sábado, 28 de abril de 2012

SHUT OUT; Cap 17

Entonces, ¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Mandy, posada en el borde de mi cama mientras yo doblaba una nueva carga de ropa y la ponía en mis cajones.
—¿Cómo iba a decírtelo? Tampoco sabía que él me estaba engañando.
—Eso no es de lo que estoy hablando. Lo sabía, pero no quería responder la pregunta real.
—Miley, ¿cómo puedes ser virgen? Quiero decir, como que... pensé que tú y Liam le habían estado dando desde siempre.
—Haces que parezca tan romántico.
—Deja de evitar la pregunta —insistió— Estoy hablando muy enserio. ¿Cómo pudiste mentirme?
—No te mentí exactamente —le dije, cerrando con mi cadera, rudamente el cajón abierto— Simplemente nunca te di los detalles de mi vida sexual. Quiero decir, hemos hecho otras cosas. —Tuve que luchar contra un rubor, así Mandy no se burlara de mí— Y, de todos modos, no quería convertir en un infierno el tema. No quería que nadie más supiera que estaba… asustada. Y pensé que mi secreto estaba a salvo con Liam porque él estaría avergonzado por el hecho de que no pudiera entrar en mis pantalones o lo que sea.... Esto en cuanto a ese plan.
—¿Estás asustada? ¿Cómo que... del sexo?


Me preguntaba si mis mejillas estaban tan rojas como las sentía ahora.


—Sí, supongo que lo estoy.


Mandy ladeó la cabeza hacia un lado y me miró de la misma manera que se mira, fijamente, a un león de tres patas en el zoológico.


—Dios, Mandy, no me mires así. Ves, por eso es que no te lo dije.
—Lo siento —dijo— Sólo estoy… sorprendida. Es extraño. El sexo nunca fue aterrador para mí. —Hizo una pausa— Entonces, ¿qué es lo que encuentras atemorizante? ¿Cómo que, los penes? Porque puedo ver cómo esos pueden dar un poco de miedo. ¿O es la idea de que la primera vez duela? O…
—Oh, por favor, detente —le dije, pasando a sentarme a su lado en la cama— No. Nada de eso. Es... es dejar que alguien esté tan cerca de mí. Física y emocionalmente. Liam y yo nos acercamos un par de veces, pero... me acobardé. Tengo miedo de dejar que alguien tenga ese tipo de poder sobre mí. No estar en el control es lo que me asusta.
—Wow. —dijo Mandy— Nunca lo había pensado de esa manera. Mira, para mí, es todo lo contrario.
—¿Qué quieres decir?
—Me hace sentir que estoy en control —explicó— Como que, no sé. Empecé a perderme mucho después de que mi papá se fue, lo que me hace sonar como si tuviera patéticos problemas sobre papi, pero lo que sea. No estaba buscando lástima; estaba buscando algo que pudiese hacer con mí misma. Algo de lo que pudiera ser dueña. Mis padres estaban repartiendo todas sus mierdas y luchando por cosas, y yo no podía hacer nada al respecto. Entonces mamá y yo tuvimos que mudarnos a nuestro departamento de mierd*, y me sentí como si no tuviese nada. Nada más que mi cuerpo. Es la única cosa que puedo controlar. Para mí, el sexo es mi manera de tomar el control de mi cuerpo. Estoy a cargo. No psicoanalices todo eso, o me digas que lamentas lo de mi familia ni nada. Eso no es lo que quiero. Sólo... creo que es, como, interesante ver cómo lo vemos de manera diferente.
—Lo es, supongo. —Suspiré y apoyé la cabeza en su hombro— Odio a los chicos.
—Echo de menos los chicos.


Mandy me ayudó a tener la casa lista para las próximas horas. Una vez que mi habitación estuvo limpia, excavamos en las papas fritas y gaseosas que había comprado un par de días antes. Organicé las latas de refresco en mi escritorio: la dieta a la izquierda, la libre de cafeína en el medio, y la regular a la derecha. También quería organizar las papas, las cuales Mandy había extendido en la parte superior de mi armario, pero ella me contuvo.


—Así que le pregunté todo sobre "La Rubia" —dijo ella, sentándose en la cama, una vez que la habitación estuvo completamente lista para la fiesta de pijamas— Es una estudiante de segundo año. Su nombre es Autumn Elliot. ¿Qué clase de nombre es Autumn? ¿Por qué no la llamaron Fall o La Deprimente Temporada Cuando Todo Empieza a Morir.
—Es un bonito nombre, Mandy.
—Bien —resopló—. Pero, ¿conseguir a tu fenómeno en un baño público? ¿Quién hace eso?
—Um, Mandy...
—Bueno, está bien. Yo he hecho eso. —Ella sacudió su pelo sobre su hombro— Jesús, Miley, ayúdame. Estoy tratando de consolarte, pero lo estás haciendo difícil.
—Está bien —le dije—. No tienes que decir nada. Especialmente, no sobre ella. No la odio. Ella no es la que me traicionó.
—Verdad.... Pero su vestido era muy, muy feo.
—¡Mandy! —Me reí.
—Sólo estoy diciendo. Toda la cosa de "escote hundido" no halagaba su figura. Tú te veías mucho más caliente.
—Bueno, sí. Eso es cierto —le dije, sonriendo.


En ese momento, sonó el timbre de abajo.


—Esas deben ser las chicas —dijo, saltando de la cama.
—¿Cómo conseguiste que vinieran, de todos modos? —pregunté, de pie y siguiéndola fuera de mi dormitorio—. Asumí que todas se escaquearían.
—Oh, fue fácil —dijo Mandy—. Jaqueé tu dirección de e-mail y les envié un suplicante y servil mensaje pidiéndoles que vinieran, y les prometí helado. Hay que ir por algunos, por cierto. Lo siento, me olvidé de avisarte.


Me detuve en medio de las escaleras, pero Mandy siguió caminando.


—¿Cómo obtuviste mi contraseña? —le pregunté. Se dio la vuelta en la parte inferior y me sonrió.
—Miley, soy tu mejor amiga. Te conozco lo suficiente como para saber que la contraseña es expiación. El libro que está constantemente debajo de tu almohada, con las páginas sucias y las esquinas dobladas. No soy estúpida. —ella me guiñó un ojo y corrió hacia la puerta para hacer pasar a las invitadas.


La odiaba y la amaba al mismo tiempo.


—Está bien. Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó Susan, sentada en mi cama y cruzando las piernas. Llegó de última de todas las chicas, que eran veintiuna esta vez.


Mi habitación estaba sofocante, y no podía poner el aire acondicionado más alto. Esto no había sido una buena idea.
Ni tampoco dejar entrar a Selena en mi casa.
Ella se dejó caer en la cama junto a Susan, después de que Mandy le dijera que dejara de acechar alrededor de la habitación, mirándome y haciendo comentarios sarcásticos.
Creo que las palabras exactas de Mandy fueron: Siéntate y calla esa fea boca ó voy a encontrar un método mucho más doloroso para silenciarte.


—No puedo creer esta mierda —le espetó, al parecer sin tomar en serio la amenaza de Mandy— ¿Quién te crees que eres, Miley?


Podía sentir que me ponía nerviosa, temblando mientras contaba a todas las chicas en mi cabeza, una y otra vez. Había demasiadas. Si se enojaban o empezaban a gritar...
Imágenes del caos pasaron por mi cerebro, provocando que se me formara un nudo en el pecho. ¿Qué si hacían un lío en mi habitación?


—Selena, ¿tienes un momento? —preguntó Susan, sonando aburrida.
—El punto —dijo Selena— es que Miley es una hipócrita. Ni siquiera está teniendo relaciones sexuales, pero ¿ella cree que nos puede decir que debemos parar? Y todo es para resolver sus problemas.
—Selena, lo siento, ¿pero te puedes callar?


Me di vuelta y me sorprendí al descubrir que la que habló fue Demi. Nuestros ojos se encontraron, y Demi me hizo un pequeño e imperceptible asentimiento antes de enfocar su atención de nuevo sobre una Selena mortificada.


—No es sólo problema de Miley —dijo—. Es de todos nosotras. Te quejaste de la rivalidad, también, en caso de que lo hayas olvidado. Y la semana pasada, estabas cantando alabanzas a Miley. Así que deja de actuar toda grande y poderosa. Todas estamos hartas de tus cosas y, francamente, Miley necesita amigas en este momento. Todas estaríamos ahí para ti si tu novio resultara ser un idiota. Así que, ¿te importaría demostrar la misma cortesía?


Se hizo un largo silencio, el cual, considerando que éramos muchas chicas en la habitación, era bastante impresionante.
Selena respiró hondo, y todas esperamos a ver qué haría a continuación. Estaba a punto de tirarme frente a Demi para protegerla de las puntiagudas uñas como garras, con las que estaba segura que Selena atacaría, que cuando Selena habló, el momento se hizo aún más extraño.


—Sí, tienes razón, Demi. Lo siento.
—Santa mierda.... Es eso... ¿El infierno se acaba de congelar? —preguntó Mandy, estrechando su mano en su corazón.
—Cállate —espetó Selena. Entonces ella me miró—. Lo siento, Miley. Por la manera en que Liam te trató y por la forma en que estaba actuando. No fue bueno.
—Um... gracias. —tomé una respiración profunda— Y, honestamente, puede que tengas razón. Que estaba mal de mí parte mantener ese detalle lejos de ustedes. Simplemente no quiero que me juzguen. Me sentía como si fuera anormal o, lo que sea, porque no lo había hecho. Entonces ustedes se pusieron como locas sobre lo de Mary esperando, e incluso después de que ella hubiera sido lo suficientemente valiente como para admitirlo, yo no podía.... Aun así, no debería haber mentido, teniendo en cuenta lo que les pedí hacer a todas ustedes. No es que importe ahora. Creo que la huelga ha terminado.


Un murmullo de sorpresa corrió alrededor de la habitación.


—¿De qué estás hablando? —preguntó Demi— Los muchachos están todavía luchando, ¿no? El auto de Joe fue destrozado ayer por la noche, por lo que la rivalidad definitivamente no está terminada. No podemos poner fin a la huelga.
—Una de las cosas que a ustedes les preocupaba era hacer trampa —le recordé a la habitación— Que si les cortábamos a los chicos las relaciones sexuales, nos engañarían. Bueno, eso es lo que me pasó a mí, por lo que tenían razón. Nunca debería haber hecho esto.
—Oh, demonios no... —dijo Mandy—. No vayas allí. Lo dije en la primera reunión y lo diré de nuevo: si un chico nos engaña sólo porque no tenemos sexo con él, es un idiota y no deberíamos estar con él, de todos modos. En todo caso, Miley, este era un buen plan. Te demostró lo imbécil que Liam realmente es, y por lo menos has terminado con él ahora.


Me estremecí. Sabía que ella tenía razón, pero la idea de que esto era mejor, que el tenerlo persiguiendo a otras chicas era mejor para mí, todavía hería, y probablemente así sería por un tiempo.


—Seamos justas con esto —dijo Susan, poniéndose en pie, lo que no fue fácil, ya que cada centímetro de suelo estaba llenó de cuerpos adolescentes— Todas las que estén a favor de poner fin a la huelga antes de tiempo, levanten la mano.


Sin manos.
Ni siquiera la de Selena.


—Excelente. ¿Y todas aquellas a favor de continuar, según lo previsto, con Miley a la cabeza?


Por toda la habitación, las manos se alzaron.


—¿En serio? —pregunté, sorprendida.
—En realidad podría ser mejor —dijo Demi— Ya sabes, estas cargo, y sin novio. Eso te da una perspectiva más clara. No tan torcida,ya sabes por la presión que alguien podría estar haciéndote.
—Bueno, excepto yo —dijo Mandy, apoyándose en mí y pasando una mano en mi muslo como burla— ¿Puedes resistirme, Miley? No creo que puedas.


Le saqué la mano de mi pierna, riendo. Estaba tan sobrecogida por la emoción, así como impresionada por el apoyo de las chicas, que me olvidé de lo de estar en el borde. Incluso con 21 chicas amontonadas en mi habitación, me encontré, de repente, relajada, confiando en todas ellas más de lo que había esperado.


—Wow, Mandy se está poniendo desesperada. —rió tontamente Mary.
—No jodas —dijo Susan— Pero todos sabíamos que se estaría muriendo por dentro sin algún cuerpo.


Mandy apretó una mano contra su pecho, hizo unos pocos ruidos de arcadas, y luego se dejó caer sobre la alfombra, haciéndose la muerta.


—Entonces, ¿cómo estás con eso, Miley? —dijo Demi, volviendo a llamar mi atención— ¿Todavía con nosotras?
—Sí —le dije, sonriendo— Todavía estoy con ustedes. La huelga continúa.
—Impresionante —dijo Mandy, usando mi hombro para ponerse a sí misma en una posición de sentada, al parecer ya no estaba muerta— Ahora, ¿dónde rayos está mi helado?
—¿Puedo decirte algo?


Yo estaba de pie en el fregadero de la cocina, lavando algunos de los platos que habíamos utilizado para el helado, incapaz de soportar la idea de dejarlos alrededor por más de unos minutos. Todavía podía escuchar el caos en la parte de arriba, donde las demás esperaban. Sólo estaba tratando de averiguar los arreglos para dormir, no había forma de que todas se quedaran en mi habitación, cuando escuché la voz de Selena está detrás de mí.
Miré por encima del hombro y la encontré, de pie en la puerta de la cocina, viéndose más nerviosa de lo que jamás la había visto antes.


—Claro —dije— ¿Qué pasa?
—La cosa es que... —Se detuvo y se volvió para mirar a la sala.
—Mi papá no está aquí —dije, sabiendo al instante lo que estaba haciendo— Mi hermano decidió, en el último minuto, que quería ir en auto a la laguna e ir a pescar en la mañana, y papá quería ir con él. Estamos sólo nosotras aquí. Lo que es una buena cosa, ¿sabes? Abre algunos espacios para que cada una podamos dormir.... Lo siento. ¿Qué ibas a decirme?


Selena entró en la cocina, llegando al mostrador, sus ojos penetrantes mirando mientras yo dejaba los platos limpios.


—Está bien —dijo— esto va a sonar extraño, pero... no me gusta el sexo.


Me sequé las manos con el paño de cocina y me di vuelta hacia ella, confundida.


—Tú... ¿Qué?
—No se lo digas a nadie —insistió—. Por favor. Es vergonzoso. Pero realmente no lo disfruto. Es sólo un poco... decepcionante. Sólo lo hago porque hace a Justin feliz, y lo amo, pero... no lo sé. No sé por qué estoy diciendo esto. Es sólo que, sé cómo te sentías al tener que mentir acerca de ser virgen y siento que tengo que mentir sobre esto, y... soy tan rara.


Recordé estar pie en la cocina de Susan, con Mary, y cómo ella le preguntó si era rara por ser virgen. Casi le había dicho la verdad sobre mí esa noche. Que ella no era rara, porque yo era virgen también. O, más bien, que las dos éramos raras juntas. Este momento, con Selena, se sentía como un intenso déjà vu. Sólo que, esta vez, no podía relacionarme tanto. Aun así, le dije lo mismo.


—No eres extraña.
—¿Cómo lo sabes?
—Creo que no —admití— No sé si me va a gustar o no, una vez que lo haga. Si alguna vez lo hago. Porque puede que no. —Me encogí de hombros— Pero, ¿por qué, el que no te guste, te tiene que hacer rara?
Porque a todas las demás parece que les gusta mucho.
—Tal vez alguna de ellas están fingiendo —le dije— De modo que nadie piense que son raras.
—Tal vez —murmuró Selena— Dios, ¿por qué, si quiera, te estoy contando esto? Esto es tan raro.
—Deja de decir que es raro.


Selena negó con la cabeza, riendo un poco.


—No repitas esto —dijo ella— pero eso es parte de la razón por la que odio a Mandy. Estoy celosa. Es obvio que lo disfruta. Me gustaría que me gustara tanto así.
—Bueno, Mandy recibe el infierno por que le gustó demasiado. De ti y de las demás.
—Así que ella es la rara por que le gustó tanto —sugiere Selena.
—O podría ser que nadie es rara —le ofrecí— Quiero decir, Mary y yo pensábamos que éramos raras porque no lo habíamos hecho en absoluto.
—Tal vez todas somos raras, entonces —dijo Selena.
—Si ese es el caso, entonces, ¿por qué es importante?
—Porque quiero saber lo que es normal. —Vaciló y luego miró a sus pies descalzos sobre las baldosas— Quiero ser normal, pero nadie habla sobre el sexo, así que ¿cómo puedo saber lo qué es lo normal?


Consideré esto por un segundo. Ella estaba haciendo las mismas preguntas que habían estado rondando por mi cabeza durante semanas: ¿Qué es normal? ¿Qué se espera de nosotras?


—Sabes —dije en voz baja— No creo que exista lo "normal".

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