miércoles, 18 de septiembre de 2013

The DUFF ; Cap 37.

Después de quedarme toda la noche despierta leyendo y doblando mí ropa al menos diez veces, descubrí que Cumbres Borrascosas no tenía un final feliz. Gracias a Cathy la estúpida, malcriada, egoísta sí, no tenía derecho a hablar, pero aun así, todo el mundo termina miserable. Su decisión arruina la vida de las personas por las que más se preocupaba. Porque eligió comportarse correctamente en vez de sus sentimientos.

Cabeza en vez corazón. Linton en vez de Heathcliff.


Douglas en vez de Nick.

Esto, decidí mientras arrastraba mi cansado trasero a la escuela a la mañana siguiente, no era un buen presagio. Normalmente, no creía en presagios o signos o cualquier cosa de la basura del destino, pero las similitudes entre la situación mía y la de Cathy Earnshaw eran demasiado misteriosas para ignorarlas. No podía evitar preguntarme si el libro estaba tratando de decirme algo.

Estaba debidamente consciente de que estaba interpretando mucho de esto, pero mi falta de sueño se juntó con el estrés de todo lo demás que hacía que mi mente se fuera a unos lugares interesantes. Interesantes, pero no productivos.

Fui casi un zombi todo el día, pero durante la mitad de la clase de cálculo, algo finalmente me despertó.

—¿Escuchaste sobre Nicole Anderson?
— ¿Acerca de que está embarazada? Sip. Lo escuché esta mañana.

Mi cabeza dio un chasquido con el problema que a desganas trataba de resolver. Dos chicas estaban sentadas de un lado en la fila frente a mí. Reconocí a una de ellas como una de las nuevas porristas.

—Dios, qué perra, —dijo la animadora—. Sin saber quién es el padre. Duerme con todo el mundo.

Detesto admitirlo, pero mi primera reacción a esto fue de un puro odio egoísta. Pensé en Nick. Seguro, había rechazado a Nicole en el pasillo hace unos días, ¿pero qué si algo había cambiado? ¿Y si la carta había sido una broma? ¿Un juego para jugar con mi cabeza?

¿Y si Nicole y él habían...?

Forcé que el pensamiento se alejara. Nick era cuidadoso. Siempre usaba condón.

Además, era como esa chica había dicho —Nicole dormía con todo el mundo. Las probabilidades de que Nick fuera el padre eran casi nulas. Y no tenía derecho de preocuparme de ello, de todas maneras. No era mi novio. Aunque realmente me hubiera profesado su amor por mí en una carta. Yo estaba con Douglas, y lo que fuera que Nick decidiera hacer no era mi problema.

Mi segundo pensamiento fue por Nicole. Tenía Diecisiete, en la víspera de la graduación, y, si los rumores eran ciertos, embarazada. Podía escuchar a la gente chismear al respecto en el pasillo cuando dejé cálculo. En una escuela del tamaño de Hamilton, no tomaba mucho tiempo que el chisme se esparciera. Nicole Anderson era la chica en la mente de todos.

Incluyéndome.

Así que cuando salí del cuarto de baño, unos pocos minutos antes de inglés y encontré a Nicole parada frente al lavamanos, retocándose el brillo labial rosa, tuve que hacer un esfuerzo para evitar sus ojos.

Pero tenía que decir algo. Quiero decir, no éramos cercanas ni nada, pero sí almorzábamos juntas todos los días.

—Hola. —murmuré.
—Hola. —replicó, todavía colocándose labial en su labio inferior.

Abrí el grifo y miré mi reflejo en el espejo, tratando fuertemente de no espiarla. ¿Cuán avanzada estaba? ¿Sus padres ya se habían enterado?

—No es verdad.
— ¿Qué?

Nicole cerró su lápiz labial y lo dejó caer en su cartera.
Me estaba mirando por el espejo, y podía ver ahora que sus ojos estaban un poco rojos.

—No estoy embarazada, —dijo— Quiero decir, pensé que lo estaba, pero la prueba dio negativo. La hice hace dos días. Pero supongo que alguien me escuchó cuando se lo estaba diciendo a Jordan y a Emma y...lo que sea. Pero no estoy embarazada.
—Oh. Bueno, esto es bueno. —sí, probablemente no era la mejor cosa para decir, pero me tomó con la guardia baja.

Nicole asintió y tiró un poco de uno de sus rizos de color rojo rubio.

—Estaba aliviada. No sé cómo se lo habría dicho a mis padres. Y el tipo nunca hubiera sido un gran padre.
—¿Quién?

Esa fue una pregunta egoísta.

—Solo este chico... Eric.

Gracias a Dios, pensé. Luego, por supuesto, me sentí increíblemente culpable. Este no era el momento de estar pensando en mí.

—Es solo este chico estúpido de la fraternidad que se libera acostándose con chicas de secundaria. —ella miró hacia abajo, así que ya no podía ver sus ojos por el espejo—. Y no me importó una mierda. Solo lo dejé usarme, y nunca pensé... aún cuando el condón se rompió. .. Se desvaneció, sacudiendo su cabeza. De todas maneras, estoy feliz de que fuera negativo.
—Seguro.
—Da miedo, sin embargo, —dijo ella— Me volví loca esperando por el resultado. No podía creer que estaba en esa situación, ¿sabes?
—Estoy segura, —dije, pero no lo encontré tan sorprendente. Era Nicole, después de todo.

¿No se había puesto en ello por un tiempo? Acostarse con chicos que no le importaban.
Olvidándose de las consecuencias.
Justo como yo lo hice...

De acuerdo, no había sido gente. Nick era el único chico. Y sí me preocupaba por él...ahora, después de que parara de acostarme con él. Pero eso era solo...bueno, no sé cómo lo llamarías. No tengo tanta suerte. ¿Quizás coincidencia? De cualquier manera, era lo suficientemente inteligente como para saber que no sucedía a menudo.

Pero me había olvidado de las consecuencias. Y de repente me golpeó como Nicole y yo podíamos cambiar de lugar. Yo podría haber sido la chica de la que todos estarían hablando. Yo habría podido tener un susto con un embarazo. O peor. Quiero decir, estaba en control de natalidad y Nick y yo siempre tomábamos precauciones, pero estas cosas fallaban algunas veces. Podría fácilmente habernos fallado a nosotros. Y aun así allí estaba yo, juzgando a Nicole por casi la misma cosa. Era una hipócrita de mierda.

—No eres una perra. —Tuve un destello repentino de Nick esa última noche en su habitación, diciéndome exactamente quién era. Diciéndome que el resto del mundo estaba tan confundido como yo. Que no era una perra, y no estaba sola.

No conocía a Nicole tan bien. No conocía cómo era su vida en su casa o nada así de personal aparte de sus asuntos con los chicos. Y estando allí en el baño, escuchando mientras me contaba su historia, no pude evitar preguntarme si había estado huyendo de algo, también. Si estuviera juzgándola, pensando en ella como una cualquiera todo este tiempo cuando, en realidad, estábamos viviendo vidas similarmente horripilantes.

Llamar a Nicole una cualquiera o una perra era como llamar a alguien la Duff.
Era insultante y doloroso, y era uno de esos títulos que solo alimentaban un miedo interno que toda chica debió tener de tiempo en tiempo. Sucia, perra, mojigata, idiota. Eran todos lo mismo.
Toda chica se siente como si una de estas etiquetas sexistas la haya descrito hasta cierto punto.

Así que, quizás, toda chica se sentía como la Duff, ¿también?

—Dios, es tarde, —dijo Nicole mientras sonaba el timbre de entrada—. Debo irme.

Observé mientras cogía su bolso y sus libros del mostrador, preguntándome qué estaba sucediendo en su cabeza. ¿Todo esto la había hecho consciente de las consecuencias de sus elecciones?

Nuestras elecciones.

—Nos vemos, Miley. —Dijo ella, caminado hacia la puerta.
—Hasta luego, —dije. Luego, sin quererlo, añadí, —Y, Nicole...Lo siento. Está muy mal la forma en que la gente está hablando de ti. Solo recuerda que lo que ellos dicen no importa.—De nuevo, pensé en Nick y en lo que me había dicho en su habitación—. Las personas que te insultan solo están tratando de hacerse sentir mejores. Ellos también la han jodido antes. No eres la única.

Nicole parecía sorprendida.

—Gracias. —dijo ella. Abrió su boca como si fuera a decir algo más, pero luego la cerró de nuevo. Sin otra palabra, dejó el baño.

Por todo lo que sabía, Nicole podría salir y juntarse con otro tipo esa misma noche. Ella quizás no haya aprendido nada de esta experiencia. O quizás cambiaría todo su comportamiento —en el último caso, podría ser más cuidadosa. Quizás nunca lo sepa. Esa era su elección. Su vida. Y no era mi papel el juzgarla.

Nunca era mi papel el juzgar.

Y mientras caminaba por el pasillo, cinco minutos tarde para inglés, decidí que lo pensaría dos veces antes de llamar a Nicole, o a cualquier otra chica en ese caso, una perra de nuevo.

Porque ella era como yo.

Justo como todos los demás.

Eso era algo que todos teníamos en común. Todos éramos fáciles o sucias o mojigatas o Duffs.

Yo era la Duff. Y eso era algo bueno. Porque nadie que no se sintiera como la Duff no tendría amigos. Todas las chicas se sienten feas alguna vez. ¿Por qué me había tomado todo este tiempo el descubrirlo? ¿Por qué me había estresado por esa tonta palabra por tanto tiempo cuando era tan simple? Debería estar orgullosa de ser la Duff. Orgullosa de tener grandes amigas que, en sus mentes, eran mis Duffs.

—Miley, —me saludó el Sr. Perkins mientras entraba al salón y tomaba mi asiento— Bueno, mejor tarde que nunca, supongo.
—Sí. —dije— Lamento que me llevara tanto tiempo.


Cuando llegué a mi casa esa tarde, estaba muy cansada para subir las escaleras, así que me tumbe en el sofá y caí en un bonito sueño. Había olvidado lo bueno que uno se sentía después de una siesta en la mitad del día. Quiero decir, los europeos tenían la idea correcta con sus siestas. Los americanos deberían incluirlas en sus agendas diarias porque son increíblemente refrescantes, especialmente después de un día dramático como el que yo había tenido.

Eran casi las siete cuando me desperté, lo cual no me daba mucho tiempo para prepararme para mi cita. Mi pelo se veía como un pajar luego de dormitar en el sofá, tomaría casi la hora completa para repararlo. Genial.

Desde que comencé a salir con Douglas, he estado prestando más atención a cómo me veo.

No es como si a él le importaran esa clase de cosas.

El tipo probablemente diría que me veo bien vestida con un traje de payaso, con la peluca de colores y todo. Pero sentía la necesidad constante de impresionarlo. Así que alisé mi cabello y lo arreglé en una cola de caballo alta, me puse un par de pendientes de plata de pinza , soy muy cobarde como para hacerme los agujeros en las orejas y la camisa que me había regalado Selena por mi diecisiete cumpleaños. Era de seda blanca con diseños intrincados de plata y me quedaba ceñida en el pecho, lo que hizo que mis senos diminutos parecieran algo más grandes.

Eran casi las ocho cuando yo luchaba por bajar las escaleras con mis sandalias de plataforma, arriesgando mi seguridad por el bien de verme más alta. Tuve cuidado de apartar mis ojos cuando pasé por la cocina porque papá, obviamente pensando que las rosas eran de parte de Douglas, había puesto el buqué en un jarrón antiguo en la mesa del comedor anoche. Era un gesto dulce, pero ver las brillantes rosas rojas solo me traía de vuelta las preguntas fastidiosas. Así que llegué a la sala y me dejé caer en el sofá para esperar por mi cita, prometiéndome que iba a resolver mi desastre romántico en algún momento del fin de semana. Por falta de nada mejor que hacer, agarré la copia de la guía de programas de televisión que reposaba sobre la mesa de café y comencé a ojear la agenda de programas.
Una nota amarilla que se mantenía entre las páginas llamó mi atención y salté a la sección que estaba señalando. Papá había resaltado un maratón de Lazos de Familia para el próximo sábado en la noche, usando la pequeña hoja de papel como marca libros. Sonreí y saqué un bolígrafo de mi cartera, garabateando;

—Yo haré las palomitas de maíz, —en el papel amarillo. Papá lo vería cuando regresara a casa de su reunión.

Justo cuando puse la revista de vuelta a la mesa, el timbre de la puerta sonó. Me levanté tan rápido como pude sin caerme y caminé hacia la puerta, esperando ser saludada con una gran sonrisa inmerecida de Douglas. Pero la sonrisa que deslumbraba frente a mí, mientras era brillante y blanca, pertenecía a alguien completamente diferente.

— ¿Mamá? —Prácticamente jadeé la palabra, sonando como una chica en una telenovela quien apenas se ha enterado de que su hermana gemela malvada todavía estaba viva o algo. Avergonzada, aclaré mi garganta y dije—, ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas en Tennessee.

—Lo estaba, pero vine a visitarte, por supuesto, —respondió mi madre, ladeando su cabeza hacia un lado con su estilo de estrella de cine. Su pelo rubio platino fue agarrado en limpio en un clip por la parte posterior de la cabeza, llevaba un vestido rojo y negro que le llegaba hasta las rodillas. Típica Mamá.
—Pero está, como a, siete horas de camino —dije.
—Oh, créeme, lo sé. —Suspiró dramáticamente— Siete horas y medias en un tráfico terrible. Así que... ¿vas a invitarme a entrar o no? Me di cuenta por la forma en que sus manos retorcían la correa de su bolso que estaba nerviosa de estar de vuelta en esta casa.
—Um, sí, —dije, apartándome del camino—. Entra. Disculpa. Pero, uh, papá no está aquí.
—Lo sé. —Ella estaba mirando alrededor de la sala de estar de una forma que me hacía sentir ansiosa por ella. Ella miró el sillón y el sofá que le había pertenecido a ella como debatiendo si tenía permitido sentarse allí o no—. Tiene sus reuniones de A.A los viernes. Él me lo dijo.
—¿Hablaste con él? —esto era noticia para mí. Hasta lo que yo sabía, mis padres habían estado evitando el contacto desde la reaparición de mi madre el mes pasado.
—Hemos hablado por el teléfono dos veces. —quitó sus ojos de los muebles y los concentró en mí. Se sintieron como pesos pesados en mis hombros— Miley, dulzura...—Su voz era suave y triste. Dolorosa de escuchar— ¿Por qué no me dijiste que estaba bebiendo de nuevo?

Me moví, tratando de deslizarme por debajo de su mirada.

—No sé. —murmuré— Supongo que esperaba que pasara. No quería que te preocuparas por nada.
—Entiendo, pero Miley, esto es un asunto serio, —dijo ella—. Lo sabes ahora, espero. Si alguna vez sucede de nuevo, no te lo guardes para ti. Tienes que decírmelo. ¿Entiendes?

Asentí.

—Bien. —Suspiró, viéndose inmensamente aliviada.
—De cualquier manera, eso no es por lo que estoy aquí.
—¿Por qué estás aquí?
—Porque tu padre también me dijo algo más, —ella se burló—. Algo acerca de un chico llamado Douglas Booth.
—¿Condujiste siete horas y media porque tengo una cita?
—Tengo otras razones para estar en Hamilton, —dijo ella—. Pero esta es la más importante. Así que, ¿es verdad que mi bebé tiene un novio?
—Um, sí, —dije, encogiéndome de hombros— Supongo.
—Bueno, háblame acerca de él, —instó mamá, finalmente decidiéndose por sentarse en el sofá—. ¿Cómo es?
—Es bueno, —digo—. ¿Cómo está el abuelo?

Sus ojos se redujeron con sospecha.

—Está bien. ¿Qué pasa? Estás tomando la píldora, ¿verdad?
—Dios, madre, sí, —gruñí—. Ese no es el tema.
—Gracias a Dios. Estoy muy joven y sexy como para ser una abuela.

No bromees, pensé, recordando a Nicole.

—Entonces, ¿cuál es el problema? —presionó ella—. Vine porque escuché que tenías una cita caliente esta noche y quería tener ese momento especial de Mamá. Pero si estás teniendo problemas, tengo que derramar algún consejo de Mamá también. ¿Es como una visita dos por una, cierto? Hace que el tiempo del viaje valga la pena.
—Gracias, —me quejé.
—Oh, dulzura, bromeó. ¿Qué sucede? ¿Qué sucede con ese chico?
—Nada. Es absolutamente perfecto. Es listo y bueno y totalmente correcto para mí. Solo que hay otro chico.. .—sacudí mi cabeza—. Es estúpido. Estoy siendo una idiota. Solo necesito un poco de tiempo para pensar las cosas. Eso es todo.
—Bueno, —dijo mamá levantándose— Solo recuerda hacer lo que te haga feliz, ¿de acuerdo? No te mientas a ti misma porque piensas que es más seguro. La realidad no funciona de esa manera...creo que te dije eso antes.

Lo había hecho.

Pero había estado corriendo por tanto tiempo que ya no estaba segura de lo que quería.

—Aunque, —continuó mamá–. Te traje algo para tu cita y puede que te ayude mientras piensas las cosas.

Vi con leve horror mientras sacaba una caja rosa y amarilla de su bolso. Cualquier objeto que iba envuelto en esos colores no podía ser una cosa buena.

—¿Qué es? —pregunté mientras colocaba la caja en mi mano extendida.
—Ábrelo y descúbrelo, tonta.

Suspirando, solté el horrible lazo de la caja y chasqueó al abrirse la tapa. Dentro había una pequeña cadena plateada con un amuleto blanco de metal en forma de M. Como los que las chicas usan en la escuela media, como si olvidaran su propio nombre o algo.

Mamá se inclinó hacia adelante y sacó el collar de la caja.

—Lo vi y pensé en ti, —dijo ella— Gracias mamá.

Se quitó su bolso y se movió alrededor para pararse tras de mí, quitando mi cabello hacia un lado para que pudiera cerrar la cadena alrededor de mi cuello.

—Va a sonar cursi, así que trata de no voltear los ojos, ¿sí? Pero quizás esto te ayude a recordar quién eres mientras estás resolviendo las cosas. —Me colocó el pelo y se paró frente a mí de nuevo— Perfecto, —dijo ella—. Te ves maravillosa, dulzura.
—Gracias, —dije, y esta vez lo decía en serio. Verla me hizo darme cuenta de lo mucho que había extrañado a mi madre. En ese momento, el timbre sonó y supe que tenía que ser Douglas. Mientras alcanzaba el pomo, sentí a mamá deslizarse a su lugar tras de mí, preparada para observar.

Oh, genial.

—Hola —dije, abriendo la puerta y tratando de no mirar la sonrisa cegadora de Douglas.
—Hola, —dijo él— Wow. Estas muy guapa.
—Por supuesto que sí, —intervino mamá—. ¿Qué esperabas?
—Mamá, —siseé, disparándole una mirada matadora sobre mi hombro.

Ella se encogió de hombros.

—Hola, Douglas, —dijo, saludando—. Soy Tish, la madre de Miley. Lo sé, parezco más su hermana, ¿cierto? —Rechiné mis dientes. Douglas rió.
—Diviértanse, —dijo mamá, besándome en la mejilla—. Voy a embalar algunas de mis cosas que todavía siguen aquí, pero voy a hablar en un centro de retiro en Oak Hill el sábado, así que me quedaré en un hotel el fin de semana. Comeremos juntas el almuerzo mañana y así obtendré todos los detalles.

Me empujó fuera por la puerta antes de que pudiera discutir esto, y luego estaba sola en el porche con Douglas.

—Es graciosa —Dijo él.
—Está loca —Murmuré yo.
—¿Qué clase de charlas dan? ¿Dijo que iba a una casa de retiro?

—Oh. Ella escribió un libro sobre autoestima. —Miré de regreso hacia la casa, viendo a través de la ventana como mi mamá se movía, dirigiéndose a la habitación donde solía dormir, preparada para embalar las pocas cosas que había dejado atrás. Nunca me había dado cuenta de la ironía ahora. Por los últimos meses, había estado luchando con mi propia autoestima mientras mi madre le enseñaba a otros como mejorar las suyas. Quizás si hubiera hablado con ella. No me hubiera tomado tanto tiempo resolver las cosas.— Habla con gente alrededor del país acerca de aprender a aceptarse a sí mismos.
—Suena un trabajo divertido —Dijo Douglas.
—Quizás.

Él sonrió, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura y guiándome fuera del porche.

Suspiré y me solté para entrar en el coche.


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Ya se acerca el final :(
En un par de días lo subiré, eso depende de los comentarios ;D
Nah, no cierto, pero sí no olviden comentar!
Besos!!♥

4 comentarios:

  1. Me encantó, definitivamente las cosas están que arden en la nove !!!!!
    Doug me agrada, pero creo que Miley realmente está enamorada de Nick aún que sea el idiota más grande del mundo :/
    Sube pronto de ambas novelas!!! Cuidate, besis, bye ♥

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  2. DIOS! ME DEJAS CON LA DUDA, PERO REALMENTE QUIERO QUE MILEY SE QUEDE CON NICK EL ES MAS LINDOO c:
    SIGUELAAA PORFA

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  3. Por fis sube pronto esta re interesante :)

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  4. O.o! =V y nick?
    please!! sube pronto.... la nove está en su punto... =)
    siguelaaaa...
    By Mechame!!

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