—Si,
Miley, sigo al pie de la escalera —contestó Nick en un tono entre cansino y
burlón—, y sí, estoy mirando por debajo de tu vestido —añadió para picarla.
Lo cierto era que le
estaba costando mantener la vista apartada. Miley Cyrus tenía unas piernas
preciosas, sobre eso no había discusión posible. Hacía años que era su mejor
amigo, su tormento, y una especie de figura de hermano mayor, pero eso no le
restaba objetividad respecto a sus encantos.
—Nick Jonas, en
cuanto baje de aquí serás hombre muerto.
—¿No estarás amenazando con
caerte encima de mí y aplastarme, verdad?, porque siento decirte que, estando
tan esmirriada como estás, no me matarías en el acto. Lo único que lograrías
sería que me rompiera un brazo o una pierna. Claro que, tal vez, si me caes
sobre la cabeza a lo mejor pierdo el conocimiento, pero aun así…
Miley no pudo evitar
echarse a reír.
—Con eso me conformaría.
Así al menos te callarías un rato.
En ese momento sopló una
ligera brisa, levantando un poco el vestido de Miley y obsequiando a Nick con
la fugaz visión de un trozo de encaje blanco. Nick tragó saliva y giró el
rostro, sintiéndose irritado al notar que se había ruborizado.
—¿Todavía no tienes a ese
estúpido bicho?
Miley alargó la mano un
poco más, y consiguió alcanzar el suave cuerpecillo de su gato persa, que se
había encaramado al árbol y no se atrevía a bajar.
—Buen gatito, ven con
mamá… ya está —murmuró sosteniéndolo contra su pecho—. ¡Ya lo tengo! —exclamó
mirando hacia abajo—. La próxima vez, Houdini si tienes que subirte a algún
sitio, súbete al tejado del porche —dijo hablándole al gato—. De ahí al menos sabes bajarte tú
sólito, y así no tendré que recurrir otra vez a ese insolente inútil, que
aprovecha para mirar por debajo de mi falda, ¿me oyes?
Nick sujetó pacientemente
la escalera hasta que Miley pisó tierra firme.
—He oído lo que le has
dicho a ese minino, ¿sabes? —le dijo torciendo el gesto.
Miley alzó el rostro para
poder mirarlo a los ojos.
—Esa era mi intención —le
contestó con una dulce sonrisa sarcástica—. Dime, ¿cómo es posible que alguien que es bastante alto pueda tener miedo a las alturas? Si fueras un
caballero habrías subido tú a rescatar a mi gato en vez de dejar que lo hiciera
yo.
—No es culpa mía que ese
tonto animal peludo se suba a los árboles cada vez que aparece un perro. El sí
que es un cobardica. En vez de plantarles cara… Si no son más que sacos de
babas… Además, lo tienes muy mimado. Deberías dejar que aprenda a salir solo de
los líos en los que se mete —dijo naciendo reír a Miley de nuevo.
Nick cerró la escalera de
metal, y la guardó en la caseta de las herramientas del jardín antes de seguir
a Miley al interior de la casa, en la que llevaban viviendo juntos,
compartiendo el alquiler, desde hacía casi seis meses. Habían sido amigos desde
niños, y ni la distancia ni el paso del tiempo habían alterado la afinidad
entre ambos. Seguían pasándolo igual de bien cuando estaban juntos.
Nick tomó asiento en una
de las banquetas de pino de la cocina, y observó a Miley mientras ponía de
comer a su mascota. Era la misma Miley que conocía desde hacía quince años,
pero desde que regresó de Estados Unidos había algo que había cambiado en ella,
aunque no acertaba a averiguar qué era.
Tras dejar a Houdini, su gato, comiendo con fruición, Miley puso a calentar agua para hacer té y, aún de
espaldas a su amigo, pudo notar su mirada. Volvió el rostro hacia él un
momento, enarcando una ceja.
—Ya estás otra vez, Jonas.
—¿Qué? —inquirió él
sobresaltado. Había vuelto a pillarlo.
—Estabas mirándome.
Últimamente no haces más que quedarte mirándome, y es bastante irritante, la
verdad.
Nick resopló, fingiéndose
incrédulo, y ladeó la cabeza.
—¿Sabes? Deberías
desinflar un poco ese ego tuyo. ¿Crees que no tengo nada mejor que hacer que
mirarte? Además, ya te tengo muy vista.
Miley se dio la vuelta,
apoyando la espalda contra la encimera se cruzó de brazos y le dedicó una de
sus miradas patentadas de «no me tomes el pelo, Jonas».
—Pues no lo parece. ¿Por
qué no me dices qué es lo que pasa? Estás volviéndome loca.
Nick parpadeó con aire
inocente.
—¿De qué hablas? No pasa
nada. ¿Acaso hay alguna ley que diga que no puedo mirarte? —le espetó.
Los ojos verdes de Miley se entornaron suspicaces.
—Se te da fatal mentir, Jonas. Vamos, desembucha.
—¿Que haga qué? Oh, es
otra de esas expresiones que se te han pegado en Estados Unidos —le dijo con
una sonrisa burlona.
—No trates de cambiar de tema.
—No estaba tratando de
cambiar de tema, pero dime. ¿Cuánto crees que te llevará volver a hablar como
una irlandesa?
—Siempre he sido
irlandesa, y siempre lo seré, botarate —gruñó Miley, irritada, con los brazos
en jarras.
Nick dio un paso hacia
ella esgrimiendo un dedo acusador.
—¿Lo ves? ¡Has vuelto a
hacerlo! —exclamó—. «Botarate»… —repitió, meneando la cabeza y chasqueando con la lengua—. ¡Si hasta tu acento suena americano a cada rato! Además, has perdido
otra vez, Cyrus. Te lo dije, no te convenía apostar.
Miley iba a decir algo,
pero se quedó muda y boquiabierta al darse cuenta de que tenía razón.
¡Condenado Jonas! Llevaba pinchándola con el cambio de acento y los modismos
desde que había vuelto de Estados Unidos. De hecho, esa misma mañana él la
había retado a pasar un día entero sin decir una sola expresión americana, pero
finalmente había caído. Pero no era culpa suya, sino de él, que siempre lograba
hacerla rabiar. Claro que, conociéndola tan bien y sabiendo qué cosas la
fastidiaban, nunca le resultaba difícil.
—Muy bien, ¿cuál es el
pago de la apuesta? —le preguntó Miley con fastidio.
—Pues… creo que necesito
tiempo para pensarlo —contestó Nick con una sonrisa maliciosa, levantándose y
yendo hacia la puerta— Te lo diré después, durante el baile.
—Mmm… Pues la próxima vez
pondremos antes las condiciones de la apuesta.
Nick se detuvo en el
quicio de la puerta.
—Lárgate a trabajar antes
de que me vea obligada a hacer algo de lo que luego tenga que arrepentirme, Jonas —advirtió Miley, agarrando un paño y tirándoselo a la cara.
Nick se echó a reír de
buena gana, haciéndola sonreír.
—Ya estás como siempre,
haciéndome promesas que luego no cumples. Un día de estos creo que me
arriesgaré a ignorar tus amenazas, solo para ver qué es eso de lo que luego te
arrepentirías.
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Les dejaré 3 capis hoy, para que le vayan entendiendo a esta nove...
Es una historia hermosa :')
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Les dejaré 3 capis hoy, para que le vayan entendiendo a esta nove...
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