Esa tarde, mientras Mandy y yo salíamos al parqueadero de estudiantes, después del último bloque, Liam corría detrás de nosotras.
—Oye, Miley espera un momento.
Nos detuvimos, y me giré para enfrentarlo.
—¿Sí?
Se detuvo a unos metros de mí, mirando momentáneamente confundido.
—¿Algo está mal? —preguntó—. Te ves molesta.
—No es nad… ¡Auch! —Mandy me acababa de dar un fuerte codazo en el costado, y luego me dirigió una mirada severa. Suspiré— De acuerdo, sí, está bien, estoy algo molesta, Liam.
—Mierda, ¿qué hice?
—Bueno, mi trabajo aquí está hecho, les daré a ambos algo de privacidad. —Mandy pasó a mi lado y se dirigió hacia su convertible, la vi subir a la cubierta y empujar sus largas piernas hasta su pecho.
—Así que, ¿cuál es el problema? —preguntó, ya tenía puesta su ropa de entrenamiento para la práctica de fútbol.
Pateé un pedacito de pavimento suelto, un poco más fuerte de lo que lo había previsto, se deslizó por todo el estacionamiento, chocándose con un bote de basura, a algunos metros más allá, con un ruido sordo.
—¿No te enseñó tu madre a usar tus palabras? —bromeó. Le dirigí una mirada severa.
—Lo… siento —dijo—. Sé que no te gusta hablar sobre… lo siento. —Suspiró y dirigió una mano hacia su cabello—¿Cuál es el problema? ¿Qué hice? Dime.
—Mira —dije, obligando a las palabras salir de mi boca. Mandy estaba en lo correcto. Necesitaba abrirme y decirle a Liam cómo me sentía— Es sólo que… no me siento bien siendo tu… —Mis ojos quedaron fijos en mis manos, donde ellas se enrollaban y desenrollaban en un estable ritmo cerca de mi cintura— Consuelo sexual.
—¿Consuelo sexual?
—La noche anterior —le recordé—, mi cuarto, me sobornaste con una flores antes de abandonarme. Tú estabas ahí, estoy segura que lo recuerdas.
De repente, la bombilla se prendió sobre su cabeza.
—¿Qué? ¿Eso? Eso no fue consuelo sexual, nena, solo lo es sino estás con la chica. Pero estamos enamorados, así que está bien.
—No para mí —murmuré— Dolió, me sentí usada. Estoy cansada de ti, abandonándome por esa estúpida pelea, Liam. Eso en realidad me molestó anoche. Ha estado molestándome por un tiempo realmente.
Miré a mis pies y metí mis manos en mis bolsillos, así pararía de retorcerlas.
—Miley.
Lo miré.
Liam arrastró los pies y frotó la parte trasera de su cuello con una mano.
—Está bien, lo siento. No quería que te sintieras de esa manera. ¿Puedo hacer algo para compensarte?
—¿Cómo?
—Permíteme sacarte el viernes. Como, en una agradable cita.
—Liam…
—En serio, Miley, lo digo en serio. Déjame intentarlo de nuevo, ¿Por favor?
Suspiré y cambié mi peso de un pie al otro.
—Bueno, está bien.
—Genial —dijo, inclinándose y besándome en la mejilla—. Te recogeré a las siete, ¿Si? Te arreglas. Iremos a algún lugar agradable. Mamá irá a alguna clase de retiro de trabajo, así que tendremos la casa para nosotros por si quieres ir a mi casa luego.
—Suena bien.
—Genial, bueno, tengo que llegar a una práctica. Te veré luego.
Lo dejé darme un beso rápido en los labios antes de que regresara corriendo hacia las puertas dobles que dirigían al gimnasio.
Cuando se había ido, me giré y caminé hacia el auto de Mandy.
—Vámonos —dije, golpeando el capó del convertible negro—. No puedo llegar tarde al trabajo.
Mandy bajó del capó mientras yo me subía al asiento del pasajero.
—Ahora, Miley ¿Fue muy complicado?
—Sí, pero estoy agradecida de haberlo hecho. Estabas en lo correcto. Es mejor para mí sólo ser honesta con él.
—¿Cuando me he equivocado?
—Bueno, está esa ves el año pasado cuando trataste de convencerme de que Harrison Carlyle era heterosexual dirigiéndote hacia él en la cueva y tratando de…
—Oye, oye. —Mandy alzó una mano para callarme— No hablamos de esa noche. —Suspiró— Debí haberlo sabido cuando me dijo qué clase de shampoo me ayudaría con mi frizz.
—Entonces, si puedes equivocarte.
—Raramente —dijo—. Y no estaba equivocada en esta situación, así que... —Me guiñó y rió—Es bueno saber que mis distintivos momentos temidos valen la pena.
Puse los ojos en blanco.
Encendió el motor y salimos del estacionamiento, dirigiéndonos hacia la librería pública Hamilton, donde archivaba libros cada martes y jueves. Como no podía permitirme un auto y Liam tenía práctica de fútbol, Mandy, por lo general, me daba un aventón.
Así es como Mandy y yo hemos empezado a salir, realmente.
Me escuchó hablar sobre necesitar un aventón en la mesa del almuerzo el año anterior y se ofreció a llevarme. Al principio estaba algo nerviosa. Conocía los rumores acerca de Mandy, y estaba segura de que estar con ella a solas sería totalmente incómodo.
Como, si su auto estuviera lleno de envolturas de condones o extraños juguetes sexuales o algo por el estilo. No es exactamente la clase de chica con la que suelo salir.
Pero la juzgué mal, Mandy era muy normal. Escuchaba el top 40 de la radio, quería ver las mismas películas que yo y, aparte de unas cuantas botellas de Coca-Cola dietéticas en el piso, mantenía su auto bastante limpio. Nada la diferenciaba de cualquiera de las otras chicas en cuyos autos me había montado. Y, honestamente, luego de hablar con ella durante ése primer aventón, me di cuenta de cuanto me agradaba.
Mandy empezó a llevarme a casa o al trabajo cada tarde, y en pocas semanas, era mi nueva mejor amiga.
—Viernes, ¿eh? —dijo, mientras acelerábamos pasando el alquiler de películas de la calle quinta, con la capota bajada y la radio explotando con una canción vieja de los Backstreet boys.
Estaba como a 32º afuera, normal para finales de agosto, y ya estaba temiendo los días fríos otoño que vendrían muy pronto.
—¿Estabas escuchando? —pregunté, inconscientemente, abriendo la guantera de la manera en la que siempre lo hacía cuando iba en el auto de Mandy.
—Por supuesto, que estaba… ¿y saldrás de ahí?
—Sólo estoy buscando un CD.
—No, no lo estás, los estás alfabetizando. —Se acercó y me dio un manotazo en la mano y, con un suspiro, cerré el compartimiento—. Así que si el paro empieza lo más pronto posible, parece que tu cita va a ser interesante. Pobre Liam, ha conseguido esa casa sola y todo.
—Aún iremos a su casa —dije—. Veremos una película o algo así.
—Estoy segura de que esa será una alternativa con la que estará emocionado.
Rió y sacó un cigarrillo de un paquete del tablero.
—David quiere que vaya a su casa el viernes también —dijo, encendiendo y fumando un poco—. Le dije que me encantaría, pero el idiota no sabrá qué lo golpeo hasta que yo me canse.
—Pudiste sólo haber dicho que no —le dije—. No tenías que decirle que lo harías.
—¿Qué hay de divertido en eso? —Fumó otro poco de su cigarrillo y sopló el humo a través de sus labios color rosa brillante.
—No se trata de burlarse, ¿lo recuerdas?
—No me burlare de él… bueno no mucho. —Le dio otro soplo a su cigarrillo— ¿Qué hay de ti?, ¿estás segura de que puedes manejar esto, Miley? ¿Estar a solas con Liam y no saltar hacia él? O sea, es bastante lindo, ¿serás realmente capaz de decir no?
—Créeme, estaré bien —dije— Liam es candente pero no es que él fuera un adonis.
Se veía escéptica.
—Lo que tú digas, puede que no sea un Dios del sexo, pero sé qué te gusta.
Me sonrojé. “Dios, Mandy. ¿Podemos no hablar de esto?”
—¿Qué? —preguntó—. Vamos, si eres lo suficiente madura para tener sexo, deberías ser lo suficientemente madura para bromear sobre ello con tu súper fabulosa mejor amiga.
No dije nada sobre eso.
Paramos en el estacionamiento de la librería y, rápidamente, solté mi cinturón de seguridad.
—Diviértete en el trabajo —dijo Mandy.
La miré mientras ella apagaba su cigarrillo y dejaba la colilla en su cenicero.
—¿Tu madre no ve esos y se molesta? —tuve que preguntar.
—Pff, nah, ella me compró el paquete. —Se encogió de hombros y dirigió un ademán a la guantera— Ella juraba que lo había dejado la última vez. Pero luego del divorcio, me pidió que saliera y le comprara un paquete. Le dije que podía tener uno si me compraba uno a mí también. Pensé que estaría como: "de ninguna manera" o algo, pero me lanzó uno de 20 y dijo que estaba bien.
—Mi padre me mataría —dije.
—Eh. Tengo 18 ahora. Incluso si no le hubiese gustado, no hay mucho que ella pueda hacer—Mandy empezó a molestar con la emisora y salió del convertible.
—Gracias por el aventón.
—Sabes que no hay problema. Te veo mañana.
Cerré la puerta del coche mientras me despedía con la mano por encima del hombro mientras me dirigía a las escaleras de la entrada del frente.
—Ya era hora. —Jenna chasqueó cuando me dirigía al escritorio de en frente.
—Estoy cinco minutos temprano —le dije.
Escogió ignorar esto, por supuesto, y señalo con un dedo el carrito de libros para niños junto a ella.
—Todos esos necesitan ser archivados de inmediato —me informó ella, agitando su cabello cereza-rojo encima de sus hombros—. Apresúrate. Hay algunos niños arriba ahora. ¿Qué si alguien está buscando alguno de esos libros y no los puede encontrar en el estante? ¡Date prisa! ¡Date prisa!
Jenna era locamente compulsiva por tener el control. Era mi pareja, una estudiante en la Universidad de la Comunidad de Oak Hill, y un real dolor en el trasero. Parecía agradable por, como, la primera semana que trabajé en la librería, pero había aprendido rápidamente que ella tenía serios problemas. Trabajar con Jenna era la única parte de este trabajo que yo odiaba.
Agarré un par de libros de ficción de adultos que habían, accidentalmente, sido puestos en el estante de niños —¡Ja! ¡Jenna podía cometer errores, también!— y los puse en los estantes correctos antes de caminar de regreso a la recepción para agarrar la carretilla, la cual tenía que arrastrar por las escaleras. Juzgando su actitud, Jenna no iba ayudarme a arrastrar la bestia al segundo piso: genial.
—Oh, por cierto—Jenna dijo, volteándose lejos de su computador y encontrado sus ojos— tienes un nuevo compañero de trabajo.
—¿Quién? —pregunté.
—Algún chico de secundaria. —Jenna suspiró. No se estaba molestando por ocultar su agitación. Estoy segura de que ella lo veía como otro idiota con el que tenía que tratar.
Gracioso, realmente. Tanto como ella amaba mandar, pensarías que ella estaría emocionada por tener a alguien nuevo bajo su comando.
—¿Nombre? —insistí.
—No recuerdo. Pero es sexy. No dejes que eso te distraiga de trabajar, sin embargo. No quiero que se vuelva un problema.
Puse los ojos en blanco cuando no estaba viendo.
—Está retrasado —dijo Jenna—. Por dos minutos y medio. No es una buena forma de comenzar un trabajo, ¿verdad?
Estaba a punto de responder cuando las puertas de la librería se abrieron detrás de mí.
—Perdón por llegar tarde. Tenía que hablar con mi entrenador de fútbol sobre reponer la práctica.
Todo mi cuerpo se puso rígido. Conocía esa voz.
—Ahí estás —dijo Jenna, moviendo rápidamente su pelo sobre sus hombros de la manera más atrevida posible—. De acuerdo. Perdonaré tu falta de puntualidad hay, pero no hagas de ello un hábito, por favor.
¿Lo perdonaría? Jenna no era nuestra jefa. No podía castigarnos o algo así solamente porque trabajaba un par de días más a la semana. Ella debía llamarse a sí misma "asistente bibliotecaria", pero no era más que otra archivadora. Necesitas un diploma para ser bibliotecaria (lo busqué en Google por curiosidad una vez), y ella seguía siendo una estudiante. En verdad, la Sra. Coles, la bibliotecaria, era la única con el poder para contratar, despedir y castigar.
—Lo siento —Jenna dijo—. No puedo recordar tu nombre. ¿Cuál es, de nuevo?
—Nick.
—Claro. Bien. Nick, esta es Miley. Estarán trabajando juntos para mantener este lugar en máximo orden.
Tuve que evitar ruborizarme mientras me volteaba para enfrentarlo por primera vez desde que había caminado en la librería. Estaba molesta por encontrarlo sonriéndome.
No una astuta sonrisa o una sonrisa de conocimiento, sólo una sonrisa casual. Como si él estuviera vagamente feliz de verme.
—Hola —dijo él.
—Hola.
—Ustedes dos dejen de mirarse fijamente y pónganse a trabajar. Tomen esos libros y archívenlos en la sección de niños —ordenó Jenna, señalando a la carretilla de nuevo—. Arriba.
—Sé dónde está la sección de niños —le dije.
—Sin embargo, Nick no. Ahora apúrense. ¿Qué si algún pobre niño pequeño está buscando El Conejo de Peluche y no lo puede encontrar porque ustedes chicos se tomaron tanto tiempo poniendo esos libros en los estantes?
Suspiré y agarré uno de los bordes de la carretilla.
—Elevador —dijo Nick mientras empujaba la carretilla hacia las escaleras.
—¿Qué? —Lo miré por encima de mi hombro.
—El elevador —repitió, haciendo ademán hacia la izquierda—. Sabes que hay uno aquí, ¿verdad?
—Um, sí —dije lentamente. Por supuesto que sabía. Yo estaba aquí todo el tiempo. Conocía este lugar como la palma de mi mano— Pero es terrible. Se toma por siempre para llegar al segundo piso.
—Tal vez —dijo Nick—. Pero esa carretilla va a ser una pesadilla de subir por las escaleras. Luce bastante pesada. Usemos el ascensor solamente.
Tanto como odiaba admitirlo, y pasar cualquier cantidad de tiempo atrapada en un espacio encerrado con Nick, en verdad sería más fácil mover los libros hacia arriba en el elevador.
¿Y quién sabe? Tal vez lo habían arreglado. No había usado la cosa en meses.
—Bien —estuve de acuerdo.
Nick me ayudó a rodar la carretilla al antiguo y microscópico elevador. Ahora que estaba dentro de nuevo, con las puertas cerradas, recordé por qué lo había odiado la primera vez. Aparte de ser lento, era tan bien un poco aterrador.
Mis dedos se tensaron alrededor del asidero de la carretilla mientras el elevador temblaba, haciendo horribles sonidos de raspado mientras se deslizaba hacia arriba, a paso de tortuga. Por supuesto, mi ansiedad no estaba ayudada por el hecho de que Nick estaba parado sólo a unos centímetros lejos de mí, la habitación limitada forzándonos incómodamente cerca el uno del otro.
—¿Entonces… tú y Jenna tienen mucho en común, huh?
Miré arriba de la carretilla, estrechándole los ojos.
—¿Qué?
—Jenna —repitió Nick, como si lo hubiera malinterpretado la primera vez—. Me recuerda a ti.
—¿Cómo?
—No lo sé. Solamente me recuerda a ti. Ambas son como maníacas del control, no de una mala manera o algo así, pero… ¿no lo has notado?
—No.
—Huh. —Se encogió de hombros—. Tal vez soy solamente yo, entonces. Pero ella en verdad me recuerda a ti. Simplemente recordé cuando estábamos hablando en esa fiesta en el verano, que dijiste que tenías algo por el orden y… —se detuvo. Podía sentir el calor alzándose en mi rostro cuando mencionó esa noche— De todos modos...—continuó— Ella se parece mucho a ti.
Me concentré fuertemente en mantener mi replica suave, libre de cualquier emoción.
—Acabas de conocerla —le recordé—. Y en verdad, no me conoces así de bien, así que no puedes hacer comparaciones. Especialmente no entre Jenna y yo. No soy nada como Jenna.
—¿Estás segura de eso? —se burló, dándome un codazo a modo de juego.
Coqueteando, de la forma como lo hacía con todas las chicas.
A pesar de su nombre merecedor de un romance de novela, Nick Jonas, no era nada más que un hombre destacado. Habíamos ido a la misma escuela desde el jardín de infancia, y en todos estos años, nunca había tenido una vez novia. Demonios, hasta donde yo sabía, él ni siquiera se había besado nunca con una chica. Pero era un coqueto. Mandy lo llamaba "el último coqueto", porque era apuesto, amigable, y encantador, y calentaba a todas las chicas pero nunca perseguía a ninguna de ellas.
No entendía por qué estaba bien para Nick coquetear con cada chica que conocía y nunca se comprometía con ninguna de ellas cuando, si una chica hiciera lo mismo, los chicos la llamarían calienta huev*s. Los chicos eran tan patanes.
—Estoy segura —respondí, probablemente con más de un poco de mi voz de lo que era justo, pero me molestó que él me estuviera comparando con mi peor enemiga, y me molestaba incluso más que él tuviera las agallas para coquetear conmigo.
El elevador ya no parecía estar moviéndose, pero las puertas no se habían abierto tampoco. Pinché el botón de nuevo, y se lanzó hacia arriba, como si el artefacto se hubiera parado entre los pisos, olvidando moverse. Esto no podía ser seguro.
—¿Estás bien? —Nick preguntó.
—Sí. Solamente quiero salir de esta cosa.
De repente, su mano estaba encima de la mía, y me di cuenta que había estado golpeando mis nudillos contra la carretilla de libros.
—No estés nerviosa —dijo, apretando suavemente.
Lo miré, sorprendida de que encontrara preocupación en sus ojos.
—Debería haberte preguntado si eras claustrofóbica.
—Yo… ¿qué?
—¿No es por eso que eres una bola de estrés en este momento y no quieres usar el elevador? Mi primo es igual.
—Um… sí. Claro. Eso es.
—Perdón. No debería haberte hablado para hacer esto.
—Estaré bien —dije, y a pesar de todo, no pude evitar soltar una pequeña risita.
—Bueno, casi listo —dijo Nick— Parece como si las puertas estuvieran a punto de abrirse.
Y seguro, lo hicieron. El ruidoso elevador chilló mientras finalmente se detenía en el segundo piso y las puertas de metal se deslizaban hacia los lados. Nick quitó su mano de la mía, se sintió como un pequeño pinchazo en el corazón, y empujamos la carretilla hacia afuera, hacia el piso.
—Bueno, comienza a archivar —dije, tratando de recomponer mi compostura— Alguien debe estar buscando uno de esos.
—¿Cómo Conejito de Peluche? —Nick sonrió y recogió uno de los libros de dibujos.
Abrí mi boca para discutir que yo no era como Jenna, pero Nick volteó esos ojos chocolate hacia mí y sentí que me empezaba a derretir un poco. Negué con la cabeza, riéndome contra mi mejor juicio.
—Touché —dije.
Agarró un par de libros y caminó hacia uno de los estantes, sonriéndome mientras pasaba. Sonreí de vuelta, luego me reprendí por ello. Me había tomado casi un año relajarme alrededor de Liam, y algunas veces todavía seguía siendo un reto. No debería haber sido tan fácil con Nick.
Tan rápido como había aparecido, mi sonrisa se fue.
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Les gustó? El próximo capitulo es Niley! Esta súper lindo *-*
Y explica porque la actitud de Miley con Nick... XD
Siento no haberlo subido hace dos días, es que tuve un problema :P
Para el anon; la leí en una de esas paginas de Google, no recuerdo muy bien el nombre ):
Mi otra nove, la subo en esta semana(:
Espero que esta nove les este gustando :D Todos los comentarios han sido buenos & en verdad se lo agradezco :D
Bueno, espero que comenten... Gracias por leer! Besos.
Ale.
:O ME ENCANTO ENSERIO :D ESTUVO INCREIBLE SEGUILA PRONTO PORFA :D
ResponderEliminarSiguela :D
ResponderEliminarSEGUILAAAA!!! ME ENCANTA ESTA NOVE :D , ESPERO EL PROXIMO CAPI , BESOTESS
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