jueves, 24 de mayo de 2012

Amigos y Amantes; Cap 2.

Nick era guarda forestal, y Miley, que lo conocía bien, sabía que en ningún otro lugar era tan feliz como al aire libre. No era capaz de imaginarlo desempeñando ningún otro trabajo. Le sonrió cuando él giró la cabeza y la vio mirándolo entre la gente que había acudido a la barbacoa con baile que se celebraba todos los veranos para los residentes en el pueblo de Boyle.
En ese preciso momento Nick estaba hablando con dos hombres de negocios y sus esposas, quienes parecían estar escuchándolo con mucha atención. Era un miembro muy respetado en la pequeña comunidad, pero Miley se decía que era porque no lo habían visto nunca haciendo el payaso como lo hacía con ella.
Tomó un sorbo de su copa de vino e inspiró profundamente. Era agradable volver a estar en su pueblo natal. En ningún otro sitio sentía tanta paz como allí.

—Hola, creo que no nos conocemos —la saludó una voz masculina detrás de ella.

Miley había dejado de creer hacía tiempo en aquel cliché de las mariposas en el estómago que solía describirse en las novelas rosas, cuando la heroína escucha por primera vez la voz del galán que la enamora, pero de repente, por primera vez en su vida, le sucedió. La voz de aquel hombre era profunda, e innegablemente sexy, incluso intrigante.
Al girarse se encontró mirando a un hombre rubio, con los ojos más azules que había visto nunca, y rostro moreno de rasgos increíblemente simétricos. Miley sonrió, peinándose el cabello con la mano sin darse cuenta.

—No, creo que lo recordaría si nos hubiésemos conocido.

El hombre sonrió también.

—Eso mismo estaba pensando yo —le dijo tendiéndole la mano—. Me llamo Douglas, Douglas Booth, y acabo de mudarme a la casa que hay junto a Doon Cottages.
—Oh, ¿de veras? Entonces debe de ser usted el magnate del que la gente no ha dejado de hablar los últimos meses —se rio estrechándole la mano, sonrojándose al ver que él no la soltó durante un buen rato—, el que lleva ese negocio de las cabañas para turistas, ¿me equivoco? No sé si lo sabe, pero es el principal tema de conversación en el supermercado.
—Lo imagino —contestó él riéndose también—. ¿Y usted es…?
—Miley Cyrus. Y vivo en… bueno, vivo con Nick Jonas.
—Oh.

Molly casi se abofeteó, y se apresuró a aclararle:

—Pero solo somos amigos. Quiero decir… conozco a Nick de toda la vida… es como un hermano para mí… en fin, quiero decir que no somos…
—Ya veo —murmuró Douglas, sonriendo al ver su azoramiento—. ¿Entonces no me matará si le pido un baile?
—No, no, claro que no. ¿Por qué habría de importarle?
                                                                              
                                                                        ***

Nick se dirigía hacia la mesa de los aperitivos cuando vio algo que llamó su atención, y casi se rompió el cuello al girar la cabeza para asegurarse de que no había visto visiones. ¡Era increíble!, Miley ni siquiera le había dicho que conociera a Douglas Booth, y allí estaba, mirándolo embobada mientras él hablaba… o se pavoneaba, más bien.
Nick agarró una botella de cerveza y rodeó la improvisada pista de baile hasta encontrar un árbol en cuyo tronco apoyarse. Miley y aquel donjuán de pacotilla habían salido a bailar, y Nick observó con desagrado que no podían estar más pegados. No era la primera vez que veía a su mejor amiga con otro hombre, pero no recordaba haberse sentido jamás irritado ante la idea, sobre todo de aquel modo, como si alguien le estuviese estrujando las entrañas, como si fuera su testosterona lo que lo estaba haciendo reaccionar así.

Era absurdo. Miley ya no era la chiquilla pecosa y pelirroja a la que había estado atormentando con sus bromas durante años y a la que siempre trataba de proteger a toda costa, sino una mujer hecha y derecha. No, no era asunto suyo con quién bailase, pero aun así… Quizá eran celos de amigo ante la idea de que quisiera pasar más tiempo con otra persona, de ser relegado a un segundo plano. Y sin duda sería así si empezaba a salir con Douglas «Baboso» Booth o con cualquier otro. Claro, debía de ser eso. Ella había regresado hacía poco de Estados Unidos y temía volver a perder su compañía tan pronto.

Aunque eso tampoco tenía mucho sentido, porque ella solo estaba viviendo con él mientras terminaba la construcción de la casita cuya hipoteca ya había empezado a pagar, y sabía que cuando estuviera acabada ella se marcharía. Aquel repentino odio hacia el «señor Baboso» era algo completamente irracional, pero no hizo sino acrecentarse cuando vio a Miley riéndose por algo que le había dicho. Le estaban entrando ganas de ir a estrangularlo, pero se limitó a dar un buen trago de la botella de cerveza.

—Vaya, vaya, vaya… Nick Jonas… ¿qué estás haciendo aquí escondido?

A Nick casi se le atragantó el líquido ambarino. Estupendo, justo lo que le faltaba, Delta Goodrem, la mujer lapa. No tenía mal cuerpo, y sabía maquillarse, pero le ponía los pelos de punta, igual que cuando alguien araña una pizarra.

—Delta, qué sorpresa tan agradable. Y. si me permites decírtelo, qué… em… qué elegante estás —dijo esbozando con dificultad una sonrisa. 

¿A quién sino a Delta Goodrem se le ocurriría ponerse un traje de chaqueta pantalón de firma y zapatos de tacón para ir a una barbacoa?
Delta lo miró con los ojos entornados, como si hubiera esperado un cumplido más generoso, pero finalmente pareció conformarse:

—Oh, gracias, Nick, eres encantador. Todos los hombres son iguales… siempre queriendo hacernos sonrojar con vuestras galanterías. Pero, bueno, ¿qué sentido esforzarse por estar perfecta sino es para recibir halagos?

La sonrisa blanqueada de Delta lo estaba poniendo nervioso, así que Nick giró la cabeza hacia de baile, pero el remedio fue peor que la enfermedad, porque fue a encontrarse con que el «señor Baboso» estaba aún más pegado a Miley. Delta observó la dirección que habían tomado sus ojos, y en sus labios se dibujó una sonrisa irónica.

—Caramba, parece que Miley tiene buen olfato para el dinero. No sabía que conociese a Douglas Booth. Bueno, así al menos se acallará durante unos días el rumor que corre sobre vosotros dos. Además, me parece que ya va siendo hora de que tú y yo nos conozcamos mejor, ¿no crees, Nick? —dijo colgándose de su brazo.

Cada vez que pronunciaba su nombre le daban escalofríos. En un intento de sacarse de la garganta el empalagoso perfume de Delta, Nick tosió y le retiró la mano de su brazo.

—¿Qué rumor es ese que corre sobre nosotros, Delta?

La mujer contrajo el rostro, irritada por su desprecio.

—Pues, ¿qué va a ser? Que la mitad del pueblo cree que Miley y tú son amantes, ¿o es que no lo sabías?
—¿Qué?
—Oh, vamos, Nick. Esta es una comunidad pequeña, y bastante anticuada además. ¿Qué esperabas que pensaran de que viven juntos? —le dijo dedicándole otra sonrisa viperina—. Sin embargo, sería tan fácil poner fin a ese rumor… Solo con que tú y yo…

Nick no pudo resistirse a darle a aquella estúpida un poco de su propia medicina:

—Si se tratara de un rumor, podríamos.

Delta lo miró entre incrédula y ofendida, como si la sola idea de que fuese cierto la indignara.

—Pues si no es solo un rumor, debo advertirte que eso solo hará que aumente el interés de Douglas por ella —le dijo mirándolos con malicia y luego a él—. Por lo que he oído, en Dublin tenía fama de mujeriego. El amor es como un juego para él, y si la mujer en la que se fija está comprometida o casada, tanto mejor —se quedó observándolo un instante, escrutando su rostro—. Oh, ya veo…. Miley te ha pedido que finjas que hay algo entre vosotros para que Douglas se fije en ella —dijo riéndose—. Bueno, en cualquier caso, cuando tu amiga haya conseguido su propósito, estoy segura de que me verás con otros ojos. Nadie podría ayudarte como yo a conseguir el lugar que mereces en esta comunidad. Seríamos la pareja perfecta, Nick —añadió dejando escapar un suspiro teatral—, pero no voy a esperar siempre, ¿sabes?

Nick la observó alejarse, y alzó los ojos al cielo, rogando porque así fuera.

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