cometió el error de
interponerse entre los dos. Apartando la mano de Nick.
—¿Por qué no la deja
tranquila, Jonas? Como le dije antes ella le ha dicho que no quería…
No pudo terminar la
frase. Nick le pegó un puñetazo, derribándolo. Hubo algún «¡oh!» entre los
asistentes, y la gente empezó a cuchichear.
—¡Por Dios, Nicholas! ¿Qué
crees que estás haciendo? —le gritó Miley—. ¿Estás bien, Douglas? —inquirió
arrodillándose junto a Booth.
—Se lo advertí —dijo Nick, con la mandíbula tensa mientras se frotaba el puño— ¿Dónde has estado
hasta ahora si no has estado con Liam?
Miley ayudó a Douglas a
levantarse antes de enfrentarse a Nick.
—Eres un completo idiota,
¿lo sabías? ¿Quién diablos te has creído que eres para venir aquí con
exigencias cuando me entregaste a Liam? Por mí puedes irte al infierno, ¿me
oyes?
—¡Lo besaste!
—¡Y tú besaste a Nicole Anderson!
—¡Eso fue distinto!
—¡Y un cuerno!
Se quedaron mirándose,
retándose con la mirada, hasta que finalmente fue Nick quien decidió que
aquella era una batalla perdida.
—Como quieras —masculló
furioso—. Quédate con tu donjuán de tres al cuarto —le espetó señalando con la
cabeza a Booth, que estaba sujetándose dolorido la mejilla derecha.
Miley no pudo resistirse
cuando vio que se daba la vuelta para alejarse en dirección a la salida.
—Oh, y por cierto, ese
amigo tuyo al que ibas a entregarme tan caballerosamente…
—¿Qué pasa con él?
—inquirió Nick con aspereza, girándose en redondo.
—Que fue él quien
fastidió lo nuestro, no yo.
—¿Qué?
Miley estuvo a punto de
ablandarse cuando vio la expresión de asombro en su rostro, pero se dijo que ya
era hora de que afrontara los hechos.
—Sí, al poco tiempo de
que yo empezara a tener dudas sobre nuestra relación me demostró que no estaba
equivocada: me engañó no una, sino varias veces. Así que, ¿qué?, ¿todavía crees
que soy lo suficientemente masoquista como para volver con él?
Distintas emociones
cruzaron por el rostro de Nick.
—Yo… no tenía ni idea,
Miley. Lo siento de veras… Si lo hubiera sabido… —balbució sacudiendo la
cabeza.
Los ojos verdes de Miley
lo miraron sin pestañear.
—Esa es precisamente la
razón por la que no te lo dije, porque sabía exactamente lo que habrías hecho.
Y, agachando la cabeza,
se dio la vuelta para volver junto a Douglas.
—Miley… —la llamó él.
Ella se detuvo y se volvió despacio hacia él— ¿Por qué lo besaste?
—Yo no lo besé —suspiró
la joven—, me besó él. Si hubieras esperado diez segundos más, te habrías
enterado exactamente de lo que pensaba de él y de ese beso.
La orquesta había
empezado a tocar una melodía melancólica, y Nick y Miley se habían quedado en
medio de la pista de baile, rodeados por las parejas que giraban, mirándolos con
curiosidad.
—He fastidiado lo
nuestro, ¿verdad? —murmuró Nick.
Miley tragó saliva.
—Fue esa estúpida
apuesta, Nick. Eso fue lo que lo ha fastidiado todo. Tal vez las cosas deberían
haberse quedado como estaban.
Hizo ademán de volverse
otra vez, pero él la retuvo una vez más por el brazo.
—Miley, espera, por
favor… ¿Qué puedo hacer para solucionar esto?
La joven lo miró con
tristeza.
—Si todavía no lo sabes, Jonas, no creo que sea yo quien deba decírtelo.
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