martes, 14 de agosto de 2012

Lean por favor, MUY IMPORTANTE. Me voy...

Hola! chicas como han estado??
Bueno, si están leyendo esto mil gracias por tomarse su tiempo(:
Lo que quiero decir es que me voy... por un tiempo pero me voy.

Me tomaré un break del blog.

En una semana (por fin) iré a la escuela y quiero centrarme en eso solamente.
Y como estoy en turno vespertino, me será menos posible subir caps /:
Por el momento, dejaré de subir las noves. Además, muchas han dejado de comentar y eso tampoco me motiva mucho que digamos... digo, no les estoy reclamando ni mucho menos. Pero me sentía mejor cuando comentaban las noves.

Mil gracias por leer & comentar, las amo♥
Las veré pronto. No sé cuando vuelva a regresar, pero no será por mucho tiempo.
Bye, besos.
Ale.

viernes, 10 de agosto de 2012

The DUFF ; Cap 28.

Me puse mi ropa interior y mis vaqueros a toda prisa, pero me llevó un minuto encontrar mi sujetador. Una vez que conseguí vestirme, me peiné y miré a Nick atrapado en mi caja de galletas.

—¿Me voy? —preguntó.
—No. —dije sin aliento. Iba a decirle que no quería que volviera a su vacía mansión.
—Quédate un rato. Está bien. A mi padre no le importa. Simplemente no podemos hacer eso....
—¿Qué más se puede hacer? 

Así que, como unos completos perdedores, jugamos al Scrabble las próximos cuatro horas y media. 
No había espacio apenas suficiente en el suelo de mi pequeño cuarto para alguien alto como Nick para estirarse sobre su estómago, pero se las arregló para sentarse enfrente con el tablero entre los dos con las palabras escritas de quijotesca y hegemonía. No es exactamente la noche del viernes más emocionante, pero lo disfruté mucho más que si hubiera ido al the Nest o de fiesta al Oak Hill.

Alrededor de las nueve, después de haberle ganado tres veces, al fin le ganaba en algo, Nick se puso de pie.

—Creo que debería volver a casa. —suspiró.
—Está bien. —me levanté Te voy acompañar hasta la puerta.

Estaba de tan buen humor que había logrado olvidarme de papá, hasta que lo encontré en la sala de estar. Olí el whisky antes de ver la botella en la mesa de café, y mis mejillas se pusieron rojas de vergüenza. Por favor, que no se dé cuenta, pensé mientras caminaba hacia la puerta principal con Nick. Supongo que debería haber comenzado a preocuparme cuando no había subido para ver de quien era el Porsche que estaba en la entrada. Es decir, no todos los días te encuentras delante de tu casa un coche como ese, por lo menos no delante de la mía.

Tal vez Nick no había pensado en eso tampoco. Era viernes por la noche, después de todo. Los padres pueden beber whisky los fines de semana, bueno los que no fueran alcohólicos en recuperación, pero Nick no sabía esa parte de la historia. Mientras mi padre actuara de forma normal, podría parecer como si no pasara nada.
Pero, por supuesto, nunca he tenido ese tipo de buena suerte.

—¡Cariño! —dijo mi padre. Se tambaleó sobre sus pies y miró la puerta principal, donde estaba yo con Nick— No sabía que estabas en casa. ¿Qué es esto? —entornó los ojos hacia Nick— ¿Un chico?
—Umm, papá, es Nick Jonas. —le dije, tratando de mantener la calma— Es un amigo mío.
—Un “amigo”... apuesto. —él agarró la botella de whisky antes de caminar inestablemente hacia nosotros, con los ojos entrecerrados mirando a Nick— ¿Te divertiste con mi pequeña niña en el dormitorio?
—Claro que sí. —dijo Nick, claramente tratando de sonar inocente— Estuvimos jugado al Scrabble. Su hija es muy buena con las palabras, señor.
—¿Scrabble? No soy idiota. Eso debe ser un código nuevo, para el sexo oral. gruño Papá.

Debí ponerme de color escarlata. ¿Cómo lo hizo? ¿Podía leer mi mente? No, por supuesto que no podía. No era más que un borracho haciendo acusaciones, y buscando culpables que sólo empeorarían las cosas. Así que me eche a reír como si fuera ridículo. Como si se tratara de una broma. Nick, siguió mi ejemplo.

—Claro, papá —le dije— Y la relación sexual es Yahtzee, ¿verdad?
—¡No estoy de broma! —gritó papá, moviendo la botella de whisky y derramando parte del contenido sobre la alfombra. Maravilloso. Yo tendría que limpiar eso.
—Sé lo que pasa. He visto como se visten tus amigas Miley. Eso influye en ti. —no pude mantener la sonrisa por más tiempo.
—Mis amigas no son putas —le susurré— Estás borracho, y no sabes lo que estás diciendo. —con un aumento de valentía, me adelante y le arrebaté la botella de su mano— No puedes beber más.

Por un instante, me sentí bien. Eso era lo que debería haber hecho desde el principio.
Había cogido el toro por los cuernos. Sentí que podía arreglar las cosas.

—Tengo que irme. —dijo Nick detrás de mí.

Empecé a darme la vuelta para despedirme, pero las palabras nunca salieron de mi boca.
Sentí la botella cuando me cayó de la mano y escuche como se rompía en el suelo, a mi lado. Miré al suelo, por un segundo ya que no entendía lo que había sucedido. Entonces el dolor en mi sien me sorprendió. Era como si me hubiera golpeado con algo, algo duro, algo contundente, algo así como la palma de la mano de mi padre. Estire la mano y frote mi cabeza en estado de shock, apenas sintiendo el dolor.

—¡Mira! —gritó papá— Los chicos no se quedan con las zorras, Miley. Las dejan. Y yo no voy a dejar que te conviertas en una puta. No mi hija. Esto es por tu propio bien.

Alcé la vista al ver una mano hacia mi brazo. Cerré los ojos a la espera de sentir sus dedos alrededor de mi antebrazo. Pero nunca lo sentí. Oí un ruido sordo, y papá gruñó de dolor.
Mis ojos se abrieron de golpe. Nick se trasladó lejos de mi padre que se masajeaba la mandíbula con una mirada de asombro en su rostro.

—¿Pero qué... estúpido? —dijo
—¿Estás bien? —preguntó Nick, delante de mí.
—¿Acabas de golpear a mi padre?

No podía dejar de preguntarme si estaba delirando. ¿Realmente había pasado? Era extraño.

—Sí. —admitió Nick.
—¿Cómo te atreves a tocarme? —dijo mi padre, teniendo problemas de equilibrio— ¿Cómo te atreves a acostarte con mi hija y después golpearme? ¡Hijo de...!

Nunca había oído a mi padre insultar a nadie antes.

—Vamos. —dijo Nick, ayudándome— Vámonos de aquí. Te vienes conmigo.

Me puso el brazo sobre los hombros y me estrecho contra su cuerpo caliente y me llevó hasta la puerta.

—¡Miley! —gritó papá detrás de nosotros— Será mejor que no entres en ese maldito coche y no se te ocurra dejar esta casa. ¿Me oyes, hijo de puta?

El trayecto hasta casa de Nick fue en silencio. Varias veces lo vi abrir la boca como si quisiera hablar, pero siempre la volvía a cerrar. Yo estaba en estado de shock, no podía decir nada. Mi cabeza me dolía mucho. No podía entender todo lo que papá había hecho.
Pero lo peor era la vergüenza. ¿Por qué? ¿Por qué Nick tuvo que ver eso? ¿Qué pensaría de mí ahora? ¿Qué pensaría de papá?

—Esto nunca ha pasado antes.. —le dije rompiendo el silencio cuando llegamos al camino de entrada a la casi mansión. Nick apagó el motor y me miró— Mi padre nunca me había hecho esto, ni siquiera me había gritado así.
—Bien.
—Sólo quiero que sepas que no es normal para nosotros —le expliqué— Yo no soy una chica maltratada. No quiero que pienses que mi padre es una especie de psicópata.
—Tenía la impresión de que no te importaba lo que pensara la gente. —dijo.
—Acerca de mí. No me importa lo que piensan de mí. —no sabía que era mentira hasta que las palabras habían salido de mi boca— Pero de mi familia y de mis amigos es diferente. Mi papá no es un psicópata. Solo ha tenido un mal momento. —pude sentir el bulto crecer en mí garganta, y trate de tragar. Necesitaba explicarme. Contarle lo que necesitaba saber— Mi mamá acaba de presentar una demanda de divorcio y sólo sé que no puede manejarlo.

El nudo no se iba. Cada vez era mayor. Todas mis preocupaciones y temores se habían estado dirigiendo a ese momento, y no podía luchar más. No podía mantenerlos embotellados. Las lágrimas empezaron a salir a borbotones por mis mejillas, antes de darme cuenta que estaba sollozando. ¿Cómo había sucedido esto? Se sentía como un mal sueño. 
Mi padre era el hombre más dulce que yo conocía. Él era ingenuo y frágil. Este no era él. Sentí que mi mundo estaba girando fuera de control. Y esta vez, no podía negarlo.

No lo podía ignorar. Y definitivamente no podía escapar de ello.

Nick no dijo nada. Se quedó sentado conmigo en silencio. Ni siquiera me di cuenta de que me había cogido la mano hasta después de que hubiera dejado de llorar. 
Una vez que respiré con normalidad y limpie las gotas saladas de mis ojos, él abrió la puerta y me ayudó a salir del coche, no es que yo lo necesitaba, pero aún así era agradable y me llevó hasta la entrada de su brazo, de la misma la forma en que me había sacado de mi casa, manteniéndome cerca. Como si tuviera miedo de que pudiera escapar en la oscuridad entre su coche y la puerta.
Una vez que estuvimos dentro, Nick me ofreció una bebida. Negué con la cabeza, y fuimos al piso de arriba como siempre hacíamos. Me senté en la cama y se sentó a mi lado. No sé qué pensaba, no podía dejar de preguntármelo y no podía preguntárselo.

—¿Estás bien? —preguntó, poniéndose enfrente de mí finalmente— ¿Necesitas una bolsa de hielo o algo?
—No. —dije. Mi garganta estaba dolorida por llorar, y mis palabras salieron roncas— No me duele.

Él se acercó y apartó el pelo lejos de mi rostro, sus dedos apenas me tocaron.

—Bueno, dijo en voz baja.— Por lo menos ahora lo sé.
—¿Sabes qué?
—De lo que estas tratando de escapar.

No respondí.


—¿Por qué no me dijiste que tu padre tiene un problema con la bebida? preguntó.
—Porque no creí que fuera una buena idea. —le dije.
—¿Y qué va a pasar? Tienes dificultades en este momento.
—Él no ha bebido en dieciocho años. Sólo desde que recibió los papeles del divorcio. Va a mejorar.
—Tienes que hablar con él. Cuando este sobrio, tienes que decirle que tiene un problema.
—Sí. —me burlé— Y ahora pensará que estoy en su contra también. Mi madre le envió los papeles del divorcio.
—No estás en contra de él, Miley.
—Dime Nick, ¿por qué no te hablas con tus padres? —le pregunté— Estas siendo un maldito hipócrita, ¿no? ¿Por qué no lo dices que te sientes solo? Que deseas que vuelvan a casa. Es porque no quieren que les molestes, ¿verdad? No quieres que sepan cómo te sientes. Si le digo a mi padre que tiene un problema, él pensará que lo odio. ¿Cómo puedo hacerle más daño? Él acaba de perderlo todo.

Nick negó con la cabeza.

—No todo. A ti no. —dijo— Por lo menos deberías hablar con él e intentar que la relación mejore, porque luego será peor.
—Tal vez.

Los dedos de Nick masajearon mi sien. 

—No te estaré haciendo daño, ¿verdad?
—No, en absoluto. —en realidad, la forma en que me masajeaba estaba bastante bien.
—Me hizo más daño las cosas que dijo... —murmuré. Me mordí el labio inferior.— Tú sabes, nunca me han llamado zorra en mi vida, ni a dos de mis mejores amigas. Lo curioso es que estoy muy segura de que tiene razón.
—Eso no es gracioso. —murmuró Nick— Tú no eres una zorra, Miley.
—Entonces, ¿qué soy yo? —exigí repentinamente enfadada. Retire su mano de mi cabeza y me levante— ¿Qué soy? Estoy enrollada con un tipo que no es mi novio y miento sobre ello a mis amigos. Yo ni siquiera sé que pensar, no sé si esto es correcto o incorrecto. Soy una puta. Tu abuela y mi padre lo creen y tienen razón.

Nick se levantó, su rostro reflejaba que estaba enfadado. Me agarró por los hombros y me sostuvo con firmeza, me obligo a mirarlo.

—Escúchame. —dijo— No eres una puta. ¿Me estás escuchando, Miley? Lo que si eres es inteligente, atrevida y sarcástica, cínica, neurótica, leal, compasiva. Eso es lo que eres, ¿de acuerdo? Tú no eres una puta ni algo remotamente similar. Sólo porque tienes algunos secretos y problemas, no estás más confundida que el resto de nosotros.

Lo miré, atónita. ¿Estaba siendo sincero? ¿El resto del mundo estaba tan perdido como yo estaba? ¿Todos tenían sus secretos y sus problemas? Nick sí, por lo que seguramente el resto del mundo tenía sus imperfecciones, también.

—Miley, puta es sólo una palabra que la gente utiliza para hacer daño. —dijo con su voz más suave— Los hace sentir mejor acerca de sus propios errores. Usar ese tipo de palabras es más fácil que buscar la solución a la situación. Te lo prometo, no eres una puta.

Yo miraba, sus ojos chocolate cálidos y de pronto comprendí lo que estaba tratando de decirme. Había un mensaje oculto debajo de las palabras.
No estás sola. Puesto que lo conocía. Comprendía cómo se sentía estar abandonado.

Comprendía los insultos. Me entendía. Me puse de puntillas y le di un beso, realmente le di un beso. 
Era más que un precursor del sexo. 
No había guerra entre nuestras bocas. Mis caderas descansaban ligeramente sobre él. Nuestros labios se movían en armonía, suavemente, con perfección entre sí. 
Esta vez quería decir algo. 
Lo que fuera, yo lo comprendería con el tiempo, pero sabía que había una verdadera conexión entre nosotros. 
Sus manos acariciaban suavemente mi pelo, su pulgar toco mi mejilla, todavía húmedas por el llanto .Y no me sentí enferma o sometida a algo antinatural. En realidad, me sentía como la mayoría. Lo más natural en el mundo.
Me quité la camisa, y le saqué la suya por encima de mi cabeza. Luego me acosté en la cama. No hay prisa. Esta vez las cosas eran lentas y serias. 
Esta vez no estaba buscando una vía de escape. 
Esta vez se trataba de él y de mí. 
Acerca de la honestidad y la compasión y todo lo que nunca había esperado encontrar en Nick Jonas
Esta vez, nuestros cuerpos estaban conectados, no me sentía sucia o mal. 
Me sentía terriblemente bien.



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No olviden comentar(;
Las amo, Ale.

The DUFF ; Cap 27.


Diez minutos más tarde, el Porsche llego a la entrada de mi casa. Agarré mis cosas y alcancé la manilla de la puerta.

—Gracias por el viaje. —le miré por encima del hombro viendo que Nick seguía enfurruñado.
—Bueno, maldita sea ¿Por qué no? Puedes entrar si quieres. Mi padre no ha llegado a casa todavía.

Nick me sonrió mientras apagaba el motor.

—Eres una niña con una sucia mente, Duffy. Parece que estás tratando de corromperme.
—Tú eras más que corrupto —le aseguré.

Nos bajamos del coche y caminamos hasta la puerta. Saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta de entrada, dejé pasar a Nick delante de mí. Observó la habitación.
Debe de haber estado comparándola con su casi mansión. Obviamente no hay comparación. Yo ni siquiera vivo en un adosado como Demi.

—Me gusta —dijo Nick. Volvió a mirarme— Es muy acogedor.
—Eso está bien ya que es pequeño, ¿no?
—No. Lo digo en serio. Es cómodo. Mi casa es demasiado grande, incluso para cuatro personas, ya que soy el único la mayoría del tiempo, me gusta más la tuya. Acogedora, como he dicho.
—Gracias. —me sentí halagada. No es que me importara lo que pensara.
—¿Dónde está tu habitación? —preguntó, guiñándome un ojo.
—Sabía que lo ibas a preguntar. Ahora, ¿quién esta corrompiendo a quien?

Le cogí por el codo y lo llevé por las escaleras.

—Aquí mismo. —dije haciendo un gesto a la primera puerta— Te advierto, es del tamaño de una caja de Cracker Jack.

Abrió la puerta y observó el interior. Entonces me miró con esa familiar sonrisa.

—Vamos a tener suficiente espacio.
—¿Espacio suficiente para qué?

Antes de que supiera lo que estaba sucediendo, Nick me agarró por las caderas y me empujó hacia mi dormitorio. 
Con el pie cerró la puerta detrás de nosotros, me hizo girar y me apoyó contra la pared, donde comenzó a besarme con tanta fuerza que pensé que mi cabeza podía estallar. Me sorprendió que no me importara nada, lo abracé y le devolví el beso.

Él apretó con más fuerza mi cintura y bajó mis vaqueros tan bajo como pudo sin desabrocharlos. Luego deslizó sus manos debajo de mi ropa interior y frotó los dedos a lo largo de mi calor, hormigueo en la piel. Después de unos minutos, dejo de besarme.

—Miley, ¿te puedo preguntar algo?
—No. —le dije rápidamente— No voy a hacerte sexo oral. Sólo pensarlo me parece repugnante y degradante y... Nunca.
—A pesar de que es un poco decepcionante, —dijo Nick— No era en lo que estaba pensando.
—Oh —eso fue un poco embarazoso— Bueno, ¿entonces qué?

Soltó mi pantalón y puso mis manos suavemente en mis hombros.

—¿Qué va a pasar a partir de ahora?
—¿Perdona?
—Sé que tu ex-novio salió de la ciudad hace unas semanas —dijo—Pero hay todavía algo que te molesta. Me gustaría creer que sólo soy yo, no puedes conseguir suficiente de mí. ¿De qué estás huyendo, Miley?
—De nada.
—No mientas.
—Es asunto mío, ¿de acuerdo?

Me aparté y coloqué mis vaqueros.
Automáticamente, me arrodillé junto a la pila de ropa limpia, a los pies de mi cama y comencé a doblarla.

—Vamos simplemente a hablar de otra cosa.

Nick se sentó en el suelo a mi lado.

—Bien. —dijo. 

Me di cuenta de que estaba poniendo la pose de ser paciente hasta que yo le contara.

Me habló como se habla a los niños pequeños. Demasiado malo para él. No iba a suceder.
Él era mi juguete sexual, después de todo, no mi psiquiatra.

Hablamos de las clases mientras yo seguía con la ropa. Cuando estaba el montón ordenado, me levante y me senté en mi cama.

—¿No vas a guardarla? —preguntó Nick.
—No. —dije.
—Entonces, ¿por qué la doblas?

Suspiré y me tumbe dejando mis Converse fuera de la cama.

—No sé... —admití, con la cabeza sobre la almohada y mirando al techo— Creo que es un hábito o lo que sea. Doblar la ropa todas las noches, me hace sentir mejor. Es relajante y me despeja la cabeza. Luego a la mañana siguiente, me gusta buscar en el montón lo que voy a ponerme. Es como algo cíclico.

Mi cama crujió cuando Nick se subió encima de mí, se puso entre mis rodillas.

—Sabes —dijo, mirándome— Eso es muy extraño. Pareces una Neurótica, la verdad.
— ¿Yo? —me reí— Tú eres el que está tratando de conseguir mis pantalones de nuevo, al igual que hace diez segundos después de un intento fallido .Yo diría que los dos estamos algo locos.
—Cierto.

Empezamos a besarnos de nuevo. 
Esta vez sus manos se movieron hasta la camisa y desabrochó mi sujetador. No había mucho espacio en mi pequeña cama individual, pero Nick se las arregló para conseguir sacar mi sujetador y desabrochar mis pantalones.
Empecé a deshacerme de sus pantalones, también, pero me detuvo.

—No. —dijo, moviendo la mano— No estarás de acuerdo con el sexo oral, pero ten seguro de que voy a disfrutar de ello.

Abrí la boca para discutir, pero la cerré rápidamente cuando comenzó a besar mí estómago. Sus manos comenzaron a quitarme los vaqueros y la ropa .Los bajó hacia las rodillas, hizo una pausa breve para entretenerse en el lugar delicado de encima de mi cadera, haciendo que me saliera una risa idiota. Sus labios se movían más abajo me sorprendió la rapidez con la que se encaminaba a su destino final.

Yo había oído a Nicole hablar de ello e incluso a Selena sobre como se lo habían hecho sus novios y lo bien que se sentía. Yo había oído hablar, pero no me lo creía. Lucas y yo nunca lo habíamos hecho y yo siempre asumí que era extraño.

Fue un poco raro al principio.

Era extraño, pero bueno. Sucio, malo, increíble. Mis dedos agarraron las sabanas con fuerza y mis rodillas temblaron. Sentía cosas que nunca había sentido antes. 

—Ah, oh... —jadeé por el placer y la sorpresa— Oh, mierda.

Nick saltó de repente. Había oído la puerta de un coche al igual que yo. Eso significaba que mi padre estaba en casa.

miércoles, 8 de agosto de 2012

A Solas Contigo ; Cap 13.


Joe y Miley volvieron a entrar en la cocina cuando Nick estaba terminando de fregar el último plato.

-Demi tiene un ligero dolor de espalda, pero por supuesto no puede tomar medicamento alguno. Se nos ha olvidado traer lo que ella suele usar siempre para el dolor, uno de esos geles que se calientan en el microondas. Ella dice que es una tontería y no merece la pena, pero yo creo que debemos volver al centro náutico a ver si lo tienen en la tienda.
-Sí, vamos. -dijo Nick sintiendo que su pulso se aceleraba. Iba a tener la oportunidad de comprar... No, no debía pensar en ello. Debía pensar en Demi- ¿Están seguros de que está bien?
-Parece que sí.-contestó Miley- pero se sentirá mucho mejor con uno de esos geles. Son muy buenos. Yo siempre se los recomiendo a mis alumnos de yoga. Si no lo tienen en la tienda hay un pequeño pueblo bastante cerca. Yo misma podría ir. Apuesto a que con el gel dormiría mucho mejor.
-Fantástico. -dijo Joe- Vamos, Nick, ayúdame a sacar las estacas de la playa.

Nick siguió a su hermano hasta la cubierta frontal luchando todo el tiempo contra sus propios pensamientos. Las razones por lis cuales no debía involucrarse sentimentalmente con Miley seguían existiendo.
Sin los preservativos podía evitar hacer una tontería, y si no los compraba seguiría teniendo una excusa para reprimir su libido. Así que, se preguntó, ¿por qué se le ocurría ni siquiera la posibilidad de comprarlos? Porque se estaba volviendo loco, ésa era la verdad. Su férrea disciplina estaba sucumbiendo ante la tentación.
No estaba seguro de que en un momento de lujuria no fuera a agarrarla y a mandar al cuerno todas las precauciones. La noche anterior había estado a punto de ocurrir. Le hubiera gustado recibir alguna señal, alguna indicación que le sugiriera qué hacer.

-¡Nick! -lo llamó Miley.
-¿Sí? -contestó volviéndose justo antes de saltar a la arena.
-¿Quieres que recoja tu ordenador?

El ordenador, cierto, pensó. Era lo último en lo que se le habría ocurrido pensar. Si lo dejaba olvidado sobre la silla, en medio de la cubierta, una ola podría tirarlo. Y eso era precisamente lo que hubiera pasado de no haber sido por ella.

-Sí, gracias.
-De nada -sonrió- Ya sé lo que significa esa máquina para ti.

Como señal aquello no era mucho, desde luego.
Sin embargo sí constituía una pequeña indicación de que ella comprendía lo que ocurría en su mente, de que, de alguna forma, podía confiar en ella. Si él perdía el sentido común, se dijo, ella lo conservaría. Miley no estaba tratando de tenderle una trampa, y él sabía qué era lo que quería hacer cuando llegara a la tienda. Cualquier cosa le serviría de señal.

                                                                  ***

Considerándolo todo, pensó Miley, Nick tenía por delante un trabajo ímprobo intentando llevar el barco hasta el muelle. Entró un poco deprisa haciendo que chocara ligeramente la proa, pero sólo se abrieron unos cuantos armarios y algunas cosas salieron volando, eso fue todo. El viento hacía difícil mantener el rumbo, y tenía que ir a bastante velocidad para no chocar contra otras barcas al entrar en el muelle.
Él y Joe se dirigieron a la tienda a probar suerte. Demi no dejaba de decir que no hacía falta volver.

-Deja que te cuiden. -contestó Miley mientras se sentaban en cubierta y observaban la actividad del muelle- A los hombres les encanta. No todos los días tienen oportunidad de cuidar de una embarazada.
-Sí, parece que les encanta. En el avión, cuando veníamos hacia aquí, Nick me contó que en una ocasión tuvo que ayudar a una mujer a dar a luz junto a un íntimo amigo. Les pilló una tormenta de nieve cuando iban de camino hacia el hospital. Y creo que le causó un impacto fortísimo. Siente un pavor reverencial ante los partos.
-No bromees, supongo que cualquiera lo sentiría y recordaría una cosa así. Aquella pobre mujer debió sentir pánico.
-Seguro. Me alegro de que mi bebé vaya a nacer antes de las tormentas de nieve de Chicago. -contestó Demi poniéndose una mano en la espalda.
-¡Pero qué tonta soy! Tengo el remedio perfecto para tu espalda y aquí estoy, sin enseñártelo. -dijo apartando la silla y sentándose en el suelo- Ven a sentarte aquí conmigo.
-¿Y no deberíamos de ir dentro para hacerlo? -rió Demi.
-No, el suelo de la cubierta es más cálido. Te sentirás mejor aquí. Venga.
-Eres la persona más desinhibida que conozco. Está bien, pero me niego a hacer ese ejercicio en el que pones las manos y los pies juntos para levantar el pompis en el aire.
-No tendrás que hacerlo. -contestó Miley esperando a que su hermana se sentara junto a ella- Ahora levanta las rodillas todo lo que puedas, todo lo que tu tripita te deje, y abrázatelas lo mejor que puedas.
-Lo cual no es mucho.
-Es suficiente. Ahora, con suavidad, dobla la espalda hacia adelante y hacia atrás, así.
-¡Oh, Miles! -exclamó mientras seguía sus indicaciones- Me siento mucho mejor. Es como si me dieran un masaje.
-Te lo dije. -contestó Miley doblándose en sincronía con su hermana- Cierra los ojos. Eso te ayudará a concentrarte en la espalda y te hará sentirte aún mejor.
-¡Oh, sí, Dios mío! Es cierto.

Entonces se oyó la voz de Joe desde algún lugar debajo de ellas.

-Te lo dije, Nick. No podemos dejar solas a estas mujeres ni un minuto. Ahora están en posición fetal sintiendo experiencias religiosas en cubierta.
-No te metas con el yoga hasta que no lo hayas probado, Joe Jefferson. -dijo Demi.

Miley abrió los ojos y miró a los dos hombres de pie delante de ellas. Joe tenía en la mano una pequeña bolsa de plástico, probablemente el gel para Demi. Y Nick llevaba otra más pequeña. Su pulso se aceleró. Se había estado preguntando si Nick compraría preservativos. De ser así el paquete debería de tener un tamaño semejante al que llevaba en la mano.
Entonces se preguntó si Joe sabría lo que su hermano había comprado.

-Hemos tenido suerte, amor mío. -dijo Joe- Encontramos justo lo que necesitábamos. ¿Verdad, Nick?
-Sí. -contestó. Nick llevaba puestas las gafas de aviador, así que resultaba imposible leer en sus ojos- ¿Listos para navegar?

Miley se levantó. Tenía la sensación de que Nick había estado disfrutando viéndola hacer ejercicios sobre la cubierta con aquel bañador. Sus posturas descubrían una gran parte de la espalda, y algo más. El juego se había convertido en algo cada vez menos inocente y más erótico. Tragó.

-Sí, vamos.

Aunque Miley trató de que fuera Joe en esa ocasión quien sacara el barco del muelle, al final fue Nick quien se puso al timón. Ella aún no había ejercido la suficiente influencia sobre él, pensó. Sin embargo se juró a sí misma que para el final de esa misma semana, Chance adoptaría otra actitud frente a las habilidades de su hermano.

-¿Qué les parece si navegamos hasta Hoover Dam? -sugirió mientras ponía a calentar el gel en el microondas.

El pequeño paquete de Nick había desaparecido, y no había dicho una sola palabra sobre su contenido.
La certeza fue creciendo en su interior.

-Buena idea.-contestó Joe- ¿Qué te parece a ti, Demi?
-Muy bien.
-Ponte esto en la espalda. -dijo Miley ofreciéndole a su hermana el paquete de gel caliente.
-Dios, sé que ha sido un incordio tener que volver, pero se lo agradezco mucho, chicos.
-Estamos encantados de ayudarte. -dijo Nick.
-Sí, era importante. -añadió Joe.

Miley trató de averiguar por la expresión de ambos hombres si sus comentarios tenían un doble sentido. Ella había visto la tienda, y no era muy grande. Comprar preservativos sin que Bowie se enterara habría sido difícil. Pero no hubo miradas cómplices ni toses forzadas que indicaran que ambos hermanos compartían algún secreto. Si escondían algo, lo hacían mejor de lo que ella hubiera pensado.
La idea de que Nick estuviera buscando el momento oportuno para hacerle el amor cambió por completo su visión de él. De pronto se sintió fascinada por la curva de sus dedos al agarrar el timón, por la flexibilidad de sus hombros, por la forma de sus caderas mientras estaba sentado en la silla de capitán y por el ángulo que formaban sus piernas. Fascinada y excitada. Esperaba ardientemente que aquel pequeño paquete no fueran simplemente chicles.

-Joe, ¿quieres llevar tú el timón un rato? -preguntó Nick.
-Claro.
-Bien. He probado el ordenador y parece que sí funciona. Iré atrás a hacer unas cuantas llamadas y tomar notas.

Así que su mente no estaba ocupada con el mismo asunto que la de ella, pensó Miley. Podía planear una seducción y volver fríamente al trabajo. Le molestaba que sus relaciones no ocuparan toda su atención como le ocurría a ella.
Chicles, pensó. Seguramente había comprado una remesa de chicles de tutti-frutti. Nick recogió su ordenador y se fue sin volver a mirar a Andi.

-Eh, Demi, juguemos un poco a las cartas.

Poco después las cartas comenzaron a deslizarse por la mesa mientras el barco se balanceaba de un lado a otro. Demi no parecía sentirse muy bien, y Miley entonces se volvió hacia Joe.

-Está un poco agitada el agua, ¿no capitán?
-Sí, buscaremos un lugar donde refugiarnos.
-¿Qué te parece si echáramos amarras? Al menos para comer...
-Buena idea -contestó Miley.

Nicole la miraba con expresión de aprobación tapándose la boca. Tenía mala cara.

-Creo que voy a comer un poco de chile en lata con cebollas y quizá un poco de queso fundido. -dijo Joe- ¿Qué te parece el menú, Demi, cariño? -la miró- Eh, estás un poco mareada, ¿no?

Demi asintió y él sonrió.

-En ese caso me prepararé yo mismo el chile.
-Yo te prepararé el chile, chico. -contestó Miley poniéndose en pie y mirando la línea de la costa- Eh, ahí delante, ¿ves esa especie de isla cuyas rocas sobresalen de la costa por ambos lados? Echaremos amarras allí, estaremos protegidos del viento. ¿Estás preparada, hermanita?

Demi volvió a asentir.

-Está bien, llevaré el barco hacia allí. -dijo Joe torciendo a la derecha.
-¿Quieres que vaya a buscar a Nick? -le preguntó Miley a Joe.
-Si no lo conozco mal debe de estar viniendo para acá.
-Eh, estamos dando vueltas como un pato mareado. -dijo Nick apareciendo de pronto.
-¿Qué te dije? -preguntó Joe en voz baja.
-Menos mal que no hay nadie en el barco que sufra de mareos. -añadió Nick dejando el ordenador encima de la mesa- Navegar adelante y atrás de esta forma puede resultar vomitivo.

En ese momento, Demi se levantó de su asiento y pasó por su lado a toda prisa hacia el baño. Nick se quedó mirándola.

-¿Qué le ocurre a Demi?
-Has acertado, Einstein. -contestó Miley siguiendo a su hermana.
-Oh, lo siento, no tenía ni idea.

Joe puso rumbo a la isla en la que pensaban refugiarse.

-No hay mucha maniobrabilidad aquí. -comentó Nick.
-No, es cierto, pero las rocas nos protegerán del viento. -contestó Joe.
-A pesar de todo, no me parece...
-No tiene sentido discutir. Tenemos que echar amarras. -intervino Miley- Demi necesita salir del barco hasta que se le pase el mareo.
-Tienes razón. Parece que hay una especie de canal por el que podemos entrar, Joe. No es que haya mucho calado, pero podemos hacerlo.
-Miley, -la llamó Joe- ve otra vez al baño y avisa a Demi cuando vayamos a encallar en la playa. No quiero que se rompa los dientes si el golpe es fuerte.
-Muy bien.
-Y agárrate. -añadió Nick- Este viento nos va a obligar a cavar bastante en la arena.

Miley miró a Nick a los ojos. Había seguridad en ellos. Aquello la inspiró confianza. Un poco de viento no era motivo suficiente para que un hombre como Nick Jefferson se dejara llevar por el pánico.

-¿Dem? Agárrate, cariño. Vamos a encallar en la playa, y vamos bastante deprisa.
-Bien.
-¿Quieres que entre?
-No.
-¡Ya llegamos! -gritó Nick.

Miley se agarró al picaporte de la puerta y se agachó. El impacto la lanzó hacia delante y estuvo a punto de obligarla a soltarse, pero se recobró y presionó la oreja contra la puerta del baño.

-¿Demi?

Por fin la puerta se abrió. Demi estaba de pie con una toalla en la cara.

-Menos mal que me has avisado. -sonrió- He estado a punto de darme un buen porrazo, y no sé cómo se lo habría explicado a mi suegra. Ella no quería que viniera, pero cuanto más insistía ella, más terca me mostraba yo en venir, por supuesto.
-Por supuesto, es el espíritu de los Lombard. Y tu suegra no tiene por qué saber una palabra de esto. -añadió poniendo un brazo alrededor de su hermana- ¿Quieres un vaso de agua?
-Si.

Miley se encaminó despacio hasta la cocina, sirvió un vaso de agua y esperó pacientemente a que su hermana se lo bebiera.

-¿Estás lista para salir de esta bañera?
-Desde luego.

Mientras caminaban hacia la parte frontal del barco escucharon el ruido de martillazos sobre estacas clavándose en la arena. Ambos hermanos estaban amarrando el barco a la costa.

-¿Te encuentras mejor? -preguntó Miley a su hermana.
-Por momentos. Apenas puedo esperar a poner los pies en tierra firme.
-¡Chicos! -los llamó Miley para que ayudaran a Demi a bajar.

Luego bajó sillas y toallas para montar el campamento.

-¿Vienes? -preguntó Demi.
-Enseguida. Voy a recoger unas cervezas y unas patatas fritas para nuestros galanes primero. ¿Quieres tú algo?
-No, todavía no- tragó.
-Estaré abajo en un minuto- repitió volviendo a entrar y pisando casi el ordenador de Nick, que estaba en el suelo.

Miley se agachó a recogerlo. Debía de haberse caído cuando se dieron el golpe, y Nickestaba tan ocupado amarrando el barco que se había olvidado de él. A pesar del mal concepto en que tenía al maldito trasto no quería que se estropeara. Lo puso sobre la mesa y lo abrió. Todo parecía en perfecto estado, pero a veces las apariencias engañaban, podía estar estropeado. Lo encendió y la pantalla comenzó a funcionar.
Por el momento todo iba bien.
El programa se cargó, pero aquello podía no significar nada. Pinchó con el ratón y abrió el menú. Si podía abrir un archivo seguramente estaba bien. Escogió un archivo cuyas iniciales eran A.L. Fue por casualidad, sin motivo alguno. Esperaba que fuera un informe cualquiera. Era imposible que Nick tuviera un archivo con su nombre o sobre ella, pensó, eso por descontado.
Pero si lo tenía. Miley carraspeó y frunció el ceño.
Aquello lo pagaría caro. Nadie podía escribir una lista sobre los pros y los contras de mantener relaciones sexuales con ella y salir impune. Sus decisiones emocionales y sentimentales parecían decisiones empresariales.
Se fijó sobre el lado en el que estaban los pros y leyó frases como: Me excita más de lo que cualquier mujer me haya excitado nunca, o: Tocarla me causaría un intenso placer
Bueno, aquello resultaba agradable, aunque estuviera escrito en una fría lista de ordenador. Le producía cosquilleos en la espalda. Y muchos. Pero en el lado contrario las frases con los contra no le producían la misma sensación: 
Arruina mi concentración en el trabajo o: Su absurda forma de ver la vida no puede traerme más que problemas.

-Así que le voy a traer problemas, bien. -murmuró en voz alta para si misma- Pues vas a ver.

Miley escribió la frase: ¿Y a quién le importa? debajo de aquella que había escrito él sobre la concentración y subrayó la frase sobre la absurda forma de ver la vida cambiándola de lugar y poniéndola al otro lado. Luego cambió la palabra «absurda» por «única» y «traerá problemas» por «me fascina».
Según parecía, Nick estaba confuso. Había escrito: Sus besos me vuelven loco en ambas columnas. Miley lo borró de la lista de los contras. Se suponía que los besos debían hacerle a uno perder la razón. De otro modo besar no tenía ningún sentido. Desde luego, se dijo, Nick tenía mucho que aprender. Para equilibrar aún más la balanza escribió otra frase en el lado de los pros: Es la mujer más bella que he conocido nunca. Quedaba de maravilla en la pantalla. Tanto, que añadió otra: Es tan inteligente como dulce y encantadora.

-¡Eh, Miley! -la llamó Joe desde la playa- ¿Te estás bebiendo la cerveza tú sola?
-¡Enseguida bajo! -gritó.

Mientras sacaba la cerveza de la nevera pensó en qué haría Nick cuando abriera el archivo y viera los cambios. Entonces sonrió. No era muy probable que se enfadase y montara una escena en público. Lo tenía en el bote. Al menos sabía que había estado escribiendo sobre ella en lugar de trabajar. Y eso de algún modo lo salvaba de ser un completo estúpido capaz de reducirla a ella a una simple lista en un ordenador.


A Nick no le gustaba la calidad de la tierra en la que habían clavado las estacas. Estaba suelta, pero tenían que hacer todo lo posible para asegurar el barco. Hubiera preferido echar amarras en otro sitio, pero ése era el único a su disposición. Para mayor seguridad, él y Joe apilaron grandes piedras alrededor de las estacas.
Decidieron hacer un picnic en la playa. Aunque el viento levantaba la arena salpicándola sobre la comida, nadie dijo una sola palabra. Al menos dos terceras partes del casco permanecían bajo el agua, y el barco se balanceaba demasiado. Eso podría suponer una recaída de Demi. Nick no dejaba de vigilar las estacas.
Después de comer, Joe y Demi se acercaron a la orilla a lavar los platos. Nick fingió descansar sobre una toalla, pero pronto se quedó absorto mirando a Miley echarles patatas fritas a un par de cuervos.

El cabello rubio de Miley comenzó a enredarse con el viento. Parecía salvaje. Le daba la sombra en los ojos, así que podía observar la piel desnuda que se dejaba entrever entre los tirantes de encaje de su bikini negro. El encaje se ahuecaba cuando ella se inclinaba para tomar más patatas y ofrecérselas a los pájaros.
Imaginó lo que sentiría si pudiera besar esa piel semicubierta por el encaje. Por mucho que quisiera a su hermano y a su cuñada deseaba que desaparecieran por espacio de unas horas. Sin embargo no podía hacer nada, así que se tumbó boca abajo para esconder su excitación. La arena caliente calmó ligeramente su erección, pero no era ésa la sensación que él buscaba obtener.
Tenía a su alcance la bolsa de patatas fritas. Tiró de ella justo cuando Miley se daba la vuelta para sacar más. Entonces ella caminó hasta él y se arrodilló delante.

-Estás intentando ligar conmigo.
-Exacto.
-Entonces, ¿es que has ido de compras esta mañana?
-¿Te importa?
-Podría ser.
-Entonces podría ser que haya ido de compras.
-¡Oh, Dios mío! -gritó Joe- ¡Nick! ¡Las estacas!

Nick se puso en pie de golpe. Unas cuantas estacas se habían desenterrado, y el barco cabeceaba de un lado a otro. Si alguien no lo enderezaba de inmediato se daría contra las rocas. Los motores estaban fuera del agua. Se quedarían aislados.


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Aquí les dejo dos capis largos(:

[Como les había dicho la nove es algo hot, así que ya saben :$ :3]

Ojalá les haya gustado & no olviden comentar! :P
Las amo, un beso! 
Ale.

A Solas Contigo ; Cap 12.


Miley ya lo había apagado por él, pensó. La rodeó con los brazos y abrió los ojos lo justo para dar de lleno en su boca. Sintió que los labios de ella se abrían bajo su violento asalto, y un gemido se ahogó en su garganta haciendo estallar el freno que se había impuesto.
Miley sabía a fruta prohibida, a lujuria. El movimiento sensual de sus caderas le revelaba que estaba lista para todo lo que él deseara. Y deseaba manos que acariciasen, bocas que explorasen, cuerpos que se unieran hasta el clímax final.
Buscó con los labios la miel de su boca caliente mientras presionaba la pelvis con fuerza entre sus muslos. Ella jadeó y se adhirió a él haciéndole perder el sentido.
Alcanzó el tirante del bañador que le había estado martirizando durante horas y lo deslizó por su hombro sin dificultad. Presionó su masculinidad contra los muslos de ella y dejó que sus labios vagaran por el cuello. El corazón le latía con violencia mientras le bajaba el bañador y acariciaba un pecho.
Miley arqueó la espalda dejando que él la palpara. Ambos sentían el mismo deseo. Nunca se había sentido tan excitado por ninguna mujer. Ella jadeaba mientras él se inclinaba sobre ella y besaba su pezón. Lamió la punta erecta y sintió que ella se estremecía. Iba a ser maravilloso, pensó Nick, sencillamente maravilloso.
Deslizó el otro tirante del bañador. Ella se estremecía y se presionaba contra él. Sintió su calor sobre el dorso de la pierna. Poco a poco se fue dando cuenta de que iba a ser difícil continuar dada su posición vertical. Entonces hizo una pausa.
Alguien, o algo, respiraba detrás de él echándole el aliento. Levantó la boca de sus pechos. Andi estaba muy quieta en sus brazos.

-Nick...

El calor que había sentido en el dorso de la pierna fue subiendo par ella. Se le pusieron los pelos de punta.

-¿Quién está detrás de mí? -susurró.
-Un burro. Shhh... -lo hizo callar agarrándolo por los hombros- No hagas movimientos bruscos.

Nick apoyó la frente contra la de ella y trató de permanecer sereno. Al menos no estaba desnudo.

-¿Muerden? -preguntó.
-No lo sé.
-Esa respuesta no resulta muy satisfactoria.
-Quédate muy quieto.
-Para ti es fácil decirlo. -murmuró Nick- No te está chupando la pierna.
-¿Te está chupando la pierna?
-Sí, seguramente le gusta la sal; pero te juro que hace cosquillas,
-Voy a intentar algo. Quédate may quieto. ¡Shoo!
-¿Shoo? -repitió Nick mirándola.
-¿Se te ocurre algo mejor?
 -Sí, voy a darme la vuelta muy deprisa y a dar un alarido. Quédate detrás de mí. -Nick giró dejándola a ella detrás, pero se quedó de piedra al ver que no era uno, sino cuatro burros- ¡Fuera de aquí! ¡A casa! -gritó dando manotazos.

Los burros trotaron un poco alejándose unos pasos y permaneciendo luego quietos, mirándolo. Miley comenzó a reír.

-¿Qué te resulta tan divertido?
-Ya están en casa. Somos nosotros los invasores.
-Bueno, está bien... ¡Marchaos a otra parte!- gritó sacudiendo un brazo.
-¡Shoo!  -gritó Miley quitándose la falda de pañuelo y sacudiéndola. Aquel truco pareció dar resultado. Los burros se marcharon por entre los arbustos. Nick se aseguró de que se habían ido y sacudió la cabeza.
-¡Burros! -comentó mirando a Miley que comenzaba a subirse los tirantes del bañador- ¿Te das cuenta de lo que ha estado a punto de ocurrir?
-Creo que sí. -sonrió ella- He visto todas las películas sobre educación sexual en la escuela.
-Exacto. Y en esas películas siempre se hablaba de tomar precauciones. ¿Recuerdas?
-¿Es que no tienes nada? -preguntó Miley haciendo una pausa y mirándolo largamente.
-No. ¿Por qué iba a tenerlo? Se suponía que venía de vacaciones con la familia. Ni siquiera sabía que ibas a venir tú, y aunque lo hubiera sabido tampoco me habría traído nada. Nuestro último encuentro no fue precisamente muy romántico.
-Yo creía que los chicos siempre llevaban algo por si acaso.
-Pues no. Además, ¿crees que lo hubiera traído para venir a salvarte? ¿Qué clase de chico piensas que soy?
-¿Uno que espera mi agradecimiento?

Nick rió a su pesar y sacudió la cabeza.

-¡Dios!
-Así que me hubieras hecho el amor sin usar nada, ¿no?
-Eso parece.
-Hmm... -sonrió Miley.
-¿Qué significa eso?
-Es agradable saber que Nick Jefferson no es tan precavido como parece.
-Apreciaría mucho que mantuvieras este pequeño incidente en secreto.
-Por supuesto.
-Gracias.
-¿Y qué vamos a hacer ahora? -preguntó ella.
-Irnos a la cama, por supuesto. Cada uno a la suya.
-Bueno, eso es evidente, ¿pero qué hay del resto de la semana?
-Miley, estamos en un barco con otras dos personas, y yo no sé tú, pero a mí no me gustaría hacer nada ahí dentro, con Joe y Demi a unos cuantos pasos, aunque tuviera preservativos. Las únicas puertas que hay en el barco son las de los armarios y la del baño, así que la cuestión no admite discusión.
-Desde luego la idea no es muy agradable.
-Y para ser sinceros, probablemente sea mejor así. Sería un error.
-Yo no he sentido eso hace un momento. Si de verdad quieres ser sincero, ¿por qué no admites que te sentías bien, Nick?

Sí se había sentido bien, y aún seguiría sintiéndose bien si estuvieran juntos, pensó mientras la miraba.

-Te deseo, Miley. -contestó él con calma- Después de lo que ha pasado no puedo fingir que no es cierto. Pero nuestros modos de vida no encajan, y lo único que conseguiríamos es hacernos daño mutuamente. No creo que eso contribuyera mucho a la armonía familiar, y tampoco creo que queramos hacerles daño a Joe ó a Demi. Ninguno de los dos.
-Ah, ya veo. Nick el razonable, el responsable, ha vuelto a tomar el control.
-No tanto.
-Bien. -contestó Miley volviéndose y subiendo a cubierta- Buenas noches.

Nick la observó marcharse y juró en silencio.
Por primera vez en su vida lamentaba que su posición le impidiera hacer lo que deseaba. Si hubiera estado solo, si nadie hubiera dependido de él, habría buscado un modo de vencer los obstáculos. Le hubiera hecho el amor a Miley Lombard.

                                                     ***


-¡Eh, el mercado bursátil subió anoche! -anunció Nick despertando a Miley.
-¡Bravo! -murmuró ella- Eso es mejor aún que un orgasmo. ¿No crees, Nick, querido?

Se había ido a la cama la noche anterior llena de frustración, y se había levantado en el mismo estado. Sin embargo el aroma del café y del tocino la apaciguaron en parte. Según parecía todo el mundo estaba levantado menos ella.
Bajó de la litera y puso el neceser sobre la cama de abajo. Luego recogió un bikini y se dirigió al baño a cambiarse. Había sido una estupidez actuar de un modo tan impulsivo con Nick, pensó. La próxima vez, se dijo a sí misma, se lo pensarla antes de dejarse arrastrar a un romance.
El bikini negro quizá resultara un tanto provocativo, pensó mientras se miraba al espejo. Llevaba un lazo en el centro, por delante, y apenas permitía vagar la imaginación. ¿Pero qué mujer se compraría deliberadamente un bañador que no resultara sexy?, se preguntó. Quizá la madre Teresa. Miley Lombard no, desde luego. Nick tendría que enfrentarse a sus hormonas, pensó con resolución mientras se dirigía a la cocina.
Joe levantó la cabeza al entrar ella. Estaba friendo tocino.

-Bien, bien. Aquí tenemos a Miles.
-Buenos días. ¿Es que todos...?
-¡Oh, Dios mío! -exclamó Nick sentado a la mesa frente al ordenador- ¡Que alguien me dé una toalla, deprisa!

Miley agarró un trapo de la cocina y se lo tiró a la cara con cierta rabia. El lo alcanzó y comenzó a secar el teclado del ordenador. Demi saltó de la silla de capitán y se acercó a observar.

-¿Qué ocurre, Nick?
-Se me ha caído el café.
-Uh-huh... -murmuró Joe- ¿Te imaginas qué le ha podido pasar? ¿Se te ocurre alguna idea, Miley? A propósito, llevas un bikini muy bonito.

Demi miró primero a Miley y luego a Nick.

-¿Es bonito, verdad Nick?
-No me había fijado. -murmuró él.
-¡No se había fijado! -dijo Joe inclinándose hacia Miley- Ha sido casualidad que nada más entrar tú haya derramado el café.
-Bueno, supongo que tendré que dejarlo secar. Espero que funcione. -dijo Nick recogiendo el ordenador abierto y llevándolo como si fuera un animal herido basta la cubierta.

Mi se miró el bikini.

-¿Es que es excesivo? Empiezo a sentir complejo. Cada vez que aparezco, Nick tiene un accidente.
-Ya era hora de que Nick tuviera algún accidente. -contestó Joe- Necesita quedarse un poco boquiabierto. Bueno, y ahora, si alguien quiere hacer los huevos, el tocino ya está listo.
-Yo los haré. -intervino Demi.
-No, los haré yo. Tú descansa. -dijo Miley abriendo la nevera y sacando el cartón de los huevos- ¿Qué tal durmieron?
-Por desgracia tu sobrina ha estado dándome patadas toda la noche, así que no he dormido mucho.
-¡Vaya! -exclamó Miley haciendo una pausa antes de cerrar la nevera.

Se preguntaba si su hermana habría oído lo ocurrido la noche anterior. Nick volvió a entrar.

-He dejado el ordenador en una silla en cubierta, pero no de cara al sol. Supongo que de ese modo se secará antes.
-Por cierto, ayer por la noche oí burros rebuznando. -dijo Demi- Saliste a salvar a Miley, ¿no, Nick?

Miley se quedó helada. ¿Qué habría escuchado su hermana? No grandes conversaciones, desde luego.
Gemidos, jadeos, pero no mucha conversación, pensó. Se dio la vuelta con la espátula en la mano y contestó por él sin mirarlo:

-Sí, fue muy amable, Demz. Nunca había oído rebuznar a un burro de verdad, y pensó que eran unos cuantos borrachos de juerga. Yo le expliqué que eran burros sin domar. Es magnífico pensar que aún no ha muerto por completo la caballerosidad.
-También es magnífico que mi hermano no haya muerto. -añadió Joe.
-Los huevos están listos.

Durante el desayuno hicieron los planes para aquel día. Miley estaba sentada frente a Nick y enseguida notó que él trataba de mirarla siempre a la cara cada vez que dirigía la vista en su dirección. Sin embargo sus ojos brillaban, y aquel brillo le provocaba cierto cosquilleo en la espalda cada vez que lo miraba. Sus hormonas, definitivamente, le estaban causando problemas. Pero también a ella.

-Espero que el tiempo no empeore. -dijo Demi mirando al cielo nublado por la ventana mientras recogían la mesa.
-Se suponía que esta semana no iba a llover -contestó Miley-, pero puede que haga viento.
-En ese caso buscaremos un lugar a cubierto -dijo Joe- Me gustaría que me enseñaras un poco de yoga antes de irnos. Miley.
-¿De verdad?
-Soy un hombre polifacético -añadió- El yoga siempre me ha intrigado. Quizá puedas enseñarme algo después de lavar los platos.
-Yo los lavaré. -intervino Nick- Ve a hacer yoga.
-¿Y qué se supone que debo de hacer yo mientras tanto? -preguntó Demi.
-Estar embarazada. -contestó Miley encogiéndose de hombros- Ve a echarte un rato, te vendrá bien.
-Gracias, creo que lo voy a hacer.
-¿Acaso no he aumentado tu capital en los últimos seis meses? -respondió Nick.
-Sí, pero empieza a preocuparme ese soniquete tan repetitivo con el que te levantas todas las mañanas.
-Vamos, ven conmigo Joe. Te enseñaré el saludo al sol.
-¿Al sol? ¡Pero si está nublado!
-Si lo saludamos quizá se despeje. Y no cuestiones nunca a tu maestro, aprendiz. Recuerda, no eres más que una brizna de hierba al viento en el centro de la humanidad.
-No eres la primera persona que tiene esa opinión de mí.

Miley sólo estaba bromeando, pero hubiera deseado no haber hecho ese comentario. No cabía duda de que cuando su padre le decía algo parecido, él se lo había  tomado en serio. Y Nick no contribuía a mejorar su autoestima. Le hubiera gustado bajarlo de su pedestal.

                                                          ***


Nick no estaba preparado para ver a Miley hacer yoga con aquel bikini que le había hecho derramar el café. Intentó no quedarse mirando, pero el fregadero daba justo sobre la cubierta. No podía evitar verlos por el rabillo del ojo. Acabaría inmóvil, pensó, como un tonto, con un plato en las manos llenas de jabón mirando para fuera.

Miley y Joe miraban hacia el este, hacia el sol. Era lógico si lo que estaban haciendo era saludarlo, pero eso significaba que le daban a él la espalda. Y aquella preciosa espalda terminaba en un magnífico trasero. 
Muchos de sus movimientos le obligaban a inclinarse hacia adelante ofreciéndole a él unas vistas que le paraban el corazón.
Su único alivio ante aquella excitación sexual era mirar a Joe, que intentaba de veras aprender. Nick no se engañaba a sí mismo. Si lo intentara, él no lo haría mucho mejor. Sin embargo la falta de coordinación de movimientos de su hermano le hacía reír. No le sorprendió que Miley no se riera también de su torpeza.
Siguió observando y su admiración creció. Joe le había pedido a Miley que le enseñara sinceramente, y Miley se lo había tomado en serio. Los buenos profesores nunca ridiculizaban a sus alumnos, y Miley, desde luego, era una buena profesora. Quizá hubiera encontrado por fin una vocación. Según Demi, Miley se había pasado la vida buscándola. Nick se preguntaba si se daría cuenta de su propio talento como profesora y si tendría pensado dedicarse a ello. De pronto se acabé la lección, y ambos volvieron a la cocina.
Nick comenzó a fregar a toda prisa para recuperar, el tiempo perdido.

-Ha sido fantástico. Hagámoslo todas las mañanas. -dijo Joe- Siempre he querido ser ágil, y el yoga es mejor que las lecciones de baile.
-¿Fuiste a dar lecciones de baile? -preguntó Nick arriesgándose a mirar para arriba y comprendiendo de inmediato que había hecho mal.

Miley estaba algo colorada y se le había revuelto el pelo. Estaba justo como estaría si acabara de hacer el amor. Aquello le excitaba y le hería.

-Sí, dicen que es bueno para la agilidad y para el ritmo, y yo carezco de los dos. -contestó Joe.
-El yoga no te servirá para el ritmo, -intervino Miley- pero no creo que te falte ritmo a juzgar por tu forma de bailar ayer.
-He practicado mucho. Nick en cambio posee sentido del ritmo desde que nació. Tocaba la batería en el garaje de casa con un grupo de música cuando estábamos en el colegio.
-¿En serio? -preguntó echándole una de esas miradas que le provocaban un cortocircuito-. Siempre he oído que los bateristas son los más locos de todos los miembros del grupo.
-Yo era la excepción. -contestó Nick volviendo la vista a los platos.
-No le creas. -dijo Joe- Era un verdadero loco, sólo que papá lo convenció de su error y lo guió por el buen camino. Supongo que pensó que yo era irrecuperable y me dejó a mi aire. Por desgracia, yo no estaba llamado por el camino de la música ni de la batería, así que el grupo se deshizo.
-Comprendo. -contestó Miley acercándose al fregadero y agarrando un trapo de secar- No has adelantado mucho que digamos, batería. Te ayudaré.
-No importa. Tú has cocinado. Yo lo haré. -protestó oliendo su fragancia y rememorando los momentos de la noche anterior.

Le costaba respirar.

-Pero es que quiero hacer algo. -añadió ella tomando un plato.

«En ese caso ponte más ropa», pensó Nick. Sin embargo no fue eso lo que le contestó:

-Deberíamos recoger todo lo que hay en la playa si es que nos vamos a ir.
-Yo lo haré. -intervino Joe- Ustedes acaben con los platos.

De pronto, Joe se había marchado dejándolas solos, de pie, uno al lado del otro frente al fregadero.
Nick buscó algo de qué hablar. Se aclaró la garganta y dijo:

-Miley, si tuvieras un poco de compasión te pondrías algo de ropa encima. Algo feo y que no marque mucho la silueta
-¿Te molesta?
-Sí. -contestó sin atreverse a mirarla.
-Joe piensa que te vendría bien que alguien te engrasara los cables.
-Joe no tiene ni la más ligera idea de la presión que tengo que soportar -contestó sacudiendo la cabeza- No tiene ni idea de lo que podría ocurrir si no estuviera al tanto de todo en la Jefferson Sporting Goods, como hace él.
-O quizá es que se preocupa más por ti de lo que se preocupa por la empresa. -Nick se quedó mirándola atónito- No se te había ocurrido pensarlo, ¿verdad? Es nuevo para ti. Joe cuidando de ti, para variar. Bueno, batería, no pienso ponerme nada. Y recuerda, es por tu propio bien. Creo que iré a ver qué tal está Demi.

Antes de irse, Miley deslizó un dedo provocativo por su columna vertebral, giró sobre sus talones, y luego se volvió para tirarle un beso con la mano.
Nick cerró los ojos y suspiró.

-¡Ya está!- dijo Joe entrando de nuevo en la cocina-. ¿Todavía no has terminado con esos platos? Eres el fregón más lento del mundo, hermanito. ¿Dónde está Miley?

«Metida en mi pellejo», pensó.

-Ha ido a ver a Demi.
-Bien. Creo que yo voy a hacer lo mismo. A propósito, estás trabajando mucho con ese plato.
-¿Qué quieres decir?
-Que llevas con el mismo desde que entré aquí la primera vez, y ya entonces me pareció que estaba bastante limpio.

Joe se marchó en la misma dirección en que antes lo había hecho Miley.