lunes, 14 de enero de 2013

The DUFF ; Cap 29.


Supe que algo no andaba bien en el instante en que abrí los ojos la mañana siguiente.

El cielo se veía frío y aburrido afuera de la ventana de Nick, pero yo me sentía cálida.
Muy cálida. 
El brazo de Nick me cubría, sosteniéndome contra su pecho, y su respiración suave y rítmica calentaba mi nuca. Todo era tan pacífico. Tan perfecto. Me sentía segura y contenta.

Y ese era el problema.

Por mi visión pasó la imagen de un sweater rosado que yacía olvidado en la esquina de la habitación. Había estado allí por semanas. Propiedad de alguna chica sin nombre. Una de las muchas que Nick había traído a su habitación. 

Viéndolo, recordé repentinamente en la cama de quién me encontraba. 
Quién estaba abrazándome.

No debería haberme sentido segura o contenta. No aquí. No con Nick. Estaba mal. Yo debería estar disgustada. Debería estar asqueada. No debería desear nada más que empujarlo lejos de mí. ¿Qué demonios estaba sucediéndome? ¿Qué estaba mal conmigo?

Y justo cuando me hice esas preguntas, las respuestas me golpearon como un tsunami. Un tsunami helado que me dejó con los ojos como platos y en shock.

Estaba celosa de las otras chicas a las que les hablaba.

Estaba deseando hacer cualquier cosa para que él sonriera.

Me sentía segura y contenta en sus brazos.

Oh, por Dios, pensé, en parte aterrada. 
Estoy enamorada de él. 
Tenía que sacudirme a mí misma entonces. No, no, no. No era amor. Amor era una palabra grande. Demasiado grande. El amor requería años y años para desarrollarse... ¿cierto? Yo no estaba enamorada de Nick Jonas.

Pero sentía algo por él. Sentía algo más que odio y disgusto. Era más como si estuviera abrumada. Más de lo que había sentido por Lucas Lovato todos esos años. Era real. Era poderoso.

Y era aterrador.

Tenía que salir de allí. No podía quedarme. No podía permitirme a mí misma caer en su trampa. No importaba cómo me sentía sobre Nick, él nunca sentiría lo mismo.

Porque él era Nick Jonas.

Y yo era la Duff.

No iba a torturarme de esa forma. Había aprendido mi lección con Lucas. Acercarse demasiado a alguien sólo llevaba a lastimarse, y Nick definitivamente podía lastimarme.

Anoche lo había dejado verme en mi estado más débil. Me había abierto con él. Y si no me iba ahora, pagaría el precio.

No importa dónde vas o qué haces para distraerte, la realidad siempre te encuentra eventualmente. Mamá lo había dicho sobre su relación con papá.

Una sonrisa amarga se expandió en mi rostro mientras me separaba de los brazos de Nick a regañadientes. Mamá había tenido razón. Nick era mi distracción. Se suponía que él era mi escape de las emociones. De todo el drama. Y ahí estaba yo... sin sentir nada más que emociones.

Me deslicé alrededor de la habitación, tratando de vestirme sin hacer ningún ruido.
Después de haber entrado de un tirón en mi sweater y mis jeans, agarré mi celular y salí hacia el balcón.

Antes de poder decirme a mí misma que no lo hiciera, o convencerme de que ella no contestaría, marqué el número de Selena. Sabía que ella aún estaba molesta conmigo, pero no podía pensar en ninguna otra opción. No importaba cuán loca estuviera ella, sabía que Selena me ayudaría. Ella ayudaba a todo el mundo. Simplemente era parte de su forma de ser.

—¿Hola? —gruñó somnolienta, después de dos toques.

Maldición, murmuró una voz en mi cabeza.
Después de todo ese tiempo, no podía creer que así era como Selena se enteraría de mi secreto. Pero sabía que era por mi bien. Sabía que si no me iba entonces, nunca lo haría.
Lo sabía, pero no quería irme. No quería sentir lo que sentía. Y realmente no quería que Selena -ni nadie, para el caso- lo supiera.

—¿Hola? ¿Miley? —muy mal, yo nunca tenía lo que quería.
—Oye, Selena, lamento despertarte, pero... ¿puedes hacerme un gran favor? Por favor.
—Mi, ¿estás bien? —preguntó, su somnolencia desvaneciéndose poco a poco — ¿Qué pasa? ¿Sucede algo malo?
—¿Puedes conseguir las llaves de tu madre y venir a buscarme? Realmente necesito ir a casa.
—¿A casa? —ella sonaba confundida. Nada bueno cuando estaba combinado con miedo. Dios, un día le iban a dar úlceras a la pobre chica— ¿Quieres decir que no estás en tu casa? ¿No dormiste en tu casa anoche?
—Cálmate, Selena. Estoy bien. —dije.
—Y una mierda, no me digas que me calme, Miley —su voz se quebró— Has estado actuando extraño por semanas e ignorándome cada vez que trataba de hablarte. Ahora estás llamándome temprano en la mañana y pidiéndome que te pase a buscar, así que, ¿debo calmarme? Dios, ¿dónde rayos estás?

Esa era la parte que había estado temiendo, así que inspiré hondo antes de responder su pregunta.

—Estoy en casa de Nick... Tú sabes, la casa gigante en--
—Sí. —dijo Selena— ¿La casa de Nick Jonas? Sé dónde queda. —sentía curiosidad, pero trataba de esconderla tras su enojo. Sus habilidades de actriz no eran mejores que las mías— Bien, estaré allí en diez minutos. 

Y colgó.
Cerré el teléfono y lo metí dentro de mi bolsillo trasero. Diez minutos. Sólo diez cortos minutos.
Suspiré y me incliné contra la barandilla del balcón. Desde ahí, el aburrido Hamilton lucía como un horripilante pueblo fantasma. Las calles estaban vacías en la mañana (nunca estaban demasiado llenas, para ser honesta), y las pequeñas tiendas de techos grises estaban cerradas. El cielo nublado, sin sol, no ayudaba a la imagen general, y dejaba todo bajo una capa de penumbra. Penumbra sin sol, imagínate.

—Tal vez no seas consciente de esto, pero los humanos tienden a dormir los sábados.

Volteé y encontré a Nick parado en la entrada del balcón, frotándose los ojos soñolientamente con una pequeña sonrisa en su rostro. Aún con el viento helado, él no vestía nada más que sus boxers negros. Maldición, tenía un cuerpo sorprendente... pero no podía pensar en eso. Tenía que terminarlo todo.

—Tenemos que hablar. —traté de encontrar algo a lo que mirar además de su sexy cuerpo medio desnudo. Mis pies parecieron ser la mejor opción.
—Hmm, —reflexionó Nick, pasando una mano a través de sus rulos desordenados— Sabes, mi padre dice que esas son las tres palabras más aterradoras que una mujer puede decir. Él cree que nunca viene nada bueno después de un “tenemos que hablar”. Estás preocupándome un poco, Duffy.
—Deberíamos entrar.
—Eso no es nada prometedor.

Lo seguí dentro de su habitación, retorciendo mis manos incontrolablemente. (Las palmas sudorosas son tan atractivas.) Él se dejó caer en la cama y esperó que yo hiciera lo mismo, pero me mantuve de pie. No podía ponerme demasiado cómoda. Selena estaría ahí para buscarme en unos 8 minutos y medio -estaba contando- así que debía hacer esto breve y dulce.

O quizás sólo breve. Nada de eso se sentía dulce para mí.
Ansiosamente, alcé mi mano y me rasqué la nuca.

—Escucha, —dije— Eres un gran chico, y aprecio todo lo que has hecho por mí... —¿por qué tenía que sonar tanto como una ruptura? ¿Acaso no tenías que salir con alguien para botarlo después?
—¿De verdad? —preguntó Nick— ¿Desde cuándo? Nunca te has referido a mí mejor que como escoria. Sabía que cambiarías de parecer eventualmente... pero algo me dice que debo mantenerme alerta--
—Pero, —seguí, ignorándolo lo mejor que pude— "No puedo seguir haciendo esto. Creo que deberíamos dejar de, ehm, dormir juntos" —Sí. Definitivamente parecía una ruptura. Todo lo que necesitaba hacer era lanzar un: “No eres tú, soy yo” y sería perfecto.
—¿Por qué? —él no sonaba lastimado. Sólo sorprendido.

Me lastimó el hecho de que él no sonara lastimado.

—Porque ya no funciona para mí. —dije, apegándome a las tradicionales líneas que había oído en las películas. Eran clásicos por una razón, después de todo— Simplemente no creo que esto, hice un gesto entre nosotros dos—  esté en mis, ehm, en nuestros mejores intereses.

Nick entrecerró los ojos, y me miró.

—Miley, ¿tiene esto algo que ver con lo que pasó anoche? —preguntó seriamente— Si es así, quiero que sepas que no hay nada de lo que tengas que preocuparte.
—No es eso.
—¿Qué es, entonces? Lo que dices no tiene sentido.

Miré a mis zapatos. La goma de los bordes estaba empezando a pelarse, pero el rojo brillante de fábrica de las Converse aún no se había desvanecido del todo. Rojo brillante.

—Soy como Hester. —suspiré, más para mí que para Nick.
—¿Qué?

Lo miré, sorprendida de que me hubiera escuchado.

—Soy como... —sacudí la cabeza— Nada. Terminamos. Terminé.
—Miley...
—Yo... tengo que irme.

Estaba tan enfocada en salir de esa maldita casa que no oí las palabras que Nick gritó tras de mi. Su voz simplemente desapareció en la distancia, donde yo esperaba dejarlo para siempre.

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No olviden leer este mensaje que les deje, es muy importante para mi :3
http://ily-forever-always.blogspot.mx/2013/01/hey-lean-esto-por-favor.html
Gracias por leer & comentar, las quiero.
Ale.

4 comentarios:

  1. Holaaa (:

    me encantaria qke pasaras a mi bloog tengo una nueva nove y me encantaria qkeee la leyeras! qke tengas buen dia besos

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  2. No sabes cuanto espere por un capítulo de está novela sube capítulo pronto :)

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  3. Esta muy buena , Please seguila , la ame ♥♥

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  4. dios quiero ver el siguiente ya mismo me encanto el cap (: ♥

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