El jueves, estaba tomándome mi descanso de quince minutos en el sofá en la parte trasera de la biblioteca, comiéndome una manzana y leyendo, cuando Nick entró. Mantuve los ojos en la página mientras el calor me abrasaba el cuello. Había estado intentando evitarlo desde que la lucha comenzó —era casi imposible mirarlo después del sueño de la otra noche.
—Hey, Miley —dijo sentándose al otro lado del sillón— ¿Qué estás leyendo?
No respondí, sólo levanté el libro unos centímetros para que viera el título.
—Historias cortas de H.P Lovecraft —dijo— Bueno. No sabía que te iba la ciencia ficción.
Asentí.
—A veces. Intento leer un poco de cada género.
—Genial. ¿Has leído a Lysistrata?
—No —dije, pasando la página—.Disculpa. Primero quiero terminar esta colección.
—Muy bien —dijo Nick, sonando decepcionado—. Sólo tenía curiosidad por ver que pensabas de él.
—Te lo haré saber.
—De acuerdo.
Espié sobre el libro para ver a Nick abriendo una barrita de Snickers. Sólo lleva una camiseta ceñida y unos jeans, pero aún estaba increíble. Sintiéndome culpable por espiarlo, volví mi atención al libro. No pienses en él me dije, manteniendo la vista en un punto de la página mientras tomaba mi bolígrafo rojo. No pienses en él… sólo sigue leyendo…
—Miley —dijo él suavemente, omitiendo el "ley" al final de mi nombre— Corrígeme si me equivoco, pero… ¿acabas de marcar un error en tu libro?
Me mordí el labio.
—No. Claro que no. ¿Por qué dices eso?
—Porque acabas de marcar algo en la página con un bolígrafo rojo, como hacen los profesores cuando corrigen.
—No lo hice.
—Miley.
—¿Qué? —pregunté, levantando la cabeza— Imaginas cosas.
—Déjame ver —dijo, sin molestarse en ocultar su risa— No te creo.
—¡Nick, basta! —grité. Ya se estaba inclinando sobre mí, quitándome el libro con suavidad de las manos. Luché por él, y estuvimos así unos minutos. Luego Nick me tocó en el costado y rompí a reír. En mi momentánea distracción, me arrebató el libro —Nick —gemí.
Sacudió la cabeza, mirando la página 124.
—¡No me lo puedo creer! Rodeaste un error ortográfico. ¿Y es que tienes tu bolígrafo rojo a mano cada vez que lees?
Volví a sacudir la cabeza y no respondí. Nick estaba demasiado cerca, con su hombro contra el mío, nuestros dedos casi tocándose ya que ambos sosteníamos el libro. Mi corazón se aceleró —por su cercanía o por la reciente lucha, no estoy segura de cuál.
Nick comenzó a recorrer las páginas.
—Maldición —dijo— Esto está cubierto de rojo.
—Es una edición nueva —dije, tirando del libro hacia mí— Suele ocurrir.
—Deberías ser una editora —dijo, dejando ir al libro— Serías buena en eso.
—Quizás —murmuré. Honestamente, corregir la ortografía y los errores de puntuación para vivir se me hacía una idea tentadora.
Se alejó de mí y volvió a sentarse en su lugar del sofá otra vez.
—¿Entonces —preguntó, haciendo una mueca— naciste así de neurótica, o es algo que apareció eventualmente?
—En realidad tomé una clase. Retención anal 101. —Nick rió, y le sonreí, sacudiendo la cabeza— No. Eh, comenzó después de la muerte de mi madre.
La cara de Nick cayó.
—Oh, mierd*. Lo siento. No debería haber preguntado. No tienes que decirme nada si tú…
—Está bien —dije comprendiendo mientras lo decía que era verdad. —Fue hace mucho. Pero después del accidente, me volví tan loca, me daba tanto miedo que pasara otra cosa mala, que decidí que tenía que tener todo bajo control. Empecé a volverme mandona y luego a contar todo, y eso desplegó un abanico de idiosincrasias. Es ridículo, lo sé, pero…
—No es ridículo —me corrigió— Algo ridículo es mi miedo irracional a los peces.
Hice una mueca.
—¿Peces? ¿Cómo, los que se comen?
—No, esos no me molestan tanto. Los peces vivos, no puedo nadar en un río o un lago porque sé que están nadando cerca de mí todos pegajosos y… ugh.
Reí, y Nick sonrió.
—Todos tenemos nuestras cosas —dijo— Esta es la tuya. No serías tú sin esto.
—Gracias —dije mirando hacia otro lado, sintiéndome avergonzada.
—Todo lo que dije —continuó, y cuando volví a mirarle noté que había vuelto a acercarse. No nos tocábamos, pero definitivamente cruzaba la raya del espacio personal— Sí que creo que deberías aflojarte de vez en cuando. Para tu seguridad.
—Es fácil decirlo.
—Lo sé.
Estaba tan cerca, y con esos ojos chocolate mirando directamente a los míos. En ese momento sólo me sentí cómoda. Estaba relajada. Completamente. Demasiado relajada, noté cuando la puerta de la biblioteca se abrió de par en par y me alejé de un salto.
—Miley —dijo Jenna desde la entrada— tu descanso terminó hace un minuto. Vamos, no puedes holgazanear cuando llegas tarde.
—Claro —dije poniéndome de pie— Perdona, tengo que volver a trabajar.
—Bien —dijo Jenna— Hay unas revistas que deben reorganizarse. Y cuando termines con eso, ¿puedes colocar los libros que acabo de ingresar?
Asentí, y Jenna se fue.
—Creo —dijo Nick sonriéndome—, que ella simplemente nació así.
—Sí, probablemente —dije tomando mi libro y tirando la manzana a la basura— Nos vemos Nick.
Me obligué a pensar en Liam mientras trabajaba en las revistas. A pesar de nuestros problemas, tenía un gran novio. Uno que no se merecía una novia a la que se le iban los ojos. O la mente.
Pero la Bienvenida era la próxima noche, y estaba decidida a pasarlo bien con mis amigos y mi novio y sin la interferencia de Nick en mis pensamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡No olvides comentar!(:
Gracias por tomarte unos segundos de tu tiempo♥
Y más por leer mis noves, un beso!