Tras
pasar toda la mañana intentando rehuir las preguntas de la curiosona
de Demi, Miley se escapó a la orilla del lago a la hora del almuerzo para estar
un rato a solas. Se compró en un puestecillo un par de sándwiches y un bote de
zumo, y se sentó en la orilla, al calor del sol de principios de junio.
Se puso las gafas de sol,
y miró en derredor, inspirando profundamente. Del embarcadero iban y venían las
embarcaciones de recreo, repletas de turistas. De pronto, en medio de un grupo
de veraneantes, divisó a Nick, aparentemente dándoles indicaciones sobre un
mapa, y se acordó de su conversación con Demi. «Increíblemente guapo» no era
precisamente la forma en que ella lo habría descrito si alguien le hubiera
preguntado cómo era. Alguien como Brad Pitt… pues sí, pero… ¿Nick Jonas? La
sola idea casi le daba risa. Bueno, no era feo desde luego, pero… ¿Nick…
increíblemente guapo?
Se quedó observándolo en
la distancia, fijándose en sus anchos hombros y tórax. No estaba muy fornido, pero
sí en buena forma, se dijo abriendo un sándwich y dándole un mordisco. ¿Y el
cabello? Tenía el cabello castaño oscuro, nada excepcional, pero no podía
imaginárselo rubio o pelirrojo, y lo cierto era que el modo en que le caía
sobre los ojos era bastante sexy.
El rostro… Tal vez no
fuera perfecto, pero los rasgos en conjunto eran armoniosos, y le daban un aire
honesto. Además era muy expresivo. Eso siempre le había gustado, el modo en que
podía leer sus emociones al instante.
Los labios de Miley se
curvaron en una dulce sonrisa al verlo acariciar la cabecita de una niña.
Estaba hablando con ella y la chiquilla se reía. Nick era así. Siempre
conseguía hacer sonreír a las personas. Y era un buenazo además, un pedazo de
pan. Miley sabía que él detestaba que lo llamaran así, pero era la verdad.
Sus ojos verdes lo
siguieron hasta que lo perdió de vista. Demi tenía razón: Nick era un hombre
maravilloso. Sí, era amable, y simpático, y cariñoso… Lástima que no fuera su
tipo. Aunque, bien pensado, era más bien un alivio, porque si se hubiera
sentido atraída por él, podría acabar haciéndose daño con aquella apuesta que
habían iniciado
El decimoctavo cumpleaños de Miley.
Finalmente Nick no tuvo que besar a Miley cuando cumplió los dieciocho años. Desde que le hiciera aquella promesa, los dos habían crecido, y sus mundos habían cambiado mucho. Se había unido a ellos Liam Hermsworth. Un compañero de universidad de Nick, convirtiéndose en «los tres mosqueteros», inseparables, y al poco tiempo ella y Liam habían empezado a salir juntos.
—No puedo creer que me
ocultaras durante tanto tiempo que tenías un amigo así —acusó Miley a Nick con
una sonrisa durante la fiesta—. ¿Lo hiciste para torturarme, o estabas
esperando a que me quitaran el aparato de los dientes? —inquirió enarcando una
ceja.
—Es que me parecía cruel
exponer a mis amigos a la terrible Cyrus —la picó Nick sonriendo también.
Miley lo sorprendió,
besándolo de repente en la mejilla y dándole un abrazo.
—Gracias por presentarme
a Liam, Jonas, eres encantador.
Nick meneó las cejas de
un modo ridículo.
—Ya lo sé, es lo que
piensan la mitad de las mujeres de por aquí —dijo. Miley se echó a reír.
—Pero yo te conocí antes
que ninguna, no lo olvides —le dijo, dándole un toque en la punta de la nariz
con el índice, y tambaleándose ligeramente. Nick la sostuvo.
—Me parece, mi pelirroja
amiga, que ha tomado usted alguna copa de más.
—Bueno, es mi cumpleaños
—replicó ella rodeándole la cintura y echándose a reír otra vez.
Ryan la llevó hasta un
asiento libre, abriéndose paso con dificultad entre la gente, y la ayudó a
sentarse.
—Ahora vas a quedarte
aquí, e iré a buscarte un poco de café, ¿de acuerdo?
Miley sacudió la cabeza
y, frunciendo los labios, dio unas palmaditas en la silla junto a la suya.
—No, ven, siéntate.
Quiero hablar contigo, Jonas.
—Bien, pero primero iré a
por ese café —dijo él dándose la vuelta.
—¡No! —exclamó ella
agarrándolo de la manga—. Siéntate… ahora.
Nick se giró, y la
encontró mirándolo entre las espesas pestañas con aire de niña caprichosa.
Diablos, sí que había crecido. Y desde luego no era la ausencia del aparato
dental lo que había hecho que Liam se fijara en ella. Era como si hubiera
florecido de la noche a la mañana. Se sentó a su lado sin poder despegar sus
ojos de los de ella.
—¿De qué querías hablar?
—inquirió. Miley sonrió satisfecha, y luego se puso muy seria.
—Dime, ¿te parezco
bonita?
La pregunta lo pilló con
la guardia baja, sobre todo teniendo en cuenta que en ese mismo momento había
estado diciéndose lo guapa que se había vuelto.
—No puedo creerlo, he
logrado que Nick Jonas se quede sin palabras —dijo Miley prorrumpiendo en
risitas.
Por primera vez Nick se
sentía incómodo con su mejor amiga.
—Em… será mejor que vaya
a por ese café —hizo ademán de levantarse, pero Miley se lo impidió, poniendo
una mano en su muslo y haciendo que volviera a sentarse.
—¿Estás evitando la
pregunta, Jonas? —inquirió con una sonrisa peligrosa.
Nick estaba demasiado
ocupado tratando de evitar los incómodos pensamientos que estaban acudiendo en
tropel a su mente como para recordar siquiera la pregunta. Sentía como si la
piel lo quemase donde ella tenía puesta la mano. ¿No le había dicho nadie lo
que le pasaba a los chicos de veintiún años cuando una chica guapa los tocaba
tan cerca de…?
Apartó con cuidado la
mano de Miley, colocándola sobre su regazo.
—Qué… qué tontería
—balbució—. ¿Por qué iba a evitar esa pregunta? Por supuesto que eres bonita.
Has ganado mucho desde que te quitaron el aparato.
—¿Solo por el aparato?
—murmuró ella, haciendo un mohín quejoso e inclinándose hacia él—. ¿No me ves
cambiada en… nada más?
Nick parpadeó, y volvió a
parpadear, logrando que por fin su cerebro volviera a dar muestras de
actividad.
—Um… ¿a qué te refieres?
—inquirió haciéndose el inocente.
—Pues… ¿no has notado
nada nuevo en mí desde la última vez que me viste? —insistió ella, acercándose
aún más.
Nick tragó saliva. Se
notaba la garganta terriblemente seca. Miley olía tan bien… «¿Qué diablos estás
pensando? Alerta hormonal, Jonas, contrólate».
—¿En… en qué sentido?
Miley se puso de pie y
giró sobre sí misma, tambaleándose un poco, y quedándose frente a él con los
brazos en cruz.
—Vamos, mírame bien.
Nick no tuvo que hacerse
de rogar, y la observó largo rato, embelesado. Hasta entonces ni se había dado
cuenta de que Miley tenía piernas. La había visto cientos de veces con
pantalones cortos, y hasta en bañador, pero jamás se había fijado en ellas.
Quizá la diferencia estaba en la ridícula minifalda que llevaba puesta ese día,
y en los zapatos de tacón.
—¿Y bien? —inquirió ella
poniendo los brazos en jarras.
—¿Eh?
—¿Qué ves?
—Espera un momento, aún
no he acabado de mirarte.
Nick se fijó en su
cintura. Era la cintura más estrecha que había visto. Sus ojos ascendieron un
poco. Otra diferencia era que… bueno, tenía pecho. Eran unos senos más bien
pequeños, pero tenían una forma bonita, y se marcaban de un modo
indiscutiblemente sensual bajo el ajustado top que llevaba. Después de todo tal
vez le gustaban aún más que las piernas, se dijo, pero al bajar la vista meneó
la cabeza mentalmente. No, seguía siendo un fetichista de las piernas.
Entonces alzó la vista
hacia el rostro de su amiga. Las pecas habían desaparecido, dejando en su lugar
una piel tersa y de textura cremosa. Y los labios… no recordaba que hubieran
sido siempre tan carnosos. Sin embargo, sus ojos verdes siempre le habían
parecido muy bonitos, eso no era nada nuevo, y la naricilla respingona, eso
tampoco había cambiado.
Miley agitó la mano
delante de su cara para llamar su atención.
—Jonas… ¿lo ves o no?
—Diablos, Cyrus, ¿ver
qué? —inquirió él exasperado, sonrojándose ligeramente. Ya había visto más que
suficiente, y lo que había visto lo hacía sentirse bastante incómodo—. No sé, a
mí me parece que no estás… mal.
—¿Mal? ¿Que no estoy mal?
—repitió ella frunciendo el entrecejo contrariada—. Vaya, muchas gracias.
—¿Qué quieres que te
diga? —gruñó Nick revolviéndose el cabello con la mano—, ¿qué se supone que
tengo que ver?
Miley suspiró, como si le
diese lástima, y tomó el rostro de su amigo entre sus manos, sonriéndole.
—¿No lo ves, Jonas?
¡Estoy enamorada! Por primera vez en mi vida estoy enamorada. Y es del hombre
más maravilloso del mundo. Al fin voy a averiguar lo que se siente al estar con
ese alguien que una chica se pasa esperando toda su vida.
Por alguna razón, Nick sintió que el estómago le daba un vuelco. Se alegraba por ella y por Liam,
¿por qué entonces…? Tal vez era porque jamás había imaginado que sus dos amigos
pudieran acabar juntos. Después de todo no era tan incomprensible. Liam era
un gran tipo; le había caído bien desde el día que lo conoció en la
universidad, en Dublin, y era natural que a Miley le hubiese gustado, porque
era guapo, y extrovertido. Además era capitán del equipo de rugby, el primero
de la clase, pertenecía a una rica familia de Galway… Lo tenía todo, era la
clase de hombre que cualquiera querría para su hermana, y así era como se había
sentido él siempre hacia Miley, como un hermano protector. Entonces, ¿por qué
de pronto deseaba que no se hubieran conocido?
***
Nick había estado en lo cierto. Aquella tarde, cuando fueron a la orilla del lago,
el tiempo no podía ser mejor. La orilla en la que estaban era la más alejada
del complejo turístico, por lo que solía estar más tranquila, aunque ese día
había allí bastante gente, sobre todo del pueblo. Miley pensó que debían de ser
imaginaciones suyas, pero le dio la impresión de que los vecinos con los que se
encontraban los saludaban con más efusividad que de costumbre, dedicándoles
amplias sonrisas.
Pusieron las toallas
sobre el césped, y se sentaron, seguidos por varios pares de ojos. Miley se
puso las gafas a modo de diadema y se giró para mirar a Nick, pero él se había
tumbado y había cerrado los ojos.
—Ese chisme sobre
nosotros parece que se está extendiendo rápidamente —le dijo— Nunca antes
habíamos despertado tanto interés.
—No lo creas. Es que tú
llevas fuera mucho tiempo. Desde que yo regresé he tenido esta clase de
atención. Son los gajes de ser soltero en un pequeño pueblo como este. No
puedes saludar a una mujer bonita sin que empiecen a murmurar. En fin, no
tienen nada más que hacer, es normal —concluyó encogiéndose de hombros.
Miley se quedó pensativa,
y Nick, que intuyó algo en su silencio, le dijo:
—Sé que quieres
preguntarme algo, así que hazlo.
La joven lo miró
sorprendida.
—Bueno, iba a preguntarte
si… ¿has salido con alguien desde que me marché?
Nick abrió los ojos y la
miró con una sonrisa maliciosa.
—¿Por qué? ¿No estarás
celosa?
—Jajaja. Quiero decir
que… bueno, desde que he vuelto que yo sepa no te has citado con ninguna mujer.
En fin, me preguntaba si… ¿no te estaré entorpeciendo viviendo contigo?
Nick la miró sorprendido.
—Bueno —continuó Miley—,
siempre hemos sido honestos el uno con el otro, y lo cierto es que ahora mismo
parece que la mitad de la gente del pueblo piense que yo soy tu vida sexual.
Era solo curiosidad —dijo encogiéndose de hombros.
Nick se puso de lado,
incorporándose sobre el codo para ponerse al nivel de sus ojos. Vio que en la
mirada de Miley había una sincera preocupación y, sin pensar lo que hacía,
extendió la mano y apartó un mechón de su rostro.
—Aunque estuviera viendo
a una mujer, cosa que los dos sabemos que no está ocurriendo, nunca la llevaría
a casa mientras tú estés allí.
Miley advirtió una clara
nota de afecto en su voz, y sonrió. Verdaderamente era una buena persona. Sin
embargo, no pudo resistir la tentación de pincharlo.
—¿Por qué? ¿Tanto ruido
haces?
Nick abrió los ojos como
platos, pero al instante reconoció por la mirada de sus ojos que estaba
tratando de azorarlo, y le pagó con la misma moneda.
—Cariño, no sería yo
precisamente el que haría ruido —le dijo, echándose su aliento en las uñas y haciendo
que les daba brillo con la camiseta. Miley se echó a reír.
—¡Serás arrogante! —le
espetó. Miley se rio también.
—¿Y tú?, si la situación
fuera al revés…
—Ni hablar, nunca haría
el amor contigo en la casa —se rió Miley, sonrojándose profusamente.
—Por que tú sí haces
mucho ruido, ¿eh? —la pinchó Nick. Sin embargo, a pesar de que no era más que
una broma, el solo pensarlo hizo que su imaginación se disparase.
Miley se había echado
boca abajo en la toalla para ahogar sus risas, y Nick tuvo que inclinarse para
escuchar su respuesta:
—Dudo que pudiera
concentrarme sabiendo que tú podías oír algo.
Los celos, ese monstruo
de ojos verdes, atenazaron de repente las entrañas de Nick. No tenía derecho a
tener celos; Miley era libre y, sin embargo, la sola idea de pensar que había
estado con otros hombres o que pudiera estarlo… Se puso de pie y se quitó la
camiseta.
—Mejor, porque, fuera
quien fuera el tipo, creo que lo machacaría —le dijo sin mirarla— Voy a nadar
un poco.
Miley había alzado la
cabeza confundida, pero no pudo ver la expresión de su rostro, y observó con el
ceño fruncido cómo se alejaba en dirección al agua. ¿A qué había venido aquel
arranque? Siempre se había mostrado muy protector con ella, pero…
Su relación estaba cambiando,
se dijo la joven con un suspiro. De hecho, nada había sido igual desde que
volviera a Irlanda. Últimamente Nick no hacía más que mirarla de un modo
extraño, como si nunca antes la hubiera visto. ¿Por qué estaría actuando así?
—Una chica tan bonita como
tú no debería fruncir el ceño de esa manera.
Miley se volvió
sobresaltada y se encontró con Douglas Booth, de pie junto a ella. Llevaba
puesta una prístina camisa blanca abierta y remangada y unos pantalones cortos
de color caqui, y sonreía mostrando sus brillantes y perfectos dientes. Parecía
uno de esos modelos de los catálogos de verano.
—Trataré de recordarlo
—contestó ella, devolviéndole la sonrisa.
—Deberías ir siempre en
traje de baño, Miley —le dijo Douglas en un tono seductor, devorando con los ojos su
esbelta figura.
La joven se sentó más
derecha, sonrojándose ligeramente, y, sin darse cuenta, miró en dirección al
lago.
—Sigue en el agua —dijo
él.
—¿Quién? —inquirió ella
mirándolo y pestañeando. Douglas sonrió.
—Tu «amigo», el señor
Guardabosques.
—Oh, te refieres a Nick…
Sí, es como un pez —respondió ella vagamente, girando la cabeza otra vez hacia
el agua—. Cuando éramos niños hacíamos carreras en el lago, y él siempre
ganaba.
—Parece que tenéis una
larga historia en común —dijo Douglas, acuclillándose a su lado.
Miley lo miró, dando un
ligero respingo al encontrar su rostro tan cerca del suyo.
—Sí, bueno, como te decía
el otro día nos conocemos desde hace años, y estamos muy unidos. Y, la verdad
—añadió al ver la mirada desaprobadora de la señora Collins—, es que creo que
el que estés aquí ahora va a hacer que la gente empiece a murmurar.
A Booth no parecía
importarle demasiado.
—No creo que pudiera
competir con tu Nick. Por lo que he oído parece que es muy querido en la
comunidad.
—Pues por lo que yo he
oído, parece que tú no eres de los que se intimidan ante la idea de tener que
competir por una mujer —le espetó Miley. Las palabras habían salido de su boca
antes de que pudiera detenerlas. Douglas estaba mirándola boquiabierto, y como
dolido. Miley quería que se la tragara la tierra.— Lo… lo siento. No
debería haber dicho eso. La verdad es que creo firmemente en eso de «inocente
hasta que se demuestre lo contrario».
—Miley, yo… —murmuró Douglas inclinándose hacia ella y mirándola a los ojos. Con el índice, le acarició el
brazo, subiendo hacia el hombro, y…
—Está usted ocupando mi
sitio, señor.
aaaaaaaaaahhhh..
ResponderEliminarhahhahah... maravilloso.... maldito douglas!!
WOW!!
MARAVILLOSO!!
es que no puede besarla.... lo mato!!
=D que emocion! siguela!!