Miley y Douglas alzaron las
cabezas al unísono. Fue solo un instante, pero durante ese breve momento, la
joven no reconoció a Nick, del mismo modo que no había reconocido el tono
áspero y amenazador en su voz. Sus facciones estaban rígidas, y parecían
haberse oscurecido por los celos.
—Ah, Jonas… Lo
siento, no lo había visto —farfulló Douglas quitando la mano del hombro de Miley y
levantándose—. Simplemente estaba saludando a Miley y diciéndole lo bien que le
sienta ese traje de baño.
Nick dio un paso hacia
él, con el agua chorreándole por todo el cuerpo.
—Pues la próxima vez que
se le ocurra decírselo con las manos, tendrá que vérselas conmigo, ¿me ha
entendido? —masculló
.
Miley se puso de pie como
un resorte. ¿A qué venía aquel númerito?
—¡Nick! Eso ha sido una
grosería.
Douglas se había quedado
mirando a Nick con una sonrisa burlona en los labios, pero cuando Miley intervino en su defensa, se volvió hacia ella y la sonrisa se tornó empalagosa.
—Está bien, Miley, no
pasa nada, lo comprendo —se giró otra vez hacia Nick—. Obviamente él siente la
necesidad de defender su territorio: he captado el mensaje.
—Más le vale —masculló Nick mirándolo con frialdad.
—¡Nicholas! —volvió a
reprenderlo Miley.
—¿Qué? —le espetó él
irritado—. ¿Este tipo se pone a sobarte y me dices que no te importa? Pues a mí
sí que me importa.
Miley estaba poniéndose
roja como un tomate y, olvidándose de Booth, agarró a Nick de la mano y lo
arrastró hasta una arboleda alejada de la orilla, donde no podrían oírlos ni
verlos.
—¿Qué diablos crees que
estás haciendo? —le gritó a Nick. Estaba furiosa, y no había pasado tanta
vergüenza en toda su vida.
—Todo el mundo cree que
somos pareja, ¿no? Bueno, pues no creo que esperen que me quede mirando
mientras un pervertido toquetea a mi novia.
Miley quería
estrangularlo.
—Idiota —masculló—. Si
fueras mi novio de verdad te mataría por comportarte como un Neandertal.
—Bueno, no te pongas así,
lo siento. La verdad es que me hizo saltar. No me gusta que te manoseen así,
aunque sea solo tu amigo —Miley aún no le había soltado la mano, y Nick se la
apretó suavemente.
La joven al fin sonrió un
poco.
—Están todos esperando
que salgamos, ¿verdad? —inquirió sin atreverse a asomarse fuera de la arboleda.
—Me temo que sí.
—¿Qué hacemos? ¿Esperamos
un poco?
—Probablemente lo más
acertado sería un beso de reconciliación antes de volver a nuestro sitio.
—Nick… —protestó ella
frunciendo los labios.
—¿Qué? Es lo que estarán
esperando, que cuando salgamos parezca que hemos hecho las paces. Además,
necesitamos practicar un poco antes de hacerlo en público. Y para que realmente
parezca que nos hemos estado besando, tendremos que…
—Me hago una idea, Jonas —lo interrumpió ella azorada. Por alguna razón de repente se había
vuelto muy consciente del hecho de que Nick solo llevaba puesto un bañador, y
se notaba la boca seca—, así que cierra la boca y bésame antes de que me
arrepienta.
—Y dicen que el
romanticismo ha muerto… —murmuró él sarcástico.
Aquella vez Miley estaba
preparada para el beso. Incluso se humedeció los labios automáticamente antes
de que él inclinara la cabeza. «Es solo Nick, es solo Nick, Nick…», se repetía
mentalmente una y otra vez. Sin embargo, muy pronto le resultó imposible seguir
concentrándose en aquellas palabras.
A Nick lo pilló
desprevenido el que Miley empezara a responderle. Era increíble hasta qué punto
lo excitaba, y la facilidad con que sus labios encajaban, como las piezas de un rompecabezas. Cada vez que había besado a una mujer, había tardado un rato en
encontrar el «ajuste» correcto, pero no en esa ocasión. Aquel beso fue perfecto
desde el primer momento.
Sin darse cuenta siquiera
de lo que hacía, Miley le soltó la mano y rodeó el cuello de Nick con sus
brazos, poniéndose de puntillas para pegarse contra su cuerpo húmedo. El a su
vez la tomó por la cintura, maravillándose al sentir hasta qué punto parecían
ser dos partes de un todo que se habían encontrado al fin.
En cuanto la lengua de Nick tocó la suya, Miley se perdió en las sensaciones que la inundaban y se
dejó llevar, apartando todo pensamiento de su mente. No recordaba que en toda
su vida la hubiese besado nadie tan apasionadamente. Y pensar que era Nick quien… ¡Nick! Oh, no… Aquello no podía estar pasando. No podía estar
disfrutando con un beso de Nick… ¡por amor de Dios, era su mejor amigo! Se
suponía que no debería sentirse así con un amigo.
Nick se apartó despacio
de ella, esperando un momento antes de alzar la vista para mirarla a la cara.
Miley tenía los ojos muy abiertos y no pestañeaba, como si fuera la primera vez
que lo veía. Sus labios estaban hinchados y enrojecidos por el beso, y las
mejillas estaban teñidas de rubor. Estaba preciosa. ¿Cuándo se había vuelto tan
bonita? De pronto se había dado cuenta de que aquello era lo que había
cambiado, lo que le había parecido distinto desde que ella volviera de Estados
Unidos. Había crecido y madurado, convirtiéndose en una mujer muy hermosa.
—Con eso bastará. No creo
que les quede duda de qué hemos estado haciendo. Vamos —y la tomó de la mano,
dándose la vuelta para salir de la arboleda.
Miley tardó aún unos
segundos en volver a reaccionar, mientras lo seguía como una autómata.
«Al menos uno de los dos
no se ha olvidado dé por qué estamos haciendo esto».
***
Cuando
llegó el fin de semana siguiente, Miley estaba al borde de un ataque de
nervios. Todo el pueblo estaba hablando del «maravilloso romance entre Nick Jonas y esa adorable chica de los Cyrus», y. por si fuera poco, Douglas Booth había ido un par de veces a visitarla a la tienda. Y encima estaba Demi, que aprovechaba cualquier ocasión para someterla al tercer grado. y ese
sábado no fue una excepción.
—Bueno, y entonces, ¿cómo
va? —inquirió. Miley suspiró y meneó la cabeza.
—Demi, me preguntas eso
cada día, y cada día te digo lo mismo: bien.
Su amiga se sentó junto a
ella y escrutó su rostro.
—Si todo estuviera bien
no tendrías puesta esa cara. Pareces exhausta, Miley, a mí no me engañas. ¿No
van bien las cosas entre Nick y tú?
—No es eso. Es solo que…
—la joven se esforzó por encontrar una excusa, pero no se le ocurría ninguna—.
Supongo que estoy algo confundida, eso es todo.
—¿Sobre lo tuyo con Nick,
o es por Douglas? —preguntó Demi. Miley dejó escapar una risa amarga.
—¿Sabes?, tiene gracia
porque al principio creía que Douglas Booth me gustaba, pero cuanto más lo veo
más me molesta… me parece que no es más que un adulador.
—Sí, bueno, yo diría que
es un lobo con piel de cordero —sonrió Demi frotando el brazo de su amiga en un
gesto comprensivo—. ¿Y qué me dices de Nick?
—Eso es otra historia
completamente distinta —murmuró masajeándose las sienes—. No sé ni por dónde
podría empezar a explicarte.
—¿Te ha besado otra vez?
—inquirió Demi.
¡Vaya que si lo había
hecho…! Miley asintió con la cabeza.
—¡Cielos! —exclamó Demi con una amplia sonrisa—. Y tú no sabes qué hacer ahora, ¿verdad?
Aun sin saber toda la
historia, su amiga había dado en el clavo, como de costumbre.
—Es que… las cosas ya no
son lo que eran, y odio eso. Echo de menos lo bien que lo pasábamos juntos, y
quisiera que todo volviera a ser como antes.
—¿Y cómo fue? En una
escala del uno al diez, quiero decir.
—¿Qué? —inquirió Miley,
mirándola confusa.
—Que qué tal fue el beso,
en una escala del uno al diez.
—Demi, si vas a reírte de
mí, me voy —le dijo. Su amiga sacudió la cabeza.
—Te lo estoy preguntando
completamente en serio. Necesito saberlo para darme una idea de la magnitud del
problema. Además, no puedes irte, porque esta tienda también es tuya.
Miley parpadeó incrédula,
pero finalmente se encogió de hombros y se mordió el labio inferior,
considerando la pregunta. Había pensado tanto en ese beso durante toda la
semana que no le llevó mucho dar una respuesta:
—Un quince —contestó en
un tono tan abstraído como la expresión en su rostro.
—¡Ja, lo sabía! Siempre
pensé que sería más de un diez.
—¡Demi! No me estás
ayudando nada.
—Lo siento. ¿Te habían
besado alguna vez por encima de un ocho? —murmuró su amiga poniéndose seria. La
expresión abstraída volvió al rostro de Miley.
—No —musitó.
—Um… Estás ante el típico
dilema. Puedes arriesgarte a perder una gran amistad por un amante increíble, o
aferrarte a esa amistad y pasarte el resto de tu vida preguntándote cómo habría
sido si lo hubieran hecho como amantes.
—Genial, corrígeme si me
equivoco, pero me parece que con las dos opciones salgo perdiendo. Creía que
querías ayudarme.
—Lo intento —contestó Demi—, solo estaba pensando en voz alta. Dime, ¿lo amas?
Miley se quedó abierta y
dejó escapar una risa temblorosa.
—Demi, ¿estás
preguntándome si lo amo? Estamos hablando de Nick, por amor de Dios, no de un
tío con el que haya tenido una cita a ciegas.
Demi levantó las manos en
un gesto aplacador.
—De acuerdo, de acuerdo,
cálmate. Las dos sabemos muy bien que te importa, pero, ¿crees que podrías
sentir algo más por él?
—No seas ridícula. Me ha
besado un par de veces… ¿y esperas que caiga rendida ante él? Estamos hablando
de Nick. No puedo enamorarme de Nick. Sería como… Dios, no sé, sería como
enamorarme de un hermano mayor.
—Nick no es tu hermano,
Miley —le dijo Demi ladeando la cabeza—. ¿Quieres mi consejo? Deja que las
cosas fluyan, que ocurran con naturalidad si tienen que ocurrir. Si están hechos el uno para el otro no hay nada que puedas hacer para evitarlo excepto
mentirte a ti misma. Es un tipo estupendo, Miley, y creo que se merece que le
des una oportunidad. Nada es estático, ni siquiera la amistad, todo está sujeto
a constantes cambios. Espera un poco para ver cómo se desarrollan los
acontecimientos y deja de atormentarte.
***
Después de la fiesta de cumpleaños, doce años atrás
Nick estaba harto de salir con Barbies, pero eran las únicas chicas que no buscaban
nada serio y, desde el cumpleaños de Miley, era el único modo que se le había
ocurrido para ocultar el hecho de que estaba obsesionado por su relación con Liam. Aquello no era natural, haber empezado a fijarse en su mejor amiga,
haberse dado cuenta, de repente, de lo sexy y atractiva que era. ¿Por qué sus
malditas hormonas tenían que alborotarlo cada vez que Miley pasaba por su lado?
Además, últimamente
apenas pasaban tiempo juntos, ni hablaban por teléfono. «Ahora es con Liam con quien habla por teléfono, y a quien le manda notas». Claro que era lo
normal, después de todo, porque estaban saliendo. Entonces, ¿por qué diablos se
sentía tan celoso?
—¡Eh, Jonas! —lo
llamó una voz familiar detrás de él.
Dio un respingo y se
volvió, encontrándose con el rostro sonriente de Miley, y recibiendo un cálido
abrazo que lo hizo sentir como un miserable.
—Miley… ¿Qué estás
haciendo aquí?
—Vaya, qué recibimiento
tan agradable —murmuró ella torciendo la sonrisa, y sentándose junto a él en el
borde de la mesa del estudio de su padre— Recuérdame que venga a visitarte más
a menudo.
Nick se sintió mal. No
era culpa de Miley que él fuera un inmaduro. Tenía que intentar controlarse.
Después de todo, ella no era de su propiedad, ni él era su guardián. ¿Quién era
él para negarle la felicidad que pudiera hallar al lado de Liam? Además,
prefería que fuera él antes que cualquier otra persona quien le robase a su
mejor amiga. Sí, comportarse con el firmeza de un mártir siempre sería mejor
que verse como una víctima.
—Lo siento. Es solo que…
bueno, últimamente no sueles venir mucho por aquí, Cyrus —le dijo. Se fijó en
que llevaba puesta una faldita de tenis, zapatillas de deporte, y que tenía una
raqueta en la mano derecha—. ¿Vas a apuntarte al torneo de Wimbledon?
—Ja, ja —dijo ella
frunciendo los labios ante su tono burlón—. No, he quedado con Liam para
jugar un partido. Y pienso darle una paliza.
—Oh, ya veo —murmuró él, sintiendo una punzada al escuchar el nombre de su amigo.
Se levantó y le dio la
espalda, colocándose frente a un fichero para que ella no pudiera ver la
expresión de su rostro, y abrió un cajón, poniéndose a ordenar las carpetas que
contenía.
Miley lo miró extrañada.
Tal vez estuviese paranoica, pero le había parecido que el tono de Nick había
sonado frío. De hecho, desde la semana pasada no parecía él.
—¿Qué te ocurre, Jonas? ¿He hecho algo que te haya molestado?
Nick intentó por segunda
vez poner una carpeta en su sitio, y no fue capaz de contestar.
Miley se quedó callada,
preguntándose qué podía pasarle. Quizá fuera el hecho de que últimamente estaba
pasando menos tiempo con él y más con Liam.
—Nick, ¿crees que he
estado ignorándote o…?
Nick inspiró
profundamente y se dio la vuelta. Observó la preocupación en los ojos de Miley,
y volvió a sentirse la criatura más vil del universo.
—No pasa nada. Estás loca
por ese idiota amigo mío, y él cuenta con mi simpatía, así que… —le dijo
esbozando una sonrisa con dificultad—. Es solo que… Bueno, no recuerdo cuándo
fue la última vez que hablamos.
—Hablamos ayer.
—Sí, claro, yo te dije
«hola» antes de poner a Liam al aparato —dijo él con cierto sarcasmo.
Miley bajó la cabeza.
—Bueno, ahora podemos
hablar —murmuró. Alzó el rostro hacia él—. ¿Cómo te va? ¿Sigues saliendo con la
encantadora Susie? —inquirió pestañeando de un modo burlón. Nick no pudo evitar
reírse.
—Tiene algunas cosas
buenas —la defendió Nick frotándose la nuca.
—Oh, sí, he oído a muchos
chicos hablar de un par de cosas suyas en particular —contestó ella enarcando
las cejas—. Pero dime, ¿tiene madera de esposa o no? Porque si quieres tener
esos doce hijos antes de los treinta, tendrás que darte prisa.
Nick sonrió ante el
recuerdo de aquella apuesta que habían hecho años atrás. Miley le había
asegurado que cuando cumpliera los treinta estaría casado, con doce niños, y
llevaría el negocio familiar, como sus padres siempre habían soñado. De pronto,
sin embargo, su mirada se ensombreció y apartó el rostro, volviéndose de nuevo
hacia el fichero.
—No lo creo.
—Pues entonces tendrás
que buscar con más ahínco si quieres darle un heredero a la dinastía Jonas.
El dejó escapar una risa
amarga.
—No creo que se pueda
decir que es una dinastía.
—Oh, venga, Nick —insistió Miley sonriendo maliciosa— Por donde quiera que pases ves una casa
que está siendo construida por Jonas e Hijo.
—El negocio va bien, eso
es todo.
Miley advirtió de nuevo
la frialdad en su voz.
—No sé por qué, pero me
da la impresión de que a ti eso no parece que te haga muy feliz —murmuró.
—No lo quiero, Mi...—contestó Nick, exhalando otro suspiro.
Las palabras de su amigo
la dejaron momentáneamente sin habla.
—¿Es una broma?
—Ojalá lo fuera —contestó
él, aún sin volverse.
—Mírame, Nick.
Despacio, muy despacio,
su amigo se giró hacia ella. Se metió las manos en los bolsillos, cerrando los
puños, y la miró a los ojos.
—Creía que tú ya lo
habrías imaginado —murmuró. Ella negó con la cabeza.
—No tenía ni idea
—contestó—. De hecho pensé que era lo que querías. Te matriculaste en Gestión
Empresarial, estás estudiando los exámenes… ¿Por qué estás haciéndolo si no es
para tomar las riendas del negocio de tu padre cuando llegue el momento?
—Supongo que quería
hacerlo feliz —respondió él—. Deberías ver cómo le resplandece el rostro de
satisfacción cuando habla de Jonas e Hijo. Es toda su vida.
A Miley se le encogió el
corazón.
—Debes decírselo, Nick.
—¿Cómo? —inquirió él,
mirándola angustiado. La joven se quedó callada— ¿Lo ves? No hay salida.
No puedo decírselo sin hacerle daño —murmuró Nick—. Lo único que me queda es
hacerme a la idea.
Miley sabía cuánto quería Nick a sus padres, y cuánto se había esforzado por ellos. De hecho, a la joven
sus padres con frecuencia la habían picado con que él era el hijo perfecto, y
que tenía que tomar ejemplo.
En muchos sentidos era
cierto que Nick era el hijo perfecto. Sus padres habían esperado largo tiempo
por él, y Nick parecía sentir el deber de compensarlos por la ilusión y
dedicación con que lo habían criado. Conociéndolo como lo conocía, Miley sabía
que, a pesar de lo que desease para sí, su amigo sería incapaz de herir a sus
padres o de decepcionarlos.
Se acercó a él y le puso
una mano en el brazo.
—Nick, no creo que tus
padres quieran que te pases el resto de tu vida haciendo algo con lo que te
sientes desgraciado.
— ¿Y sería mejor que les
tirase a la cara el trabajo de años, como algo que no quieres?
—Ellos te quieren, Nick —dijo Miley abrazándolo—. Lo superarán. Debes averiguar qué es lo que quieres
tú para ti.
Su amigo se quedó dudando
un momento antes de responder al abrazo.
—No puedo hacerlo, Miley,
esto significa tanto para ellos…
La joven levantó la
cabeza de su pecho y lo miró a los tristes ojos.
—Todo se arreglará, ya lo
verás.
Nick la miró también,
hallando consuelo y comprensión en su mirada esmeralda. Miley era muy especial
para él. Era la única persona a la que le había contado aquello, porque sabía
que, decidiera lo que decidiera, ella siempre estaría a su lado. Eso era la
amistad. Todas aquellas ideas ridículas que había estado teniendo no se debían
más que a sus hormonas, se dijo. En esa etapa de la vida era difícil que un chico
no se sintiera atraído por una chica bonita. Sí, era simplemente química. Lo
que tenían en ese momento era lo único que importaba.
---------------------------------------------------
¿Les gustó? Espero que sí(:
Paciencia con las otras noves, es que no he tenido tiempo para escribirlas :3 pero les prometo que la proxima semana solo me centraré en Como Odio Amarte & en Malas Intenciones[;
Gracias por sus comentarios, como siempre, me sacan una sonrisa y me motivan a subir más & más de mis noves y las adaptadas... las amo!
Un beso, ale.
---------------------------------------------------
¿Les gustó? Espero que sí(:
Paciencia con las otras noves, es que no he tenido tiempo para escribirlas :3 pero les prometo que la proxima semana solo me centraré en Como Odio Amarte & en Malas Intenciones[;
Gracias por sus comentarios, como siempre, me sacan una sonrisa y me motivan a subir más & más de mis noves y las adaptadas... las amo!
Un beso, ale.
Me encantaa!! enserioo esperoo el siguiente cap con anias!! sii?? xfitas no te tardes!
ResponderEliminarBeshos!!
me facinooo
ResponderEliminarAMO ver a Nick celoso
me encanta esta situacion siguela
cada capitulo se pone mejor!!!
oooooowwww mitchie a mi tmb me fascina ver a nicky celoso lo amo♥
Eliminaraleee tus novelas cada ves estan mejor las amo me encantan son bellas asta las adaptadas gracias por subir espero con ansias leer Como Odio Amarte & en Malas Intenciones me encantan en especial la 2da gracias& sube lo mas pronto posible :)