sábado, 26 de mayo de 2012

Amigos y Amantes; Cap 5.

Tras pasar toda la mañana intentando rehuir las preguntas de la curiosona de Demi, Miley se escapó a la orilla del lago a la hora del almuerzo para estar un rato a solas. Se compró en un puestecillo un par de sándwiches y un bote de zumo, y se sentó en la orilla, al calor del sol de principios de junio.
Se puso las gafas de sol, y miró en derredor, inspirando profundamente. Del embarcadero iban y venían las embarcaciones de recreo, repletas de turistas. De pronto, en medio de un grupo de veraneantes, divisó a Nick, aparentemente dándoles indicaciones sobre un mapa, y se acordó de su conversación con Demi. «Increíblemente guapo» no era precisamente la forma en que ella lo habría descrito si alguien le hubiera preguntado cómo era. Alguien como Brad Pitt… pues sí, pero… ¿Nick Jonas? La sola idea casi le daba risa. Bueno, no era feo desde luego, pero… ¿Nick… increíblemente guapo?
Se quedó observándolo en la distancia, fijándose en sus anchos hombros y tórax. No estaba muy fornido, pero sí en buena forma, se dijo abriendo un sándwich y dándole un mordisco. ¿Y el cabello? Tenía el cabello castaño oscuro, nada excepcional, pero no podía imaginárselo rubio o pelirrojo, y lo cierto era que el modo en que le caía sobre los ojos era bastante sexy.
El rostro… Tal vez no fuera perfecto, pero los rasgos en conjunto eran armoniosos, y le daban un aire honesto. Además era muy expresivo. Eso siempre le había gustado, el modo en que podía leer sus emociones al instante.

Los labios de Miley se curvaron en una dulce sonrisa al verlo acariciar la cabecita de una niña. Estaba hablando con ella y la chiquilla se reía. Nick era así. Siempre conseguía hacer sonreír a las personas. Y era un buenazo además, un pedazo de pan. Miley sabía que él detestaba que lo llamaran así, pero era la verdad.
Sus ojos verdes lo siguieron hasta que lo perdió de vista. Demi tenía razón: Nick era un hombre maravilloso. Sí, era amable, y simpático, y cariñoso… Lástima que no fuera su tipo. Aunque, bien pensado, era más bien un alivio, porque si se hubiera sentido atraída por él, podría acabar haciéndose daño con aquella apuesta que habían iniciado

El decimoctavo cumpleaños de Miley.

Finalmente Nick no tuvo que besar a Miley cuando cumplió los dieciocho años. Desde que le hiciera aquella promesa, los dos habían crecido, y sus mundos habían cambiado mucho. Se había unido a ellos Liam Hermsworth. Un compañero de universidad de Nick, convirtiéndose en «los tres mosqueteros», inseparables, y al poco tiempo ella y Liam habían empezado a salir juntos.
—No puedo creer que me ocultaras durante tanto tiempo que tenías un amigo así —acusó Miley a Nick con una sonrisa durante la fiesta—. ¿Lo hiciste para torturarme, o estabas esperando a que me quitaran el aparato de los dientes? —inquirió enarcando una ceja.
—Es que me parecía cruel exponer a mis amigos a la terrible Cyrus —la picó Nick sonriendo también.

Miley lo sorprendió, besándolo de repente en la mejilla y dándole un abrazo.

—Gracias por presentarme a Liam, Jonas, eres encantador.

Nick meneó las cejas de un modo ridículo.

—Ya lo sé, es lo que piensan la mitad de las mujeres de por aquí —dijo. Miley se echó a reír.
—Pero yo te conocí antes que ninguna, no lo olvides —le dijo, dándole un toque en la punta de la nariz con el índice, y tambaleándose ligeramente. Nick la sostuvo.
—Me parece, mi pelirroja amiga, que ha tomado usted alguna copa de más.
—Bueno, es mi cumpleaños —replicó ella rodeándole la cintura y echándose a reír otra vez.
Ryan la llevó hasta un asiento libre, abriéndose paso con dificultad entre la gente, y la ayudó a sentarse.
—Ahora vas a quedarte aquí, e iré a buscarte un poco de café, ¿de acuerdo?

Miley sacudió la cabeza y, frunciendo los labios, dio unas palmaditas en la silla junto a la suya.

—No, ven, siéntate. Quiero hablar contigo, Jonas.
—Bien, pero primero iré a por ese café —dijo él dándose la vuelta.
—¡No! —exclamó ella agarrándolo de la manga—. Siéntate… ahora.

Nick se giró, y la encontró mirándolo entre las espesas pestañas con aire de niña caprichosa. Diablos, sí que había crecido. Y desde luego no era la ausencia del aparato dental lo que había hecho que Liam se fijara en ella. Era como si hubiera florecido de la noche a la mañana. Se sentó a su lado sin poder despegar sus ojos de los de ella.

—¿De qué querías hablar? —inquirió. Miley sonrió satisfecha, y luego se puso muy seria.
—Dime, ¿te parezco bonita?

La pregunta lo pilló con la guardia baja, sobre todo teniendo en cuenta que en ese mismo momento había estado diciéndose lo guapa que se había vuelto.

—No puedo creerlo, he logrado que Nick Jonas se quede sin palabras —dijo Miley prorrumpiendo en risitas.

Por primera vez Nick se sentía incómodo con su mejor amiga.

—Em… será mejor que vaya a por ese café —hizo ademán de levantarse, pero Miley se lo impidió, poniendo una mano en su muslo y haciendo que volviera a sentarse.
—¿Estás evitando la pregunta, Jonas? —inquirió con una sonrisa peligrosa.

Nick estaba demasiado ocupado tratando de evitar los incómodos pensamientos que estaban acudiendo en tropel a su mente como para recordar siquiera la pregunta. Sentía como si la piel lo quemase donde ella tenía puesta la mano. ¿No le había dicho nadie lo que le pasaba a los chicos de veintiún años cuando una chica guapa los tocaba tan cerca de…?
Apartó con cuidado la mano de Miley, colocándola sobre su regazo.

—Qué… qué tontería —balbució—. ¿Por qué iba a evitar esa pregunta? Por supuesto que eres bonita. Has ganado mucho desde que te quitaron el aparato.
—¿Solo por el aparato? —murmuró ella, haciendo un mohín quejoso e inclinándose hacia él—. ¿No me ves cambiada en… nada más?

Nick parpadeó, y volvió a parpadear, logrando que por fin su cerebro volviera a dar muestras de actividad.

—Um… ¿a qué te refieres? —inquirió haciéndose el inocente.
—Pues… ¿no has notado nada nuevo en mí desde la última vez que me viste? —insistió ella, acercándose aún más.

Nick tragó saliva. Se notaba la garganta terriblemente seca. Miley olía tan bien… «¿Qué diablos estás pensando? Alerta hormonal, Jonas, contrólate».

—¿En… en qué sentido?

Miley se puso de pie y giró sobre sí misma, tambaleándose un poco, y quedándose frente a él con los brazos en cruz.

—Vamos, mírame bien.

Nick no tuvo que hacerse de rogar, y la observó largo rato, embelesado. Hasta entonces ni se había dado cuenta de que Miley tenía piernas. La había visto cientos de veces con pantalones cortos, y hasta en bañador, pero jamás se había fijado en ellas. Quizá la diferencia estaba en la ridícula minifalda que llevaba puesta ese día, y en los zapatos de tacón.

—¿Y bien? —inquirió ella poniendo los brazos en jarras.
—¿Eh?
—¿Qué ves?
—Espera un momento, aún no he acabado de mirarte.

Nick se fijó en su cintura. Era la cintura más estrecha que había visto. Sus ojos ascendieron un poco. Otra diferencia era que… bueno, tenía pecho. Eran unos senos más bien pequeños, pero tenían una forma bonita, y se marcaban de un modo indiscutiblemente sensual bajo el ajustado top que llevaba. Después de todo tal vez le gustaban aún más que las piernas, se dijo, pero al bajar la vista meneó la cabeza mentalmente. No, seguía siendo un fetichista de las piernas.
Entonces alzó la vista hacia el rostro de su amiga. Las pecas habían desaparecido, dejando en su lugar una piel tersa y de textura cremosa. Y los labios… no recordaba que hubieran sido siempre tan carnosos. Sin embargo, sus ojos verdes siempre le habían parecido muy bonitos, eso no era nada nuevo, y la naricilla respingona, eso tampoco había cambiado.
Miley agitó la mano delante de su cara para llamar su atención.

—Jonas… ¿lo ves o no?
—Diablos, Cyrus, ¿ver qué? —inquirió él exasperado, sonrojándose ligeramente. Ya había visto más que suficiente, y lo que había visto lo hacía sentirse bastante incómodo—. No sé, a mí me parece que no estás… mal.
—¿Mal? ¿Que no estoy mal? —repitió ella frunciendo el entrecejo contrariada—. Vaya, muchas gracias.
—¿Qué quieres que te diga? —gruñó Nick revolviéndose el cabello con la mano—, ¿qué se supone que tengo que ver?

Miley suspiró, como si le diese lástima, y tomó el rostro de su amigo entre sus manos, sonriéndole.

—¿No lo ves, Jonas? ¡Estoy enamorada! Por primera vez en mi vida estoy enamorada. Y es del hombre más maravilloso del mundo. Al fin voy a averiguar lo que se siente al estar con ese alguien que una chica se pasa esperando toda su vida.

Por alguna razón, Nick sintió que el estómago le daba un vuelco. Se alegraba por ella y por Liam, ¿por qué entonces…? Tal vez era porque jamás había imaginado que sus dos amigos pudieran acabar juntos. Después de todo no era tan incomprensible. Liam era un gran tipo; le había caído bien desde el día que lo conoció en la universidad, en Dublin, y era natural que a Miley le hubiese gustado, porque era guapo, y extrovertido. Además era capitán del equipo de rugby, el primero de la clase, pertenecía a una rica familia de Galway… Lo tenía todo, era la clase de hombre que cualquiera querría para su hermana, y así era como se había sentido él siempre hacia Miley, como un hermano protector. Entonces, ¿por qué de pronto deseaba que no se hubieran conocido?

                                                                       ***

Nick había estado en lo cierto. Aquella tarde, cuando fueron a la orilla del lago, el tiempo no podía ser mejor. La orilla en la que estaban era la más alejada del complejo turístico, por lo que solía estar más tranquila, aunque ese día había allí bastante gente, sobre todo del pueblo. Miley pensó que debían de ser imaginaciones suyas, pero le dio la impresión de que los vecinos con los que se encontraban los saludaban con más efusividad que de costumbre, dedicándoles amplias sonrisas.
Pusieron las toallas sobre el césped, y se sentaron, seguidos por varios pares de ojos. Miley se puso las gafas a modo de diadema y se giró para mirar a Nick, pero él se había tumbado y había cerrado los ojos.

—Ese chisme sobre nosotros parece que se está extendiendo rápidamente —le dijo— Nunca antes habíamos despertado tanto interés.
—No lo creas. Es que tú llevas fuera mucho tiempo. Desde que yo regresé he tenido esta clase de atención. Son los gajes de ser soltero en un pequeño pueblo como este. No puedes saludar a una mujer bonita sin que empiecen a murmurar. En fin, no tienen nada más que hacer, es normal —concluyó encogiéndose de hombros.

Miley se quedó pensativa, y Nick, que intuyó algo en su silencio, le dijo:

—Sé que quieres preguntarme algo, así que hazlo.

La joven lo miró sorprendida.

—Bueno, iba a preguntarte si… ¿has salido con alguien desde que me marché?

Nick abrió los ojos y la miró con una sonrisa maliciosa.

—¿Por qué? ¿No estarás celosa?
—Jajaja. Quiero decir que… bueno, desde que he vuelto que yo sepa no te has citado con ninguna mujer. En fin, me preguntaba si… ¿no te estaré entorpeciendo viviendo contigo?

Nick la miró sorprendido.

—Bueno —continuó Miley—, siempre hemos sido honestos el uno con el otro, y lo cierto es que ahora mismo parece que la mitad de la gente del pueblo piense que yo soy tu vida sexual. Era solo curiosidad —dijo encogiéndose de hombros.

Nick se puso de lado, incorporándose sobre el codo para ponerse al nivel de sus ojos. Vio que en la mirada de Miley había una sincera preocupación y, sin pensar lo que hacía, extendió la mano y apartó un mechón de su rostro.

—Aunque estuviera viendo a una mujer, cosa que los dos sabemos que no está ocurriendo, nunca la llevaría a casa mientras tú estés allí.

Miley advirtió una clara nota de afecto en su voz, y sonrió. Verdaderamente era una buena persona. Sin embargo, no pudo resistir la tentación de pincharlo.

—¿Por qué? ¿Tanto ruido haces?

Nick abrió los ojos como platos, pero al instante reconoció por la mirada de sus ojos que estaba tratando de azorarlo, y le pagó con la misma moneda.

—Cariño, no sería yo precisamente el que haría ruido —le dijo, echándose su aliento en las uñas y haciendo que les daba brillo con la camiseta. Miley se echó a reír.
—¡Serás arrogante! —le espetó. Miley se rio también.
—¿Y tú?, si la situación fuera al revés…
—Ni hablar, nunca haría el amor contigo en la casa —se rió Miley, sonrojándose profusamente.
—Por que tú sí haces mucho ruido, ¿eh? —la pinchó Nick. Sin embargo, a pesar de que no era más que una broma, el solo pensarlo hizo que su imaginación se disparase.

Miley se había echado boca abajo en la toalla para ahogar sus risas, y Nick tuvo que inclinarse para escuchar su respuesta:

—Dudo que pudiera concentrarme sabiendo que tú podías oír algo.

Los celos, ese monstruo de ojos verdes, atenazaron de repente las entrañas de Nick. No tenía derecho a tener celos; Miley era libre y, sin embargo, la sola idea de pensar que había estado con otros hombres o que pudiera estarlo… Se puso de pie y se quitó la camiseta.

—Mejor, porque, fuera quien fuera el tipo, creo que lo machacaría —le dijo sin mirarla— Voy a nadar un poco.

Miley había alzado la cabeza confundida, pero no pudo ver la expresión de su rostro, y observó con el ceño fruncido cómo se alejaba en dirección al agua. ¿A qué había venido aquel arranque? Siempre se había mostrado muy protector con ella, pero…
Su relación estaba cambiando, se dijo la joven con un suspiro. De hecho, nada había sido igual desde que volviera a Irlanda. Últimamente Nick no hacía más que mirarla de un modo extraño, como si nunca antes la hubiera visto. ¿Por qué estaría actuando así?

—Una chica tan bonita como tú no debería fruncir el ceño de esa manera.

Miley se volvió sobresaltada y se encontró con Douglas Booth, de pie junto a ella. Llevaba puesta una prístina camisa blanca abierta y remangada y unos pantalones cortos de color caqui, y sonreía mostrando sus brillantes y perfectos dientes. Parecía uno de esos modelos de los catálogos de verano.

—Trataré de recordarlo —contestó ella, devolviéndole la sonrisa.
—Deberías ir siempre en traje de baño, Miley —le dijo Douglas en un tono seductor, devorando con los ojos su esbelta figura.

La joven se sentó más derecha, sonrojándose ligeramente, y, sin darse cuenta, miró en dirección al lago.

—Sigue en el agua —dijo él.
—¿Quién? —inquirió ella mirándolo y pestañeando. Douglas sonrió.
—Tu «amigo», el señor Guardabosques.
—Oh, te refieres a Nick… Sí, es como un pez —respondió ella vagamente, girando la cabeza otra vez hacia el agua—. Cuando éramos niños hacíamos carreras en el lago, y él siempre ganaba.
—Parece que tenéis una larga historia en común —dijo Douglas, acuclillándose a su lado.

Miley lo miró, dando un ligero respingo al encontrar su rostro tan cerca del suyo.

—Sí, bueno, como te decía el otro día nos conocemos desde hace años, y estamos muy unidos. Y, la verdad —añadió al ver la mirada desaprobadora de la señora Collins—, es que creo que el que estés aquí ahora va a hacer que la gente empiece a murmurar.

A Booth no parecía importarle demasiado.

—No creo que pudiera competir con tu Nick. Por lo que he oído parece que es muy querido en la comunidad.
—Pues por lo que yo he oído, parece que tú no eres de los que se intimidan ante la idea de tener que competir por una mujer —le espetó Miley. Las palabras habían salido de su boca antes de que pudiera detenerlas. Douglas estaba mirándola boquiabierto, y como dolido. Miley quería que se la tragara la tierra.— Lo… lo siento. No debería haber dicho eso. La verdad es que creo firmemente en eso de «inocente hasta que se demuestre lo contrario».
—Miley, yo… —murmuró Douglas inclinándose hacia ella y mirándola a los ojos. Con el índice, le acarició el brazo, subiendo hacia el hombro, y…
—Está usted ocupando mi sitio, señor.

1 comentario:

  1. aaaaaaaaaahhhh..
    hahhahah... maravilloso.... maldito douglas!!
    WOW!!
    MARAVILLOSO!!
    es que no puede besarla.... lo mato!!
    =D que emocion! siguela!!

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