jueves, 2 de agosto de 2012

The DUFF ; Cap 25.

Pero no podía negar que las cosas se estaban saliendo mucho de control. Se me hizo dolorosamente claro el viernes en la tarde en inglés que algo no estaba bien.


La Sra. Perkins estaba pasando unos ensayos viejos que había agarrado y hablando acerca de algún libro de Nora Roberts que acababa de terminar -totalmente inadvertida de que de que nadie la estaba escuchando- cuando se detuvo frente a mi escritorio. Me brindó esta grande y tonta sonrisa, como la sonrisa de una abuela orgullosa. 


—Tu ensayo estuvo maravilloso, —me susurró— Una perspectiva tan interesante de Hester. Usted y el Sr. Jonas son un excelente equipo. —luego me tendió una carpeta marrón y palmeó mi hombro.


Abrí la carpeta mientras se alejaba, un poco confundida acerca de lo que había dicho.


Dentro había un papel que reconocí instantáneamente. El Escape de Hester: Un análisis por Miley Cyrus y Nicholas Jonas
En la esquina superior izquierda, la Sra. Perkins había garabateado nuestra nota en tinta roja brillante. Un noventa y ocho. Una A. No pude evitar sonreír al ensayo. ¿Realmente había pasado un mes y medio desde que habíamos escrito esto en la habitación de Nick? ¿Desde la primera vez que habíamos dormido juntos? Me sentí como si hubieran pasado décadas. Hasta milenios. Miré a través del salón hasta él, y mi sonrisa se desvaneció.


Estaba hablándole a Victoria Justice. No, no sólo hablando. Hablar solo implica la vibración de las cuerdas vocales, y había mucho más que eso sucediendo. La mano de él estaba en la rodilla de ella. Las mejillas de ella se estaban tornando rojas. Le estaba brindando su sonrisa linda, arrogante.


¡No! Sonrisa repulsiva. ¿Desde cuando pienso que esta muestra de arrogancia es linda? ¿Y qué fue este raro retortijón que sentí en mi estómago?


Miré lejos cuando Victoria comenzó a jugar con su cuello, una señal definitiva de coqueteo.


Perra.


Me sacudí, sorprendida y un poco preocupada. ¿Qué estaba mal conmigo? Victoria Justice no era una perra. Seguro, era una animadora de muy buen gusto -co capitana del equipo Skinny- pero Selena nunca decía nada malo acerca de ella. La chica solo estaba hablando con un chico guapo. Todas hemos hecho lo mismo. Y no era como si Nick estuviera apartado o algo. No era como si estuviera comprometido con nadie.


Como yo...


¡Oh Dios! Pensé, dándome cuenta del significado de mi retortijón en la barriga. Oh Dios, estoy celosa. ¡Estoy seriamente celosa! ¡Oh, mierda!


Decidí que estaba enferma. Tenía fiebre o SPM algo estaba perjudicando gravemente mi estabilidad mental, porque no había manera en el infierno de que estuviera celosa de que un hombre-perro como Nick estuviera flirteando con alguien más. Quiero decir, esa era su naturaleza. El mundo realmente habría parado de girar si Nick no flirteara con chicas pobres e ingenuas. ¿Por qué habría de estar celosa? Eso era ridículo. Así que debo estar enferma. Tenía que estarlo.


—¿Estás bien, Miley? —preguntó Demi. Ella giró alrededor de su escritorio para mirarme— Te ves furiosa. ¿Estás molesta o algo?
—Estoy bien. —pero mis palabras salieron a través de mis dientes apretados.
—De acuerdo. —dijo Demi. Era tan crédula como mi madre— Escucha, Miley, en serio pienso que deberías hablar con Selena. Está algo molesta, y pienso que ustedes necesitan mucho tener un acercamiento. ¿Quizás hoy? ¿Después de clases?
—Sí... lo que sea. —pero no estaba escuchando. Estaba muy ocupada buscando maneras de mutilar la cara perfecta de Victoria.


SPM. Esto era definitivamente un mal caso de SPM.


Saqué mi trasero de ese salón de clases en el segundo en el que la campana sonó. Mi cabeza iba a explotar si escuchaba la risa femenina de ¡oh-estoy-tan-feliz-de-que-estés-coquetando-conmigo-Nick! otra maldita vez. ¡Qué importaba si era tan delgada como mi dedo meñique y tenía senos del tamaño de balones de baloncesto! Apuesto a que tiene un coeficiente intelectual de veintisiete.


Deténte, me dije. Victoria nunca me había hecho algo. No tenía derecho de pensar esas cosas de ella...aunque realmente pudiera ser una idiota.


Lancé mis cosas dentro de mi casillero y corrí hacia la cafetería, ansiosa de escapar del edificio de la escuela. Estaba tan concentrada en no pensar acerca de mis celos inducidos por el SPM hasta que salté a detenerme cerca de cinco pies de él.


—¿Estás apurada? —me preguntó.
—Algo así. —suspire— Disculpa por casi chocar contra ti.
—No es problema. —nerviosamente jugó con su cabello.
—¿Piensas que te importaría ralentizar un poco el paso? Me gustaría hablar contigo.


No estaba tan sorprendida. Douglas y yo medio nos estábamos volviendo amigos durante las últimas semanas. La mayoría de las veces hablábamos en clases de de “colocación avanzada”, pero ya saben, era una mejora definitiva. En realidad, de alguna manera empezaba a sentirme cómoda a su alrededor. Si bien mi corazón todavía revoloteaba un poco cuando entraba en la habitación, ya no me preocupa el perder la voz.


—Seguro. —dije. Al menos me daría algo más en qué pensar por un par de minutos.


Sonrió y avanzó un paso hacia mí. 


—¿Puedes guardar un secreto? —preguntó mientras alcanzábamos la cafetería, donde el cuerpo estudiantil se congregaba, esperando por el timbre final que los despediría para la tarde.
—La mayoría del tiempo. ¿Por qué?
—¿Recuerdas cuando falté a clases un par de semanas antes? ¿El día después de San Valentín?
—Uh-huh. Creo que fue el peor día en la vida del Sr, Chaucer. —dije— Pensé que el tipo iba a llorar cuando se dio cuenta de no había nadie allí que hiciera la mayor parte de su trabajo por él.


Douglas se rió –pero solo una pequeña risa- y dijo; 


—Estaba faltando a la escuela...bueno, por una entrevista. —sacó un gran sobre de dentro de su suéter y susurró—, presenté para Harvard. Estaba mañana acabo de recibir la carta.
—¿Por qué es eso un secreto?


Sus mejillas se sonrojaron de la forma más tierna posible. 


—No quiero ser humillado si no entro. —dijo.
—Entrarás.
—Eso no lo sé.
—Yo sí.
—Desearía tener tanta confianza en mí mismo como tú la tienes en mí.
—Oh, vamos, Douglas. —dije seriamente— Todos los mejores políticos, como senadores y presidentes, van a escuelas geniales. Vas a ser un excelente político, así que tienen que dejarte entrar. Además, eres uno de los chicos más inteligente de la clase de graduandos. ¿Eres el mejor de la clase, cierto?
—Lo soy. —Douglas acordó, con el ceño fruncido hacia el sobre— Pero...pero es Harvard.
—Y tú eres Douglas. —me encogí de hombros— Aún si no entraras, hay millones de otras escuelas que matarían por tenerte. Eso no importa, sin embargo, porque sé que entraste. Hazte un favor y abre la carta.


Douglas se detuvo en el medio de la cafetería y me sonrió. 


—Ves, —dijo él— esto es por lo que quería que fueras tú la que estuviera conmigo cuando la abriera. Sabía que serías... —lo corté;
—Mientras que estoy segura de que tus próximas palabras que salgan de tu boca serán increíblemente dulces, estoy cien por ciento consciente de que estás evadiéndolo. Abre la carta, Douglas. Incluso un rechazo será mejor que ponerte en este infierno. Te sentirás mejor si solo la lees.
—Lo sé... Yo--
—Ahora.


Abrió el sobre, y me di cuenta de lo raro que era esto. Él estaba viniendo hacia mí con esta cosa tan personal. Por apoyo. Por estímulo. Atrás en Enero, nunca me hubiera imaginado ordenándole a Douglas Booth que abriera su carta de aceptación. Nunca me hubiera imaginado hablando con él, punto.


Dios, mi Dios, cuánto han cambiado las cosas.


De las mejores formas posibles, por supuesto.


Sacó el papel del sobre marrón con los dedos temblando y empezó a leer. Vi sus ojos escanear la hoja y agrandarse. ¿Era eso felicidad o depresión? ¿Sorpresa, quizás?


¿Sorprendido de que entrara o sorprendido de que no lo hiciera?


—¿Bueno?
—Yo...yo fui aceptado. —Douglas dejó caer el papel y lo dejó flotar con gracia hasta el suelo— Miley, ¡entré! —me agarró por los hombros y empujó hacia él, envolviendo sus brazos a mí alrededor.


Eso era otra cosa que no hubiera esperado de vuelta en enero.


—Te dije que lo harías. —dije, devolviendo el abrazo.


Sobre su hombro, divisé a Selena y Demi caminando a través de la cafetería. Me miraban mientras se movían por la multitud de estudiantes; me vieron abrazada entre los brazos de Toby. Pero por alguna razón las expresiones de sus rostros no reflejaban la felicidad que yo sentía. Demi se veía medio triste, pero Selena...bueno, se veía completamente furiosa.
¿Por qué? ¿Qué estaba pasando con ella? Con ambas.
Douglas me apretó antes de dejarme ir y se arrodilló para agarrar su carta caída. 


—No puedo creerlo. Mis padres nunca lo creerán.


Alejé mis ojos de mis amigas mientras desaparecían tras un grupo de nuevos y volví mi atención al chico radiante en frente de mí.


—Si te conocen del todo, Douglas, lo creerán por completo, —dije— Todos hemos sabido que estabas destinado para grandes cosas por un largo tiempo. Quiero decir, yo lo he sabido por años.


Douglas parecía sorprendido. 


—¿Años? Pero realmente no empezamos a hablar sino hasta hace unas pocas semanas.
—Pero hemos tenido clases juntos desde que éramos nuevos, —le recordé— No tenías que hablarme para que yo supiera que eras genial. —Sonreí y lo palmeé en la espalda— Y acabas de confirmarme que estaba en lo correcto. el timbre sonó, y me volteé hacia las puertas que guiaban al estacionamiento de estudiantes— Te veo después, Douglas. ¡Felicitaciones!
—Sí. Gracias, Miley.


Mientras caminaba hacia las puertas dobles, me preguntaba si había dicho demasiado. ¿Me entregué como una casi-acosadora? Dios, esperaba que no. La última cosa que quería era asustar y alejar al pobre chico después de contacto humano real de menos de un mes. Eso realmente me haría una perdedora.


Estaba a punto de empujar la puerta abierta que me guiaba al estacionamiento de estudiantes cuando un sonoro “Ahem” llamó mi atención. Me volteé y vi a Selena inclinada sobre el casi vacío estante de trofeos, con sus brazos cruzados sobre su pecho. La manera en que sus ojos se redujeron me molestó de inmediato.


—¿Qué? —pregunté.


Ella frunció el ceño y dejó caer sus brazos pesadamente a sus lados. 


—Nada, —se quejó— ¡Olvídalo!
—¿Selena, qué estás--?
Ahora no, Mi. —se volteó y comenzó a alejarse de mí— Tengo práctica de animadoras.


Mis manos volaron automáticamente a mis caderas. 


—¿Qué demonios está mal contigo? demandé— Suenas como una completa perra.


Se detuvo y me miró sobre su hombro. 


—¿Yo soy la perra? Me ignoras, y ¿soy la perra? ¡Qué demonios Miley! sacudió su cabeza— Lo que sea. No voy a tener esta conversación ahora. No cuando debimos haberla tenido hace diez minutos, como le dijiste a Demi que lo harías. Supongo que estabas muy ocupada pasando el rato con ese tonto para--
—Criticar a Douglas suena muy de perra para mí, Selena. —contraataqué. 


¡Cómo se atrevía!
Ella sabía que me gustaba. ¡Sabía que él prestándome atención era algo importante!
Lo sabía, ¿y estaba siendo una perra por ello? 


—¡Estás actuando como una animadora coqueta con buen gusto!


Sus ojos relampaguearon, y por un segundo pareció como si fuera a golpearme.


Seriamente pensé que iba a entrar por completo, en una pelea de chicas de reality show, jalándonos los cabellos, con mi mejor amiga en frente de las puertas del estacionamiento.


Pero ella se fue. Sin decir una palabra. Ni un sonido. Ella sólo se desvió hacia el gimnasio, dejándome molesta y totalmente confundida.



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