sábado, 26 de mayo de 2012

Amigos y Amantes; Cap 4.


Finales de verano, quince años atrás.

—Los amigos no se besan —dijo Miley, como si fuera una experta a sus recién cumplidos quince años.
—¿Ah, no? ¿Y los besos de despedida?, ¿o cuando se desean un feliz cumpleaños? —inquirió Nick divertido.

Miley, sentada en el amplio sillón cual sirenita de Copenhague, se quedó pensativa. Era la última noche de sus vacaciones y, como cada año, ella y sus padres habían ido a pasarlas en la casita que tenían sus amigos los Jonas junto al lago. Aquella tarde habían hecho una barbacoa para despedir el verano, y después, mientras los adultos tomaban una copa de vino en el porche y charlaban, los dos adolescentes habían entrado a la casa y se habían puesto a ver una película en la televisión, 'Cuando Harry encontró a Sally', y aquello había sido lo que había dado pie al debate.

—Eso es distinto, idiota, esos son besos «amistosos».
—¿De veras? ¿Y cuál es la diferencia? —la provocó Nick.

Miley rehuyó su mirada, volviendo la cabeza hacia la pantalla. Unos minutos antes su amigo la había pillado sonrojándose durante la escena de la cafetería en la que Meg Ryan demostraba su talento para fingir un orgasmo. Nick estuvo a punto de desternillarse, pero se tragó sus risas. Después de todo, el haber intercambiado unos cuantos besos y caricias con alguna que otra chica en la oscuridad del cine o en el asiento trasero del coche de un amigo un sábado por la noche no lo hacía más experto que Miley en ese terreno.

—Pues… ya sabes… es distinto —contestó ella al fin, sonrojándose de nuevo.
—Ya sé que es distinto —le dijo Nick, picándola de nuevo—. Pero, ¿sabes en qué se diferencian?

Miley frunció el entrecejo, deseando no haber empezado aquella conversación.

—Pues claro que lo sé —le respondió balbuceante.
—¿Y? —insistió Nick con una sonrisa maliciosa.
—¡Oh, está bien! —masculló Miley frustrada, girándose hacia él y lanzando los brazos al aire— Si lo que pretendes es arruinar nuestro último día de vacaciones. por mí de acuerdo. No tengo ni idea de en qué se diferencian, y tú lo sabes. Nunca me ha besado un chico, no de esa manera. ¿Satisfecho?

Nick se sintió mal por haberla obligado a admitirlo.

—Perdóname, Miley, no quería molestarte —le dijo poniéndole la mano en el hombro.
—Da igual —farfulló ella, frunciendo los labios y recostándose en el asiento—. De todos modos no creo que llegue a saber nunca cuál es la diferencia, porque los chicos no besan a las chicas pecosas como yo, sino a las chicas bonitas.

Ryan esbozó una media sonrisa.

—Cyrus, voy a hacer un trato contigo —le dijo.
—¿Qué clase de trato? —inquirió la chiquilla, enarcando una ceja desconfiada.
—Si para cuando cumplas los dieciocho no te ha besado nadie —le susurró inclinándose hacia ella—, lo haré yo.

                                                                ***

Al poco de regresar a Irlanda, Miley había abierto junto con su amiga Demi una pequeña tienda de souvenirs y regalos cerca del parque nacional. Además, había dedicado un rincón a exponer, también para su venta, muestras de la que era su pasión: la fotografía. Demi era una de sus mejores amigas. Durante su adolescencia había estado enamorada por Nick, aunque en la actualidad estaba felizmente casada y en las últimas semanas de su primer embarazo.

Aquella mañana habían terminado de despachar a un nutrido grupo de turistas, cuando Demi se apoyó en el mostrador frente a ella, y le dijo en un tono aparentemente desinteresado:

—Esta mañana, cuando fui a comprar la prensa, oí un rumor muy curioso.

Miley no la miró, y se dio la vuelta para reordenar los folletos de una estantería. Sabía muy bien a qué rumor se refería.

—¿Ah, sí? —inquirió, como distraída.
—Vamos. Miley, no te hagas la que no sabe —insistió Demi, inclinándose hacia delante.

Miley se giró para mirarla. Por un lado llevaba todo el fin de semana queriendo desahogarse con ella, pero por otro no le apetecía revivirlo.

—La verdad es que es algo de lo que preferiría no hablar —murmuró sonrojándose.

Demi la miró boquiabierta.

—Entonces… ¿es cierto? Vamos, Miley, ¿somos amigas, o no? Anda, cuéntamelo, y no te dejes ni un solo detalle.

Miley suspiró, claudicando finalmente.

—¿Qué quieres saber? —inquirió, cruzándose de brazos incómoda.
—¿Qué crees que quiero saber? —le espetó Demi—. ¿Es verdad que Nick te besó la otra noche, en la barbacoa?
—Sí, me besó —musitó Miley sonrojándose otra vez.
—¿Y?
—¿Y qué?
—Pues qué tal fue, ¿qué va a ser? —exclamó Demi exasperada—. ¿Y cómo es que te ha besado ahora, cuando os conocéis desde hace siglos? Bueno, yo siempre he creído ver una cierta química entre vosotros, pero…
—¿Qué? Demi, por favor, estamos hablando de Nick Jonas —exclamó Miley, mirándola atónita—, de Nick. mi amigo de toda la vida.
—El que tú nunca te hayas fijado en él de ese modo no significa que no tenga ningún atractivo. Jamás he podido entender que seas incapaz de ver lo maravilloso e increíblemente guapo que es.
—Pues, mira, no lo sé —contestó Miley, dejando escapar una risa exasperada—. Para mí es simplemente Nick.
—En serio, Miley, ¿cuándo fue la última vez que miraste a Nick?
—No me hace falta mirarlo. Ya lo tengo muy visto.
—¿Ah, sí? ¿Sabes de qué color son sus ojos?
—Por supuesto que sé de qué color son sus ojos… Son castaños.
—Castaños —repitió Demi entre dientes, enarcando una ceja.
—Bueno, castaños oscuros —precisó Miley. Y. de pronto, sin que se diera cuenta, se formó una leve sonrisa en sus labios—. Son como… chocolate fundido.
—Caray, Cyrus, no sabía que tuvieras madera de poeta.

La voz de Nick la sobresaltó. No lo había oído entrar en la tienda, aunque por la sonrisa socarrona de Demi, parecía que ella sí, y aun así la había dejado seguir hablando sin advertirla. Miley se puso roja como una amapola.

—Continúa por favor —la instó su amigo—. De los halagos nunca se cansa uno.
—Eres un… un… —masculló Miley furiosa—, ¿Cuanto hace que estas ahí?
—El tiempo suficiente —contestó él con una sonrisa maliciosa—. Venía a invitarte a nadar esta tarde en el lago. Podríamos quedar sobre las siete, y hacer un picnic, y darnos un baño después —se volvió hacia Demi— ¿No te parece; Demi, hoy va a hacer una tarde perfecta, y que Miley debería venir a nadar conmigo? —inquirió Nick, Demi sonrió maliciosa.
—Oh, si, si, desde luego, han dicho que el cielo estaría despejado todo el día, y la temperatura es muy agradable.
—¿Lo ves?— dijo Nick satisfecho, girándose hacia Miley y mirándola a los ojos de un modo seductor—. Demi está de acuerdo.

Miley tuvo que apartar la vista, porque estaba volviendo a sonrojarse, y finalmente claudicó, más por lograr que se fuera que porque estuviera decidida.

—Está bien, iré.
—Estupendo — contestó él con una amplia sonrisa—. Entonces nos vemos allí. Hasta luego, señoras, un placer verlas —se despidió con una graciosa reverencia y salio de la tienda.

En cuanto se hubo marchado, Demi se volvió hacia su amiga, abanicándose el rostro con la mano.

—Soy yo… o de repente hace mucho calor aquí dentro? —inquirió con picardía.


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Espero que les este gustando la nove(:

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