sábado, 17 de marzo de 2012

SHUT OUT; Cap 11

Al parecer, las chicas no fueron las únicas intercambiando chismes sobre su vida amorosa. Los chicos habían estado hablando, también. Supongo que cuando un grupo de atletas de secundaria no tiene sexo, las palabras empiezan a extenderse de que algo está muy mal, porque el lunes, los chicos ya estaban preocupados.


—¿Qué pasa con todas las chicas? —Liam me preguntó durante el viaje a mi casa esa tarde. Por una vez, no tenía práctica de fútbol, y había decidido tomar en cuenta la siempre presente invitación a cenar de mi padre, y recompensarme por la cita que habíamos perdido el viernes.
—¿Qué quieres decir?


Sabía exactamente lo que quería decir, sin embargo.


—Como que... no sé. He oído cosas.
—¿Por ejemplo?
—Como tú que estás toda distante —dijo— La Novia de Finn ni siquiera le da un beso, y desde la semana pasada, has estado actuando raro. David dice que incluso Mandy no está soltando, y ella es una p*ta, así que sabemos que algo anda mal.
—No llames a mí mejor amiga puta —le dije— Solo porque la gente lo diga no significa que sea cierto.
—Pero es verdad.
—Es relativo —le dije—. Apostaría a que David se ha acostado con más gente que Mandy. ¿Correcto?
—Probablemente. Pero David es hombre.
—No lo llamarías una puta, así que por favor no llames a Mandy una.
—Ok, ok... —Liam se encogió de hombros y volvió el Buick en mi calle— Lo siento. Lo que sea... Pero no has respondido a mi pregunta.
—¿Qué pregunta?
—¿Qué pasa con todas las chicas?


Mierda, pensé. Cambiar de tema por lo general funcionaba con Liam. Estaba tan distraído que no se daba cuenta que lo había empujado lejos del tema original. Eso era parte de la belleza de salir con él, nunca tuve que preocuparme de que me arrinconara en una conversación que no quería tener.
Excepto ahora.
Naturalmente, cuando el sexo era el tema, Liam lograba mantenerse concentrado.


—Hablaremos de ello más tarde —le dije mientras su coche se deslizaba en mi camino.


Antes de que pudiera argumentar, salí del asiento del pasajero y comencé a caminar hacia la puerta principal.
Me habría abofeteado a mí misma. Había un agujero enorme en mi plan de ataque, nunca habíamos discutido cuándo o cómo decirles a los chicos. Eventualmente tendríamos que hacerlo, obviamente, porque el objetivo era conseguir que nos escucharan, que oyeran nuestra demanda de poner fin a la rivalidad. Pero ahora, con Liam preguntando, estaba nerviosa de responderle.


—Hola, cariño —llamó a papá en la cocina cuando entre en la casa—. Acabo de llegar del trabajo y decidí hacer un sándwich. ¿Quieres uno?
—No, gracias —dije, caminando por la alfombra hacia la cocina. Detrás de mí, Liam cerró la puerta y comenzó a seguirme— Traje compañía. Pensaba en hacer una cena real esta noche.


Papá miró sobre su hombro y sonrió cuando vio a Liam de pie junto a mí en la puerta de la cocina.


—Hola —dijo— ¿No hay práctica de fútbol?
—No, señor. —dijo Liam— El entrenador nos dio el día libre dijo que no podía mirarnos a la cara después de la derrota del viernes. Pero estoy seguro de que va a patearnos el trasero mañana.
Oh, sí. —Papá tomó su bocadillo en el mostrador y lo puso en su regazo para que pudiera rodar su silla hacia nosotros— Escuché que el juego fue bastante brutal. No pude llegar, necesitaba responder algunos e-mails y resolver una situación con un estudiante, pero Trace dijo que Oak Hill se puso en muy buena forma este año.
—Sí, ninguno de nosotros lo esperaba —coincidió Liam— Muy extraño. Apestaban el año pasado.


Papá rodó hasta la mesa y Liam se sentó junto a él. Los deje hablando de deportes un poco mientras buscaba a través de la nevera, tratando de decidir qué hacer para cenar.
Cuando me di cuenta que no teníamos casi nada —estar con dos hombres adultos significaba que la comida no duraba mucho tiempo—, me decidí a llamar y dejarle un correo de voz a Trace, pidiéndole que pasara por la tienda en su camino a casa y recogiera algunas cosas que necesitaba para hacer pasta.
Cuando colgué el teléfono, oí a Liam preguntar:


—¿Cómo va el trabajo, Sr. Cyrus?


Sonreí mientras caminaba hacia la mesa redonda de madera y me sentaba al lado de mi novio. Él se acercó y me pasó un brazo por los hombros. Mire tímidamente a mi padre, y me tensé un poco ante el contacto. Pero Liam no pareció darse cuenta o tal vez ya era habitual para él ahora.


—El trabajo va bien —dijo papá— He estado un poco loco esta semana. Hay una estudiante que tiene algunos problemas de comportamiento bastante bruscos. Creo que está teniendo un momento difícil en su casa, pero no quiere decirlo. La pobre chica nunca ha tenido problemas antes.


Cuando era pequeña, él había trabajado en una constructora, haciendo viviendas en la parte nueva de la ciudad. Después del accidente, decidió ir en una dirección diferente.
Así es como terminó como el consejero de la Primaria Hamilton.


—Usted es tan paciente —dijo Liam— No soporto a los niños. Me siento tan frustrado con ellos. No quiero ser padre.
—Vas a cambiar de opinión —le dijo papá— Especialmente si Miley y tú terminan casándose. Ustedes tendrían que darme nietos.
—Trace puede hacer eso —Randy se echó a reír— Miley y yo no vamos a tener hijos. Tal vez algunos perros.


Me aclaré la garganta, recordándole que estaba sentada allí. Odiaba cuando Liam planeaba mi futuro por mí.


—Trace va a recoger algunas cosas en la tienda en su camino de vuelta del trabajo —le dije— Va a ser una hora o dos por lo que si quieren vayan a ver la televisión.


En un instante, Liam se puso de pie, empujando la silla de ruedas de mi padre a la sala de estar, mientras discutían sobre cuál de las seis redes de ESPN ver.
Cuando se fueron, saqué mi teléfono móvil para escribirle a Mandy.
Liam está haciendo preguntas. Creo que él sabe.
En cuestión de segundos, me contestó.
Que le vas decir??
Eché un vistazo a la sala. Algún talk show deportivo estaba en la televisión, y podía oír a papá y a Liam riendo mientras estaban de acuerdo con los comentaristas. Sonreí para mis adentros. Liam era ya parte de mi familia. Una parte de mí. No debía tener miedo de ser honesta con él.
Sin ni siquiera mirar a la pantalla, trasladé mis dedos a través del teclado y envíe un mensaje de vuelta a Mandy.
La verdad.
Para la hora en que la cena estuvo sobre la mesa, estaba a punto jalarme de los pelos.
Trace llegó a casa casi una hora tarde y se negó a decirme dónde había estado. Papá tuvo que hacerme dejar de preguntarle. Y, por supuesto, mi hermano había recogido el tipo equivocado de fideos. Quiero decir, supongo que la pasta no importaba, todas tienen el mismo sabor, pero era el principio de la cosa.
Había sido capaz de relajarme un poco en la mesa, sin embargo. Trace le dio a Liam un mal rato por el partido del viernes, todo el mundo me felicitó por la cena —no es que la pasta fuese difícil de hacer, pero aun así era agradable de escuchar— y nadie mencionó el equipo de fútbol o los ritos de iniciación.
Después de salir de la mesa, sin dejar de sonreír por un chiste que papá nos había contado, Liam se ofreció a ayudarme a lavar los platos.


—¿Por qué no utilizas el lavavajillas? —preguntó.
—Las tuberías están dañadas —le dije— Lo han estado durante semanas. El fontanero no ha venido a arreglarla todavía.
—Eso es una mierda. —Puso una pila de platos en el mostrador mientras llenaba el fregadero con agua— Yo podría ser capaz de arreglarlas. Ayude a mi tío a arreglar las de su casa antes. Les puedo dar un vistazo cuando llegue este fin de semana, si lo deseas. Entonces no tendrás que pagar por un fontanero.
—Eso sería genial —le dije— Liam Hemsworth, pro-bono plomero.
—¿Pro-bono qué?
—No importa. Sólo tienes que traer la llave inglesa y tus pantalones caídos de plomero, el sábado.


Liam sonrió.


—Los pantalones caídos de plomero, ¿eh? Miley, en realidad las tuberías están en mal estado, ¿o es sólo tu manera de tratar de verme el trasero?
—Difícilmente —le dije, arrojando un poco de agua sobre él— Sólo si contratas a un doble de traseros.


Liam me sacó la lengua y tiró un poco de agua en mi dirección.
Tenía que admitir, me impresionaba bastante que estuviera ayudando a limpiar. Me imaginé que estaría corriendo de regreso a la TV al segundo en que el plato estuviera despejado, en la forma en que solía hacerlo.


—Así que de vuelta a lo que estábamos hablando antes —dijo tras una pausa—. ¿Qué pasa con las chicas?


Por supuesto, él tenía un motivo. Me puse en guardia de nuevo al instante. Cerré el grifo mientras que las burbujas del detergente comenzaban a ceder sobre el borde del lavaplatos.


—¿De verdad quieres saber? —pregunté en voz baja, señalándolo para que metiera los plato al agua jabonosa.
—Sí.
—Está bien. Estamos en una huelga de sexo.


Liam, que Dios lo bendiga, sólo parpadeó, confuso.
Metí la mano en el cajón superior y saque una esponja y un trapo.


—Está bien. —dije, entregándole el trapo— Las chicas están cansadas de la rivalidad. Lo que ha estado pasando por mucho tiempo, y ustedes no tienen ni siquiera una razón para pelear.
—Como el infierno que si—argumentó Liam— Tenemos un montón de razones para odiar a esos…
—Liam, ¿puedes aunque sea decirme porque comenzó en primer lugar? —le pregunté.


Abrió la boca para responder, luego se detuvo, y abrió la boca de nuevo.


—Uh...—Tragó saliva, y le pase un plato que acababa de limpiar para que él pudiera secarlo, mientras pensaba— Todo empezó... Todo empezó porque...
—Si te toma tanto tiempo recordarlo—le dije, mojando otro plato cubierto con salsa marinara en el agua espumosa, burbujeante— entonces la pelea no vale la pena realmente.
—Bien, ¿pero que tiene esto que ver con que las chicas estén extrañas?
—Te lo dije—le dije— Queremos que la rivalidad termine. Así que hemos decidido que ninguno de los chicos de los equipos va a recibir ninguna acción hasta que termine la pelea. Una huelga de sexo.


Liam dejó de secar el plato que acababa de entregarle.


—¿Me estás jodiendo?
—No.
—Como... ¿Nada de sexo?
—Shhh. —me tensé y miré por encima de mi hombro para ver que papá y Trace estuvieran aun en la sala de estar, viendo la TV— No es sólo sexo. Podría ser cualquier cosa.
—¿Cómo besarnos, masturbadas, todo? Me estremecí y miré sobre mi hombro otra vez.
—Sí —le susurré entre dientes— Todo. Baja la voz. Si papá nos escucha...
—Bien, lo siento. ¿Así que esto va a durar hasta que los equipos dejen de pelear?


Asentí con la cabeza y le di otro plato limpio. Él lo tomó, pero no empezó a secarlo inmediatamente. En cambio, se limitó a mover la cabeza hacia atrás y hacia adelante, con los labios apretados, como conteniendo la risa.


—¿Qué? —le pregunté.
—Lo siento, pero ¿realmente esperan que algo tan estúpido funcione?
—No es estúpido —le dije—. Lo que es estúpido es su pequeña rivalidad con el equipo de fútbol. Esto ocurre cada otoño, y se está poniendo peor. La gente está terminando herida. Mi plan para terminar con esto funcionara. Si hay una cosa que podemos retener que los hará hacer cualquier cosa, es favores sexuales.
—Nunca funcionará—dijo Liam, finalmente secando el plato que había estado sosteniendo los pasados 13 segundos y colocándolo en la parte superior de la pila creciente de los platos limpios— Las chicas no durarán.
—¿Por qué dices eso?
—Porque no vamos a dejar de pelear con el equipo de fútbol, y sé que las chicas no pueden durar para siempre. Caray, apuesto a que si me esforzaba lo suficiente, no serías capaz de resistirme en este momento. —Me dio una versión exagerada de una seductora sonrisa, batiendo sus pestañas y todo, cuando se inclinó para besarme.


Le reste importancia, molesta.


—¿No quieres que la rivalidad termine?
—En realidad no.
—Sabes, Liam...—Vacilé, luego dije— Cuando volvimos a estar juntos, me prometiste que madurarías y te comportarías como un adulto.


Se puso rígido.


—Bueno, Miley, ambos hicimos algunas promesas que no cumplimos, ¿no?


Un segundo.
Dos segundos.
No podía creer que acababa de decir eso. No podía creer que lo había hecho. Nos enfrentamos uno al otro, me quedé boquiabierta y él se afirmó más. Me había estado molestando antes, pero ahora estaba molesto, y yo también.
Tres segundos.
Cuatro segundos.
Mis puños se cerraron a mis costados y con cada segundo, la tensión crecía entre nosotros. El aire se espeso y me vi forzada a calmar mi respiración. Esto era lo más cerca que habíamos llegado de una pelea en mucho tiempo y menos de un minuto atrás, ni siquiera había sido una pelea.
La peor parte era que, lógicamente, deberíamos haber estado en el mismo lado. Él debía haber querido que esto terminara tanto como yo. O tal vez no se veía a sí mismo como la víctima en todo. Tal vez le gustaba el caos.
La idea me hizo dar vueltas la cabeza.
Cinco segundos.
Seis segundos.
Estaba empezando a pensar que nunca nos moveríamos de nuevo cuando la voz de mi hermano penetró en el silencio.


—¡Miley! ¡Liam!


Volví la cabeza, tirando de mi mirada de Liam, cuando Trace apareció en la puerta.
Por un segundo, sus ojos se movieron entre nosotros, y sabía que él podía decir que algo estaba pasando. Trace no era tan denso como Liam. O tan compasivo como mi padre. En lugar de preguntar al respecto, sin embargo, él negó con la cabeza, como si agitara el conocimiento de toda la tensión de su mente.


—Mi padre quiere un helado—dijo, pasándose la mano por el pelo corto y negro— Voy a salir a conseguirle uno.¿Quieren?


Eché un vistazo a Liam. Él seguía observándome, pero la expresión de su cara era ilegible.


—Sí—le dije a mi hermano— Fresa con asperja para mí. Y asegúrate que el de papá sea bajo en grasa, ¿de acuerdo?
—Sí, sí, lo sé—dijo Trace—. ¿Y tú, Liam?
—Um...—Poco a poco, se volvió para mirar a mi hermano—. Chocolate. Con jarabe de chocolate.


Trace se echó a reír.


—Ahora ese es mi tipo de helado. Está bien. Estaré de vuelta pronto.


Él robó las llaves del mostrador y salió de la cocina.


—Mira, Liam—susurré cuando Trace se había ido— las chicas están en huelga de sexo. Va a ser de esta manera hasta que la rivalidad termine.
—Nunca va a suceder—me dijo Liam.


No le respondí. En su lugar, me di vuelta y entré en la sala de estar, donde Liam no se atrevería a volver a esta conversación delante de mi padre, y me senté a ver un show de deportes de mierda y esperar por mi helado.


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ASSH! Odio a Liam XD
Es un patán en esta nove /: 
:P

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